En Ikebukuro siempre hay algo que hacer; como acompañar a una compañera luego de la escuela
- Nos vemos mañana Sonohara-san
- ¡hasta mañana! Ryūgamine-kun
Quizá recuperar el fuego de una relación….
- Vamos para allá Masaomi
- Como quieras Sakí
Incluso disfrutar de un buen sushi ruso, o ser prueba viviente de que las leyendas urbanas son reales, cualquier momento podrías tropezarte con el Jinete sin cabeza, ser secuestrado por una pandilla o ser ayudado por los dollars. Si algo es seguro es que no hay manera de que te aburras estando en Ikebukuro.
- ¡Shizu-channnnnn hazme tuyo –grito con su voz juguetona corriendo como todo un niño en dirección al rubio, sin ningún cuidado balanceaba de un lado a otro la bolsa plástica que llevaba; mientras agitaba su mano libre en un eufórico saludo
- Pulga maldita te dije que no volvieras a Ikebukuro!!!!! -hasta el momento tranquilo rubio volteo en dirección a quien lo llamaba y con una venita de ira comenzó a perseguir al intruso; aquel moreno lo volvía loco; de más de una forma- ¡¡¡NO HUYAS IZAYAAA-KUNNN!!
Los días en Ikebukuro eran relativamente tranquilos pero las noches… la verdad era que habían perdido su casta tranquilidad y todo por el alboroto que esos dos causaban, aunque acostumbrados a las peleas entre el rubio y el moreno nadie se atrevía a interrumpir; el fornido ruso inalterable continuaba promocionando sushi; moviendo únicamente la cabeza en tono reprobatorio; incluso la dama de negro los vio pasar y antes de que digitara algún mensaje los vio desaparecer, rumbo a quien sabe dónde…
- Al fin te tengo -una sonrisa canica se dibujó en los labios del rubio, que como un maniático asesino sostenía un poste de señalización
- Es cierto, si me matas en un callejón como este nadie se enterara cierto…. –por primera vez en mucho tiempo se encontraba acorralado en un desolado callejón era tiempo de jugar su última carta; de esa forma y acortando la distancia entre sus cuerpos camino lentamente simulando una sensual pasarela y estando a unos milímetros del rubio le susurró al oído- Shizuo…
Nunca antes le había llamado por su primer nombre; de hecho siempre terminaba llamándolo “Shizu-chan” con una voz por demás molesta; esta vez era diferente con una voz delicada y sedosa silabeo lentamente su nombre. Impávido por las actitudes del moreno aquel rubio guardaespaldas dejo caer el poste que sujetaba con una fuerza demencial; Shizuo se encontraba peligrosamente armado; pero basto una palabra para desarmarlo por completo y dejarlo tan indefenso como un niño.
El moreno no desaprovecharía su oportunidad para contraatacar; con sigilo saco la navaja que siempre llevaba oculta y estuvo a punto de atacar; pero de entonces
- ¿are?... Etto…. ¿Shizu-chan no has visto la bolsa que llevaba?
- C-como quieres que lo sepa –contesto después de breves segundos, intentando reaccionar ante lo ocurrido tan solo minutos atrás- ¡Ya me voy por hoy ya tengo suficiente de ver tu molesta cara!
- E-espera!! -el rubio había dado media vuelta, colocando ambas manos en sus bolsillos, pero rápidamente había sido detenido por el moreno que lo sujetaba del brazo- Perdí lo que traía por estar jugando contigo ¡ahora ayúdamelo a buscarlo!
- Tsk, no seas molesto ¡Déjame en paz! -agrego soltándose del agarre- Es tu descuido no el mío
- No voy a rogarte, está bien si no quieres –como una novia molesta dejo al rubio atrás saliendo del callejón; antes de irse dedico un tierno puchero al rubio
A pesar de que el pronóstico del tiempo en Ikebukuro siempre resultaba acertado en aquel día en especial se equivocó terriblemente, no habían pasado ni dos horas desde que el moreno y el rubio habían comenzado y terminado una más de sus peleas, y ya había comenzado a llover; vestido como siempre de camarero Shizuo Heiwajima y sosteniendo un paraguas volvía a su trabajo de guardaespaldas, siguiendo de cerca a su jefe se perdía en sus pensamientos odiándose internamente a sí mismo.
