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Les Anges de la Passion por Terry

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Dicen que el mundo es muy pequeño, hasta la fecha a mí no me ha constado de ello… pues el tiempo seguía su camino y yo no encontraba ningún momento para decir esas palabras con la convicción que muchos la dicen, pero aun así, todo a su tiempo llega y lo encuentras en el momento menos esperado.

Actualmente me conocen como Dante, en mi trabajo es preferible adoptar otro nombre, pues hay clientes quienes desean saber tu nombre a toda costa, y eso amigos míos, es un riesgo que yo no voy a correr, por mucho que esos hombres me paguen una cifra con más de cinco ceros.

Entre mis compañeros  soy el que más escogen, no sé si tenga algo que ver mi apariencia… ojos verdes, cabello castaño cobrizo el cual no es lacio como el de todos, sino es quebrado formando unas ondas ligeras cuando lo dejo suelto, labios medios pero sin duda bien delineados que te invitan a robar un beso, piel aceitunada como gitano y mi cuerpo… bueno muchos me han dicho que tengo el cuerpo de un dios griego; eso me causa mucha gracia, pues pese a que voy todos los días al gimnasio no creo estar como esas esculturas.

Tengo veinticinco años y desde hace diez años soy gay declarado, cosa que me causó ciertos líos con mi padre al cual no veo desde que me echara de casa por ser un desviado, si… esa palabra uso cuando en mi decimoquinto cumpleaños le dije que me gustaban los hombres.

Los recuerdos… a veces me pasa como ahora, me quedo viendo un punto fijo y comienzo a recordar cómo es que llegué a este punto, no puedo evitar sonreír pese a que mi padre me repudia… por suerte uno de mis tíos no me dio la espalda como los otros hipócritas; él me terminó de pagar la preparatoria y después de eso decidí no darle más molestias y me mudé.

Pero claro después de eso no la tuve fácil, era un recién egresado de la preparatoria sin nada de experiencia y por supuesto sin un ideal… me quedaba claro que aunque hubiera querido no podría costearme la universidad.

La noche en que me metí en este mundillo… sin duda una que jamás podré olvidar, me hace sonreír cuando a mi mente llega; me encontraba vagando por las calles con el poco dinero que me quedaba de lo que mi tío amablemente me diera, no me quedaba más que para un par de días… fue cuando lo vi, un apuesto hombre engalanado con un traje costoso y con dos chicos a sus lados, tal vez como de mi edad en ese entonces.

Me miró y me hizo una seña para que me acercara, por suerte yo no estaba aun hecho un despojo humano, así que me acerqué, no sentí miedo, de hecho eso es algo que me caracteriza, es muy raro que yo sienta temor a algo o alguien.

-Hola pequeño ¿estás perdido?-preguntó ese hombre de cabello rubio y ojos color esmeralda-¿Te han comido la lengua los ratones?-inquirió de nuevo al ver que yo no le respondía, mientras los dos jovencitos a sus lados rieron suavemente.

-No, no me la han comido-respondí con algo de seriedad, pero ante esa risita no puede más que sonreír levemente, esos chicos sin duda eran exquisitos.

-Oh veo que mis niños te han agradado-añadió mientras acariciaba el rostro de uno de ellos-Pero por tu expresión me doy cuenta que estás en aprietos ¿Cuál es tu nombre?

-Yo no daré mi nombre a alguien que no me ha dado el suyo-respondí sin dudar alzando un poco la barbilla, el hombre sonrió de un modo tan sensual que me hizo erizar la piel.

-Muy buena respuesta chico, se nota que no eres nada tonto-dijo suavemente mientras se acercaba a mí, dejando su rostro a pocos centímetros del mío-Breizhlander Claude-se presentó con andanza japonesa, con el apellido por delante-Ahora sí puedes decirme tu nombre-añadió mientras se apartaba un poco.

-Baisotei Reira-me presenté perdido en la belleza de ese hombre.

-Bien Reira ¿puedo llamarte así?-inquirió borrando toda formalidad a lo que asentí con un leve movimiento de cabeza-Como te decía, creo que te encuentras en predicamentos y también noto que eres un chico realmente hermoso-me decía con una voz dulce, que se iba convirtiendo en un especie de somnífero para mis sentidos.

