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Por tenerte a mi lado por Kikyo_Takarai

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Notas del capitulo:

Will debe confesar su secreto por el bien de su hija.

Will odiaba los hospitales, le recordaban cuando era un niño y su madre había muerto, le recordaban cuando estaba confundido y aterrado con Abigail en su vientre. El olor estéril del desinfectante y el constante llamado de las ambulancias, los pies que corrían de un lado a otro, el griterío que acompañaba a casa paciente nuevo lo tenían hecho un manojo de nervios, no que tuviera otra opción, no cuando su hija, su preciosa Abigail estaba ahí dentro luchando por su vida.

Y por su culpa, se supone que debería protegerla y había fallado miserablemente, era un pésimo padre, un pésimo Omega. Se secó las lágrimas violentamente con la manga mientras se enderezaba en aquella horrible silla de plástico en la sala de espera. Su padre estaba a su lado, había intentado consolarlo pero poco hacían sus palabras en oídos sordos, ahora se limitaba a frotarle la espalda cariñosamente esperando ofrecer un poco de consuelo y seguridad.

Will había crecido muy rápido y muy violentamente con la llegada de Abigail, había perdido muchas oportunidades, había renunciado a muchas cosas, daría la vida por ella sin dudarlo, lo haría ahora mismo si alguien le diera la opción, pero no es así como funcionan las cosas. Golpeaba el suelo constantemente con el pie, mordiéndose los labios durante minutos que sentía como horas, hasta que un médico de cabello oscuro salió de la sala.

— ¿Señor Graham?

—Sí, ¿Cómo está Abigail?

—No voy a mentirle, está en un estado muy delicado, tiene una herida cráneo encefálica, afortunadamente leve, pero no sabremos si tiene alguna repercusión neurológica hasta que despierte. Sin embargo, me temó que tendrá que ser sometida a otra cirugía para detener una hemorragia que no parece ceder, sin embargo Abigail está perdiendo mucha sangre y el hospital no tiene un banco tan extenso de sangre de su tipo.

— ¿Sangre de su tipo? Sí, sí entiendo, pero nosotros podemos donar sangre para ella ¿no?

—Lo siento, Señor Graham, Abigail tiene un tipo de sangre muy poco común, lamentablemente no puede recibir sangre de cualquiera.

—Ósea que nosotros no…—Will estaba confundido, sabía que Abigail era AB-, y que era un tipo de sangre relativamente raro, pero no tenía idea de lo que estaba sucediendo. — Pero creí que era receptor universal…

—Lo siento, el grupo AB+ es receptor universal, necesitamos alguien, un conocido o preferentemente un familiar que tenga el mismo tipo de sangre que Abigail para poder realizar la transfusión, y pronto, si necesita usar un teléfono mi oficina está abierta. Disculpen debo volver al quirófano.

— ¿Will?

— ¿Qué vamos a hacer, Papá? —Chilló angustiado. — No conozco a nadie con el tipo de Abigail, ni conozco tanta gente…

—Pondremos un anuncio en las redes sociales, trataremos de buscar donadores entre tus tíos. O sus primos, lo solucionaremos, Willie… Ese imbécil de su padre nos sería de mucha ayuda ahora.

Will abrió mucho los ojos, sí eso era. No, tendría que decirle a Hannibal sobre Abigail… Pero sí no lo hacía su niña podría morir. No, su orgullo era mucho menos importante que la vida de su hija, ya se enfrentaría a Hannibal cuando Abigail estuviera fuera de peligro, pero ¿cómo dar con él?

—Papá, voy a ir a buscar a alguien, quédate aquí y por favor avísame cualquier cambio.

— ¿Will? Yo puedo ir, deberías estar aquí.

—Voy a ayudar a Abbie, por favor papá, no tardaré nada. —Sacó las llaves del auto del bolsillo de su padre y echó a correr por el hospital. Mischa les había mencionado sobre el hotel en que estaban hospedándose, el Hotel Blue Ribbon, a unos 20 minutos en auto.  ¿Qué habitación era? 305… o 503, no podía recordarlo, apenas podía pensar en cómo conducir sin estrellarse contra los muros de contención de la carretera.

Mientras se estacionaba torpemente frente al hotel recibió algunas miradas de curiosidad, echó a correr hacia el lobby  y casi se resbala en el prístino suelo, se acercó jadeante a la recepcionista que lo miró confundida.

—Buenas noches, ¿Puedo ayudarle?

