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Pet por sleeping god

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Notas del capitulo:

Lamento el retraso pero fue dificil continuarlo. Ah, por cierto, le faltará un capítulo, jeje.

Kurosaki Masaki, ese par de palabras siempre logran sacarle una sonrisa pero esta vez no. Estar frente a su tumba sólo le recuerda que fue gracias a ella que se unió al felino que desapareció de su lado, así nada más. Se acuerda de la noche anterior donde Grimmjow le dijo que en una semana le contaría un secreto y que se arrepiente de no haberle obligado a decírselo en ese momento. Mas ya no hay nada que hacer.

Mientras deja las flores blancas en el florero intenta recordar cuales fueron sus palabras antes de que se fuera al trabajo y ya no regresara. Llora porque su mente está en blanco, no puede conmemorar y de haber sabido le habría dicho “No te olvides que prometiste estar donde yo este”.

Se va al departamento que compartían con la esperanza de que regresé a casa y él lo esté ahí, esperado, siendo fuerte. Fuerte. Lastimeramente la renta es muy cara y su trabajo de medio tiempo le hace morirse de hambre, además no puede pedir ayuda a su padre y más ahora porque seguramente le echaría en cara que Grimmjow lo ha abandonado por otra u otro.

Sentado a la mesa, con el único sonido del viento azotando las cortinas, se menciona lo que realmente le lástima que es estar quieto, a la deriva, esperando. Nada es peor que la espera.

 

-Espera… espera… espera…--pide en la oscuridad, después de repetirlo mil veces en su cabeza—espera—al abrirlos se encuentra en la habitación (o Las Noches como él lo llamaba), recostado sobre el tapete, vendado del tórax y el brazo izquierdo. Su ropa ha sido cambiada y por demás está limpio y sano.

-Al fin despiertas, Grimmjow—menciona Aizen sentado en una silla justo frente a la ventana, permitiendo que su porte y la luz le dieran un aire divino-hablabas dormido ¿Quién debe esperar?

-¿Dónde está Kon?—cuestiona como evadiendo el tema pero si contestando indirectamente; pidiéndole a Ulquiorra que esperara, que no se lo llevara, que le permitiera sacarlo de ahí y que solo requería un segundo.

-¿Él es quien debía esperar?

-No juegues conmigo ¿Dónde está?

-¿Por qué quieres irte, Grimmjow? ¿Acaso no te doy todo? ¿Es que Ichigo va a perdonarte?

-No sé si vaya a perdonarme, ni siquiera sé si es lo adecuado volver con él pero no quiero que Kon pase por lo mismo que yo.

-¿Fue mala tu vida? Debes admitir que si nunca hubieras salido en este momento estarías frotándote contra mis piernas.

El pantera gruñe por el recuerdo.

-No conocía algo mejor.

-¡¿MEJOR?!—esta vez se pone en pie y se acerca lentamente con seria mirada—no hay algo mejor. Ustedes están felices porque no conocen el dolor que es el exterior y yo puedo tenerlos conmigo. Sería el mundo perfecto, solo unos pocos… no ¡solo yo estaría destinado a tenerlos!

Grimmjow traga saliva dándose cuenta que ese sujeto está loco pero si no reacciona es porque puede huir en cuanto le den la espalda.

-¿Planeas hacer a todos mascotas?

-No, eso sería imposible—responde con serenidad—tendría mi propio mundo… pero—baja la cara en melancolía—él no me lo permite. Mas pronto estará listo todo, mi querido Grimm. Y tú vas a ayudarme.

El peliazul suelta una risa burlona pero mira con recelo la sonrisa triunfante del otro.

 

Esa sonrisa le jode como nunca. Sabía que tarde o temprano su padre se enteraría de su banca rota pero no imaginó que pondría esa mueca cuando le contara que el amor de su vida había desaparecido.

-Empaca tus cosas y vámonos.

-No—dice convencido de que prefiere vivir fuera de esa casa, esperando, a irse con su progenitor que jamás entenderá sus sentimientos.

-Vamos, Ichigo. Es suficiente de ese idiota…

-¡No vuelvas a llamarlo así! ¡No entiendes nada! ¡No puedes entender cuánto…!—por fin su voz se quiebra y llora, cubriéndose los ojos con el cabello para evitar mayor vergüenza—… no entiendes cuánto lo amo… no lo entiendes.

