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Θεραπεία (Therapeía) por HokutoSexy

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7.Caballero

 

—¿Cómo sabes tú de eso? —cuestionó Ikki furioso, sacándoselo de encima—. Eso es… ¿eres del maldito Santuario?

 

—¿Cuál Santuario, imberbe? —replicó fingiendo no saber—. No sé de qué coño hables, yo he venido aquí por dos cosas: por ti y por mí…

 

—Yo no le sirvo a nadie ni trabajo para nadie, adem…

 

—Ya, ya, ya… para con ese discurso, antes lo he escuchado, te voy a ser muy claro… ya que insistes —comentó desenfadado sentándose con las piernas estiradas—. Tú… tienes una obligación y esa es conseguir la armadura que tiene Jango, sea cuál sea el motivo, la vas a necesitar, créeme, yo sé lo que te digo… quita esa cara, me conmueves —ironizó—, hay alguien que viene hacia acá… alguien que te va a probar…

 

—¿Alguien?, maldito loco, lo que me faltaba: una especie de sibila bajo el influjo de drogas sintéticas…

 

 

8.Armadura

 

Pasó todo el día pensando en eso, en lo que le había dicho el viajero que se escondía en la isla: en la puta armadura, en el bastardo de Jango y en los inútiles caballeros negros.

 

El extraño… ahora resultaba más extraño, se preguntaba cómo es que sabía todo eso, cómo es que sabía de él y de la armadura de bronce, y sobre todo, cómo sabía que alguien más iría a la isla… peor aún, ¿por qué parecía que le estaba animando a ir por la armadura? ¿qué interés tenía en ello?

 

Suspiró, apretó los puños y decidió buscarle, pero eso sería después, una vez que hubiese averiguado si los cuatro caballeros negros estaban ya en la isla.

 

 

9.Cosmos

 

Aioria aceptó unos cuantos golpes, sólo por divertirse y fingir ser más débil de lo que era, pero llegado a un punto se cansó del jueguecito y estrelló su puño contra el abdomen de Ikki mandándolo a volar.

 

—Bueno niño, como entrenamiento ya fue suficiente, ¿acaso crees que con esa poca fuerza me vas a moler a golpes?...

 

—¿Quién te envió? —farfulló encogido en el piso, le había dolido, ese griego sí que pegaba fuerte.

 

—Nadie, yo he venido por mi cuenta… ¿ya te decidiste? —inquirió de inmediato, se limpió los labios carnosos con el reverso de la mano, una gota de sangre le escurría, se acercó hasta él y llevó la mano hasta su abdomen, irradió un poco de energía, misma que invadió de inmediato el cuerpo de Ikki.

 

—Eres un caballero… —dijo alejándose, a la defensiva, como gato.

 

—Lo soy, de hecho tú y yo, nacimos bajo la misma constelación… somos parecidos en cierta forma, pero como te dije, no estoy interesado en las historias, ni en la tuya ni en la mía… aunque estés muy bueno y pongas de vez en cuando cara de soy un cabronazo…

 

 

10.Trato

 

—No me vengas con… —murmuró Ikki, Aioria le cubrió los labios con los dedos para evitar que continuara.

 

—La situación es la siguiente: o consigues la armadura o Jango se la queda y se vuelve un terrorista como antes no se ha visto… tú necesitas la armadura, como te dije… alguien vendrá aquí, yo sé en dónde está y también se cuál es su técnica… yo te ayudo… y tú me ayudas a mí, con algo muy simple —dijo tronando los dedos como si de un truco barato de magia se tratara, después le miró serio.

 

—¡Já! ¿Por qué habría de interesarme tu ayuda? —inquirió con cierto mohín de burla.

 

—Porque a pesar de todo… tú quieres ser fuerte, quieres encontrar justicia aunque tú mismo no la tuviste… y porque a partir de hoy, lo que hagas va a desencadenar muchas cosas… porque eres un caballero… —contestó—. ¿Trato hecho?

 

 

11.Confesor

 

Ikki estaba de pie delante de la tumba de Esmeralda, de su Esmeralda, esperaba, sabía que Jango iba a aparecer ahí, se lo había dicho el griego días atrás, antes de marcharse, le había hablado también del Puño de Fuego del tirano, y de sus debilidades, no le había mentido, le dio información valiosa.

 

Sin embargo lo que le pedía… era algo extraño.

 

—Un hombre muy poderoso viene hacia acá, viene a enfrentar a Jango, pero si lo hace… será él quien se lleve la armadura de Fénix de regreso al Santuario para declarar la vacante de santo de bronce… si tú derrotas a Jango, la armadura es tuya… a cambio lo que yo te pido es muy sencillo… —farfulló.

 

—¿Qué es lo que quieres, desconocido?

 

—Que le abras los ojos a ese hombre… que le demuestres su error y su soberbia… puede ser ahora o puede ser más adelante… sólo te pido que recuerdes eso… —le confesó firme en sus palabras, estas martillaban como un millar de agujas.

 

Ikki no entendía de lo que le hablaba, ¿qué podía hacer él para abrirle los ojos a nadie?

 

 

12.Revés

 

Lo vio venir, tal como había dicho el viajero, lo vio ahí y pronto lo tuvo delante, profanando con su sucia persona la tumba sagrada de Esmeralda.

 

Ese extraño personaje que había aparecido de la nada para instarlo a obtener la armadura —que ciertamente por derecho le correspondía—, había desaparecido de la misma manera cuando una embarcación pasó por ahí.

 

—¿Cómo sabes que haré lo que me pides? —quiso burlarse antes de que partiera.

 

El ateniense se volvió, le sonrió franco y quitado de la pena, fue y se le plantó enfrente, era ciertamente un crío más bajo que él, ladeó la cabeza y se permitió observar su rostro apreciativamente.

 

—Lo harás… tarde o temprano, es probable que si hoy lo retaras te derrotaría, pero… eres de los que no se rinden, y si eso sucediese… lo buscarás de nuevo… —sentenció, esta vez fue más lejos cuando intempestivamente y movido por alguna extrañeza, agachó el rostro lo suficiente para besar sus labios.

 

Un beso nada más, una caricia apenas con la punta de la lengua, porque le había caído bien, porque incluso le había conmovido. Era sólo un adolescente jugando a ser mayor, un caballero más, pero algo le decía que estaba en lo cierto cuando aseveró no se rendiría, porque él, Ikki, no era de esos…

 

FIN


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