-Bueno puede ser que eso sea cierto, pero no le encuentro el caso de que me enumere eso-le dije mientras me mordía los labios.

-El caso o sentido de decirte todo esto es muy simple, si no te importan las reglas morales, podrías convertirte en uno de mis muchachos-cuando Claude dijo esas palabras me quedé contrariado, de cierto modo incrédulo.

-¿Uno de sus muchachos? ¿Qué quiere decir con ello?-él me respondió con una sonrisa mientras yo procesaba la información-¡¿Es usted un padrote?!

La sonrisa de ese hombre se ensanchó aun más al tiempo que me tomaba de los hombros y susurraba la afirmación en mi oído, causando de nuevo que un escalofrío me recorriera, me relamí los labios.

-Él se encarga de un prostíbulo en una de las mejores zonas-dijo uno de los chicos sacándome de mi trance por ese cálido aliento.

-¿Pero que no los prostíbulos son regenteados por mujeres?-interrogué de modo inocente, pues por esos tiempo aun lo era… aun era un crio inexperto en el ámbito sexual.

-Si usualmente es así-Claude me miró con una sonrisa y me acarició la mejilla-Pero pensé que sería mucho más cómodo y seguro tener prostitutos en una casa o mansión en vez de rodando por las calles con peligro a que los dañen.

Esas palabras me sorprendieron, pues me dejaba ver que era un hombre que pese a estar en el negocio del sexo se preocupaba por sus “empleados”, yo necesitaba dinero con urgencia y este hombre me lo ofrecía aunque fuera a cambio de entregar mi cuerpo a cualquiera.

-¿Entonces qué me dices? ¿Quieres trabajar para mí? Si te preocupa adquirir una enfermedad venérea no temas, a todos nuestros clientes sin excepción les hacemos análisis-dijo para tranquilizarme, pero mi decisión ya estaba tomada.

Y pues es así como ahora estoy aquí, en una de las habitaciones del famoso prostíbulo “Les Anges de la Passion” un nombre bastante interesante usando otro idioma y que a la vez dejaban claras las intenciones del lugar, o por lo menos eso es lo que creo yo.

Un nuevo día comienza, al abrir los ojos veo a mi cliente acostado aún, me levanto como si nada, así solía ocurrir, los clientes nos contrataban por varias horas, incluidas algunas de las mañanas; entro a la ducha para quitar de mi cuerpo el sudor, la sal y los residuos de la noche anterior, pero ese tranquilo baño no dura mucho pues este cliente le gusta aprovechar cada instante; se ha despertado con el ruido del agua y me ha abordado a mitad de la ducha.

En este trabajo, activo o pasivo da igual, solo debes cumplir los deseos del cliente, así que esta ocasión me ha tocado ser el que reciba “el afecto” de ese hombre, que para mi suerte no es nada feo, al contrario, es tremendamente atractivo y joven, con unos ojos violetas que parecen que escudriñan lo más profundo de mi ser, sus manos… un tanto delicadas pero con un tacto firme y posesivo, su rosto fino delineado con sus negros y cortos cabellos.

Me pierdo en él… en su maestría al tener sexo… mientras toma mis caderas y me penetra… sintiendo su aliento en mi nuca y en mis hombros, sus mordiscos en mi espalda y en mis orejas, jamás había sentido tanto placer… mi cuerpo sin duda estaba completamente sensible… el mínimo roce, una sutil palabra… todo me ponía a mil y más aun cuando sus cadenciosos movimientos hacían que su miembro tocara ese punto sensible dentro de mí.

Él como muchos otros clientes también usa un seudónimo, en Les Anges de la Passion a este sensual hombre lo conocen como “El Caballero Negro” el cual sin duda le sienta muy bien, aunque no me molestan los seudónimos desde la primera vez que él me tomó he deseado saber cuál es su verdadero nombre, algo que claro, está prohibido preguntar si el cliente se ha dado a conocer con otro.

Al final El Caballero Negro me ha tomado unas cuantas veces más… dos en la regadera y una más en la cama donde me ha hecho gritar de placer mientras siento mis entrañas llenas de su caliente semilla, le miro como se viste ya para marcharse, se acerca una vez más y me roba un apasionado beso, tan salvaje y posesivo que me hace sentir como si le perteneciera.