-Ese sujeto no puede sentir nada.

-No le conoces.

-Claro que sí.

-¡Que no!

-¡Hijo! ¡Basta ya con esa mierda!—dicho eso Isshin no puede evitar ver a Masaki en esos ojos lagrimosos y hacerle odiar, nuevamente odiar ese nombre—si te lo explicara te lastimaría más.

Ichigo aun considerando a su padre un tanto estúpido, jamás lo vio como un mentiroso y en esa ocasión supo que había una gran razón para guardarlo lejos del peliazul. Quizá ese secreto que el pantera almacenaba.

-¿Qué es, papá?—pregunta.

Después de un silencio casi santo, inicia:

-Tu madre era un sol y era feliz girando en torno a su órbita. Sé que eso puedes recordarlo, todos los que la conocimos siempre…—cierra los ojos para verla brillante y hermosa, como el amanecer de primavera o el ocaso de un otoño— Quizá muy jóvenes te tuvimos pero estaba bien, me esforcé en aprender la medicina para hacerla feliz a ella, a ti y después a tus hermanas. Éramos muy felices ¿lo recuerdas?

En la mente de Kurosaki son vagos los recuerdos mas nunca olvidaría la sonrisa de su madre, si, como un rayo de sol.

-Eras muy joven cuando ocurrió y yo traté de ser fuerte como ella… muy fuerte—se descompone pero logra continuar—ella regresaba de hacer las compras pero dijo que había un jovencito bajo la lluvia y que iría a decirle que entre a la casa. Ella… no regresaba y cuando fui a buscarla ya no estaba. Hice todo lo posible por encontrarla pero nadie… la vio… y yo tuve que tranquilizarlos para que no sufrieran ya que eran muy pequeños—guardan silencio para calmar el dolor antes de continuar. Ichigo se permite ir por un  vaso de agua para su padre mientras intenta recordar esa época sin ella, sabe que hubo un tiempo en que la extrañó pero no más allá de eso. Le da el agua y la bebe de un sorbo-hasta un año después volvió ella sola, los abrazó y llevó al parque como si nada hubiera pasado pero me contó… Ichigo, esto será muy duro.

Sin embargo Kurosaki acepta que hable con sinceridad.

-El chico al que quiso ayudar le pidió que lo acompañara con su padre, lo que paso fue que se la llevaron. Ella nunca lloraba y tú lo sabes, pero ellos lograron que rompiera en llanto todas las noches a partir de ese día. Todo porque la violaron y mi querida Masaki únicamente podía recordar una frase, “Vamos, Grimmjow, es suficiente”.

Terrible dolor le marca en el pecho aunque su padre prosigue.

-Sufría tanto por dejar a su hijo con esa persona pero también estaba muy triste por dentro… tan triste. No fue tu culpa casi caer en el rio, Ichigo, ella quería morir por eso —le toma el hombro al confundido joven—te salvó pero acabo con su vida sin luchar. Ya no quería pelear.

La sonrisa de su madre se le distorsiona en la mente, transformada en una máscara que ocultaba el dolor que le causaron, y se preguntaba cómo no se dio cuenta, después entiende que ni con Grimmjow supo descifrar lo no dicho. Al final razona cruelmente que para apagar el sol debe existir una gran oscuridad en…

-Grimmjow…

-Ichigo.

-Vámonos a casa—pide para alejarse de ese recuerdo y de quien ahora deseaba ver para torcerle el cuello hasta apagarle la vida como consumió el sol de su mundo, poco a poco.

 

La luz se apagaba periódicamente en eso ojos marrones y a pesar de sentir un miedo que no sabía que existía no se podía permitir soltar las muñecas de la mujer mientras aquel hombre de apariencia descuidada, cabello castaño y ondulado, lentes oscuros, barba de tres días y mirada vacía marcaba a la mujer que sin voluntad se dejaba hacer.

El hombre se limpió el sudor de la frente y fue con Aizen que miraba únicamente desde la puerta.

-Cuando esté listo lo quiero conmigo. Entonces hablaremos.

