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Por tenerte a mi lado por Kikyo_Takarai

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Notas del capitulo:

Sólo quiero recordarles que los amo, mucho, por leer todas estas locas historias que salen de mi cabeza. Gracias por comentar y por dejarme saber cuando les gusta o les molesta.

Will no podía dormir, no podía comer y no podía hacer nada más que pensar en Hannibal. Estaba seguro de que se volverían a ver. Abigail hacía preguntas que él no quería responder, se estaba quedando sin evasivas. Había sido un idiota a los 16 pero no cometería el mismo error de nuevo. La marca de su cuello parecía vibrar como una advertencia, algo le decía que Hannibal no iba a retirarse sin luchar, y que haría lo que fuera necesario para hablar con él. 

Y así fue, Hannibal iba a la librería todos los días, pero Will lo evitaba de mil y un maneras, ocultándose tras los libreros, en la bodega. No le daría otra oportunidad de jugar con sus sentimientos, de humillarlo, de lastimarlo, de aprovecharse de él.  Usaba puertas extrañas, huía caminando por la calle, pero estaba comenzando a perder la razón. Hannibal era inquebrantable en su voluntad.

Dejó a Abigail con una niñera durante casi dos semanas, no queriendo que Hannibal estuviera cerca de ella mientras lo acosaba, sentado frente a la tienda durante horas, con el rostro firme pero la súplica en la mirada. Cuando llegó el segundo viernes Will estaba agotado,  de pensar en las posibilidades, de la falta de sueño y el dolor que sentía en el pecho. Su padre llamaría a la policía, se lo dijo, pero Will no quería que Hannibal fuera a prisión, mucho menos que Bill supiera quien era ese hombre. Se acercó a él, con los brazos cruzados como tratando de darse la fuerza de soportar su propio peso, pero se sentía como un niño, vulnerable y a punto de hacer algo estúpido.

—Hannibal…

—Will.

—No piensas dejarme en paz ¿verdad?

—Si con dejarte en paz te refieres a que dejaré de visitar la tienda y esperar que me concedas un poco de tu tiempo entonces, no, no lo haré. —Will suspiró, Hannibal leyó en sus rasgos la resignación. — Por favor habla conmigo, Will.

—Bien, bien pero luego me dejarás en paz…

—No puedo prometer nada. —Dijo poniéndose de pie, Will echó a andar por la acerca.

—Iremos a un lugar más privado… no quiero que mi padre sepa quién eres.

—Imagino que no sería bienvenido si me supiera responsable por tomar tu primera vez sin responsabilizarme por ello. — Dijo Hannibal tratando de sonar comprensivo. — No quería ofenderle.

—Sí bueno, supongo que igual querría darte una buena paliza.

Will lo llevó hasta una cafetería a unas calles de ahí, Hannibal intentó comprarle una bebida y si bien el Omega se resistió terminó cediendo, resignado, para luego sentarse en un par de pequeños sillones en la esquina más alejada del segundo piso del local. La ventana dejaba ver a los transeúntes apurados en la calle, pero su paso apenas podía distraer a Will de mirar a Hannibal, si lo hacía terminaría rindiéndose a esa atracción tan poderosa que sentía en el pecho y ardiendo en su cuello, la misma que recordaba de hace tantos años.

— ¿y bien? Ya estoy aquí…

—Will, quiero hablar sobre lo que sucedió hace 8 años.

—No entiendo que tenemos que hablar, Hannibal. —Respondió tajante. — Nos conocimos, charlamos de tonterías en una fiesta que se alargó un fin de semana completo, bebimos y tuvimos relaciones sexuales. Eso fue todo.

—Eso no fue todo, no puedes engañarme. —Dijo firmemente, Will se mordió el labio molesto con esa actitud de Alfa confiado. — Lo que… lo que sea que sucedió entre nosotros fue mucho más que sexo casual, yo quería que lo fuera, te lo dije y por eso quise marcarte.

—Me dijiste muchas cosas, Hannibal, muchas tonterías maravillosas que se metieron en la cabeza de un muchachito idiota, te acostaste conmigo y luego me dejaste una marca a medias.

—Will…

—Y, no sé si lo olvidaste, pero luego te largaste. Sin decirme tu nombre completo o cómo podría localizarte, sin decirle a nadie lo que iba a suceder.

Hannibal permaneció en un meditativo silencio mientras Will hablaba, claramente mucho más resentido de lo que esperaba, pero con razón para sentirse así.