Diablos, eso es algo que no debo pensar, no le pertenezco a nadie, mi cuerpo es de dominio público y los sentimiento como el amor para mí están prohibidos, no son de algo que tenga derecho a gozar ni disfrutar.

-Nos veremos la siguiente semana Dante, en nuestra cita semanal-me dice antes de alejarse de mí y cruzar el umbral de mi puerta; así era como una vez a la semana por los últimos dos meses nos veíamos en el mismo día.

Con una sonrisa en mi rostro tomo ahora si una ducha como es debido, después de secarme y arreglar mi cabello que llega a media espalda me pongo una liviana bata para así salir al comedor, es usual ver a los inquilinos ya sea en bata o en minúsculas ropas, aquí ya todos nos conocemos.

-Hey Dante que buena suerte tienes-me dice uno de mis amigos, Zafiro-Desde hace un mes tú eres el único que disfruta de la compañía del Caballero negro-me dice dándome una palmadita en el hombro.

-Oh vamos, no creo que sea así-río un poco, pues en verdad no creo que eso sea posible, que un hombre tan viril y pasional como él se sacie solo con un chico.

-Pues créelo-oigo la voz de Takeru, uno de los más serios del lugar y que nunca mentía-El Caballero negro solo te escoge a ti, me pregunto que le habrás dado-añade alzando una ceja y regalándonos una leve sonrisa; sabía que sus palabras no eran con mala intención.

Comenzamos a desayunar, pues ellos también finalizaban el trabajo de la noche anterior, así que entre charlas y bromas recuperamos fuerzas con los alimentos; después de ello me voy a mi habitación para vestirme y dar un paseo, andando por algunos distritos distinguidos y otros algo peligrosos.

Por mi lado pasan algunos estudiantes de preparatoria, todos muy lindos, las chicas igual o más alegres que cuando yo estudiaba; me hacen añorar un poco esos días pasados, aun así sacudo mi cabeza y me dispongo a seguir andando, seguir en mi mundo de promiscuidad y sexo desenfrenado.

Compre algunas ropas nuevas y regresé a “casa” donde Claude me dijo que esa noche llegaría un nuevo cliente, que sería su primera vez en la casona así que pondría una pasarela para que escogiera al que le gustara, así que por consiguiente yo también tendría que participar pues no tenía ningún compromiso.

-Está bien Claude ¿Algo en particular que deba usar?-inquiero mientras me estiro un poco, pues a veces para esas pasarelas nos pedía usar cada atuendo...

-Sólo en ropa interior-dijo nuestro “padre” mientras me acariciaba el rostro-Y si el cliente no te escoge te esperaré en mi habitación-me susurra al oído mientras muerde un poco mi cuello.

Eso era normal, algunas veces Claude escogía a alguno de los chicos de la casa para tener una placentera noche, él había ya probado a todos los chicos que trabajan aquí, era como asegurarse que vendía buena mercancía.

-Claro Claude, ahí estaré-respondo mientras me acerco a besar sus labios de un modo casto, sonreírle coqueto para después marcharme a mi habitación.

Un nuevo cliente, sin duda era todo un show, pero así era esta vida; me recuesto un rato para dormir pues si era el único elegido o uno de los varios sin duda necesitaría fuerzas para la larga noche que esperaba.

La alarma está sonando y a mí se me hace que solo dormí unos minutos, con algo de enfado lanzo el aparato lejos de mi cama y me levanto, me mojo la cabeza y me arreglo el cabello de nuevo, esta vez atándolo en una coleta de caballo con unos mechones en la frente, tomo un bóxer corto y ajustado y así salgo de la habitación, uniéndome a los demás que harían la pasarela.

Hay una gran algarabía pues siempre se hacían especulaciones por cómo sería el cliente, apostábamos a veces por quién sería escogido y cosas así, pero esta noche yo no tengo ganas de participar, así que me quedo en un rincón comiendo un caramelo; pues aunque me gusta fumar, antes del trabajo no puedo hacerlo, eso podría ser del desagrado del cliente, a menos claro, que ya fuera uno ya conocido y que le excitara el aroma a tabaco.

-Chicos, ya compórtense el cliente está llegando-oímos la voz de Claude al tiempo que nos acomoda en hilera, formando una media luna, todos con nuestras mejores sonrisas.