Apenas prestó atención a la conversación por tener las manos clavados en las muñecas de esa mujer. Esos ojos le tenían hipnotizado y pensativo de dónde estaba esa luz de cuando ella preguntó:

-¿Quieres ir conmigo y mi familia? Tengo un hijo un poco menor que tú, se llama Ichigo, seguro se llevarán bien.

 

Y golpeando el suelo quiso morir. Ahora la recordaba: hermosa, brillante como un ángel, con una sonrisa que atraería a quien fuera. Él, Grimmjow Jeagerjaquez, no sólo pudo salvarla, sino que fue el causante de todo.

-Perdóname—ruega a su fresa aunque no esté ahí-perdóname—mas se dijo que ni él se disculpaba, lo que hizo le demostraba el vacío que realmente tiene en el alma y no se defendería pues hasta un animal pudo haberse dado cuenta que la lastimaban, que obligarla a cargar un niño de un extraño y luego arrebatárselo era le chuparle la vida gota a gota.

Seca unas lágrimas que se le escapan y baja a ver a Aizen que tiene reunidos a todos los espadas, como le ha gustado llamarlos desde hace unos días.

-Que gusto que nos acompañes.

No responde, simplemente toma su asiento junto a los demás y escucha en silencio, con la cabeza baja.

 

Muy baja por el cansancio, casi adormilado por el hambre y el frio, sin importar que hiciera todas las calles le parecían iguales y su rostro sucio al igual que la ropa hacen que la gente no se detenga cuando les hablaba, ni porque es un niño perdido.

 

Alguna vez le dijo su pareja que estar perdido es un buen inicio, que eso significaba ser libre, pero aun después de abandonar a Grimmjow todo parece insignificante, la libertad le asquea por la cantidad de posibilidades, opciones, esos caminos que él no quiere ni ver.

En su monotonía rompe Urahara que sin importarle la casi total ausencia de atención de Ichigo dice sus descubrimientos.

-Hace unos años se tuvo la pista de una veterinaria con extraños ingresos de dinero, se corría el rumor de que traía a jóvenes exóticos para venderlos como mascotas para algunos depravados, sin embargo esta veterinaria llamada Los Espadas desapareció cuando se empezó a investigar. Hasta hace unos días supimos nuevamente del sospechoso regresando a Japón después de nueve años de ausencia, no se sabe mucho sobre él pero…

-¿Viene a ver a Aizen?

-Eso pensamos.

-Quiero ir.

-Lo siento pero no.

No insiste por la falta de humor que le mantiene humillado a pedir algo.

 

Pedir por favor no es su estilo así que sin pena ni vergüenza se atreve a leer los documento de Urahara para saber la ubicación de Ulquiorra, ya no es dolor pero si humillación a que se fuera dejando sus sentimientos aplastados, sin darse cuenta que se permitió sentir una vez más por él y que tuvo un terrible resultado.

-Byakuya-le habla habiéndose metido a la mansión por la ventana de lo que fue el cuarto del pantera.

-Kurosaki Ichigo.

-Yo sé que tú sabes dónde puedo encontrar a Grimmjow. Debo verlo una vez más… solo una vez.

El noble piensa en negarse pero ve determinación en esos ojos, tal como la suya de un cierre aunque se metan en el camino de personas que irán por Aizen por la fuerza.

-Vamos—le dijo para que fuera tras sus pasos hacia el campo de batalla.

 

Una batalla más es  todo lo que esperan Los Espadas por órdenes de Aizen, después vendría la paz prometida.

Todo está dispuesto.

Y en el corazón la llama arde con gula de ser apagada.

 

-Ulquiorra—platica Grimmjow con el murciélago que se viste con cuello alto, cubriendo el hueco que le avergüenza llevar— ¿lo llevaste con Aizen?

Un corazón, ni Grimmjow se interesa más por eso aunque su mente siempre cerrada ahora le pide buscarlo y el único camino que encontró fue en ese niño, una esperanza para todos, humanos y espadas. Una luz. Como la eterna noche pero iluminada. Una noche blanca.

-Es mejor alistarnos. Vendrá el dios y seguramente habrá problemas-así lo llamó Aizen y por consiguiente así es considerado. Alguien que su amo busca. El fin de todo.