—Intenté buscarte, pero nadie sabía dónde estabas o cómo contactarte, estaba muy ebrio Hannibal… Nadie quería acercarse a ese Omega sucio que había tenido sexo con un duque Lituano que lo había dejado atrás como una prostituta de burdel.

—Jamás haría algo como eso, mi intención nunca fue herirte ni mucho menos humillarte o poner tu honor en duda… Pudiste buscarme Will, tanto como yo te busque a ti. No hay muchos Condes Lituanos con mi nombre. —corrigió—

—No, claro, habría sido muy fácil. — Will se rio cínicamente mientras sacaba su celular y se lo llevaba al oído. — “¿Hola? ¿Lituania? Disculpe, pero un (¿Qué dijiste?) Conde llamado Hannibal y yo tuvimos relaciones en una fiesta y quisiera que me dieran sus datos para comunicarme con él, sí tengo 16 años, si gracias espero en la línea.” ¡Por favor, Hannibal!

—Quería llevarte conmigo.

—No necesito más mentiras tuyas, ya no. Tengo una buena vida ahora, tengo trabajo, a mi hija, no te necesito en ella.

—Hablando de tu hija, no me importa de quien sea, es evidente que no es de ese sujeto porque no estás marcado, pero te aseguro que si me das la oportunidad la haré parte de mi familia.

—Parte de ¿Qué? No, Hannibal, no quiero estar contigo, fue un error meterme contigo en primer lugar y llevó 8 años enfrentándome a las consecuencias.

—Will, por favor, dame una oportunidad de redimir mi despreciable comportamiento, aún eres parcialmente mío, déjame intentar…

—No. Si hubieras actuado como un hombre de verdad no habría necesidad de redimir nada. —Sus palabras fueron como un puñal en el orgullo. — Si quieres que tu hermana vaya a la librería a jugar con Abigail no voy a oponerme, pero no quiero ser tu amigo mucho menos algo más… No me busques Hannibal, no te daré otra oportunidad.

—Will…

—Gracias por el café.

Hannibal quiso tomarlo del brazo, sentarlo de vuelta en el sillón y convencerlo de que estar con él era lo mejor, pero sabía que Will tenía razón en algo. No había sido lo bastante hombre para enfrentarse a su familia y llevarlo consigo cuando debió, no fue capaz de defender lo que supuestamente quería. Lo había sabido desde que su aroma llegó a su cerebro, que Will era ese Omega que se oculta en algún lugar y que era perfecto para él, pero él también era un niño y les había hecho daño a ambos por ello. Will se alejó a zancadas de ahí, y Hannibal resistió el impulso de seguirlo mientras miraba subir el vapor de su taza de café.

No  iba a rendirse. De alguna forma tendría que conseguir que Will le diera otra oportunidad.

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Eso fue mucho peor de lo que esperaba, diez segundos más y se habría lanzado a sus brazos, rogándole que hiciera legítima su marca, que lo convirtiera en su pareja, en su Omega. Pero no lo haría. No podía confiar en Hannibal, no le daría la oportunidad de entrar a su vida y salir llevándose todo a su paso como un huracán, tenía que pensar en Abigail.

Además, Frederick realmente estaba esforzándose por conquistarlo, había frecuentado su vida por casi 5 meses y era paciente como ningún Alfa que Will hubiera conocido. A Abigail le agradaba, probablemente podría verlo como su Padre si Will lograba casarse con él, tal vez no lo haría por amor, pero lo mínimo que le debía al hombre era respeto. Hannibal despertaba en los instintos más terriblemente sumisos y vergonzosos, su simple presencia le hacía sentir como un niño tonto e ingenuo que creía que ese príncipe europeo iba a llevarlo consigo cuándo llegará el día siguiente.

Bueno este niño tonto había despertado sólo en la cama, sin una nota, sin una explicación, sólo humillación y vergüenza como recompensa por su entrega. No, eso no era verdad tenía a Abigail.

—Tienes que decirle. —Dijo Beverly, sentada frente a él en su departamento más tarde esa noche. Abigail estaba durmiendo, pero no había forma de que Will pudiera hacerlo.

— ¿Decirle qué?

—No te hagas el tonto, Graham. — Lo reprimió Beverly. — Abigail es su hija, tiene derecho a saberlo.