Yo sonreí con la mayor naturalidad del mundo mientras ponía la pose más sensual y seductora, cuando lo miro entrar, siento que la quijada se me va hasta el suelo y el alma sale de mi cuerpo, quiero correr, salir huyendo de ahí, pues de todos los hombres tenía que ser él.

Trago saliva y ruego porque no me mire, porque no me reconozca, pero sin duda me odian porque noto su mirada posarse en mí.

-Lo quiero a él-dice tranquilamente, no sé si me ha reconocido, pareciera que no, así que sin dudarlo me adelanto y lo guio hacia una de las mejores habitaciones, le hago entrar y yo después-Reira… jamás imagine encontrarte en un lugar como este, y menos que tú trabajaras en él ¡¿Cuánto tiempo amigo?!-exclama abrazándome con cariño.

-Qué pequeño… que pequeño es el mundo-digo con dificulta, no creí que algún día llegara a decir esas palabras, pero esto lo ameritaba, reencontrarme con mi mejor amigo de la preparatoria en estas circunstancias.

-Sin duda que lo es, ¡desde que nos graduamos de la preparatoria desapareciste del mapa!-exclama Seiran mientras me mira con sus enormes ojos avellanas y su negro cabello lacio y necio sobre su cara.

Comenzamos a charlar, sin duda hacía años que no tenía una charla que no tuviera que ver con el sexo, nos hemos echado en la cama mirándonos de frente como si fuéramos dos chiquillos, me estoy divirtiendo en grande, hasta que él comenta algo que jamás había pensado.

-Así que nunca estudiaste una carrera, pero es comprensible aunque supongo que en este trabajo ganas bastante bien ¿Por qué no te decides a estudiar una? ¿No te interesa realmente?-pregunta Seiran mientras me mira a los ojos.

-Para ser franco desde que estoy aquí nunca había pensado en ello-admito algo apenado.

-Bueno es que aquí no te falta nada realmente, mmhh pero esto tampoco te durara para siempre…-me dice con preocupación mientras pone la mano en mi hombro-Deberías estudiar una carrera ejercerla y así tendrías más beneficios; además siempre fuiste bueno en las matemáticas, podrías estudiar contabilidad y así si aun quieres estar metido un poco en Les Anges de la Passion podrías encargarte de las finanzas.

Esa sugerencia me pareció bastante interesante, pues a fin de cuentas tampoco quería darle la espalda a Claude, siendo que él me ha ayudado tanto, le sonrío y le digo que lo pensaré que también lo tengo que hablar con el dueño del lugar al respecto.

Seiran me da un casto beso en los labios y ambos nos tumbamos boca arriba, me atrae a su pecho y me acaricia la espalda, es como cuando éramos más críos, siempre que nos quedábamos a dormir juntos así lo hacíamos, abrazados.

El sol me da en la cara, no me gusta despertar de ese modo aunque cuando abro los ojos veo el rostro de Seiran, me siento como idiota, sonriendo y a la vez sintiéndome apenado, él dirige su mirada hacia mi rostro, me besa la frente y se despide, prometiéndome que ahora que nos encontramos no me dejara huir.

Me levanto y voy a la habitación de Claude, entro sin tocar y lo veo solo, sin duda me estaba esperando, me subo a la cama y como gatito me acerco poniéndome a horcajadas en él.

-Mmhh buenos días Claude-le digo al oído mientras lamo su oreja, él sonríe y abre los ojos para tomar mi cintura.

-Buenos días-saluda mientras me acaricia el rostro-Supongo que fue una larga noche.

-No exactamente-le respondo con una sonrisa mientras me acurruco en su pecho desnudo, percibiendo el aroma de su piel-Ese chico, ya lo conocía… teníamos años de no vernos-le cuento mientras él abre la sabana para que me acueste a su lado.

-Así que es un amigo de mi pequeño Reira, mmhh me pregunto si eso será algo bueno o malo-me dice mientras comienza a llenar de besos el cuello, y yo a dejar escapar suspiros.

-Eso depende…-me sonrío burlonamente solo para preocuparlo un poco-Él me dice que porque no estudio una carrera… que al final no siempre podre trabajar como uno de tus chicos-comienzo a decir mientras escruto la expresión de Claude-Pensé que tal vez no era mala idea, incluso me dijo que si estudiaba podría convertirme en tu contador y así seguir aquí, ayudándote y agradeciéndote lo que has hecho por mí.

