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Enséñame a amar por MissWriterZK

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Notas del capitulo:

Antes de nada, debo advertir que este capítulo será un capítulo triple, es decir, subiré tres capítulos, que serán el mismo, argumentalmente hablando, pero se centrarán en algunas de las antiguas rutas: Armin, Lysandro y Kentin. Sí, leen bien, haré que reaparezcan las antiguas rutas, añadiendo un poco de drama a la dulzura de este fic. Bueno, también escribí una escena alternativa a la de la ducha y gustó tanto… que decidí incorporarla como otro sueño. Sucrette debe de dejar de ser tan pervertida o se parecerá a mí xD.

La noche había transcurrido con normalidad, Priya y yo habíamos reído, hablado, comido y disfrutado de nuestra mutua compañía, durmiéndonos de madrugada y abrazadas. Esa noche, fue, sin duda alguna, una de las mejores noches de mi vida, había descansado como nunca envuelta en la calidez de sus brazos. Además, tuve un sueño maravilloso y cómplice.

Entré al baño para dejarle una toalla a Priya, siendo atrapada por su magnetismo. Cerré la puerta con delicadeza detrás de mí y me dediqué a contemplarla sin disimulo, lo que generalmente era una inconveniente en el tema de la convivencia (la ducha de cristal transparente), aquella noche jugaba un gran punto a mi favor.

Priya me daba la espalda, suspiraba de vez en cuando con satisfacción. El agua cálida ayudaba a relajar sus músculos atrofiados por el estudio y ella incrementaba esa sensación masajeando sus hombros y cuello doloridos con sus manos suaves, junto con la espuma del jabón.

Su cabello tan largo impedía ver la perfección y sensualidad de su cuerpo sensual, tonificado y bronceado, aunque tampoco me importaba demasiado. Estaba petrificada, tragando saliva debido a la excitación. Priya no tenía nada que envidiarle al cuerpo de Kim…

Se volteó sin previo aviso para enjabonar su largo cabello con una mayor facilidad y me pilló infraganti. No se sorprendió, solo se dibujó una sonrisa traviesa y segura en su rostro… sabía que me moría por besarla y unirme a ella bajo la corriente del agua.

—¿Por qué no vienes? No tienes nada que perder. Prometo no hacer nada que no quieras… ¿Qué me dices? —Esa insinuación esfumó todas las dudas de mi mente y no lo pensé dos veces. ¿Quién era yo? Una simple mortal. ¿Quién era ella? La diosa de la sensualidad que me tenía a sus pies.

Me fui desnudando con lentitud, disfrutaba jugando con ella. Esa morena cortó la corriente del agua y se ahuecó el pelo en un gesto muy sexy mientras se mordía el labio y esperaba mi llegada. Primero fue la camiseta, más tarde el pantalón, calcetines y ropa interior. No debía sentirme avergonzada, después de todo, ambas éramos mujeres. Ella era mi amiga y quien más amaba.

—Eres preciosa… —susurró con una voz sensual a escasos centímetros de mis labios, llevándome contra los azulejos fríos y húmedos. La mirada que me dedicaba tenía un brillo animal y de deseo, no solo yo era la que se sentía así.

Llevé mis manos a su rostro de perfección escultórica y la atraje para crear un beso un tanto descarado en un nuevo ángulo. De un beso superficial pasamos a un beso francés, explorando nuestras bocas y recorriendo cada centímetro de nuestras pieles con nuestras ardientes caricias bajo el agua.

Mi cabello húmedo se pegaba a mi rostro y ella lo retiraba para seguir besándome apasionadamente. Su piel estaba tan erizada como la mía y conseguía hacerla gemir levemente contra mis labios cuando empleaba las uñas en las caricias… Era muy sensible y receptiva.

Siempre quise tocar sus brazos, eran unos brazos fuertes y delicados al mismo tiempo, tonificados, pero no musculados. Me daban sensación de protección y se sentían firmes y en tensión, cada vez que los acariciaba. La verdad, pensando en la cantidad de libros constitucionales que debía mover a diario, era más que normal que tuviera esos brazos sin tener que ir al gimnasio… Aunque, quizá influían otro tipo de acciones poco relacionadas con los libros.

La dulzura de sus roces, la calidez y la pasión en su mirada y su respiración entrecortada… Todo eso me recordaba tanto al sueño que tuve, que me era imposible parar, quería hacer ese sueño realidad

Lo mejor de todo fue que al despertar me encontré con la dulce mirada celeste que me reflejaba. Priya yacía apoyada sobre un costado y su codo sustentaba su rostro; tenía una sonrisa boba y enamorada, se veía simplemente adorable.

