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Nuestro por Kikyo_Takarai

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Notas del capitulo:

Harry siente a su bebé moverse por primera vez, y decide ir a comprar ropa de embarazo.

Mientras estaba en su estudio preparando un pedido de pociones para esa tarde, Draco escuchó un grito desde la sala. Dejó de inmediato lo que estaba haciendo y sacó la varita antes de salir corriendo. Harry estaba sentado en el sillón, acomodado sobre su lado izquierdo mientras que el libro que estaba leyendo estaba en el piso junto a una taza rota. Draco se acercó de inmediato, reparándola con la varita y acercándose a su esposo que estaba blanco como la cera y tieso como una estatua. Le tocó cariñosamente la mejilla.

— ¿Qué sucedió? ¿Harry?

— Draco… Draco…— Harry se aferró a la manga de su esposo, jadeando aterrado.

—Aquí estoy, cariño. ¿Qué sucede?

—Es el engendro Draco, Draco…

Su tono hizo a Draco preocuparse. ¿Su hijo?

— ¿Qué pasa con el bebé Harry? ¿Te duele algo? Te llevaré al hospital ya mismo.

—No, no Draco… —Harry bajó la vista avergonzado y sacudió la cabeza. — Lo… Lo siento moverse…

Draco lo miró confundido un segundo. No lograba asimilar aquello. ¿Cómo era eso algo malo?

— ¿Lo sentiste?

— ¡Lo sentí moverse! ¡Mierda Draco, sentí algo moviéndose dentro de mí y me asuste!

— ¿Harry, Harry sigue moviéndose? — Preguntó ilusionado, Harry asintió suavemente, con el ceño fruncido.

—No estés tan feliz, mierda… casi me muero del susto.

—Los bebés se mueven Harry, es normal. —Susurró Draco, rodeando el vientre de Harry con ambas manos cuando este lo dejó al descubierto. — ¿Antes no lo sentías?

—Es la primera vez… Pensé que iba a salirse golpeando como Alien

— ¿Alien?

—Es una película Muggle… mira no importa… sólo… habla. Se mueve cuando le hablo.

— ¿Le hablas? —Pregunto Draco, sonriéndole con ternura. No había notado de Harry lentamente se volvía más cariñoso y más positivo sobre su embarazo.

—A veces… aunque sé que es una tontería porque no puede oírme pero…

—Muéstrame.

—V…vale. —Harry se sintió avergonzado y estúpido, pero puso sus manos sobre las de Draco, moviéndolas suavemente. — Hey, engendrito, es papi de nuevo… Papá está acosándome para sentirte… Papá te quiere mucho, y no puede esperar a que salgas de ahí para cambiarte los pañales de por vida…

Draco se rio, listo para darle una respuesta mordaz cuando sintió algo moverse. No era la patada salvaje que esperaba, era un roce, como una mariposa atrapada bajó una sábana, un movimiento delicado y pasajero. Sintió su corazón acelerándose y sus ojos llenarse de lágrimas. Mierda, los Malfoy no lloran…

—Draco… Por el amor de Dios no llores. Ayer lloré media hora porque el patito del parque no podía alcanzar a su mamá, por favor no me hagas pasar por eso de nuevo… — Gimió Harry, quitando las manos de su esposo de su cuerpo y cubriéndolo de nuevo. Draco asintió, respirando profundamente.

Pero no podía ni ocultar la felicidad ni el orgullo de sentir a su cachorrito bien, moverse finalmente, darles muestras a sus padres de que estaba vivo sin necesidad de un Medimago presente. Aquél suave movimiento fue maravilloso. ¿Cómo podía Harry lucir tan incómodo cuando para él, hinchado por el embarazo, jamás había lucido más hermoso? Era una viva y creciente prueba de su virilidad y su fortaleza, su legado creciendo en su Omega, el Ego de Draco estaba tan hinchado que habría podido alzar el vuelo.

Oficialmente no podía engañar a nadie. Con cuatro meses y medio estaba justo a la mitad de su embarazo, su vientre ahora sobresalía sin importar que ropa usara. Todas sus camisas y camisetas se estiraban para rodearle, incluso si su engendro, según la Doctora, medía unos 14 centímetros, tal vez menos. Para Harry que vivía la vida activa de un atleta la ropa nunca había sido un problema, siempre usaba ropa ajustada , su abdomen tonificado había logrado desaparecer, estirado por su engendro hasta convertirse en una pancita redonda y pronunciada. Ya no podía seguir vistiendo así. La gente podría pensar que tenía un propósito sugerente. Y si bien a Harry le importaba un pepino lo que pensaran la realidad es que no se sentía cómodo.