Como odiaba a Isaya, odiaba verlo rondar cerca suyo odiaba su enfermizo amor hacia la humanidad entera, odiaba que siempre lo buscara solo para molestarlo, y ahora más que nunca lo odiaba por haberse metido en su cabeza, todas esas ideas le hacían perder el control y apretar su puño con fuerza más de la necesaria. Luego de desaparecer de aquel callejón se había preguntado si aún seguiría buscado lo que perdió, probablemente no, después de todo llovía a cantaros, pero todo se podía esperar del impredecible informante, lo que más le molestaba era el sentirse culpable por dejarlo ir solo; después de todo era su culpa el que la pulga perdiese lo que llevaba; luego de momentos meditando en silencio considero que todo eso solo era parte del plan de Isaya por hacerlo sentir culpable; no era su culpa, tampoco su responsabilidad, que más daba si ese idiota se moría la sociedad estaría mejor sin él, lo había decidido dejaría de pensar en el asunto y listo eso sería todo
- Tom… disculpa debo irme –hasta ahí llego su autocontrol, resignado reconoció a Isaya como un adversario digno pues había logrado que se preocupara por él
- ¿no te siente bien? –pregunto extrañado el cobrador de deudas; pero la razón por la que el rubio había perdido el control era que como si nunca hubiese pensado en otra cosa encontró con la mirada la bolsa de plástica que su némesis buscaba, allí estaba esa tonta bolsa estoica sobre la banca de un parque
- No es eso, tengo algo que hacer –completo con un ligero rubor
- Está bien, puedes irte…. Considéralo tu primer día de vacaciones
- ¿vacaciones?
- Nunca te he dado unas ¿no es verdad?, bueno creo que es tiempo de unas
El hombre se alejó del lugar dejando solo al rubio; este último no perdió tiempo y tras tomar la bolsa extraviada salió corriendo en busca del entrometido de su mente; nunca le había sido más difícil encontrarlo por lo general era el otro el que siempre lo buscaba así que no tenía idea de dónde buscar primero.
Recorrió plazas, parques y cualquier lugar que imaginara que podía estar, estaba cansado de correr de un lado a otro con la respiración agitada detuvo su paso cuando con la vista encontró al de pelo oscuro, su delgada figura aun buscaba parsimonioso “aquello” que había perdido
- Un club nudista…. –pronuncio Shizuo mientras miraba el luminoso letrero de neón- por supuesto que estaría en un lugar así, ese idiota
Con paso presuroso se acercó al moreno, tratando de no ser tan evidente en su premura por alcanzarlo a pocos metros del otro el rubio disminuyo la velocidad de su paso tratando de verse completamente relajado y despreocupado; cuando en realidad era todo lo contrario
- No sabía que te gustaba estas cosas…. Pero que más podía esperar de alguien tan repugnante como tu
- ¿Shizu-chan? –se incorporó rápidamente pues se encontraba arrodillado buscando por todas partes como un pequeño que extravió unas monedas- ¿Qué haces aquí?
- ¡¿eres un idiota?!
- ¿i-idiota?
- porque… ¡en que pensabas al salir a buscar algo con esta lluvia!
- Eso no te importa… -continuo, desviando la mirada evitando mirarlo a los ojos- No es como si te preocuparas por mí o algo así
- No me digas lo que puedo hacer, hoy me dio la gana de preocuparme por ti – bajando la mirada, estiro el brazo cubriendo de la lluvia a Isaya cubriéndolo con el paraguas
- Shizu-chan…
- Antes de que hagas ninguna estupidez, mira encontré esto –mostro la bolsa de plástico transparente; tras percatarse de que el otro no bajaba la guardia y había comenzado a sacar su oculta navaja- tómalo…
- A-arigato –respondió extrañado, con la zurda se dispuso a coger la bolsa pero antes que lo hiciera estornudo- vaya, supongo que me he resfriado… qué más da
- ¡o-oye pulga espera! –trataba de detenerlo, después de todo no lo dejaría ir tan fácilmente- así agradeces que te haya ayudado…
- Etto… ¿debería agradecerte?
