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El Final no siempre es donde todo termina por samadhi06yaoi

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Notas del fanfic:

Je... sé que no he subido nada en mucho tiempo. Lo siento, ya saben, se va la inspiración... (Lo raro es que últimamente he estado trabajando en Madara e Itachi)...

En fin. Disfrútenlo :D

Ya no más prostitución, ni su cuerpo, ni su mente, ni su salud, ni, mucho menos, las memorias de su hermano se merecían tal cosa. Pero no podía dejar de abrazar su cuerpo, porque se moría de frío y los dientes hacían mucho ruido al chocar entre ellos, y, de hecho, ya le dolían. ¿Cómo podía curarse? No, él ya no tenía esperanza en nada, y sólo creía en su cuerpo, porque dudaba tener un alma.

La oscuridad no le gustaba, pero la luz llenaba de feos matices las cosas, haciéndolas angulosas, además de descubrirlas a los ojos. “Vuelve, Itachi, me muero… y no me gusta…” todas las noches decía lo mismo, todas la noches, pues jamás perdía la esperanza de que volviera, o de que su cerebro sufriera alguna fuerte alucinación, tan fuerte como para verlo frente a él, ¡para poder tocarlo, sentir su amor por él! Todo. Necesitaba todo de él.

Ya no se sentía mal por querer hacer el amor con su hermano. Se sentía sólo y horriblemente desesperado por hacerlo. Porque nunca lo haría, y lo sabía, pero no por eso sus deseos disminuían. ¡Lo deseaba aún con más placer! Su nombre iba y venía como una pelota de ping-pong dentro de su mente. ¡Ojalá se detuviera, y, además, saliera de ahí, a abrazarle!

De acuerdo, no importaba el sexo, se decía, dado por vencido, con la sangre hirviéndole de excitación ante, siempre, las mismas expectativas, con diferentes fantasías, y diferentes palabras, llenas de amor; todo ello inexistente. No importa el sexo, claro, pero, desearía, moriría, por dormir una sola vez con él. Ser un niño de ocho años con miedo y frío (no muy distinto a lo que soy ahora) y que me abrazara, en esta horrenda cama, en esta horrenda noche, con mi asquerosa vida.

Cada pensamiento abría nuevas llagas en su piel, le hacía derramar amargas lágrimas de desconsuelo, arrodillarse, llorar más, escupir, ahogarse consigo mismo, gritar como una bestia herida, pensar en su hermano, como siempre... ¡Había un hoyo en su cuerpo, justo en el centro! Se sentía completamente ingrávido y vacío. Nada importaba. Nada le despertaba el mínimo interés y nada le complacería; ni siquiera la muerte le seducía… Eso ya era grave.

Y pasó. Como siempre quiso, como SIEMPRE estuvo esperando. POR FIN. Al principio, sus lágrimas fueron cortadas de golpe por aquel susto, y su corazón, cerrado, nada acostumbrado a ningún tipo de contacto, se disparó dentro de él. Sasuke se arrinconó de un salto en la habitación, con los ojos abiertos, las pestañas húmedas, y la boca jadeante. Miró con atención. Aun así, estaba oscuro, y nada, nada se podría distinguir ahí.

- ¿Quieres que encienda la luz?-preguntó una voz con una curiosa mezcla de pena, ternura, recato, tranquilidad y cariño. Sasuke no se detuvo a pensar en nada, ya sabía todo antes de que pasara. Se quedó mudo, no había nada que tuviera que decirle. Él sabía todo, todo lo que ocurría en él… Casi lloró de lo precioso que le pareció el momento.

Aquella figura se movió hacia él con seguridad, como si la luz estuviera encendida. Sasuke se levantó, de pronto curado de toda debilidad y dolor, y esperó a tenerlo frente a él.