—No, él no tiene derecho a nada, yo he cuidado, alimentado, mantenido y amado a Abbie desde que estaba en mi vientre, Bev. Es hija mía, de nadie más. Él nos dejó atrás como… basura. No merece que Abigail sepa quién es.

—Will, si el sujeto volvió tantos años después y quiso buscarte fue por algo, te lo dijo quiere hacer las cosas bien. No digo que debas saltar a sus brazos. —Remarcó cuando su amigo la miró con reproche. — Pero sí creo que esto no es sólo sobre ustedes, es sobre Abbie, y ella merece tener a sus dos padres en su vida si Hannibal decide estar aquí para ella.

—Eso es lo que me preocupa. ¿Qué tal que huye al saber sobre ella? ¿Qué hago si le digo a Abigail sobre su padre y el decide largarse y dejarla atrás como hizo conmigo? ¿Qué explicación se supone que le dé entonces?

—No puedes saberlo, Will, Hannibal es un Alfa, los Alfa tienen una única prioridad y esa es su familia, Abigail es su cachorro, no va a renunciar a ella.

—No tengo ninguna garantía de ello. No, Bev.

— ¿Entonces tu plan es casarte con Chilton, dejar que te marque y tener un montón de Chiltoncitos, mientras le ocultas a Abigail algo así de importante? Si un día se entera, Will, va a enojarse muchísimo.

—Hasta hace dos semanas no tenía idea del apellido de su padre. —Dijo Will, dejándose caer en el sillón y cerrando los ojos, la cabeza le ardía. — No sería fingir si apelo a la ignorancia.

—Estás siendo un idiota inmaduro.

—Es mi hija, haré lo que yo crea mejor para ella…

—Bien, no voy a discutirlo, no tengo autoridad para hacerlo, pero Hannibal está en su derecho de saberlo Will, y no es un hombre tonto. Tiene conocidos que podrían decirle sobre tu embarazo en la preparatoria, ahora no sé qué estudió pero te aseguro que sabe poner dos más dos y darse cuenta de que Abigail es su hija, y si viene de sorpresa a demandarte los derechos que le corresponden, bueno… la cosa se puede poner muy fea.

En eso tenía razón, Hannibal tenía amigos americanos que de una forma u otra podían saber que Will quedó embarazado antes de su último año, una resta le diría todo lo que tenía que saber. O tal vez nunca lo sabría, tal vez nadie se lo diría. Bueno ese era un precio que estaba dispuesto a pagar, un riesgo que correría por su hija. Ella merecía algo mucho mejor que un hogar tan complicado y disfuncional como el que ofrecían padres separados.

Beverly se fue a casa dejándolo muy inquieto, y ya que el insomnio parecía algo muy común en su vida estas semanas decidió ordenar un poco, dejando silenciosamente un par de muñecas sobre la mesita de juego de su hija.

La miró dormir en su cama, tranquila e inocente, con la boca entreabierta y un pie fuera de las cobijas. Hacía eso desde que era pequeña, Will no sabía porque o de dónde había tomado esa costumbre. Le besó la frente cariñosamente antes de volver a su habitación.

Abigail podía crecer como hija de Frederick, de Hannibal, de nadie, la realidad es que él era su papi, y eso nadie lo iba a cambiar.

 Hannibal dejó de buscarlo en la tienda, sin embargo iba frecuentemente a dejar a la pequeña Mischa para jugar con Abigail y se hicieron amigas rápidamente. Will no entendía cómo. Abigail era independiente, generosa y llena de vida, mientras que Mischa era gruñona, consentida, egoísta y bastante ruidosa. Pero algo funcionaba ahí, porque charlaban todo el tiempo, jugaban en total armonía y parecían tener muchas más cosas en común de las que los adultos imaginaban. Esa era su tía, técnicamente, pero Will no tenía corazón para mantenerlas alejadas ahora.

— ¿Will?

— ¡Frederick! —Chilló sorprendido, estaba sacudiendo algunos libros cuando sintió un par de manos rodear su cintura. Will no la tenía fácil confiando en un Alfa, así que cuando se inclinó para besarlo en los labios ambos sabían que era un acto de gran significado. Tal vez debería concederle pronto una noche juntos.

—No quise asustarte, pensé que podríamos ir a merendar algo, tu, Abbie y yo. Tal vez comer helado.

—Eso suena bien. — Respondió Will, metiendo las manos a su delantal para limpiarlas del polvo.