—Sí, necesito que llame a un huésped, su nombre es Hannibal Lecter, pero no estoy seguro si su habitación es la 503 o la 305, señorita. — Dijo entre jadeos, la mujer negó con la cabeza.

—Lo siento mucho, pero las habitaciones de la familia Lecter son privadas, no puedo conceder información ni molestarles en…

—Miré, sé que no le importa pero necesito hablar con él, mi hija está en el hospital, puede morir, señorita, necesita donadores de sangre, no vendría a buscarles si no fuera importante, por favor…

La mujer se mordió el labio contrariada, claramente Will estaba al borde de la locura, con la ropa arrugada y los ojos húmedos por el llanto. Debió tocar alguna fibra sensible en ella porque levanto el auricular y marco un número.

—Buenas noches, le llamo de recepción, disculpe las molestias…—Pausa— Sí, señor entiendo, pero hay alguien aquí que está buscando al señor Hannibal Lecter, es una emergencia… —Otra Pausa.  Ahora la mujer le hablaba a Will. — Señor, su nombre…

—Will Graham. —Respondió de inmediato, recargado en la barra de la recepción como un niño impaciente. La mujer asintió y repitió el nombre al teléfono.  Luego colgó.

—El señor Lecter vendrá en un segundo.

—Mil gracias, no tiene idea lo mucho que me ha ayudado.

—Ni lo mencione…

Will se alejó del mostrador nervioso. Hasta ahora todo funcionaba pero.. ¿Cómo iba a pedirle un favor así a Hannibal? Peor aún ¿y si no tenía el mismo tipo de sangre que Abigail?

— ¿Will? Que agradable sorpresa.

Will lo miró, llevaba ropa casual, un suéter de lana y pantalones negros, los zapatos de piel atados con premura y el cabello  revuelto y suave, no engomado como siempre lo había visto. Will se sonrojó ligeramente, era muy fácil olvidar lo guapo que Hannibal era. ¡No! Este no es el momento, se acercó de inmediato a él.

—Hannibal ¿Qué tipo de sangre eres?

—Will, no entiendo que tiene que…

—Por favor, sólo…—Jadeo, nervioso, Hannibal pudo sentir su ansiedad y respondió.

—AB-, cómo todos en mi familia.

—Ven conmigo, por favor, necesito sangre.

—Will, tienes que decirme más que eso si quieres mi sangre. —Dijo Hannibal confundido, pero siguió a Will hasta su auto a pesar de todo. — Háblame, por favor.

—Es Abigail, está en el hospital…

— ¿Está bien? Will ¿Qué sucedió? ¿Por qué viniste a buscarme a mí?

Will evadió la última pregunta mientras le explicaba sobre el estado de Abigail, llegaron al hospital justo cuando Hannibal repetía que no entendía que hacía allí, si bien había aceptado donar sangre para la niña.

—Tienen el mismo tipo de sangre…

—Es una coincidencia afortunada pero ¿cómo es que lo sabías? Will, no entiendo por qué de toda la gente me buscarías a mí.

—Abigail…Tu sangre será compatible con ella.

— ¿Cómo puedes estar seguro Will? Esto es muy delicado, una transfusión incompatible podría causar una reacción violenta de su sistema inmune y…

—Porque Abigail es tu hija, Hannibal. —Estalló molesto mientras lo empujaba al ala de donaciones. Hannibal cerró la boca de golpe. — Ya lo dije, Abigail es hija tuya… Por eso sé que va a aceptar la sangre, por favor Hannibal, podemos hablar de esto luego…

—Lo haremos…—Susurró el rubio mientras se acercaba al mostrador para registrarse.

Su hija, no era posible, él no podía tener una hija. Y sí era cierto… ¿Will no pensaba decirle nunca? Jamás se habría ido sabiendo que tendrían un bebé, ni sus padres habían insistido en que dejara atrás a Will con su heredero en el vientre, esto era una locura. Una hija, y peor aún una hija en peligro. ¿Cómo diablos sucedían tantas cosas?

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Bill logró contener las ganas de golpear a ese sujeto en la cara cuando Will el explicó lo que hacía allí, y quien era. No era lo que esperaba, de haberlo sabido lo habría sacado a patadas de su tienda en cuanto puso un pie ahí. Pero ahora estaba salvando la vida de su nieta, mientras las horas continuaban corriendo y Will entraba cada vez más en un estado de desesperación que rayaba en la locura.