- ¿Sabes? Sí, sí quiero que enciendas la luz… necesito ver tus ojos-dijo Sasuke casi con deseo y desesperación… Deseaba mirar aquella alma, o al menos creer que había una. La luz se encendió como él deseó. Miró aquellos ojos. Mírame, mírame, rogaba Sasuke con los ojos, atraviésame, insistía. Se sentía hipnotizado por aquellos ojos, por aquel reflejo brillante sobre el negro.

Pasó, entonces, a ser víctima de su alucinación. No la controló, ella hizo lo que quiso con él, lo que le pareció correcto y agradable, y a Sasuke nunca se le antojó inapropiado. Ella, con aquel cuerpo, con aquellos ojos, con aquella voz y aquellos gestos –los mismos, los más amados por el menor-, y llena del deseo de complacer al pequeño, como lo está una fantasía, le tomó el rostro por los costados y pronunció su nombre, sólo para darle a entender que el juego podía empezar, que la fantasía podía ser realidad.

Y a Sasuke no le importó, de hecho, nunca le gustó más ser tratado con violencia: ser arrojado a la cama, ser mordido hasta el llanto, ser besado, ser excitado; su cuerpo tenía una temperatura completamente diferente ahora, y su voz era diferente, era rica y líquida, no quebrada y llena de llanto. Y su cabello era acariciado y a veces jalado a placer, como le habría gustado siempre. Su espalda fue arañada poco a poco, hasta la curva de las nalgas.

Y él era virgen. Así que las sábanas estuvieron un poco teñidas de rojo. Pero nada le excitó más. ¡Nunca pararía! ¡Nunca desearía estar cuerdo de nuevo, jamás jamás jamás! Y aquella ilusión no era un patán, pero tampoco una persona cariñosa, sino que era todo lo que él quería en ese momento, en esa cama. Y parecía tampoco querer parar. Pero el orgasmo debía llegar en algún momento… Sasuke derramó lágrimas cuando el momento se aproximó, en parte por el dolor bestial y rojo entre sus piernas, y en su mayoría por el final inevitable al que se vería confinado.

- Te amo-susurró la alucinación, mientras el menor, exhausto, húmedo, triste y caliente, a horcajadas sobre él, apoyaba su mejilla afiebrada contra el hombro perlado de sudor de su hermano. Sasuke se sintió entonces tibio por dentro y lloró, y le dijo Te amo hasta cansarse. El mayor, le apretaba contra sí, le acariciaba el cabello… Hacía de él todo lo que quería. Le mordía un poco las orejas, le repetía su nombre, le declaraba su amor…

Así como le había desnudado, le vistió. Lo hizo con amor, con delicadeza, sin detenerse a toquetear vulgarmente, sólo a besar con afecto y ternura su cuello, su pecho, su ombligo, el arco de sus pies, el dorso de sus manos, relajadas y con dedos largos y adormilados. Sasuke se quedó dormido a medio vestir, sintiéndose ebrio de placer, de amor, de felicidad... y cansado de llorar.

A mitad de la madrugada, cuando todo es silencio, Sasuke despertó adolorido, arropado en su cama y con unos dedos entre los suyos. Se asustó y comprobó con alivio que su alucinación seguía ahí, tangible. Quiso llorar, últimamente no hacía más que eso. Y escuchó sus latidos, su mente en silencio.

- ¿Quieres llorar?-preguntó una voz adormilada, casi maternal, llena de seguridad, como unos brazos abiertos y bebidas calientes para reconfortar el alma de alguien adolorido por dentro. Sasuke, sin importarle si lo veía o no, asintió, lleno de debilidad ante su creación, y lloró en silencio en sus brazos, que le acariciaron la espalda y los hombros con ternura y tranquilidad hasta que se sintió cálido de nuevo y se quedó dormido.

Pero ésa no era su vida. Sólo era un deseo. Así que cuando la mañana llegó con todas sus realidades y sus luces, Sasuke despertó con los ojos irritados, el alma rasgada y frío interno. No había ya nadie ahí, en su cama.

Notas finales:

Gracias por leer :)

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