—Pensaba que, considerando lo que me contaste sobre ese Alfa que estaba siguiéndote, —Will trató de no reaccionar, recordando las verdades a medias que le había dicho sobre Hannibal. — podríamos comenzar a considerar formalizar nuestra relación.

— ¿Formalizar?

—Tendríamos que hablar de ello más profundamente, hablarlo con Abigail, pero no le veo el caso a esperar mucho más tiempo. Podríamos vincularnos en tu siguiente celo, casarnos en un par de meses y estar listos para tener algún cachorro antes de que termine el año.

—Cielos, Frederick no lo sé… es muy pronto y yo…

— ¡No!

Ambos voltearon a ver a Abigail, había estado muy quieta escuchando la conversación detrás de un librero, pero ella no quería eso. No quería que ese hombre fuera su padre, no quería hermanos. Will la miró sorprendido mientras la niña temblaba enojada a su lado. Chilton se apartó de Will lentamente y este se acercó a su hija tratando de lucir comprensivo.

—Cariño, es sólo una idea…

— ¡No, no me gusta!

—Creí que te agradaba Frederick…

— ¡Me agrada… pero no lo quiero, quiero a mi Papá!

—Abbie hemos hablado de esto muchas veces, tu Padre no está con nosotros y no va a estar con nosotros pronto…

— ¿Por qué no? ¿No me quiere?

—No digas eso, es sólo que… la vida no siempre es como queremos, Abbie.

— ¡Todas mis amigas tienen dos papás! Incluso Amber aunque sus papás se separaron… Por favor, Papi… no quiero un papá de mentiras, quiero a mi papá.

—Abigail, no seas grosera y mimada. —La reprendió Will y la niña se mordió el labio enojada. — Las cosas no son como queremos, a veces la gente hace cosas que no nos gustan pero tenemos que aprender a vivir con ellas. Tu padre… decidió no estar aquí y yo no voy a estar solo siempre porque tú insistes en rechazar a todos los que se me acercan.

—Ellos no son mi papá…

—No sabes cómo es tu padre, estaremos mucho mejor así.

—No sé cómo es porque tú nunca me dices nada…—Había comenzado a llorar. Will estaba terriblemente avergonzado. Frederick se había alejado lentamente, con una prudencia que Will agradeció infinitamente, pero Abigail parecía decidida a continuar su rabieta. Will sabía que ella quería otra cosa, pero no podía dársela y arriesgarse a hacerle daño, Abigail rogaba por su padre desde que cumplió 5 y que Hannibal estuviera en la ciudad no iba a cambiar que no podía estar con ella.

—No tengo porque darte explicaciones, señorita. Las cosas son como son y es el fin de la historia, quiero que te disculpes con Frederick y vayas por tus cosas, no creas que vas a salirte con la tuya, estoy muy enfadado.

—No me quiero disculpar. —Chilló Abigail enojada, Will frunció el ceño, empujándola suavemente hacía la trastienda. — ¡No, papi!

—Abigail, no eres un bebé, deja de portarte como uno. —Murmuró Will con los dientes apretados, la niña lo apartó violentamente y echó a correr hacía la puerta. — ¡Abigail Jane Graham, ven aquí ahora mismo!

— ¡No! ¡Te odio!

— ¡Abigail!

La niña estaba furiosa, con las mejillas rojas y los ojos húmedos, tanto que cuando vio a su papi acercarse no quiso estar cerca y echó a correr por la calle. No eran tan tarde, la calle no estaba transitada, pero Will no fue lo bastante rápido.

Todo sucedió en un segundo, de pronto el mundo parecía ir muy lento. Había gritos y gente corriendo. Abigail había dado apenas dos pasos bajo la banqueta cuando una motocicleta la golpeó de costado. Tal vez en otro momento Will habría podido pensar en cómo la motocicleta iba en sentido contrario y a exceso de velocidad, o en cómo el mismo piloto salió volando y estaba aturdido en el suelo unos metros más adelante.

 Pero ahora sólo podía pensar en su pequeña hija, su única hija, en el suelo rodeada de sangre. Habría gritado, seguramente sí. Alguien había llamado una ambulancia y cuando llegaron su padre tuvo que sostenerlo violentamente para dejarlos llevarse a Abigail al hospital, le hablaban pero no entendía quien, no le interesaba lo que tuvieran que decir, quería seguirla, ir con ella, estar cerca de ella. No podía sucederle nada. Se moriría si lo las últimas palabras de su hija hacía él eran “Te odio”. 


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