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Love Lesson por Thai Maqui

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Personajes. Masami Kurumada and Toei Animation All rights reserved.

Notas del capitulo:

Originalmente era un one shot, pero al final lo dividí en tres capítulos, ojalá sea de su agrado.

Se conocieron en un día de inesperada lluvia. Ikky1 gruñía por su maldita suerte. Su auto estacionado justo en frente no arrancaba, el celular sin señal y para rematar estaba empapado hasta los calcetines. Jamás hubiese entrado a ese viejo local sin aquellos eventos desafortunados.

Abrió la puerta y la campanilla anunció su entrada. Agradeció la sequedad en su cabeza, el calor del pequeño calefactor y el agradable aroma a fuerte café recién hecho.

Seis de las siete mesas estaban ocupadas, así que se dirigió al único lugar disponible mientras observaba. Habían Personas absortas en sus bebidas, incluso podía escuchar sus gestos de satisfacción. Niños devorando algún postre mientras sus padres trataban que comieran despacio, parejas conversado tomados de la mano.

- Mierda – dijo al abrir su portafolio.  Papeles mojados con la tinta escurriéndose, todos inservibles. Cinco horas de trabajo perdido,  quizás se levantó con el pie izquierdo o recibió alguna maldición, no le extrañaría. Como uno de los socios del bufete de abogados más prestigioso de Japón era probable.

- ¿En qué puedo servirle?

Ikky lo supo, su la mala suerte de pronto se volvió buena. Muy buena en realidad. De media estatura, cuerpo delgado, músculos armoniosos y bien definidos. El cabello castaño recogido en una redecilla lucía sedoso al tacto. Ojos grandes marrón claro, lo más atrayente fue la pureza e inocencia que se reflejaban a través de ellos.

- Café negro… Seiya – leyó el gafete en la camisa a cuadros. Hasta el nombre le gustaba.

- Bien – ofreció una encantadora sonrisa -  enseguida señor.

- Solo dime Ikky.

Sus ojos azules no perdieron detalle del sensual muchacho mientras caminaba al mostrador; fascinado por la piel avellana y el suave bamboleo de las caderas. Cuando accidentalmente sus miradas se cruzaron Seiya dejó caer el infusor de té y sus mejillas se colorearon. Ikky sonrió, su nerviosismo era encantador.

- ¿Qué es esto? – definitivamente no era su orden.

- Masala chai2 es bueno para el estrés Ikky – Seiya colocó dos platos sobre la mesa.

- Brownie de chocolate amargo, cortesía mía – lo dejó para atender a otros clientes.

Nada convencido Ikky probó. Sus papilas gustativas parecían explotar ante el rico e intenso aroma a especias, suspiró por la agradable sensación del té. Tomó un trozo del bizcocho. Jamás fue partidario de lo dulce pero este era perfecto, dominando el fuerte sabor a cacao.

- ¿Te gusto? – Miró expectante, realmente quería agradar al atractivo hombre.

- Muy bueno - La combinación era simplemente celestial. 

- ¿De verdad?– se alegró sin poder contener un saltito – es mi receta especial cuando gustes puedo prepararlo para ti… digo si vuelves… o quieres verme – se calló antes de seguir metiendo la pata.

- Me encantaría – Ikky esbozó una sonrisa como hace mucho no lo hacía, autentica y divertida.

Seiya era dulce y refrescante, como una brisa matinal con un toque cálido del sol. Si fuese una estación sería primavera y aunque Ikky amaba el invierno sabía que combinarían a la perfección.

- Oh… – indicó la mejilla - te ensuciaste… – Seiya alzó su mano. Uno de sus dedos quitó los restos del chocolate y luego, por acto reflejo, lo llevó a su boca chupándolo. Ikky ni parpadeó, estaba encantado con los movimientos de los tiernos labios. Preguntándose qué otras cosas, en particular una grande y dura, podía succionar.

- Lo siento – Seiya estaba rojo de vergüenza, pero cuando vio la manchita tan tentadora en la piel morena no se resistió.

- No importa – realmente no lo hacía - es más me gustó.

- Mmm… - su cara color cereza fue la mejor respuesta.

- Tengo una toalla en el almacén – ofreció, dándose cuenta que estaba mojado. No lo había notado por estar embobado. - También una muda de ropa, aunque nada elegante están secas.