La ropa estirada le recordaba que su cuerpo cambiaba rápidamente frente a sus ojos. Ya no podía salir a correr, de hecho se había vuelto muy torpe para caminar incluso, y aunque trataba de nadar diario la verdad es que perder la firmeza de su cuerpo estaba costándole un poco de su sanidad. No le preocupaba de sobre manera, Draco aún lo miraba con deseo mal disimulado cuando salía de la ducha , aún quería hacerle el amor varias veces a la semana, con entusiasmo admirable a pesar de que sus opciones en cuanto a posiciones estaban limitadas.

No podía realmente quejarse de su vida. Estaba aburrido, claro, no tenía nada que hacer en casa todo el día. No podía irse a pasear diario y Hermione sí le había sugerido aprender a tejer pero se negó rotundamente. Mirando su camiseta deportiva favorita enrollarse en su vientre y subirse sin importar su esfuerzo por arreglarlo decidió que era momento de rendirse y comprar ropa de paternidad.

—Draco, ¿Me llevarías de compras?

—Lo siento, amor. —Se disculpó el rubio de inmediato. — Tengo que remover esa poción cada 15 minutos durante las próximas 4 horas antes de agregar el aceite de salamandra o no tomará el color adecuado…

—Oh, entiendo, tranquilo puedo ir sólo. —Dijo sonriendo, levantándose con cuidado, Draco lo abrazo de inmediato, pegándose a su espalda y acariciándole suavemente desde el rostro hasta los muslos, Harry ronroneo suavemente, como un eco al gruñido posesivo en el pecho de su Alfa mientras lo marcaba con su aroma.

— ¿No puedes pedirle a alguien?

—Es martes al medio día, Draco. Hermione y Ron trabajan, Luna y Neville han vuelto a Hogwarts, la Luna llena acaba de pasar, Sirius y Remus no podrán salir. Estaré bien, iré a comprar algo de ropa y volveré.

—Si cualquier cosa sucede, Harry…

—Shh — acalló con sus dedos. — No va a pasarme nada Draco, iré a buscar algo que cubra bien al engendro y volveré a casa. ¿Vale?

—Vale, Te amo

—Te amo — Respondió el moreno mientras entraba en la chimenea y desaparecía entre las llamas.

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Ropa de embarazo, ropa de embarazo. Harry casi no compraba ropa, pero ahora tenía que pensarlo muy bien ¿debería comprar ropa formal? ¿Cuánta ropa? Las opciones eran abrumadoras. La tienda estaba medio vacía y una vendedora amable se acercó a atenderlo, Harry cerró con fuerza su chaqueta alrededor de su vientre aunque sabía que no engañaba a nadie. La mujer lo reconoció de inmediato y le pidió un autógrafo, Harry claro, se lo dio y ella respondió guardándolo en una gaveta y ofreciéndole su ayuda. Pareció muy emocionada cuando Harry le dijo que tenía casi 5 meses y quería algo de ropa. La vendedora, una mujercita pelirroja llamada Lisa, de inmediato lo arrastro percha tras percha de ropa para embarazo masculino que tenían en su bonita tienda departamental.

Hablaba y hablaba, a Harry le agradó la calidez de su trato, le mostraba camisas, camisetas, pantalones de vestir y de mezclilla, le ofreció otro par de pantalones ajustados, como los que tenía puestos muy a su pesar, y una fajilla que se ajustaba cuando el vientre empezaba a crecer y ayudaba a sostener el peso. Termino con un nuevo frasco de Lirios de Hielo, esa cosa tal vez era inútil pero le gustaba, y una crema que evitaba las estrías de la piel. Fue cuando llegó la hora de probarse ropa que Harry sintió flanquear su voluntad.

