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Pet por sleeping god

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Notas del capitulo:

Agradezco a Ignacia por la ayuda brindada y aprovecho las vacaciones para trabajar en esta cuestión.

La felicidad ajena hace a quien la ve sonreír. Es una cuestión muy humana el responder a los gestos de quien lo rodee. Es humano y por eso se decía no ser tan humano, quizá ni un ser humano, ni un hombre, era un animal y por eso que sus hermanos lucieran como antes, que movieran su ficticia cola ante su amo ya no le hacia la más mínima gracia ni intentaba ser el favorito y recibir caricias y halagos. Aunque por esa actitud las mascotas no pudieran comprenderlo ¿Qué tenía de mala su vida? Obtenían comida, tenían compañía y diversión, eran perros, gatos, murciélagos, caballos, y con ello eran felices.  ¿Es que acaso buscaba algo más? Que sentimiento tan ridículamente humano.


 


Encerrado en una habitación pensaba mientras los veía corretear en el jardín tras el caro calzado de Aizen. Bien recordaba esa época en donde tirado de panza jugueteaba con las zapatillas desatadas, su amo le sonreía y palmeaba su cabeza diciendo "Eres un buen chico, Grimmjow" Ahora era un mal gato que no obedecía, que quería subirse a la mesa a comer.


En el cuarto únicamente había un tapete en el piso y un plato con agua, todo lo que en algún tiempo le habría hecho tirarse a dormir. La puerta no estaba cerrada pero el candado era la voz desanimada de un pequeño que pedía la pelota. Fuera o no su hijo genético lo había aceptado como tal y eso era suficiente para volver a donde nunca debió salir.


-Grimmjow, te traje la comida—le dijo el chiquillo de apariencia idéntica a su ex – esposo, si, ex, porque no podía volver y en su mente ya estaban divorciados.


-Déjala ahí, no tengo hambre, gracias. —respondió sin mirarlo y de mala gana.


-Me dijo el amo que me quedara contigo—igual que siempre, como recordatorio de su superioridad.


Ese niñato si se acostaba en el tapete y permanecía con la mente en blanco como un gato sin menor interés en el mundo.


-¿Cómo te llamas?


-Kon—respondió sin atención mayor, quizá ni supiera que su madre había sido violada por quien compartía el espacio, diablos, quizá ni supiera cómo se nace y ni quién es su madre. Averiguarlo ya ni importaría.


-¿Haz comido ya?—le pregunta esperando que comiera lo suyo.


-Sí—suspira, resignado a recibir un regaño por no alimentarse nuevamente-¿quieres jugar? He tomado la pelota—dice con la pequeña bola roja entre sus jóvenes manitas, de alguna manera deseando alegrar su patética y monótona existencia.


-No.


-¿Por qué eres tan amargado? Ni Starrk es tan malo conmigo. Es porque entre gatos no nos llevamos bien ¿verdad?


-¿Gatos dices?


-El amo dice que soy su pequeño león—sonríe y en eso difiere a Ichigo, su gesto es dulce y jamás revela que es extraño hacerlo. Disfruta la vida de un animal que no conoce la libertad.


-Sí, quizá sea eso.


-¿Eres una pantera?—pregunta con curiosidad preescolar y se acerca a pegarse a él, con el desconocimiento del espacio personal.


-Sí, soy el rey pantera—responde sin mayor egocentrismo que la costumbre.


-¡Guau!—ríe un poco y se acurruca en busca de calor—quizá llegue a ser como tú—pregona con admiración y con eso es la primera vez que el pantera emboza alegría desde la semana que lleva ahí.


 


El sonido de una cámara lo saco de su sueño, al abrirlo los ojos Aizen lo fotografiaban abrazado al pequeño.


-Puede que los gatos se lleven bien—pronuncia marchándose. Grimmjow guardó su enojo y observa al joven que apretaba con fuerza su camisa. Ignora si como animal o como humano el cariño sin sentido tenía razón de ser, confundido como está le nació la necesidad de protegerlo como remplazo del chico que amó, que amaba.


-Kon, despierta—le mueve hasta hacerlo reaccionar—ya tengo hambre—ambos se encaminaron a la cocina donde ya se había servido el desayuno, razón por la que el pequeño se entristeció al pensarse con el estómago vacío hasta el mediodía, hasta que vio al otro abrir el refrigerador y sin ningún problema este sacó leche. Mantuvo sus ojos muy abiertos al descubrimiento, aún más al verle servirla en un trasto diferente, alargado y un material transparente.


-¿Quieres?—le pregunta el peli celeste y únicamente responde con la cabeza afirmativamente. Le sirven en algo igual y en vez de beberla la estudia con el poco conocimiento que poseía— ¿Qué pasa? ¿No te gusta la leche?


-Sí… pero ¿te serviste solo?