- Gracias – la sensación húmeda del traje comenzaba a molestar.

- Por cierto mi descanso acaba de comenzar – comentó dudoso jugando con el borde de su mandil – si deseas podemos compartir el almuerzo. Son solo onigiris pero están ricos, yo mismo los hice.

- Además tienen caritas.

Ikky curvó sus labios, esta vez riendo, un sonido fluido y grave. Disfrutando la deliciosa comida y la amena compañía. La inocente intención de coqueteo de Seiya era la más halagadora y adorable que jamás experimentó. Fue entonces que lo supo, podría caer fácilmente antes sus encantos.

Desde aquel día el exitoso abogado se volvió cliente regular de la particular cafetería.

 

Lección 1.

Si te hace feliz, latir tu corazón a mil y excitarte con solo mirarlo es que estás enamorado.

 

Como el mejor en su campo Ikky nunca dejaba cabos sueltos o existían las sorpresas. Incisivo, metódico y asertivo. Era letal en el alegato final y siempre ganaba el caso.

Pero con Seiya estaba seguro que perdería ante cualquier tribunal. Tan libre, divertido e impredecible, lo sacaba fácilmente de balance. Como un huracán. Revolviendo su vida, sus decisiones y hormonas.  

Ikky jugueteaba con la tarjeta entre sus dedos. Un pase para un parque de diversiones, Seiya lo ganó en una rifa. Le preguntó si lo acompañaba mientras lo besaba cómodamente sentado en su regazo. Ikky estaba más interesado en los movimientos del bello trasero sobre su entrepierna y jugar a desvestirse, así que solo respondió un sí ronco. Como agradecimiento Seiya estuvo particularmente desinhibido y dispuesto a todos sus deseos.

No se arrepentía, cada vez que observaba el brillito travieso en los grandes orbes chocolate quería comérselo entero y hacerlo suyo en cada superficie lo bastante resistente para aguantarlos.

Nunca se cansaba de Seiya. Sus labios rojos, la cálida piel, su cuerpo flexible. De su inexperiencia y esa expresión pícara cada vez que probaban algo nuevo. De su innata sensualidad y sus ansias por aprender.

Volvió a mirar la entrada. La última vez que fue tenía diez años y solo porque Shun no dejaba de llorar. Recordaba la atracción. Carritos chocones. La experiencia fue de las peores; una larga cola con mocosos chillones, el calor infernal, adultos empujando tratando de colarse, para finalmente terminar con una migraña aunque su hermanito parecía alegre.

Lo soportaría, si podía hacer feliz a Seiya.

- Pareces estresado cariño – susurró el rubio mientras mordía el lóbulo de su oreja. - Quieres un masaje.

- O deseas que cierre la puerta – sonrió coqueto mientras desabotonaba su camisa.

- ¿Qué decías Hyoga? – Vio fijamente a su asistente. Hyoga solo vestía una corbata azul, que resaltaban sus preciosos zafiros - ¿Porqué estas desnudo?

- Ikky te sientes mal – su sonrisa era dulce y comprensiva, pero por dentro estaba furioso. Toda una semana y su jefe no se rindió ante su descarado coqueteo, es más, ni siquiera lo miró o tocó. Cuando usualmente solo necesitaba pestañar para terminar deliciosamente adolorido y afónico. – Siempre lo hacemos a la hora del almuerzo.

-- Hace un mes que no me follas – el rubio fue directo.

– Tampoco has ido al club y todos preguntan por ti cariño – a Hyoga no le importaba los otros, todos eran pasajeros, al final siempre volvía a su lado.

Ikky prestó atención. ¿Un mes?, tan rápido pasó el tiempo.

- ¿Dónde has estado? 

Su sonrisa salió a flote, recordando las largas noches con un fogoso y travieso castaño.    

- ¿Acaso tienes un nuevo amante?

Por algún motivo la palabra no le gusto, sonaba hueca e impersonal. Frunció el ceño.

- No. – No mentía, para él Seiya significaba mucho más, solo que aun no encontraba el nombre adecuado para definirlo. Su corazón pinchó por la situación.

–- No pasa nada...- Para demostrarlo unió su boca con la de su asistente. Ikky se tensó, sus labios no eran tan cálidos y suaves. Tampoco estaba esa corriente de adrenalina pura pulsando en su bajo vientre. El beso resultó corto e incómodo, simplemente no pudo seguir.   