La ropa era cómoda, claro. De suave algodón y suelta en la parte baja, nada se ajustaba ni se enrollaba dejándole expuesto.  Harry tenía la horrible impresión de que si acaso la ropa lograba mostrar su vientre mucho más grande de lo que era en realidad, Lisa le dijo que la ropa le quedaría hasta los 7 meses si sólo tenía un niño, pero que comprarla una talla más grande podría bien servirle hasta los 9 aún si el bebé crecía demasiado. Ahora, parado frente a un espejo en la tienda, midiéndose una camiseta color cereza Harry se sentía extrañamente cómodo, Lisa revoloteaba a su alrededor, asegurándole que la talla era la adecuada y lo bien que le iba el color. Harry decidió comprar aquella prenda también, pero mientras se daba la vuelta para volver al probador y finalmente pagar por sus compras lo sorprendió el fulminante resplandor de un flash fotográfico en el rostro. Parpadeo confundido y un poco mareado durante un par de segundos antes de ver de quien se trataba. Debió saberlo, esa maldita arpía.

— ¡Harry, cariño! ¡Pero mírate nada más, estás radiante! — Chilló Rita Skeeter, Harry vio su pluma verde chillón escribiendo a toda velocidad en un pergamino mientras ella le hablaba. — ¡Así que por esto ya no te hemos visto jugar! ¿Cuándo pensabas hacer el anuncio oficial? ¿Piensas retirarte del Quidditch para siempre? ¿Cuántos meses tienes?

—Rita, por favor lárgate. —Dijo groseramente mientras trataba de rodearla y volver a la intimidad del probador, sin embargo entre ella y su fotógrafo bloqueaban los espacios entre las perchas, sintió 2 flashes más en el rostro.

— ¿Siempre sales de compras sólo? ¿Y Draco?

—Soy perfectamente capaz de cuidarme sólo, Rita, si pudieras quitarte de mi camino.

—Harry, esto deja muy claros esos rumores sobre tu infertilidad, ¿qué puedes decir al respecto?

— ¿Qué? ¿Por qué sería infértil? Infértil tienes el cerebro, Rita, por favor déjame pasar de una maldita vez.

—Así que tú no tienes problemas. —La pluma escribía a toda velocidad, Harry se mareo sólo de verla. — ¿Acaso Draco tuvo problemas para darte un hijo Harry? ¿Un Malfoy con problemas para procrear? ¿Buscaron ayuda? ¿Tal vez otro Alfa que…

Harry estaba a punto de darle un golpe cuando Lisa intervino, estaba muy seria y hacia señas a un hombre muy alto.

—Lo siento, pero no puede importunar a mis clientes, le pido que se retire. —Rita abrió la boca para discutir pero Lisa no retrocedió. — No se moleste en oponerse, ya he llamado a seguridad, si no se retira ellos lo harán, por favor.

—Eso no será necesario. — Respondió la rubia, su rostro mostraba claro desagrado pero por la forma en que miraba a Harry, de la cabeza a los pies poniendo especial atención en la curva de su vientre,  quedaba claro que ya tenía todo lo que necesitaba. — Vamonos, Rod. Hasta la vista Harry, un gusto verte.

—Lamentablemente estoy en desacuerdo. —Dijo el moreno, cruzando los brazos, disfrutando bastante el verla alejarse mientras Lisa se disculpaba. — No te preocupes, estoy acostumbrado. Sólo ayúdame a salir de aquí, pagar todo esto y poder volver a casa.

Aquello eran suficientes aventuras por un día, pensó mientras acariciaba suavemente su vientre y Lisa metía todo en bolsas, se despidió de ella antes de tomar la chimenea más cercana a casa, Draco parecía ocupado en ese momento, no había un solo ruido. El Pop de la chimenea pareció perturbarlo todo, sin querer distraer a Draco del trabajo subió a su habitación para hacer lugar para la ropa nueva. Sintió al bebé moverse de nuevo, y se quedó congelado en su lugar, debatiéndose entre gritar o calmarse. Eligio la segunda opción, respirando profundo.

—Oh no, engendro, no está vez.

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Algo no  estaba bien, no fue el suave movimiento del bebé lo que despertó a Harry a la mañana siguiente. Había un ruido extraño en la casa. Se dio vuelta en la cama, pero no le sorprendió no encontrar a Draco a su lado, ahora que dormía recostado en su lado izquierdo el rubio solía acurrucarse contra él y rodearle con los brazos para dormir, así que si no había nadie abrazándolo es porque Draco ya se había levantado. Bostezó profundamente y miró a su alrededor, la habitación estaba en penumbras, las gruesas cortinas no dejaban entrar el sol pero podía ver sus rayos trazar una fina línea al pie de las ventanas. Considero ir al baño, pero no tenía nauseas en ese momento y no pensaba arriesgarse a que la familiar visión de su baño arruinara su mañana. Se estiró en la cama, pasado suavemente sus dedos sobre su vientre y poniéndose las zapatillas antes de bajar las escaleras rumbo a la cocina.