Ni Jeagerjaquez se dio cuenta de la hazaña hasta que se lo dieron a entender. Un simple vaso de leche lo separaba de ser una mascota. Un vaso de leche.


-Sí, me serví yo solo—la bebió y casi atragantándose se puso a reír y después a toser ante la mirada confundida de Kon. Se acercó al peli naranja y lo abrazó, reconociéndose a sí mismo, sin salvación y miles de sueños atrapados, no podía rescatarse pero nada le impedía hacerse feliz, un resultado alterno a la felicidad que hubiera dado fruto con Ichigo.


 


Salen al jardín, Kon espera jugar pero el otro tiene una mejor idea con el balón. Coloca un par de piedras con tres metros de distancia entre cada una en una pared y en la que está frente a esta.


-Te explicaré las reglas—le dice trayéndolo al centro de lo que sería su campo de juego—aquella es mi portería, tienes que meter la bola entre las piedras para lograr puntos, no puedes usar las manos a menos que vaya a tu lugar entre esas dos piedras del otro lado, el que anote más veces gana-era fácil para Grimmjow pero Kon necesitó oírlo otras diez veces para comprender la competitividad y valor de los números, esos entes imaginarios inexistentes.


Jeagerjaquez permite que anote, que corra y caiga, que del 3 sigua el 8 y, por supuesto, que gane tirado en el pasto muerto de la risa. Ganó el partido y su corazón. Más adelante los demás espadas entraron, jugaban futbol y así lo llamaban, del 3 ya seguía y el 4 y su corazón ya no podría recobrar, no era que se sintiera como un padre sino que ya lo era, nuevamente, fuera o no su hijo.


-¡¿Qué pasa aquí?!—grita Aizen al verse fuera de control, sus mascotas deliberadamente estaban pensando y sabe quién es el culpable de la insubordinación. El partido termina y pasando entre todos da un feroz golpe en el rostro al pantera—deja de comportarte mal—el felino sonríe al suelo, probando su propia sangre.


-Sí, amo—responde orgulloso de su mala pasada, recibiendo otra patada al rostro.


-Ve a tu cuarto.


-Sí, amo—escupe al piso y sigue a encerrarse. Reconocía que no podía ser un gato nunca más y por tanto sería una pantera que nunca más dominarían más que golpes y garrotazos hasta que la muerte le devolviera la libertad.


 


Cerca de media noche le despiertan unos pasitos, se levanta rápidamente y asusta al menor que, después de verle sangrar, tuvo miedo y culpa de que haya sido por el juego que le enseñó.


-¿Qué pasa, Kon?


-Quería ver… cómo seguías—responde jugando con sus manos y sonrojado, se sentía muy raro al lado del pantera y a la vez le gustaba eso.


-Estoy bien. Yo siempre estoy…bien—da una risa que el otro acompaña sin entender.


-¿Puedo dormir contigo?


-Hace frio y no tengo cobijas.


-No importa—dijo sonriente acercándose.


-¿Quieres oír un cuento?


-¿Qué es un cuento?


Jeagerjaquez se enterneció, la inocencia se aleja tanto de su novio pero no le importa porque ese niño es especial.


-Es una breve historia—sin darse cuenta le habla durante toda la noche de mil y un cosas, sin nunca soltarlo y ni dejar que el frio le cale. No es amor, se dijo, y aunque no lo sea le gusta eso que siente.


 


Kon no recordaba nada de una madre o un padre, no sabía que era eso, lo único que era seguro en su vida era el peli celeste pantera que le cuidaba, no lo admitía pero le agradaba más que su amo, incluso llegó a morder la mano de su amo cuando intentó golpear nuevamente a Grimmjow. Creía que era así porque le enseñaba tantas cosas, le decía lo que estaba más allá de su imaginación, como casas tan altas como el cielo, caminos interminables, personas haciendo lo que quisieran, otros idiomas que no podía pronunciar, sin embargo había algo que le llamaba la atención más que nada; ese chico llamado Ichigo que Grimmjow mencionaba como la persona más importante que tuvo en su vida y que  dejó por estar con el amo, al principio era razonable hasta que una golpiza propinada al pantera le hizo recapacitar.


-¿Por qué no vuelves con Ichigo?-cuestionó con inocencia y determinación.


-Ya te lo he dicho—respondió vomitando más sangre y riendo de que Kon ya sepa leer y eso fuera la razón del daño a su cuerpo.


-Pero eso que hay afuera parece mejor que esto, además tú no eres como nosotros, no debes estar aquí… no quiero que estés aquí—pide al borde del llanto pero deseando que ese tipo tan agradable fuera feliz, así como él lo era a su lado.


El pantera fue a abrazarlo y dejar que el chico llorara por primera vez.