—Buenos días…

—Buenos días, dormilona —saludó con diversión, acercándose a mí con lentitud como pantera distinguida que se aproxima a su presa. Se posicionó sobre mí y me besó con naturalidad y dulzura, ese gesto era nuevo para mí, un beso de buenos días. Se alejó un poco y me siguió sonriendo.

—No me importaría despertarme así todos los días. —Esta vez, llevé mis manos a su cintura y la atraje a mí, calentándola en el acto, volviendo a besarla con pasión. Esa morena se dejó llevar a mi lado, pidiendo permiso con su lengua para romper la frontera y hacerme temblar de placer con sus movimientos hábiles.

Abrí la frontera de mis labios, su lengua caliente se introdujo en mi boca y se encontró con la mía, como si se tratara de una cosa del destino. Esa era la primera vez que nos besábamos con esa intensidad, parecía que llevábamos toda una vida. Nuestros ritmos se acompasaron, nuestras lenguas sintieron esa complicidad y ese beso era una auténtica delicia, nunca antes había sentido algo como aquello derivado de un beso. Quizá era porque llevaba tiempo sin besar, quizá porque se trataba de Priya, quizá porque se le daba de muerte, o puede que fueran todos esos factores en absoluta sincronía.

No solo tenía una gran labia y carisma, también sabía utilizar su lengua para algo más que para el arte de la oratoria. Cambiaba de ángulos y acciones, yo estaba entre la pared y ella, sus manos se aventuraban a comprobar el suave tacto de mi piel bajo la fina tela del pijama. Esas caricias traviesas y furtivas erizaban mi piel. Quizá la vidente no era Chani, sino yo.

No iba a ser menos que ella, yo también introduje mis manos por dentro de su pijama, ella convulsionó explosivamente cuando sintió cómo mis heladas manos tocaban el fuego de su piel y la prendían en llamas. Era tan suave como pensaba, podría volverme adicta a ella sin ningún esfuerzo.

No sabía por cuánto permanecimos explorando nuestras bocas y cuerpos, solo podía afirmar que cuando finalizamos el beso y ella mordió mi labio inferior, estirándolo, no habría forma de parar. No solo fue esa acción, también influía la mirada animal y cargada de deseo y erotismo que me dedicó, tantas facetas nuevas de aquella mujer en un mismo día iban a hacer que mi corazón explotara.

—Creo que deberíamos ir a desayunar algo, voy a arreglarme —me dijo, dándome un último beso rápido y dejándome respirar tranquila y poder calmar mi fuego interior.

Desbloqueé el teléfono para intentar pensar en algo que no fuera ella encontrándome un mensaje de Alexy.

«Buenos días, Su. Verás, tengo una pequeña sorpresa para ti, como bien sabes, te dije que mi hermano vivía en una ciudad muy alejada y, que probablemente no pudieras verlo, ¿no? Pues… parece que ha decidido venir a hacer una visita, se ha enterado del embarazo de Rosa, de tu vuelta a la ciudad y de lo mío con Morgan… Ha insistido en venir al campus, quiere disculparse y ver cómo te encuentras.

No podía creerlo, ¡Armin había venido a la ciudad para verme! Todo eso tenía un sabor agridulce, era un detalle muy bonito por su parte querer venir a verme, pero no sabía cómo comportarme frente a él. Después de todo, después de superar la frontera de la amistad, nada era lo mismo.

Cuando Priya salió totalmente arreglada, tan preciosa como siempre, y me vio en el estilo croqueta, envuelta en la crisálida de sábanas, se acercó a mí y se sentó a horcajadas sobre mí para sacarme de ahí.

—¿Qué pasa? ¿Esos besos no han servido para despertarte? Podríamos probar algo más efectivo… —hablaba bromeando, recorriendo mi rostro con su manicura perfecta, tomándose su tiempo recorriendo mis labios y haciendo que suspirara.

—Armin ha vuelto a la ciudad este fin de semana… Quiere hablar.

—Debes de estar bastante conmocionada. Entiendo que te encuentres así, a mí también me costó mantener una buena relación con mis ex, aunque lo vuestro terminó por mutuo acuerdo, ¿no crees que ambos merecéis veros cara a cara y afrontar las cosas? Ya no sois dos adolescentes separados por la distancia, sois dos adultos hechos y derechos que el destino ha querido unir momentáneamente para que podáis pasar página y ser amigos de nuevo. —Tomó mi mano y yo enlacé nuestros dedos de forma instintiva, era única para reconfortarme y entenderme.

