Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Manderlay por Kikyo_Takarai

[Reviews - 54]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Gracias a todos y todas los que me han leído hasta ahora, disfrute muchísimo esta historia y la verdad estoy lista para escribir un nuevo Omegaverse pronto. Gracias por su apoyo, este último cap es para todos ustedes.

Prólogo

Algo había de familiar en la forma en que despertó ese día. Estaba en el jardín, bajo la sombrilla, con las piernas cruzadas y la suave luz del sol apenas evitaba su rostro. Sonrió. Todo estaba bien, no tenía miedo, ni dudas.

Se incorporó sin problemas, no tendría problemas en un par de meses más. Ya no era tan joven, rozaba peligrosamente los 40. Esta sería su última camada. Para Hannibal que ya tenía un pie en los 50 también llegaba el momento de dejar atrás la construcción de su legado. Will se estiro perezoso en el camastro, y miró a su esposo con adoración.

Casi 10 años juntos, era increíble y maravilloso. Hannibal le daría algún regalo costoso y Will le daría la noticia de su embarazo. Estaba listo para una última experiencia, pacífica libre de sorpresas y violencia. El sonido del agua lo sorprendió. Lo siguieron las risas de su familia. Hannibal se acercó sonriéndole cuando lo vio despierto. Despeinado, con el cabello cada día más gris y completamente empapado.

—Comprarles pistolas de agua fue tan mala idea como comprarles un perro, William.

—Estoy en desacuerdo. — Will sonrió, Hannibal no pudo resistirse y se inclinó para besarle los labios. Will se aferró a su camisa, profundizando su beso y arrancándole un suspiro de placer a su Alfa que correspondió con un ronroneo.

—Iuuuuu —Sus hijos mayores se cubrieron los ojos mientras llegaban hasta ellos. Viktor y Nicolae cumplirían 10 años pronto, tan parecidos a su padre como diferentes entre sí. Ambos rubios, con los ojos castaños, uno apasionado de los deportes y el otro de la música. Will rodó los ojos ante la expresión escandalizada de sus rostros ante el beso de sus padres.

—Creo que ya es suficiente diversión acuática por hoy. Hay toallas por allá, por Dios no entren a la casa sin secar a Winston.

— ¡Sí, papá! — Los niños sonrieron y echaron a correr, Winston, su perro adoptado, corría detrás de ellos ladrando emocionado.

—Papi— Will siguió la vocecita de la menor de sus hijas, Misha estiró los brazos y Will la levantó y le beso los rizos rubios con una sonrisa. —

— ¿Dónde está tu hermana? —Preguntó Hannibal, buscando a Abigail con la mirada, arrojando sobre la pequeña la toalla húmeda con la que se había secado, la niña echó a reír, tratando de lanzarla de regreso.

—No sé… le gusta el lodo.

—Claro que sí. ¿Puedes secarla?

—Claro. —Will cargó con su hija hasta las toallas, los había hecho tan felices a ambos que la pequeña Misha naciera y fuera perfecta para su nombre. Will lamentaba en secreto que de sus 4 hijos sólo Abigail se pareciera tanto a él, con sus enormes ojos azules y rizos castaños. Pero los amaba a todos. Y amaba a Hannibal y la infinita paciencia que continuaba demostrando para con sus hijos sin importar sus diferentes edades. Misha tenía ya 5 años. Habían esperado un tiempo antes de que Will decidiera dejar los anticonceptivos. No negaba que el Celo era increíble, había experimentado el disfrutarlo los 2 años que esperaron antes de tener a Misha, pero no habían hablado de tener más hijos desde entonces.

Will sabía que Hannibal quería 6 hijos, si bien 10 años después parecía más que agotado con 2 alfas de 10 años, una beta de 7 y una diminuta Omega de 5. Se preguntó si le molestaría saber que había dos cachorritos más en camino. Lo dudaba, lo menos que esperaba era esa cara de emoción y de inmensa felicidad que su esposo ponía cuando se enteraba de la buena noticia.

Hannibal regresó finalmente, Abigail caminaba a su lado, con una toalla alrededor de los hombros y temblando de frío. Tenía un raspón en la pierna izquierda. Pero habló antes de que Will abriera la boca.

—No es nada, papi. Me caí.

—Sécate bien, Abigail. Te pondremos un poco de alcohol y una curita una vez dentro de la casa. — Le dijo Hannibal, besándole la cabeza y empujándola suavemente en dirección a Will.

—Sí, papá. ¡Pero en serio no es nada!

—Bueno, si no es nada entonces papá no te pondrá ningún curita. — Dijo Will, soltando finalmente a Misha que se retorcía inquieta bajo la toalla, despeinada pero seca. La niña señaló un diminuto raspón en su codo.