—Papá, deberías irte a dormir… tenemos que abrir la tienda mañana.

—No te preocupes por la tienda, Will, no te dejaré sólo.

—Yo no iré a ninguna parte. —Dijo Hannibal, con la mirada perdida en la puerta por la que los médicos entraban y salían presurosos. — Me quedaré con él.

—No sé quién te crees que eres pero —Comenzó Bill, pero Will lo detuvo.

—Ve papá, duerme un poco…

—Will…

—Por favor, no tiene caso que todos estemos incómodos, ve a casa…

— ¿Quieres que te traiga algo de ropa mañana?

—Por favor.

—Bien… —Miro a Hannibal con ojos afilados como cuchillos. — Buenas noches.

No pudo sentirse incómodo estando a solas con Hannibal,tenía otras preocupaciones, sentía la más dolorosa opresión en el pecho a causa de la preocupación.

—Will…

—No, Hannibal por favor… Ahora no.

—Tenemos que hablar de esto. Sí Abigail es hija mía tenía derecho a saberlo.

—Oh claro, cómo dejaste tu teléfono o alguna forma para contactarnos era muy fácil darte la noticia. —Respondió con la voz teñida de resentimiento. — No creas que… que esto cambia nada.

—Oh, en eso estás equivocado, Will, esto cambia todo. —Dijo firmemente, Will suspiro. — No puedes alejarla de mí, tengo derecho a estar con ella.

—No tienes derecho a nada, yo me he ocupado de Abigail hasta ahora.

—Tengo todo el derecho, no abandone a Abigail, no tenía idea de que ella existía…

— ¡Me abandonaste a mí! —Chilló frustrado, Hannibal guardó un silencio prudente y doloroso. — Me dejaste sólo, jugaste conmigo al Alfa y luego desapareciste. Quedé como un niño de 16 años con media marca y un bebé muy real… Y no estabas ahí, y de verdad te necesitaba….

—Will… yo…

— ¿Señor Graham?

Will se puso de pie tan rápido que casi golpea contra el médico. Hannibal se acercó también, no tenía importancia los años que estuviera lejos de Abigail, era su hija, su princesa, sin importar lo que hubiera hecho antes su hija cambiaba todos sus planes. No había forma de que renunciara a ella, y mucho menos a Will. No sabía sí podía mar a alguien tan rápidamente, pero si Abbie era hija suya merecía todo su corazón.

—Abigail está estable, detuvimos la hemorragia y ha respondido bien a la transfusión, probablemente dormirá un par de días, así que la dejaremos en cuidados intensivos hasta que podamos trasladarla a un cuarto para analizar el posible daño neurológico y que pueda recuperarse adecuadamente. Es importante que consulte con su aseguradora para determinar un plan de pagos para los gastos de emergencia y al internarla.

—Entiendo. —Eso no iba a salir nada barato, pero no podía importarle menos, Abigail estaba mejor, estaba viva. — ¿Puedo verla?

—Por supuesto.

—Quiero ir también. —Dijo Hannibal recordando de pronto que tenía una voz. El médico lo miró curioso.

—Lo siento, sólo los familiares directos pueden entrar.

Hannibal quiso golpearlo directo en la cara. Will respondió con la voz temblorosa.

 —Está bien… Él es su padre….

—Bien, pero no tarden.

Asintieron mientras lo seguían por un par de pasillos. Will parecía tan frágil y tan delicado, Hannibal quiso rodearlo con sus brazos y besarlo, hacerle sentir que todo estaría bien. Probablemente el contacto no sería bien recibido. Abigail lucía algo hinchada, con rasguños y cortes en el rostro y los brazos y un moretón grande y negro partiéndole el rostro. Tenía la cabeza vendada y respiraba pausadamente con ayuda de una máquina. Sintió como si la viera por primera vez, seguramente si la miraba a fondo descubriría los rasgos que había heredado de su familia. Will le besó la frente lentamente, Hannibal apenas se atrevió a acariciar suavemente su mano y mirarla como si fuera algo maravilloso, un tesoro de valor incalculable. Tragó saliva escandalosamente, dándose cuenta de que jamás podría amar nada más de lo que se encontraba amándola a ella.

—Se pondrá bien.

—Lo sé… —Will sonaba mucho más tranquilo, quitándole el cabello del rostro y sonriendo dulcemente, Abigail no hizo movimiento alguno.

—Debemos salir… te compraré algo de beber.