- Porque te detienes – Hyoga quería aventar los papeles del escritorio por la frustración. Era el beso más horrible que recibió en su vida. Y lo peor, de Ikky, su dios del sexo.

- Recordé… que tengo que hacer una llamada – sin más salió de su oficina.

A Hyoga no le gustaba este nuevo Ikky, con la miraba estúpida y suspirando cada diez minutos. Bueno reconocía que su sonrisa era hermosa y lograba cautivarlo pero sabía que no estaba dedicada a él. Todas las alertas sonaron y sus pupilas se agrandaron al darse cuenta, no podía ser cierto…

Lo averiguaría y de ser así acabaría el maldito advenedizo.

 

***

 

- ¿Ikky eres tú?

Shun estaba estupefacto, sus ojos verdes como grandes faros perdidos ante la escena. Su hermano se encontraba frente al espejo de pared escogiendo entre dos camisas. Una azul oscuro y otra negra. Tarareando una pegajosa tonada. Según recordaba de un comercial de Gummy Bears3.

Desde cuando Ikky veía esos anuncios o le gustaban los dulces.

- Milo – llamó a su novio que pronto acudió a su llamado. Se aferró fuerte de su brazo por temor a caerse.

- Mi hermano está enfermo – dijo muy asustado, viéndolo debatirse seriamente entre dos pares de pantalones.

- Déjame ver – Milo se asomó por la puerta entreabierta tratando de no carcajearse – mi bunny está excelente -  lo tranquilizó con un dulce abrazo.

- Solo está enamorado. - Sonrió con beneplácito al parecer su libertino cuñado al fin había caído en las redes del amor.

- Solo nos fuimos un mes de vacaciones – imposible, pero la prueba estaba allí. Su niisan con un brillo cálido en sus usualmente fríos ojos.

- Esa debió ser la primera pista – Ikky jamás hubiese permitido que se llevará a Shun a una isla paradisiaca solos, obvio no desaprovechó la oportunidad.

- Recuerda que me saludo muy contento – Considerando que lo odiaba a muerte – y no me gritó al entrar a su departamento.

Lentamente los labios de Shun se curvaron hasta formar una linda sonrisa. Gritó irrumpiendo en el cuarto, logrando que su hermano despertara de su ensoñación.

- Ikky  quién te gusta – salto a su alrededor como un verdadero conejito.

- Dime es lindo, espero que no se trate de Hyoga – mostró incomodidad. No le gustaba el rubio desde que coqueteó descaradamente con su Milo y les propusiera un trío.  

- No – negó divertido – se llama Seiya y pronto lo conocerás.

- Enserio – dijo incrédulo - no lo niegas.

- Porque lo haría – tampoco quería, deseaba compartir la noticia con su adorado hermano.

- Estoy feliz por ti niisan – Shun lo abrazó, agradecido que el solitario corazón de Ikky encontrase a alguien especial.

- Gracias – besó su frente.

- Y tú venenosito no digas nada – señaló al ver la risa contenida en sus labios.

- Ni una palabra – levantó sus manos en son de paz.

 

***

 

- Te ves tan guapo Ikky.

Lo dudaba. Un hombre de treinta años usando un ridículo sombrero de kero kero keroppi  4 debía verse estúpido. Y por las risitas que provenían de su espalda estaba seguro que la mayoría pensaba igual.

Pero Seiya no lo creía así, su sonrisa tan hermosa era la prueba. Eso fue suficiente.

- Mira una cabina fotográfica.

Tomados de la mano entraron al pequeño cubículo. Ikky lo sentó sobre su regazo disfrutando las caras bobas del castaño. Dejó que estirara sus mejillas y le pusiera cuernitos tras la cabeza, finalmente decidió tomar el control y lo besó. Sus lenguas jugaban y las manos ya exploraban bajo la ropa cuando el click final sonó.

- Esta es mi favorita – Seiya mostró la pequeña instantánea.

En ella se daban un besito esquimal, mientras se miraban y reían. Ikky se quedó parado un segundo cuando pudo escuchar claramente sus latidos con fuerza. Desde cuando tenía esa expresión de felicidad.

– Esta es la mía – un muy rojo Seiya trató de quitársela a un divertidísimo Ikky, más parecía una fotografía erótica. Un primer plano de su rostro gimiendo lascivamente.