—Papi, yo también quiero un curita…—Pidió tímidamente a Hannibal. Will observó el compuesto exterior derretirse ante su hija, el vivo y latente recuerdo de su hermana. Le sonrió y le beso cariñosamente el codo.

—Claro, que sí, Mylimasis. ¿Quieres un curita de gato? ¿O de dinosaurio?

—De… —La pequeña se mordió el labio, dudosa. Hannibal veía a su hermana en Misha, pero veía algo aún mejor, a Will, en gestos como ese. — De gatito, papi…

— ¿por?

— ¡Por favor! —Completo la niña orgullosa, Abigail los miraba recelosa, con el cabello enredado.

— ¡Papi, yo también quiero un curita de gato!

Hannibal suspiró y le ofreció una mano a cada una.

—Esperaremos adentro, William.

--------------------------------------------------

—Viktor, deja en paz a tu hermana…

Reclamó Will mientras entraba al baño a monitorear que sus hijos tuvieran los dientes limpios, y estuvieran listos para irse a dormir. Aunque se dedicaba a criar a sus hijos era agotador correr tras ellos todo el día. Tal vez 4 hijos eran suficientes. Bueno, no podía hacer nada por el par que crecía silencioso dentro de él. Abigail salió corriendo del baño y Misha corrió detrás de ella como siempre hacía.

—Muy bien, ustedes dos, ya están limpios, los quiero en la cama en 5 segundos.

—Papá nos va a leer un cuento, ¿Verdad?

—No me engañas Nico, tu padre les leyó una historia antes de cenar, hoy no hay historia antes de dormir, papá trabaja mañana temprano. ¿Vale?

—Vale…— El niño cedió, algo decepcionado.

—Yo puedo leerte mañana. Pero hoy tienes que irte a dormir, mañana tienes escuela y práctica de Violín, Nico.

—Sí, papi…—El niño sonrió, metiéndose en la cama. Hannibal insistía en que sus hijos compartieran dormitorio, y Will agradeció eso pensando que pronto tendrían que acomodar otros dos. Nicolae y Viktor compartían una gran habitación y sus camas estaban cubiertas con sabanas de dinosaurios y libros de historietas. Will le beso la frente cariñosamente a cada uno antes de apagar la luz.

Con el mismo cariño ayudo a Abigail a trenzarse el cabello para dormir, y Misha rápidamente se coló en su regazo para recibir el mismo tratamiento, ambas recibieron un beso de buenas noches antes de que Will apagara la luz. Winston entró sigiloso a la habitación y se echó junto a Misha, acurrucándose para dormir.

Cuando Will finalmente entró a su propia habitación, se quitó los zapatos y el reloj, tirándose de panza en la mullida cama, junto a Hannibal que leía un libro y lo bajó de inmediato, acariciándole suavemente la espalda. Will gimió suavemente y reptó hasta acurrucarse en el pecho de su Alfa.

—Hannibal, creo que deberíamos fugarnos…

— ¿A dónde quieres ir?

—A la playa… al bosque.

—No creo que podamos convencer a los niños de vivir en un nuevo lugar tan fácilmente.

—No… Cuando pasa la hora de dormir ya no tenemos hijos. No mates mi humor, Hanni. — Gimió Will, acariciando suavemente el pecho de su esposo hasta posar su mano en su entrepierna dormida. — Mi plan era guiarte discretamente a tener sexo esta noche. Sexo sucio y salvaje hasta que no pueda ponerme de pie.

—No necesitamos huir al bosque para convencerme para eso, Will.

En segundos Will dio de espalda a la cama, con Hannibal devorándole el cuello y arrancándole un gemido ronco de placer mientras su mano intrusa liberaba su hombría y la masturbaba suavemente, sintiéndola endurecer en sus manos.

—Deberías poner el seguro… ¿Ya olvidaste la última vez?

—No podría. — Con un suspiro Hannibal se puso de pie, pero en el último momento se arrepintió, besándole los labios con tanta voracidad que Will tuvo que forzarlo a separarse para recuperar el aliento, sonrojado y duro en los pantalones.

—Voy a poner el seguro ahora, Will. Cuando vuelva espero no ver nada de ropa.

Will soltó una risita tonta y asintió. Cuando Hannibal regresó sonrió satisfecho a la visión de su Omega, desnudo y abierto sólo para él. No tenía que preocuparse de Jack, de la policía, de nada más que de su familia. Y Will vivía tranquilo sabiendo que el único gran secreto entre ellos eran los cachorros que llevaba dentro.

Notas finales:

Fin


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).