Mientras más se acercaba, sin embargo, más se daba cuenta de lo similar del sonido, aleteos, cientos de alas, como cuando tuvo que atrapar aquella llave voladora casi 17 años atrás. Abrió rápidamente la puerta y quedó boquiabierto. La cocina estaba llena de plumas, había docenas de lechuzas entrando y saliendo de la casa. Su esposo corría en todas direcciones, usando hechizos de limpieza y arreglando cartas y paquetes en montones que comenzaban a apilarse alrededor de la habitación, ocupando cada superficie posible.

—Oh, Harry. ¡Gracias a Merlín despertaste!

—¿Qué está sucediendo? — Preguntó mientras sacaba su varita y trataba de sacar a las lechuzas que invadían cada ventana.

—No lo sé, cuando desperté esta mañana cuando Lottie me dijo que había mucho correo, pero esto es ridículo. —Exclamó Draco.

Tardaron casi 40 minutos en poner una barrera que mantuviera a las lechuzas lejos. Sus elfos domésticos lograron separar el correo por categorías, deshacerse de cosas como vociferadores  y limpiar las plumas que llenaban la cocina y el pasillo, pero había tantas que Harry sólo podía pensar en aquél domingo que finalmente recibió su carta de Hogwarts. Tomó la más cercana, un elegante sobre color marfil con un sello de cera y la abrió.

“Queridos Señores Malfoy, la honorable casa de Hart les ofrece sus más sinceras felicitaciones por la próxima adición a su linaje familiar.” Leyó Harry en voz alta, Draco lo miraba perplejo, ninguno de ellos había anunciado el embarazo de Harry. Mucho menos a la alta sociedad mágica. “Les deseamos salud y felicidad para su primogénito y esperamos nuestro regalo sea de su agrado y de su total utilidad.”

—Lottie, ¿Qué nos enviaron los Hart? — La Elfina rebuscó entre los paquetes,  algunos pequeños como una moneda, otros mucho más grandes que ella.

—Señor. — Era una caja grande, ahora Harry si quería vomitar. Draco se acercó a ayudar a la elfina a mover la caja y rasgó el bonito papel que la cubría.

—Es… Es una cuna… Habrá que ensamblarla, pero es preciosa.

Dejaron la caja olvidada rápidamente mientras leían una tras otra las cartas, todas decían lo mismo: “Felicidades por su bebé”, “Que maravillosa noticia, por favor acepten nuestro humilde regalo”, “Nadie merece más una familia que nuestro salvador Harry Potter, por favor acepten la ofrenda de mi familia” blah, blah. Harry sintió pánico cerrarle la garganta. “Felicidades por su primogénito, les deseamos salud y que su linaje siga creciendo”. Ese fue el peor de todos.

Los regalos no se quedaban atrás. Las familias más modestas, que se dirigían a Harry como Salvador o jugador, les enviaban ropa de bebé, algunas prendas tejidas a mano, juguetes, lociones, cobijas e incluso libros. El resto de los regalos parecían venir dirigidos al “Matrimonio Malfoy” o al mismo Draco, y sus nombres eran desconocidos para el moreno. Sus regalos eran mucho más costosos, mantas mágicas que cambiaban de temperatura para mantener a los bebes calientes (algo muy útil, pensó Harry, que no tenía idea de cuando un bebé tenía o no calor) , móviles con animalitos que emitían sonidos y se movían, marcos de oro macizo. ¡Una familia incluso les envió un fondo para cubrir el costo primer año de la criatura en Hogwarts! ¿Qué mierda pasaba con esta gente?

—Harry… Mira esto. —Harry oyó la voz de su esposo como un susurro lejano, pero se acercó a él mientras sostenía una revista en sus manos. Era el número de ese día de “Corazón de Bruja”. Claro. Hermione probablemente lo había recibido de su suegra y se los había hecho llegar lo antes posible, pero había quedado enterrado entre tantos paquetes.