—No es necesario. —Dijo de inmediato. No quería que Hannibal le comprara nada, ni eso quería de él.

—No me importa… hay muchas cosas que tenemos que discutir…

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Había una cafetería de cadena en el hospital. Hannibal insistió en que tomaran algo de café, pero no e preguntó si quería comer algo, ambos sabían que no podrían hacerlo de cualquier modo. Se sentaron en silencio un momento que pareció eterno mientras el café se enfriaba entre ellos.

— ¿Cuándo descubriste que estabas esperando?

—Un mes después de que te fuiste.

— ¿Qué sucedió?

—Estaba asustado. —Admitió Will. — No quería tener hijos, mucho menos sin un Alfa…pensé en abortar, pero no pude hacerlo. Luego pensé en darla en adopción, olvidarme de ello, dársela a alguien que la quisiera y que la cuidaría con mucho amor.

— ¿Por qué no lo hiciste?

—Porque ella era mía, la sentía dentro de mí y la amaba, no quería estar lejos de ella. No quiero que Abigail sufra por culpa tuya, por eso… sólo vete, déjanos en paz.

—No puedo hacer eso. —Dijo Hannibal, algo ofendido. — No voy a lastimarla, ni a ti… Quiero ser parte de su vida.

—Cuando te fuiste perdiste esa oportunidad.

—Eso no es justo y lo sabes, yo no sabía que tenía una hija hasta hace un par de horas, tú me quitaste la posibilidad de decidir sobre qué papel quería jugar en su vida.

—Tu perdiste esa oportunidad cuando no volviste, o llamaste…o algo.

—No voy a alejarme de Abigail, ni de ti.

—Por favor, Hannibal, no hagas esto más difícil.

—Ella merece a su padre. — Espetó, irritado. — Merece estar conmigo… Y ambos merecemos recuperar todo este tiempo. Will, digas lo que digas no voy a renunciar a mi hija.

— ¿Cuál es tu gran plan? ¿Eh? ¿Que pasé medio año en Lituania y medio año aquí? De ninguna manera, Abigail necesita estabilidad, necesita un hogar estructurado.

—Will, no vas a mantenerme alejado de mi hija, o de ti, si tengo que mudarme a este país que así sea. De cualquier forma pensaba llevarte conmigo cuando te encontrara, la idea en general no cambia.

—No digas tonterías…—Respondió Will. Se echó para atrás el cabello rebelde y lo miró a los ojos, Hannibal sintió su mundo derretirse, todo cobraba sentido, era único y perfecto. — Bien…  Pero si le haces algo que la haga sufrir…te juró que no te perdonaré nunca.

—No lo haré.

Will no creería nada de lo que le prometieran, especialmente si esa promesa venía de Hannibal. No porque pasara tanto tiempo en el hospital como Will iba a creer en lo genuino del interés por Abigail. No quería ilusionarla, y luego ver a Hannibal acobardarse al último minuto.

Dos días después, cuando estuvo fuera de peligro la transfirieron a una habitación privada. Will no quería ni pensar en todo el dinero que aquello les costaría, el equipo, la habitación, todo sumaba peligrosamente más de lo que el seguro les cubriría.

Hannibal, Will no sabía si al darse cuenta de su inseguridad o simplemente por responsabilidad,  de inmediato se ofreció a pagar las cuentas y Will no pudo decirle que no. Pagaría lo que fuera necesario, podía permitírselo, especialmente por Abigail.

Cuando Will llegó al hospital dos días después de que Abigail fuera movida a una habitación privada, grande y cómoda, le sorprendió de ver a Hannibal a allí. Sólo había ido a bañarse, pero en ese rato Hannibal había llevado fruta, flores, incluso un perro de peluche y le leía su libro azul favorito, no sabía si Abigail Podía oírle bajo el velo del sueño, pero tendría que intentarlo, conocer su libro favorito.

Mientras estaba a solas con ella había tratado de absorberla por completo, su rostro, la suavidad de sus manos y mejillas, las orejas cuadradas de su familia y el mismo lunar en la palma de la mano que tenían todos los Lecter. Abigail era su hija a todas luces, y mientras más tiempo pasaba esperando que despertara más deseo haberlo sabido antes. Haber visto sus primeros pasos, escuchado sus primeras palabras. Incluso en esta lectura estaba muy atrasado. Y no tenía idea de cómo ser un padre, pero aprendería, haría lo que fuera por recuperar a su familia. ¡Su Familia! Su pecho ardía con un irracional orgullo de Alfa, con una llama posesiva, esa era SU familia. Su Omega, aunque no llevará una marca oficial. Su hija, aunque aún no lo supiera.