—¿Qué he hecho para merecerte, Priya? Tengo miedo de que al verlo todos los sentimientos que una vez tuve por él se vuelvan a manifestar, o que aquellos bonitos momentos sean reemplazados por este agridulce.

—Sucrette, ¿tú me amas?

—¡Claro que te amo! ¡¿Qué clase de pregunta es esa?!

—Entonces no tienes nada que temer. —Me sonrió y colocó uno de mis mechones tras mi oído—. Ciertos sentimientos jamás desaparecen, esa persona fue única para ti en algún momento de tu vida y ese afecto sigue presente, pero tu corazón me pertenece ahora mismo. Estoy segura de que él solo quiere asegurarse de que estás bien, no temas.

—Priya… —La miré y su dedo índice me ordenó silencio.

—Conozco esa mirada, te amo, pero no puedo acompañarte. Estaré disponible cuando termines de hablar con él, es un asunto íntimo, no debo entrometerme. Sabes que me lo contarás todo de todas formas. Solo sé que, si te hace llorar, le daré una buena paliza.

Ambas comenzamos a reír con complicidad, aquella charla me había relajado mucho y había restablecido mi seguridad. Salí de la cama, la besé como agradecimiento y me arreglé, siguiendo sus consejos.

—¿Qué tal esta ropa?

—Sexy.

—¡¿Qué?! ¡No puedo presentarme ante mi ex viéndome sexy! ¡Va a parecer otra cosa que no es!

Volví a quedarme en ropa interior, para vestirme de nuevo.

—Tampoco me convence… —dijo eso mientras estaba sentada en una silla y apoyaba su cabeza en el respaldo. Esa mirada me decía que estaba mintiendo y las mordidas de labio terminaban de confirmar mi suposición.

—¡Tú solo quieres verme en ropa interior! —grité con un dedo acusador.

—Eso es totalmente cierto, ¿acaso hay una ley que prohíba querer ver a mi chica en ropa interior?

«¡¿Su chica?! Noto cómo mis mejillas se tiñen de rojo…»

Al fin llegó la hora decisiva, ya habíamos desayunado y Alexy me dijo que su hermano me esperaría en el banco que estaba a la entrada del parque y convencí a Priya para que me acompañara a la entrada. Cuando ella soltó mi mano, mi seguridad se esfumó, pero con esa mirada, decidí que era preferible enfrentarme a mi ex que a ella.

Armin estaba ahí, apoyado contra el tronco de un árbol. Se veía nervioso, no dejaba de percutir la tela de sus vaqueros con sus dedos e intentaba refugiarse en la música de sus auriculares. Me quedé estupefacta momentáneamente, puede que Alexy y él fueran gemelos idénticos, pero Armin se había desarrollado más, se parecía un poco a su hermano Evan.

Seguía llevando su melena larga y desordenada, sus ojos se habían oscurecido y adoptado un matiz más maduro, su rostro se había vuelto más masculino, con unas facciones más marcadas y una sonrisa ladeada adornaba sus labios. También se había dejado una ligera perilla de pocos días y un piercing se veía en su oreja izquierda.

Su ropa consistía en una chaqueta negra con parches bordados de diferentes videojuegos, una camisa negra y azul a cuadros, unos jeans grises y unas converse, edición Liga de la Justicia, de Batman y un colgante con el símbolo de Assassin’s Creed. Sus antebrazos estaban al descubierto y eran tan fuertes como los de su hermano mayor, parecía que se había aficionado al ejercicio físico.

Cuando me vio, se quitó sus auriculares y se acercó a mí con una grata, sincera y cálida sonrisa. Realmente había crecido mucho, llegando a la altura de Rayan, y no había cambiado de perfume… era mi perfume masculino favorito.

—Hola, Su… Sigues siendo tan bella como te recordaba. Has cambiado un poco y te favorece —me saludó, guiñando un ojo. Esa costumbre era algo muy típico de ambos, me ofreció una de sus manos grandes que, al observar, vi que estaba tatuada con una trifuerza.

—Hola, Armin. Tú también has cambiado y te ves muy guapo, las facciones de niño han desaparecido.

—Sí, digamos que la vida con Evan tiene sus efectos secundarios…

—¡¿Vives con él?!