— ¿Cómo logró meterlo en la edición un día antes de que saliera a impresión?

—No lo sé… —Murmuró Draco a su lado. La portada de la revista era una bruja con mucho maquillaje que sonreía usando su varita para hacerse rulos en el cabello. Draco la ojeó rápidamente, en las páginas centrales había un artículo titulado “El niño del niño que vivió”. La página era color rosa y estaba tapizada con fotografías de Harry probándose ropa de maternidad, luciendo algo perplejo. Harry sintió de nuevo el impulso de vomitar, se sentó en la mesita de la cocina y cerró los ojos, quitándose las gafas y frotándose el puente de la nariz.

—Léelo tú, creo que voy a vomitar…

—Vale… No puedo creer las bolas que tiene esa vieja tarántula…

“Cuándo el mejor jugador de Quidditch de Inglaterra, el hombre del sigo, Harry Potter, decidió súbitamente dejar el deporte su servidora se sintió muy sorprendida. Cómo a la mayoría de nuestros lectores la ausencia de Harry no me pasó desapercibida a pesar de la firmeza de su equipo (Los Cuervos de Londres) de no hacer ningún anuncio oficial sobre la salud o el estatus contractual del Señor Potter para el equipo.

Ninguno de nosotros esperaba, claro, que su repentino alejamiento del deporte se debiera a circunstancias mucho más afortunadas y de carácter más festivo. El señor Potter se vio obligado a dejar el juego, cómo cualquier persona en estado de embarazo a partir de las 8 semanas. Para muchos es fácil olvidar que el Señor Potter es un Omega, y que está vinculado con el único heredero de la casa de los Malfoy.  Ahora con 4 meses Harry y Draco Malfoy están a medio camino para dar la bienvenida a su primer, o sus primeros, hijos. Si bien el sexo del bebé permanece como un misterio nuestras fuentes nos informan que es un cachorro saludable que esperamos para mediados de septiembre.

Sin embargo, la pregunta que más resuena es: ¿Por qué hasta ahora?

Sus fervientes admiradores, sus múltiples amantes y la mitad del mundo mágico se sorprendieron (o sufrieron de un severo caso de corazón roto) cuando Harry se unió, de manera vinculante y en matrimonio, con el menor de los Alfa Malfoy. Muchos esperaban que el matrimonio fracasara pero continúan sorprendiéndose pues la pareja lleva ya 8 años de matrimonio. Así que. ¿Por qué les tomó 8 años concebir un heredero para su unión? El mismo Harry le expresó a una servidora que él jamás ha sufrido de infertilidad, cosa en extremo inusual para un Omega de cualquier modo. No nos queda más remedio que asumir que el problema debía venir de su joven esposo.

Todos saben que hay un par de líneas de la casa Malfoy que desapareció por completo cuando su único heredero resulto ser incapaz de concebir. No sería entonces arriesgado imaginar que su más joven vocero sufriera de esas mismas complicaciones.

“Hay muchas formas de curar la infertilidad hoy en día” Nos dice la experta en el tema Miranda Glow. “Las pociones conceptivas son comunes, poderosas y podrían prepararse sin problema por un mago experto en la materia como lo es el Sr. Malfoy. Un vial de poción antes del acto sexual incrementaría sus oportunidades en un 56% durante el celo.” Claro que hay muchas otras opciones a considerar, cómo que el niño que lleva dentro Harry sea producto de otro Alfa que asistiera en su concepción. ¿Podrá su matrimonio resistir la crianza de un hijo ajeno?

Eso sumado a que el señor Malfoy ha logrado nulo reconocimiento individual en cualquier campo, si omitimos sus actividades ilícitas en los años de la guerra, podría avivar un ego herido y afectar cualquier relación.

Sea cual sea su solución la realidad es que pronto recibiremos en el mundo un nuevo miembro de la que es por mucho la más notoria y famosa pareja de magos del Reino Unido, y todos debemos celebrarlo.”

Cuando termino de leer Draco temblaba de furia. Su rostro permanecía estoico, pero Harry lo conocía demasiado bien, notaba todas las otras señales. El enrojecimiento en la punta de las orejas, la vena inflamada en su cuello, el golpeteo de sus pies contra el suelo. Harry lo miró preocupado y le tomó la mano, acariciándola con su pulgar. ¿Cómo mierda había llegado Rita a la conclusión de que Draco era infértil?