- Tsk, que molesto eres, solo camina
- ¿are?
No conocía el apartamento de Isaya, nunca se había molestado en averiguar donde vivía ese enano odioso, por esa misma razón para refugiarse de lluvia no le quedó más remedio que llevarlo a su apartamento
- Puedes cambiarte en el baño, voy a prestarte algo de ropa
- No conozco a nadie en su sano juicio que deje entrar a su casa a una peste –agrego con veneno en sus palabras, sabía que su odio era mutuo por eso no entendía porque la actitud del de cabellos dorados; tampoco quería averiguarlo no estaba dispuesto a bajar la guardia ni un solo segundo o eso hubiese sido así de no ser por los síntomas del resfrió que se apoderaban de su cuerpo y lo tumbaron contra el piso
- I-Isaya… -su voz profunda se oyó genuinamente preocupada
- Por esta vez… aceptare tu ayuda –tomando la ropa que la ofrecía y con todas las fuerzas que pudo reunir se puso de pie dirigiéndose al baño para cambiarse
La camisa le quedaba grande, basto eso para darse por vestido, cubriendo sus piernas tan solo por el largo de la camisa salió para buscar a Shizuo
- Etto… Shizu-chan… ¿Dónde voy a dormir?
- Eh…. –sus pensamientos se habían ido a otro mundo al ver de esa forma a Isaya que tomo otros 10 segundos pisar nuevamente la tierra- puedes dormir en mi habitación… yo dormiré en el sofá…
- Arigato -fingiendo una sonrisa se dispuso a caminar, pero nuevamente las fuerzas le abandonaron dejándolo en el piso- s-soy un idiota
- Si, lo eres
- No tienes que animarme Shizu-chan
- Eres un idiota por salir en la lluvia –se las arregló para cargarlo y llevarlo hasta la cama, aunque en el trayecto no dejo de estar ruborizado hasta las orejas; con sumo cuidado lo arropo y vio que estuviera cómodo, no sabía exactamente que hacer con una persona enferma y menos cuando el enfermo era su peor enemigo- ¿necesitas algo?
- Medicina… pero no tengo idea de cuál… -admitió todo inocente, la fiebre le había hecho bajar la guardia- ¿no tienes algo para la tos? ¿o la gripe?
- Dame un momento –las medicinas no era algo que abundara en su apartamento, se trataba del hombre más fuerte de Ikebukuro nunca antes se había enfermado luego de mucho buscar encontró un jarabe para el resfrió, era para niños pero supuso que ayudaría en algo luego de darle un poco al moreno lo dejo descansar
Probablemente sea prudente que también tomase un poco de medicina después de todo también podía enfermarse; pero el cansancio era mayor por un momento se olvidó de la medicina y apago todas las luces camino torpemente hacia la sala y de pronto recordó acerca de la medicina; con el tacto busco la botella de jarabe, pero con un movimiento brusco dejo caer todo lo que se encontraba sobre la mesita; el jarabe al igual que la bolsa que tanto habían buscado.
Aun a oscuras y valiéndose de su tacto busco en el piso algo que pareciese una pequeña botella; lo que no sabía era que el contenido de la bolsa también era una pequeña botella; por un descuido o quizá el destino encontró primero esa botella, y confundiéndola con el jarabe para la tos bebió todo el contenido.
El peligroso contenido
Un nuevo día comenzó, iluminado por el sol sin vestigio alguno de amenazadoras nubes de lluvia, solo la tranquilidad de un nuevo y soleado día.
Los rayos de sol obligaron a despertar a esos esculpidos cuerpos entrelazados entre sí, unidos por la cercanía de la carne
- No te muevas tanto… -pronuncio adormilado el rubio, mientras aprisionaba contra su cuerpo la cintura del azabache
- ¿S-shizu-chan? –contesto desconcertado el pelí-negro que escondía su rostro en el pecho del rubio