 

Al mando un viejo se presenta, no debe engañar su edad pues es sabio y tiene la experiencia necesaria tanto en conocimiento militar como para comprender a los jóvenes tratados como mascotas, después de todo trató a Ulquiorra, aun así previene de una inevitable resistencia pues, dice, las mentes de estos chicos harán lo que sea por su amo, lo que sea.

Urahara con su gran habilidad indica que el hecho se dará en un terreno a las afueras de la ciudad, el mismo donde se llevan a cabo las peleas clandestinas.

La presentación en el lugar es ambigua y deja confundidos a los presentes porque se suponía que encontrarían un gran desorden, luchas, drogas, alcohol, prostitución pero se muestra todo lo contrario, hay una gran limpieza de arena blanca al igual que la blancura de tanto las paredes como los pilares rojos del lugar.

-Bienvenidos—los recibe Aizen con un traje blanco y el cabello bien peinado hacia atrás, en una actitud que los pone nerviosos a todos porque no mandaron a muchas personas, solo unas pocas porque no debe ser una gran revuelta mas ahora, esa imperceptible sonrisa como la de La Gioconda, les tiene a todos en tensión—no pongan esas caras, por supuesto que serán atendidos como es debido.

 

Rukia reconoce que estar ahí le traerá problemas, más que nada con su hermano, sin embargo la preocupación tanto por aquel como por Grimmjow le hizo ir tras Ichigo y el otro Kuchiki, presintiendo que en la prisa que llevaban encontraría respuestas.

Bajo el cielo azul a la distancia puede notar la edificación que es el destino inicial hasta que un hombre al frente de ella la sorprende. Se petrifica ante la blanca sonrisa del joven.

-No puede ser—susurra para si misma.

-Hola, parece que has visto un fantasma—se burla acercándose un poco mas—Rukia.

Ella retrocede, llena de pánico, diciendo que es imposible que su bien amigo Kain-dono sea aquel pues recuerda como fotografías el cuerpo sin vida siendo enterrado cinco metros bajo tierra.

-Rukia—replica—no cesaba de decir aquello cuando tuvo que copular a la fuerza. Fue de las primeras historias que Aizen me contó, es bueno para los cuentos ¿sabes? Hasta siento que ya te conozco, Rukia Kuchiki.

-No eres él—traga saliva y contiene el llanto, preparándose para defenderse de cualquier cosa que se le ocurra a ese hombre que lentamente se le acercaba, listo para confundirla lo más posible.

-Entre humanos se dice que comer a otro es canibalismo. Lo bueno es que soy un animal—se ríe despiadadamente, haciendo alusión a un problema no solo de autocontrol, sino de personalidad—y uno muy glotón.

 

-Aquí no hay nadie—se queja Kurosaki ante el enorme terreno sin nadie, ni siquiera rastro de que haya existido la visita de un ser vivo.

-Es aquí—confirma Byakuya.

El pelinaranja, irritado como se encontraba desde hacía días, se va por su lado.

Kuchiki se da cuenta de que está solo pero así lo prefiere. También indaga en el lugar de arenisca hasta salir y continuar fuera bajo el fuerte sol de mediodía que le impide ver directamente hacia adelante, mostrándole manchas blancas por el calor que sube y mantiene todo acuoso, hasta mostrarle un bulto tirado en el piso que puede reconocer.

-Rukia—su intención es un grito mas es lo único que sale. Corre a ella, ignorando el cuerpo del otro sujeto, con la cabeza aplastada por una roca que la chica utilizó para defenderse tanto física como mentalmente de la trampa de ese loco.

-Estaba por encargarme de ella—pronuncia Zommari a las espaldas del noble—bueno, empezaré contigo.

Byakuya se levanta en actitud desafiante al hombre negro. De haberse quedado en casa nada de eso pasaría, piensa, aunque ya no hay nada que hacer y deberá pelear porque le consta de la demencial lealtad que le tienen a Aizen, que es imposible que atengan a razones, pero más importante, su hermana detrás suyo pudo ser lastimada por ese negro y eso jamás lo permitiría.