Claude me sonríe, me besa los labios y me abraza de un modo paternal, cuando hace eso me hace sentir como un crio, que aun necesita de los cuidados de un padre.

-Si eso es lo que deseas hacer Reira está bien, pero si no te agrada la escuela o no deseas seguir sabes que siempre eres bienvenido-me dice mientras me besa dulcemente en los labios-Te daré las llaves de mi departamento para que no tengas que estar aquí, podría traerte problemas si te quedas.

Claude se estaba comportando realmente como mi padre, procurando realizar lo que yo deseaba, incluso me facilitaba el lugar donde viviría y me decía que me esperaría con los brazos abiertos si necesitaba volver a casa, por lo que le agradecí del único modo que conocía en esa casa.

Después de disfrutar mutuamente me marcho de la habitación de Claude para buscar mis viejos papeles escolares y comenzar a hacer los trámites para la universidad, no niego que me siento nervioso, pero aun así sigo delante, no me rendiré tan fácilmente para esta nueva empresa que me he propuesto.

Ya han pasado un par de días, me he mudado al departamento casi de inmediato debido a que tengo que estudiar para el examen de admisión, es extraño estar solo, no ver a otros chicos rondando en bata o semidesnudos, incluso más extraño es no estar con algún otro retozando entre  las sábanas.

Tarde o temprano me acostumbraré a esta situación, he ido a ver a los Anges de vez en cuando, ellos también me extrañan como yo, se siente tan bien el modo tan afectuoso y cariñoso con el que me reciben cuando los veo, Claude me come a besos y mimos.

Ya no se cuanto tiempo ha pasado… pero hoy es el gran día de saber si realmente pasé el examen a la universidad, llegué corriendo a la casona con el periódico en mano, no quería estar solo, ya fuera para saber si estaba dentro o no.

Claude toma las hojas y comienza a leer, después lo avienta lejos y me abraza de modo fuerte, susurrándome un “felicidades, lo has logrado”, los gritos de júbilo y regocijo no se hacen esperar, las felicitaciones y demás, esta noche abra fiesta; tomo el celular y le llamo a Seiran para contarle el hecho e invitarlo a Les Anges de la Passion.

Me he despertado temprano para ir a la facultad, sonrío al ver que todos dormimos juntos en uno de los grandes salones, cualquiera hubiera pensamos que tuvimos una gran orgía, pero no, esta ocasión no hubo sexo de por medio.

Seiran se levanta también y ambos nos arreglamos, para ir al campus, nos iremos juntos pues él trabaja de profesor en ese lugar, así que estaré siendo vigilado por mi mejor amigo.

Las clases han comenzado con tranquilidad, pese a ser el más grande de edad en el grupo no me siento excluido, me han acogido de muy buen modo.

-¿En verdad tienes veinticinco años?-preguntan algunos con sorpresa-¡Pareces de veinte!-añaden con exclamaciones de sorpresa.

Yo respondo con sonrisas y risitas, mientras me muevo de modos insinuantes, fuerza del hábito sin duda, una nueva hora y una nueva clase, andando para ir al salón correspondiente, en pequeños enjambres con conversaciones de lo más triviales.

Tomo asiento en las filas de en medio sentado de un modo coqueto, mientras esperamos la entrada del profesor de administración financiera, los parloteos cesan de pronto y es cuando dirijo mi mirada a la puerta, en el umbral, recargado ligeramente con el hombro, una pierna cruzada delante de la otra y los brazos también cruzados por encima de su pecho sosteniendo un portafolios negro.

-No puede ser-susurro para mí al verlo entrar con paso lento y firme, enfundado en un traje sastre color gris Oxford, deja el portafolio en la silla y recarga sus caderas en el escritorio.

-Buenos días y bienvenidos, mi nombre es Alexander McDelan y seré su profesor de administración financiera-dice ese hombre clavando su mirada en nosotros, cuando sin duda nuestras miradas se cruza, quedándose prendada la una de la otra.

Qué pequeño es el mundo sin duda, ahora no me cabe la menor duda… pues por azares del caprichoso destino ahora lo sé, cual es el nombre de mi sensual Caballero Negro, aunque esto es un arma de dos filos, pues no sé qué pasará de ahora en adelante al ambos habernos conocido así.


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