—Cuando se enteró de que me habían contratado en una empresa de seguridad informática lejos de la ciudad, pidió un traslado y fue aceptado. Ya ves que me veo mucho más fuerte y atlético que en el pasado… Debido a que paso tanto tiempo sentado, insiste en que ambos salgamos a correr y vayamos al gimnasio, además, creo que es la dieta tan especializada la que ha derivado en este crecimiento… Alexy no se podía creer lo que estaba viendo.

—¿Qué provocó que quisiera vivir contigo?

—Supongo que el hecho de verme separado de mi familia. Tiene un gran corazón y pensó que me sentiría solo y haría estupideces si me dejaba solo.

—Debió haber sido duro… dejar a todos tus amigos aquí y seguir con tu vida.

—Sí, pero recordé que eso era lo que te ocurrió a ti. Maduré y comprendí que no tenía ningún motivo para estar resentido contigo… Era más que evidente que iba a ser imposible. Estuve tentado a llamarte en más de una ocasión, pero no tuve la valentía suficiente, pensé que te molestaría.

—Lamento todo lo que pasó… Sabes mejor que nadie que me hubiera encantado quedarme aquí.

—Lo sé. —contestó con una sonrisa triste—. Bueno, así que la pequeña Sucrette se va a especializar en Arte Moderno y Contemporáneo, parece que Patrick te marcó. Me alegro por ti, llegarás a donde te lo propongas.

—Tú progresarás mucho, siempre te gustó la informática.

—Es cierto, ahora mismo estoy haciendo un curso de diseño 3d para videojuegos a distancia… Después de que mi contrato se acabe y si tengo otra oferta relacionada con los videojuegos, me gustaría seguir ese camino.

—Te apoyaré, es tu vocación…

—Gracias, significa mucho para mí y… me preguntaba si seguías conservando la consola que te compré. —Se sonrojó tal y cómo solía hacer… Todos nuestros momentos juntos vinieron a mi mente y sentí cómo las lágrimas comenzaban a surcar mi rostro.

—Hey, no llores. ¡No era mi intención! —La preocupación era evidente en su voz, secó mis lágrimas con su pulgar y me abrazó con calidez y protección… Verme envuelta en sus brazos después de tanto tiempo era algo indescriptible, solo pude aferrarme a la tela de su chaqueta y llorar hasta soltarlo todo.

—La conservo, va conmigo a todas partes… Es mi amuleto.

—Me hace feliz escuchar eso…

Logró calmarme acariciando mi cabello y con los latidos acompasados de su corazón, aunque también lloró un poco.

—Bueno, ¿qué es de tu vida sentimental? La mía es un desastre total, en mi trabajo apenas hay mujeres y las que hay tienen pareja, salgo poco y nadie quiere más de un rollo de una noche —me dijo divertido, sabía que se estaba burlando de él mismo para hacerme sonreír.

—Bueno… digamos que —No pude decir nada más, porque Priya se hizo presente, probablemente me hubiera escuchado llorar y la pregunta sobre las relaciones.

—¡No solo la haces llorar! ¡Ahora intentas ligar con ella! —La ira era evidente en su voz.

—No es lo que crees, solo estaba intentando levantarme el ánimo. Siempre ha hecho lo mismo.

—¡¿Priya?! Estás tan guapa como siempre. Te noto algo celosa… ¡¿Acaso?!

—Ella es mía, deja de intentar conquistarla con tu metro ochenta y cinco, tus ojos azules y tu comportamiento. ¿Quieres que te añada a mi lista de posibles futuros homicidios?

—¿Lista de homicidios? —preguntó extrañado y divertido, mirándonos a ambas. Priya parecía estar protegiéndome y yo era un tomate andante.

—Es una larga historia.

—Todos los que han hecho llorar a Su, están en mi lista.

—Parecéis muy cercanas y cómplices, chicas. ¡Jamás imaginé que acabaríais juntas! ¡Es una grata sorpresa! —Nos abrazó sin previo aviso, eso no lo había previsto.

—¿Cuidarás de Su por mí?

—¡No hace falta que lo digas!

—Chicos, creo que puedo protegerme por mí misma.

—Chicas, lo siento mucho, pero he quedado con Nath para tomarnos algo, Rosa dice que está muy cambiado, pero creo que exagera un poco. ¿Me llamarás de vez en cuándo? Quiero saber cómo progresa esta relación, me declaro fan nº1.

 

 


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