— ¿Fue difícil? —Habló Hannibal, rompiendo el silencio en que ahora se sumía la habitación.

— ¿Qué?

—Llevarla dentro.

—Fue algo diferente. Solitario, confuso, doloroso y maravilloso… — Dijo Will. Beverly le había dicho que Hannibal no dejaría a Abigail detrás, tal vez tenía razón, pero no podía sentirse culpable por lo mal que se sentía el hombre por no saber nada de su hija, en su mente sabía que lo merecía por no haberse quedado, por no habérselo llevado con él a donde hubiera ido. — Fue un bebé de buen peso, muy saludable. Muy sonriente también, nació de ocho meses.

— ¿Cuándo es su cumpleaños?

—24 de junio.

—Igual que mi madre…—Dijo Hannibal sonriendo. Will no pudo evitar sonreír también. Con relativamente buena actitud respondió cada pregunta que el mayor le hizo. Le dijo sobre sus fiestas de cumpleaños, sobre su obsesión con los ciervos, sobre como su abuelo le había enseñado a pescar y a engrasar un motor. Sobre como ayudaba en la casa secando los platos y tendiendo su cama, sobre el miedo irracional que sentía por los gusanos. Para el lituano aquello era como escuchar la más intrigante historia del mundo, una historia de la que nunca se cansaría, una que lo intrigaba, que lo consumía, quería saberlo todo, quería sostenerla entre sus brazos, besarla, decirle lo mucho que la amaba y que, sin importar las consecuencias, nunca la dejaría sola de nuevo.

—Lamento que tuvieras que pasar por todo eso solo.

—No estoy solo, tampoco Abigail. —Corrigió Will, acomodándole un mechón a la niña tras la oreja. — ¿Lo dices en serio? ¿Lo de querer estar en su vida?

—Por supuesto.

—Entonces dime una cosa…—Se mordió el labio, a veces la verdad es algo que no quieres conocer, quien dijo que la ignorancia es una bendición tiene razón, pero Will ya no quería huir de la verdad.

—Will…

— ¿Por qué te fuiste? ¿Hice algo mal? Si te falte al respeto de alguna forma yo…

—No, no hiciste nada más que hacerme ridículamente feliz. —Expresó Hannibal, su voz estaba teñida de arrepentimiento, Will sintió los ojos húmedos, que tontería, haberse sentido mal durante 8 años por eso. Amor a primera vista, amor adolescente, si no fuera por Abigail Will no tendría certeza de que sus días con Hannibal no fueron sólo un sueño. Había sido muy fácil culparlo por abandonarlos, pero siempre un Omega también temía haber provocado ese desenlace. Saber que no fue su culpa, por algún motivo, no le trajo mucho consuelo. Cuando Hannibal volvió a hablar su voz era un poco más firme.

—Nunca olvidaría esa mañana, cuando desperté a tu lado no podía pensar en nada más que en ti, en lo hermoso que lucías, en lo orgulloso que estaba de hacerte mío, de haberte encontrado… Quería llevarte a casa conmigo, casarnos, no me importaba mucho que ninguno de los dos tuviera más de 18 años, es lo que los Alfa hacen, o eso pensaba. —Hannibal quiso acariciarle la mejilla, Will vio su mano subir y bajar y finalmente rendirse y reposar sobre la cama. No supo decir si quería o no el contacto, en su mente batallaba la certeza de que Hannibal era sincero con la idea de que no lo era.

—Llamé a mis padres, quería organizar la boda lo antes posible, pedir tu mano, llevarte de vuelta a casa conmigo, pero ellos no estuvieron de acuerdo. —Expresó con amargura. — Mi madre estaba esperando un bebé y mi padre no dejaba de decirme que mis imprudencias pondrían en peligro su vida, que no podía elegir un Omega cualquiera cuando tenía tantos Duques y marqueses lanzándome a sus hijos para mantener en alto el nombre de la familia… decían que era un malagradecido y un desconsiderado, ¿sabes?

—Sí, algo así escuché también. Los padres tienen una curiosa forma de pensar… —Confesó y sus ojos conectaron un segundo ante esa coincidencia, Hannibal rompió el contacto primero.