-Te he contado historias sobre los padres de los niños, bueno, tú también debes tener…-se tomó un tiempo para recapacitar, suspirar y continuar—yo soy uno de ellos.


El peli naranja dejó de llorar y entró en un estado más alegre.


-Hubo una mujer… que… bueno, esa mujer fue tan importante para Ichigo como yo lo soy para ti. La lastimé mucho… mucho—suspiro con el dolor punzante en el pecho— ¿entiendes? Me odiará al saberlo, por eso no puedo volver—explica sin esperar que lo entienda, sin embargo lo hace y no habla por un par de minutos.


-Estoy seguro que no quisiste hacerlo—y sonríe sin darse cuenta del gran problema que plantea para el felino.


-Eso no importa, lo hice y eso es malo.


-Pero tú me dijiste que la vez que te pegué sin querer no fue mi culpa.


-Sí pero—de su boca no salió nada, ¿era acaso posible que un joven de 8 años pudiera abrirle los ojos? …un niño le enseña a ser fuerte por una vez ya que nunca tuvo valor sino que lo fingía para no sentirse basura. Dio un respingo y bajo la cabeza en una risa hasta que deja su cabeza sobre el cuerpo del niño y empezó a llorar; extrañaba a Ichigo y odiaba su jodida vida. No podía seguir engañándose.


Kon lo abrazó y secó sus lágrimas.


-¿Te vas a ir?


-Nos iremos los dos—dice con gran alegría.


 


Sería difícil, no podía solo, requería ayuda así que busca a quien de los presentes es está más inconforme con la vida. En sus opciones está Hallibel siempre dispuesta a hacer un sacrificio, a Starrk que extraña al parecer a una niña loca del psiquiátrico y por último, y sorpresivamente, a Ulquiorra que mantiene cierto rencor a la gran herida en su garganta. A todos les da insinuaciones de irse pero el peli negro lo entiende a la primera.


-Es una insensatez, Grimmjow.


-¿Por qué te hizo eso?


-Para que me callara.


El peli celeste frunce el ceño y tuvo que preguntar para que soltara más palabras.


-¿De qué hablas?


-Quise llamar a Kuchiki-san.


-¿Por qué?


El murciélago baja el rostro, en alguna parte y un sólo segundo lo extrañó y marcó el número, no sonó más de tres veces porque Aizen lo descubrió y casi le mata al atravesarle la garganta.


-Acabemos con esta mierda—gruñe el pantera.


-Nadie traicionará a Aizen-sama, ni aunque ahora te dijera que te ayudaré muy pronto cambiaria de idea, lo mejor que puedes hacer es arreglártelas tu solo y—miró al más joven de todos—ese niño.


 


La luna en cuarto menguante brillaba, solo ella, no había viento y el clima era seco, como un desierto, su habitación que había decidido llamarla Las Noches parecía siempre estar a oscuras, en esta ocasión le parecía tan pequeña e insignificante, aburrida. La casa que llamaba Hueco Mundo, habitada por Huecos (personas vacías en su mente), era un lugar sin nada más que arena blanca sin significado alguno. Cierra los ojos, rendido.  No hay forma de que escapara, mucho menos acompañado, no saldrían los dos. Le dolía el estómago con tantas ansias de pensar y pensar.


Cuando abría los ojos su Ichigo pasaba frente a él, en forma de un niño dormido en su pecho como de costumbre.


 


La mañana estuvo realmente agitada, le dolía el cuerpo entero al enfrentar a un par de mujeres pero sobre todo a Aizen, nunca se dio cuenta qué tan fuerte es bajo esa cara de paz o demencia, estaba en el piso, tan cerca de la salida y con Aizen buscando dónde cayó casi muerto.


-Kon, vete, busca a Ichigo—le dijo al pequeño empapado en su sangre, siendo fuerte  y no rompiendo en llanto.


-Pero—al tiempo que replica,  Ulquiorra sostiene al niño. Su vista se nubló y sólo tuvo el pensamiento de una garganta que se abría a otro mundo.


 


 


Decir que Kurosaki Ichigo estaba muerto era poco, su alma había sido consumida desde que desapareció su Grimmjow, primero se culpó por no ser más necio respecto a qué le molestaba más luego fue tras Aizen, cualquier rastro, totalmente seguro que se lo llevó de su lado. Jamás pensó nada mal de Jeagerjaquez.  A partir de ese día, juró que, si algo malo le pasaba, mataría al culpable sin miramientos, sin importar nada. Aunque en su nada no existía la posibilidad que Grimmjow hubiera violado a su madre antes de casarse con Isshin, secuestrada hasta tener al niño y luego liberada, Isshin jamás olvidaría la oración que dijo su esposa, esa que ella jamás olvidó dicha por un hombre moreno: “Vamos, Grimmjow. Es suficiente”

Notas finales:

Gracias por leer.


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