—Tengo miedo a que esto sea un sueño, tengo mucho miedo a despertar y saber que nada de esto es verdad.
Kageyama apretó el cuerpo del rubio contra el suyo, deseando poder rodearlo y protegerlo, también tenía miedo, ser homosexual no era algo fácil y ellos estaban en ese punto en donde simplemente te quedan dos opciones, enfrentar al mundo y quererse o simplemente renunciar a los sentimientos que se tenían.
—También estoy asustado.
El de lentes se paró frente a él y simplemente se inclinó sobre sus labios, en un breve contacto, casi inexistente para el pensamiento de muchos, pero para el Rey, simplemente había sido perfecto.
—Entremos, creo que debemos charlar…
La casa estaba vacía, pero ambos sentían que serían descubiertos, subieron de la mano, las escaleras parecían infinitas.
Kei pensó por un segundo que la fiebre había vuelto, que estaba alucinando y que moriría de felicidad, cruzaron la puerta de su cuarto y el más alto simplemente tomó los labios del otro.
Sus labios se unieron en un beso largo, sus pechos se rozaban, Kei llevó sus manos al cuello de Kageyama, mientras este rodeaba la estrecha cintura de Tsukishima. En un esfuerzo por profundizar el beso, los labios de Kei se abrieron, convirtiendo el contacto en un beso francés, donde sus lenguas serían los protagonistas.
Ninguno tenía experiencia, pero no parecía importar, sus dientes se rozaron varias veces, hasta que sus movimientos comenzaron a sincronizarse, ambos jugaban con sus lenguas, mientras sus cuerpos se rozaban.
Podían decir que sus hormonas estaban alborotadas o que simplemente sus cuerpos se necesitaban de una forma desesperada, pero simplemente dejaron que las manos del otro los recorrieran.
Había pasado poco tiempo, cuando la cama de Tsukishima los recibió, la ropa molestaba y sus cuerpos se volvían un poco más calientes a cada instante, sus pieles añoraban el contacto con el otro, los besos se volvían intensos, posesivos, muy propios de ellos, muy propio de dos jóvenes.
Kei quedó bajo Kageyama, quien simplemente llevó toda su atención al cuello del rubio.
Tobio se sentía perdido, la piel del rubio le entrega miles de sensaciones, miles de reacciones, eran segundos y parecía que su cuerpo vibraba, solo al sentir como el rubio jadeaba cuando sus labios besaban su cuello.
Pero repentinamente Tobio detuvo sus movimientos, alejándose del cuerpo del rubio, Kei abrió los ojos, respirando entrecortadamente, sintiéndose un poco incómodo por la lejanía del otro.
—¿No quieres? — Tsukishima habló, dudando si realmente era algo que quisiera escuchar.
—Sí, pero no así…— Tobio se acurrucó a su lado y tomó su mano, sintiendo como el color subía a sus mejillas, no sabía ser romántico o tierno como los demás, pero si sabía que en ese minuto, Tsukishima solo necesitaba honestidad. —quiero que esto sea perfecto, las cosas se salieron de control, creo que no salieron como yo deseaba.
—Feliz cumpleaños. — Kei susurró, mientras se acurrucaba en el hombro del otro. — quería decirte el día que correspondía pero…—La voz de Kei se hacía cada vez más débil, hasta perderse en un susurro inaudible para el otro.
—Ese día quería decírtelo todo, pensé que si me confesaba en el día de mi cumpleaños, serías más piadoso al rechazarme y quizá sería un poco menos patético.
—No eres patético, eres honesto…— Kei se sentía cansado y la cabeza le bombeaba nuevamente, le dolía a la altura de las sienes, podía jurar que tenía fiebre.
La mano de Tobio se posó sobre su frente, obligándolo a abrir los ojos, su mano estaba realmente fría, por un segundo lo hizo sentir más relajado. —Abriste los ojos.
—¿Me dormí?
—Tienes fiebre, llegó tú hermano hace un rato, fue a comprar un par de cosas, me pidió que me quedara a tú lado.
—Nos vio…
—Cuando llegó te estaba poniendo un paño frío en la frente, te desmayaste y me preocupé…—Tobio dejó salir el aire de sus pulmones. — tú hermano dijo que te enfermaste de pena, que lloraste por horas ¿fue mi culpa?
Tobio le daba la espalda, el rubio no tenía realmente fuerzas para levantarse. — me dolió, sentí que había confundido todo y realmente no supe que hacer, no supe cómo enfrentar lo que estaba pasando
—Idiota, era más fácil que me preguntaras…
—¿Fácil? Claro como no era yo el que estaba abrazando a una chica. — Kei se levantó molesto de la cama, olvidando por un segundo lo mareado que se sentía, sacó el regalo que había escondido la noche anterior. —Es tuyo.
Tobio lo recibió con una extraña sensación en el pecho, dejó salir una sonrisa, cuando notó como el de lentes se llevaba las manos a la cabeza. — anda, metete a la cama, no estás bien.
—¿No lo verás?
—Tengo bastante tiempo para eso, por ahora lo único que quiero, es ver cómo te recuestas y descansas. —Ambos se miraron a los ojos un par de minutos, hasta que las manos del rubio buscaron las de su compañero. —tenemos una vida para abrir regalos Kei.
—Quédate. —la fiebre lo ponía realmente dócil, Tsukishima era completamente diferente a lo que el recordaba.
—Necesitas algo, quieres que te traiga algo…
—quiero que te quedes…solo quédate.
Tobio sonrió, se sentó junto a la cama de Tsukishima y lo vio cerrar los ojos, por ahora estaban juntos, era todo lo que importaba.