 

Mayuri en teoría es la persona encargada de curar y velar por la salud física de las personas que llevarían bajo arresto, sin embargo él prefiere pensar que su trabajo consiste en investigar a esos extraños especímenes convertidos en animales. Eso le hizo mermar a un espada que llamó estúpido y narcisista, dejándole drogado, únicamente al principio pues al negarse Aporro a rendirse,  ataca al científico, haciéndose merecedor a otra dosis que lo sume en la inconciencia.

 

-Ichigo—pronuncia recargado en un pilar, sonriendo porque esperaba que viniera.

-Grimmjow.

-Por esa cara creo que…

-Lo sé todo.

Sonríe con malevolencia el espada. Se endereza frente al menor y muestra un par de espadas.

-Soy muy bueno con ellas—se ególatra el peliazul—pero soy mejor sin ellas—suelta ambas armas para lanzarse al mismo tiempo en una carrera para asestar el primer golpe.

Kurosaki se muerde el labio a cada puñetazo y patada que era sencillo de darle a su novio, algo lo mantiene lento, herido, en pocos golpes lo reduce al piso, sangrando mas no rogando, levantándose siempre hasta caer una vez más, hasta que baja su guardia y la cabeza para hablar.

-Quédate ahí, deja de levantarte.

Sin embargo Grimmjow coloca su codo para elevar su tórax hasta que una pierna se pone en su cuello no únicamente bajándolo sino que evitándole respirar.

La fresa observaba preguntándose qué debe hacer ante el hombre de gran altura que ahoga a su pareja.

Aún conserva los pálidos ojos azules, aun con su muerte, aun con la pena de que marcara a su madre, los conservaba y con ellos le dio la espalda.

 

-Maldito mocoso—Grimmjow le enseñó al pequeño a soportar el dolor y así lo hizo, ignorando los golpes mientras muerde la pierna que apresa el cuello de quien considera su padre. Al fin lo derrumban bajo la mirada anonadada de Kurosaki.

-¡Déjalo!—grita el pequeño Kon sintiendo la impotencia a defender al pantera, entonces se gira a su medio hermano y le suplica con lágrimas en los ojos—detenlo… no quería herirla… no es su culpa, no sabía lo que hacía.

El estudiante se hunde un segundo en su mente donde está el gato que era su Grimmjow, insensible y sin razonamiento, después el pantera que le pidió matrimonio. Cierra los puños con fuerza porque aunque siguen siendo la misma persona el llanto del niño es como el suyo, uno a futuro si deja morir a Jeagerjaquez. Con un grito de desesperación  va a quitárselo de encima, recibiendo pronto cortes  de Nnoitra que no duda en usar las armas que le brindó su amo, retrocede junto con Kon hasta topar un hombre muy alto y de aterrador porte.

-Déjamelo a mí—pregona Kempachi que no teme dejar su arma de lado y luchar—vete. Este es mi trabajo—se burla al oficio que le permite de vez en cuando exagerar y acabar matando. Al concluir con el larguirucho humano sigue buscando a alguien más mientras sus superiores no lo ven, en cierta forma agradece que Aizen tuviera la astucia de mostrar a todos los espadas y luego ordenarles dispersarse en una fracción de segundo que, bajo la confusión, les hizo ir a todos tras alguno. Él perdió al que prometía darle diversión, un corpulento hombre de cabello rojizo, la única molestia es encontrarlo batallando con un completo desconocido que para su talla ha resistido bien a Yammy. Se inmiscuye en la pelea aunque Byakuya le pide no interfiera, no porque no se diera cuenta que ese moreno era parte del grupo de Urahara, sino que por orgullo a que sea salvado, resignándose ambos a pelear codo a codo con el poderoso rival.

Ichigo al ir con Kon se ve obligado a acercarse al herido peliazul que alcanza a poner una mano sobre la cabeza del niño.

-No debiste salvarme—regaña sin ánimo de mostrar su ira.

-Pero… yo quiero…--no puede decir más al atragantarse con sus propias lágrimas.

