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Enséñame a amar por MissWriterZK

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 Priya salió vestida con su pijama y yo fui directa al baño, cruzando una mirada cómplice que consiguió sonrojarme hasta el extremo. Cerré la puerta y apoyé mi espalda contra ella, cayendo sobre mis rodillas y ocultando mi rostro entre mis manos.

No me podía creer todo lo que había cambiado nuestra relación en un solo día. Me contemplé en el espejo y comencé a desvestirme con lentitud, comparando mi cuerpo y piel con los de ella. Ella era morena, suave y fuerte, yo era más bien pálida y poco trabajada. Si tan solo fuera un poco más al gimnasio…

Solté un suspiro largo y pesado, mirándome fijamente a los ojos y pellizcándome con fuerza para asegurarme de que todo lo que estaba sucediendo en aquel día no era fruto de otra de mis fantasías.

—¡Auch!

—Su, ¿te encuentras bien? —Priya entró con decisión al escuchar mi quejido y vio cómo me sobaba la mejilla que acababa de torturar—. ¿Qué has hecho?

—Solo me pellizqué con demasiada fuerza…

—¡¿Por qué hiciste eso, boba?! —Se aproximó a mí con una mirada divertida, llevando sus manos cálidas y suaves a la zona enrojecida de mi rostro. Su voz era dulce y aterciopelada.

—Quería asegurarme de que no era un sueño. Sería muy duro despertar y que nada de esto no hubiera pasado —expresé con algo avergonzada. Esa confesión consiguió que abriera sus ojos con sorpresa y se sonrojara explosivamente, apartando su mirada y recorriera mi largo cabello castaño con sus dedos para despedirse.

—Te dejo que te duches, por cierto, me gusta tu lencería. Tienes un cuerpazo… —se despidió guiñando un ojo y yo contemplé la lencería que me había puesto de forma autómata, descubriendo que se trataba de una con encaje negro. A Priya le gustaba el encaje, debería recordarlo.

Me tomé el tiempo necesario para que mi cansancio se desvaneciera gracias al agua cálida de la ducha. Todas mis preocupaciones parecían esfumarse durante el baño, por eso me gustaba tanto bañarme… Me sentía en paz conmigo misma.

Mentiría si dijera que no estaba nerviosa de compartir esa noche con Priya, pero no podía dejar que los nervios arruinaran esa experiencia. Cuando salí de la ducha, ella estaba sentada en el borde de mi cama y miraba por la ventana. Su mirada se perdía en el cielo nocturno y el enorme jardín que rodeaba el campus universitario.

La luz de la luna incidía en sus ojos celestes, aportándole un aire misterioso y hechizante, en su cabello largo y castaño que dibujaba cientos de formas diferencias en cada movimiento y en sus labios sedosos. Parecía un espejismo, una diosa… algo que no debía merecer alguien tan sencilla como yo.

«Priya, dime qué he hecho para merecerte. Eres demasiado todo para ser real…» pensé para mí, sonriendo embobada ante aquella imagen irreal, atemporal y mística.

Su mirada viajó de la mirada a mí cuando me escuchó acercarme a ella. Todo aquello era demasiado perfecto, ni siquiera soñé aquello la noche anterior. Jamás lo hubiera imaginado…

—¿Vienes a sentarte a mi lado? Toma, brindemos.

Obedecí y me senté a su lado, brindamos y bebimos un trago de cerveza, sin apartar nuestras miradas cómplices. Comenzamos a comer todo lo que habíamos comprado, disfrutando de una buena película de acción y espionaje. Si bien era cierto que era toda una romántica empedernida, no me apetecía ver nada empalagoso aquella noche.

Ambas estábamos tumbadas en mi cama, yo descansaba mi cabeza sobre su hombro y ella jugaba con mi cabello, era un hábito bastante adorable por su parte. Con su brazo libre, me atraía a ella y me abrazaba de forma protectora. Me sentía protegida y serena a su lado, ella nunca perdió la característica de mirarla a sus orbes para calmarme, el brillo calmado y cálido me reconfortaba, tal y como siempre.