—Era un niño tonto, 17 años no es una edad a la que puedas considerarte maduro o fuerte, me amenazaron con hacerte daño, con desheredarme, con  enviarme a un internado militar, pensé que podría negociar con ellos pero no fue así, me llevaron a casa y volvimos a Europa en cosa de horas.

—No volviste hasta ahora.

—Quería hacerlo, pero mis padres se aseguraron de que no pudiera salir del país sin su supervisión, pagaban mis estudios pero no me permitieron ganar mi propio dinero hasta que cumplí los 21 y luego de eso mi hermana enfermaba todo el tiempo… creo que son puras excusas, pero sucedió así. Entiendo que me desprecies, estás en tu derecho.

—No te desprecio. — Desestimó Will. — Lo hice, muchos años, tuve problemas de dinero, problemas emocionales, estaba asustado y nadie quiso acercarse a mí después de ti, no estaba marcado pero si manchado… Fue más fácil cuando Abigail comenzó a crecer, pero entonces comenzó a preguntar  y no sabía que decirle… No niego que el resentimiento está ahí.

—Te pediría disculpas, más no lo haré,  creo que tu decidirás por tu cuenta lo que sientes hacía mí. Pero ¿crees que ella pueda perdonarme?

— ¿Abbie? —Will miró a la pequeña y sonrió. — Sí, seguramente tendrá muchas preguntas. Pero ella siempre ha querido estar contigo… si te acepta yo no puedo oponerme a que la veas, sin embargo no puedes irte de nuevo… no así.

—No tenía forma de enfrentar a mis padres, ahora sí. No me iré, lo prometo.

—Me has prometido muchas cosas, Hannibal. —Dijo Will con una sonrisa triste. — No lo hagas más, sólo demuéstramelo.

Hannibal asintió, el silencio posterior a esto no fue ya incómodo pero sí muy denso. La mano había dejado la cama y le acariciaba la mejilla. Hannibal tenía manos de dedos largos y cuadrados, manos varoniles y cálidas. Will se tensó cuando esa mano lo obligó a mirarlo a los ojos, inmerso en ese tono rojizo que los de Hannibal tomaban cuando la luz golpeaba la habitación. Qué horror, volvía a tener 16 años ahora, volvía a sentirse atraído a ese hombre sin que su mente pareciera querer tomar partido, dejando a su corazón arrojarse al vacío. No, no, no. Estaban muy cerca, podía sentir la colonia de Hannibal invadiendo sus sentidos, nublando su juicio. Casi podía sentir sus labios sobre los suyos, sentía su aliento sobre su piel.

Un toque firme en la puerta  lo asustó a ambos, echándose hacia atrás mientras Will respiraba entrecortadamente, tratando de calmarse mientras abría la puerta.

—Hey, Will.

—Frederick, no creí que vendrías hasta mañana.

—No podía dejarte a solas, traje flores, y algo para Abbie. —Will tomó agradecido el pequeño arreglo y lo puso junto al de Hannibal, mucho más grande. El conejito de peluche también parecía poca cosa frente al bonito perro del rubio.

Cuando Frederick entró se quedó muy tieso, mirando a Hannibal sentado cómodamente a la orilla de la cama.

— ¿Se puede saber qué hace aquí? ¿Quién es usted?

—Dr. Hannibal Lecter a su servicio…señor…

—Chilton… Dr. Frederick Chilton. Lecter… ¿Lecter, el psiquiatra?

—Se conocen…—Preguntó Will, Chilton parecía irritado, pero Hannibal divertido.

—El Dr. Chilton envió un texto a la revista internacional de psiquiatría, yo escribí una respuesta, algo mordaz.

—Paso 4 páginas desestimando todo lo que dije, espero se haya divertido humillándome frente la comunidad psiquiátrica internacional, Dr.

—Le aseguro que usted es el único responsable de su humillación.

— ¿Qué lo trae al ala pediátrica de nuestro humilde hospital? —Preguntó Chilton, rodeando suavemente a Will con el brazo, este no pareció rechazar ni desear ese contacto.

—Mi hija.

—Su hija… ¿Su hija? — Está vez la pregunta fue para Will. El moreno se mordió los labios, asintiendo suavemente con la cabeza.

—Will, creo que tenemos que hablar.

—Sí, eso sería adecuado. — Concedió Hannibal, impasible. — Adelante, yo me quedaré con Abigail.

Notas finales:

Gracias a todos los que lees mis historias, no siempre puedo responder los reviews, pero les mando todo mi amor!


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