-no debiste—respalda el pálido murciélago que en silencio los observaba—no te preocupes, todo esto acabará pronto—Kurosaki no vislumbra el momento en que Ulquiorra aprisiona a su medio hermano por la playera, dejando un hueco en esta al arrojarlo unos metro más lejos, ni cuando un golpe le deja noqueado y perdiendo el conocimiento por un segundo. No podía enfocar correctamente la arena, el cielo, las nubes, a Grimmjow sobre la sangre y al pálido joven con una de las espadas sobre el vientre del otro mientras algo dice en bajas palabras algo imperceptible. Al fin se recupera y bajo la conversación del otro que menciona:  “No te gustará vivir como yo”, en un acto reflejo, sin pensar, bajo la adrenalina, desenfunda la segunda espada para perforar el cuello de Ciffer. Cae al piso sin sentido.

 

En su afán de complacer a Aizen siempre creyó que haría lo que fuera, pero al ver al jovencito, el considera prodigio, razona la idea de no lastimarlo aunque fuera en contra de las órdenes del amo. Cuando el joven Toshiro le pide se entregue pacíficamente es sorprendido por una muestra hostil, aunque más increíble es el sometimiento inmediato después a eso. Extrañado aun, la esposa.

 

La pequeña Nell lleva a su madre Nelliel al cuerpo sin vida de Nnoitra, joven del que la madre trataba diferente por las incesantes molestias pero que al verlo muerto se conmovió hasta al llanto.

 

Con gusto pelea por su dueño, aun en contra de ese hombre llamado Kyouraku que,  frente a la lealtad de un perro, decide pelear a puño limpio, quebrando costillas, destrozando tendones y músculos, adolorido e impresionado del lobo de caza que no para en ningún momento, necio al dolor como un animal que cae hasta que el cuerpo no puede más, en un golpe seco en la arena.

 

-¿Cuál es tu excusa?—cuestiona Genryusai a Sousuke que se pensaba solo.

-¿Para esto? Es simple—se gira y con apacible voz responde—quiero ser un dios.

El anciano no habla y con paciencia espera la loca alegata a ese ideal.

-Cuando me veo en los ojos de mis mascotas me doy cuenta de que soy su mundo, soy todo lo que tiene ¿Por qué habría de compartir la divinidad con otros cuando es solo para mí? Y solo requiero—da una breve caminata hasta situarse tres metros más lejos de donde se encontraba y prende un fosforo. El viejo frunce el ceño para ver la arena mojada y muy tarde darse cuenta del fuego provocado—a ti—proclama a Ichigo que le detiene el paso al otro lado—él te busca.

-¿Quién?

-Creo que no se dará cuenta de la diferencia—agrega con una risa pues le hablaba al niño tras Kurosaki—puede que ambos sean mejor.

-No tengo idea de que hablas.

-Claro que no. Nadie es capaz de imaginarse superior es por eso que soy el único capaz, el que tomara el control sobre esos anímeles ¡Nadie más puede! ¡Me verán como su dios!—delira acortando la distancia entre él y los hermanos, proclamándose el nuevo dios en la tierra, rencarnado para traer la armonía a los ovejas perdidas y que bajo su amoroso yogo nadie volverá a sufrir—¡El mundo perfecto está tan cerca que…!—un clic le nubla la vista hasta darse cuenta que sus manos están esposadas tras su espalda por un tipo de apariencia vagabunda pero sonrisa maliciosa.

-Te tengo, Aizen—sonríe Urahara al incrédulo y derrotado Sousuke.

-No puedes derrotarme—reclama arguyendo a su orgullo.

-No necesito derrotarte porque voy a encerrarte, Aizen Sousuke—nuevamente muestra una tímida sonrisa.

Los hermanos pelinaranjas se niegan a retroceder pero algo les infunde desconfianza.

-Desarmados, Aizen-sama.

-Bien hecho, Ulquiorra—agrade al espada sangrante pero que se muestra insensible al dolor—Hallibel, Aporro, Starrk y Grimmjow.

Estos tres más ingresaban al lugar en malas condiciones, con la ropa hecha añicos, golpes y cortes en el cuerpo y con seriedad necia a la derrota.

Silencio.

La risa sonora hecha eco de Aizen a su divinidad tan cercana y sus seguidores dispuestos a morir otra vez, las veces que sean necesarias, todas las que pida el nuevo Dios en proceso.

 

Notas finales:

Gracias por leer y la paciencia.


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