Aunque toda la noche fue maravillosa, mi mente no estaba calmada. No dejaba de darle vueltas a un asunto que ella había mencionado meses antes, durante el concierto de Castiel, antes de que me abrazara para ayudarme a entrar en calor. Ella dijo que no era de relaciones largas, así que, ¿qué era yo en su vida? ¿Una amiga con derechos? ¿Un simple juego o pasatiempo? ¿O algo más?

—Eh, ¿te encuentras bien? Estás temblando. ¿Tienes frío? —me susurró con su voz sensual junto a mi oído, al sentir como temblaba antes de comenzar a sollozar—. ¿Su? ¿Qué ocurre? Mírame a los ojos y dime qué es lo que pasa, prometí ayudarte y apoyarte, ¿verdad?

—No es nada, Priya. La película me puso sentimental, nada más… —me excusé, secando mis lágrimas que no se detenían con la manga de mi camiseta de pijama.

—Eres una mentirosa horrible. No hay forma de que disparos, coches y golpes te pongan sentimental. —Me ignoró con una sonrisa que consiguió acelerar mi corazón, secó mis lágrimas con sus labios y provocó que pararan—. ¿Mejor?

No contesté con palabras, solo un brillo determinado se podía atisbar en mi mirada de esmeralda. Pareció sorprenderse, por lo que tomé ventaja de ello, situándome sobre ella y con mis manos en cada uno de los lados de la cama para evitar que se moviera. Estaba decidida a que me dijera lo que éramos, quería que me enseñara a amar, pero no quería que me hiciera daño ni tampoco crearme falsas esperanzas.

—¿Su? —La callé, llevando mi dedo índice a sus labios de terciopelo y ella lo besó. Ese gesto casi hizo que mi voluntad flaquease.

—Priya, llevo pensando en esto toda la noche. ¿Qué soy para ti? ¿Soy una amiga? ¿Un juego? ¿Una molestia? ¿Algo más complejo que eso? No me mientas, por favor. Prefiero que me hieras con la verdad, antes de que me hagas feliz a base de mentiras.

Estuvo unos minutos en silencio, sin apartar sus ojos de los míos. Estaba pensando demasiado y eso me creaba sensación de inseguridad. Si tuviera sentimientos reales por mí, todo sería inmediato, ¿no?

—Sucrette… —La seriedad de su voz me tomó por sorpresa—. ¿Acaso lo dices por lo que te confesé aquella noche? Sé que te dije que soy un espíritu libre y que no soy de relaciones largas, pero si es por ti, estaría una eternidad a tu lado. Eres mi amiga, mi confidente, mi cómplice, mi molestia a la que tengo que salvar varias veces a la semana y alguien con quien me encanta jugar… Eres todo eso y mucho más. Lamento haber estado tanto tiempo en silencio, pero no sé cómo expresar todo lo que siento con palabras. Solo sé que te amo y prometí que te ayudaría a sanar tu corazón y a volver a creer en el amor. ¿Es eso suficiente por ahora? —Después de haber dicho todo eso, me besó. Un beso lento, cargado de puro sentimiento—. Eres única… Es la primera vez que me ocurre esto con alguien. —Por primera vez en todos aquellos años vi que apartaba la mirada, totalmente avergonzada y yo era la causante.

—Yo también me siento igual… —ronroneé centímetros antes de sus labios, para poseerlos nuevamente, con un matiz más apasionado. Con esa mirada me mostró que también podía ser vulnerable y decidí llevar el timón de los besos, tomando la iniciativa de recorrer su cuerpo, introduciendo mis manos en su ropa y marcando con el hielo de mi piel, el recorrido en su piel de fuego.

Nos separamos y me dijo —Besas bien, —me sonrió con complicidad y colocó uno de mis mechones tras mi oído, como acostumbraba a hacer—, podría acostumbrarme a esto…

—Yo también…

—Solo quiero que te quede una cosa muy clara, yo nunca juego con los sentimientos de nadie, mucho menos si se tratan de los tuyos. Quiero matar a Nath y a Yeleen y luego te hago daño, tiene poco sentido, ¿no crees? Sigues siendo tan imaginativa como en el instituto, eso es algo muy mono por tu parte.


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