—Esa alimañana ponzoñosa. —Gruño Draco, arrojando la revista al suelo. — ¿Quién mierda le dijo que yo no podía…? ¿Qué nosotros no? Voy a demandarla. LOTTIE —La elfina dio un paso aterrado hacia su señor. — Mándale una carta a mi abogado, y al abogado de Harry, a todos los abogados y diles que voy a demandar por difamación.

—Draco, no es para tanto…

—¿Ah no? —Siseo irritado. —¿ Vas a dejar que me llame infértil? “Nunca ha destacado en nada” Arpía miserable ¡Qué humillante!... Esa vieja bolsa de papas no va a burlarse así de mí. Oh no.

Harry suspiró, abriendo y leyendo más cartas mientras Draco despotricaba instrucciones a su elfina. Ahora toda esa gente sabía de su engendro. Le enviaban regalos y buenos deseos. Un par de fans le enviaban a Draco profundas cartas expresándole su odio. Entendía que el rubio se irritara, como todo Alfa, por la acusación, pero él temía mucho más toda la atención que Rita acababa de lanzar sobre su pobre engendro no nato. Ya era acosado y seguía a salvo dentro de su papá.

—Daremos un anuncio oficial. —Dijo Draco de pronto. — Diremos que no habíamos tenido hijos por tu ajetreado itinerario y que finalmente decidimos hacerlo a un lado.

—Podemos decirles que yo no quería y que olvide tomar la poción anticonceptiva antes de entrar en celo. —Susurró Harry, mirándole con poco interés.

—Estoy humillado, Harry. —Explicó Draco, tieso en el medio de la cocina. —Voy a salir a decirles a todos que ese bebé está ahí porque yo lo quería ahí

— ¿Por qué te importa tanto? No conoces a esta gente.

—NADIE —Gritó Draco, y Harry retrocedió en su asiento. — NADIE SE BURLA DE MÍ.

Eso sí que era algo muy Malfoy. Draco salió de la habitación hecho una furia y sin siquiera voltear a mirarle. Harry permaneció ahí, sentado y en shock por el exabrupto de su esposo. Pasados unos minutos quedó claro que no volvería, así que Harry decidió iniciar su día. Se dio una ducha y se vistió, disfrutando la suavidad de su ropa nueva. Durante horas respondió todas y cada una de las cartas que les habían enviado, algunas con tarjetas que duplicaba mágicamente, otras a mano. Cuando termino tenía la muñeca enrojecida y adolorida. Con tantos regalos tal vez era un buen momento para elegir una habitación para el engendro.

Su casa era grande y lujosa, porque Draco no había accedido a vivir en una de las bonitas y sencillas casas cerca de dónde Harry había vivido con sus padres. Y si bien tenían una pequeña biblioteca y el sótano se ocupaba para el trabajo de Draco, había aún dos cuartos en la casa que no tenían un uso particular. Una era una habitación de huéspedes en el segundo piso y la otra una especie de bodega dónde guardaban artículos de limpieza y ropa de cama. Seguramente Draco estaría de acuerdo en habilitar la primera para su engendro. Era de buen tamaño, podría vivir ahí cuando creciera, y tenía una ventana, lo que ofrecería algo de luz natural. El armario estaba vacío así que, sin nada mejor que hacer, Harry comenzó a doblar y guardar ahí la ropa y otros productos que le habían enviado.  La ropa era casi toda blanca o de colores pastel bastante neutros. Se dio cuenta entonces que aún no sabían el sexo de su bebé. La habitación tenía paredes blancas y suelo de madera clara. Uso la varita para subir los regalos más grandes y con ayuda de los elfos sacó algunos muebles. No era exactamente una habitación infantil, pero al menos ya no había cajas llenando la cocina. Suspiró sonoramente y fue cuando su bebé decidió aparecer de nuevo, moviéndose suavemente en su interior. Harry respiró profundo, no había forma de que pudiera olvidarse de ese engendro del mal creciendo dentro de él. 

Cuando se quedaba solo, pensando en su futuro hijo o hija y en la inevitable realidad de que en solo 4 meses más una vida dependería al 100% de su capacidad de cuidar de ella, de su capacidad de amarlo, de protegerlo, todo eso lo llenaba de terror. 


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