- Voy a romperla – gritó tratando de alcanzarlo, Ikky podía ser tan inmaduro. Amaba esa nueva faceta. Realmente lo amaba todo.

- Ganaste – dijo el mayor una vez que la rompió. Claro que como resolución de Año Nuevo se propuso fotografiarlo desnudo. Quizás hasta grabarlo…

- Que importa - Ikky odiaba las muestras públicas de afecto. Pero allí estaba, abrazando a Seiya mientras caminaban.  Recibió miradas llenas de reproche y asco, podían irse a la mierda. Solo quería disfrutar de su cita.

- ¿Carros chocones?  

Contra todo pronóstico Ikky estaba riéndose cada vez que chocaba a Seiya, viendo como su cuerpo se movía como gelatina. Manejaron por toda la pista jugando a atraparse entre coqueteos y besos volados, pareciendo dos adolescentes enamorados.

La última sacudida no solo fue por el remezón del auto, también por la abrupta revelación. Enamorado. Esa molesta punzada en su pecho desapareció y se convirtió en una  brisa de refrescante tranquilidad y calidez. Ikky debería estar aterrado, sintiendo la imperante necesidad de huir. Nada. Es más lo deseaba.

Subir a esa montaña rusa de altibajos emocionales llamada amor.

Con paso lento caminaron las concurridas calles. Deberían ser cerca de las siete de la noche ya que las farolas comenzaron a chispear, encendiéndose. Las calles parecían bullir por la pronta llegada de la Navidad. Una vibrante sonrisa se posó en los labios de Seiya, mirando aparadores lindamente decorados en verde, rojo y plateado, siempre pensando en el regalo perfecto para el hombre que lo abrazaba.  

- Nunca comiste ninguna – la sorpresa tan genuina llenó sus orbes.

- No – aunque dedujo que en unos segundos lo haría.

- Prueba – Seiya le ofreció un pedazo de su algodón de azúcar.

- Rico – se relamió los labios - me encanta.

- Ikky – el castaño estaba avergonzado de que probara directamente de sus labios. En un gesto juguetón tomó otra porción y la colocó en su lengua.

- Eres muy travieso Sei.

Ikky acarició su cara delineando cada detalle, toco el puente de su nariz algo roja por el frío, las mejillas espolvoreadas con azúcar. Sus labios los acarició con su lengua, degustando el dulce momento y finalmente los unió con un tierno beso, muy lentamente.  

- Me divertí – dijo con la respiración entrecortada.

- Eres tan fácil de complacer. – se burló, a pesar que la cita fue uno de los mayores esfuerzos que hiciese en su vida.

- Así que soy fácil – fingió indignación.

- Desde ahora la tendrás muy, muy difícil. - Aunque sabía que se trataba de una broma a Ikky no le gustó.

- Gracias Ikky – dijo serio mientras se detenía repentinamente. - Mi primera cita fue perfecta.

- ¿Nunca has tenido una? 

- Eres mi primero… en todo – estaba hecho una manzana muy roja ante la declaración.

- También es mi primera cita verdadera -  Quiso decir pero la emoción de saberse especial y único lo detuvo. Sonrió, de él dependía ser el último. - ¿Seiya?

- Te amo Ikky - Seiya le confesó, apenas en un susurro muy precipitado. Con la cabeza gacha, las manos sudorosas y los nervios cosquilleando su piel. Sin mirar la expresión en el rostro ajeno. 

- No tienes que respon… - balbuceó cuando no escuchó respuesta.  

- Me gustas Sei – las palabras se sentían incorrectas, pero solo esa pobre declaración salió de su boca. – Adoro cada segundo que estoy contigo.

- ¿Quieres ser mi novio? 

- Claro que sí – Seiya se colgó de su cuello e Ikky perdió el equilibrio por la resbaladiza acera. Ambos cayeron al suelo y comenzaron a reírse, prodigándose mimos, caricias y besos traviesos. No sentían el frío, la humedad de sus ropas o la helada brisa de la noche. Solo calidez cobijando sus corazones.

- Te amo mi Seiya.

Correspondió en su mente, esperando muy pronto poder decirlas en voz alta.

 

Notas finales:

1. Lo sé, el nombre se escribe Ikki, pero me gusta más con y :P


2. El té chai bebida típica del sur de la India.


3. Gomitas de dulce.


4. Una ranita, no sé que más decir. Más datos buscar por google.


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