Cap 01: Un deseo inocente hecho realidad
Dentro de las inmediaciones de la ciudad de Tokyo, los habitantes llevan una vida bastante rutinaria: laburo, escuela, atender negocios y un sinfín de fiestas llamativas y exuberantes.
Pero sin ir mas lejos, una cándida familia gozaba de la excelente cena preparada por la menor del grupo, una simpática y alegre niña de tan solo doce años cuyo nombre es Kirishima Hiyori. La joven preadolescente estaba sentada en la mesa, con la compañía de su padre, el editor en jefe de Japun de Marukawa Shoten, Kirishima Zen de treinta tres años y su amigo (amante entre nos, porque la pequeña aun lo desconoce) el as de ventas de la misma compañía, Yokozawa Takafumi de veintisiete años.
Este trio familiar hablaba de toda clase de temas, desde los más habitués como lo eran la escuela de la niña y del trabajo de los mayores, hasta de temas bastante inusuales y disparatados como el que verán a continuación….
-Onii-chan, Onii-chan… -llamaba la castaña al adulto – Sorata-chan no ha comida su cena. –anunció señalando a la mascota que se encontraba agazapada al lado de su plato sin ánimos de nada.
-¿Estará enfermo? – cuestionó el padre.
-No creo, pienso que debe ser la edad o que esta cansado. – comentó Yokozawa al recordar que tanto la chica como el felino habían jugado toda la tarde.
-Pero Sorata-chan siempre come después de jugar. – dijo inocentemente la menor.
-Que una vez no coma no creo que pase nada. –comentó Zen distraídamente.
-Padre ya van tres días sin comer.
-Si mañana no prueba bocado, lo llevaremos al veterinario. – sentenció el vendedor.
Tras un breve silencio la joven susurró:
-Desearía que Sorata-chan nos dijera que tiene.
-Todos desearíamos pero eso es difícil. – sentenciaron ambos adultos, dejando el tema del felino por cerrado y limpiando el comedor para irse a dormir. Yokozawa preocupado se llevó al animalito al cuarto de huésped para tenerlo vigilado y también para sus adentros susurró.
-Sorata… ojalá te mejores.
La mañana siguiente, Yokozawa despierta y lo que ve lo deja sin palabras, haciéndole pensar que aun sigue soñando.
-¿Masamune?
El joven que dormía a su lado, cuya cabellera era negra como la noche y al ver que la calidez de las frazadas y del cuerpo ajeno eran removidas , el otro cuerpo entreabrió los ojos y dejó relucir el dorado brillo de estos.
-Buenos días… Takafumi.
-¿Tu quien eres? – al percatarse que se parecía en demasía a Takano pero que a la vez no lo era.
-Soy yo… Sorata, Takafumi-san. – sonríe el joven cuyas facciones relucientes, abrazó al cuerpo del vendedor y le robó un tierno beso de sus labios. Típico de felinos… de felinos tremendamente humanos….
-Esto es imposible. –shockeado y aun sin asociar ideas.
-Claro que es posible. –sonríe el chico. – Ahora pueden saber tanto Hiyori-chan como tú lo que tengo ¿no? – replicó alegremente.
Quien diría que los deseos se hacen realidad, y mas si provienen de un corazón puro como el de la menor, algo que ni Kirishima ni el mismo Yokozawa pudieron haber contemplado y predecido… un deseo que mas provocaría un problema mas que una solución.