Prólogo.
Aún recuerdo cuando reíamos juntos, cuando me abrazabas porque tenía frío, cuando sonreías sin razón alguna, cuando caminábamos tomados de la mano por las calles sin importar el qué dirán, cuando me besabas y acariciabas mi mejilla, cuando comíamos y me quitabas los restos de comida que quedaban en la comisura de mis labios con tu dedo pulgar, cuando por primera vez entraste a ese salón de clases y te sentaste junto a mí, cuando nos saltábamos clases para estar juntos, cuando me fracturé el pie y pasabas todos los días después de la escuela a mi casa a cuidarme.
Todo eso yace en mi memoria, cada detalle tuyo, cada recuerdo no lo podré borrar jamás… Porque fuiste y serás la persona más importante que he conocido, y no podré olvidarte jamás, desde que te conocí, tú nombre quedó tatuado en mi corazón y nadie podrá quitarlo.
Recuerdo cada día en el que pasamos juntos, por alguna razón guardé en mi memoria cada una de las cosas que hicimos en los 1460 días que estuvimos juntos, cada minuto, cada segundo en que te tuve junto a mi lo aprecié como si fuese el último, por alguna razón sabía que esto iba a pasar y que algún día tenías que partir a un lugar mejor, para que no sufrieras más, para que al fin… Pudieses encontrar paz y tranquilidad.
Ahora que te has ido, quedó un vacío inmenso en mi corazón. Nadie podrá curarlo, tan solo tú tenías la capacidad de llenarlo de amor con tan solo mirarme.
Porque fuiste y serás la persona que más he amado.
Yeollie, ¿estás bien? ¿Cómo es todo allá arriba? Te extraño demasiado, sé que ahora me cuidas, que eres mi ángel guardián, que me proteges.
Si tan solo pudieses responderme.
Capítulo 1.
Desperté sobresaltado, me senté en la cama y sentí mi cara húmeda. Había estado llorando. Observé mi ropa, llevaba unos jeans negros, sudadera negra y una chaqueta del mismo color. Me había dormido con la misma ropa, que llevaba puesta hace 3 días. Miré el reloj que estaba en mi muñeca. Las 10:55 pm, tan solo había conciliado el sueño por cinco minutos. Me levanté de la cama con sumo cuidado y me dirigí al baño. Al adentrarme en aquel lugar me vi reflejado en el espejo. Estaba hecho un completo desastre; mis ojos estaban hinchados y tenía unas enormes ojeras bajo ellos, mis labios estaban resecos, mi piel estaba pálida.
Abrí el grifo del lavabo y dejé que el agua corriera, junté mis manos llenándolas de agua para luego frotarlas en mi cara, dejando que el agua la mojara completamente. Cogí una toalla que estaba cerca, me sequé el rostro y la dejé en el mismo lugar.
Salí del baño y me recosté nuevamente en la cama, giré mi cabeza hacia la mesita de noche. Y ahí estaba, aquella foto en que 2 jóvenes eran completamente felices, se veía reflejado en las amplias sonrisas de cada uno, el más alto abrazaba por la cintura al más pequeño. Era una captura completamente romántica, y el fondo de aquella foto lo hacía ver aún más, estaba situado en una playa, por lo que se ve están en plena puesta de sol y las olas rompen tras ellos.
Tomé el marco con la foto y me quedé observándola un momento. Si tan solo pudiera tener una máquina del tiempo y hacer revivir ese momento, lo haría sin dudar. Pero lamentablemente no se puede y el hecho de que ahora esté solo, sin ese gigante que me abrace en estos momentos, sin esa cálida sonrisa que me transmitía paz y alegría… Me hacía sentir terrible.
Ante esos pensamientos sentí que mi vista se nublaba y que de a poco las lágrimas caían sobre mis mejillas. No pude evitar llorar fuerte y desconsoladamente. Él ya no está, no volverá jamás… Porque esa persona que tanto adoraba y amaba, se había ido y no volvería jamás. Él había muerto.
Aún no podía asumirlo, estaba completamente seguro que él entraría por esa puerta, que llegaría gritando por toda la casa “¡Baekkie, amor! Despierta que ya es tarde, te tengo una sorpresa”. Tan solo quería creerlo y poder seguir mi vida normalmente, pero una parte de mi cabeza decía que no, el no volvería y que por más cruel que fuera… El ya no estaba, había desaparecido y que debía salir adelante y salir de esa depresión.
Algo hizo que saliera de mis pensamientos y fue el timbre de la casa. Me levanté sin ánimo alguno de la cama, salí del dormitorio secándome las lágrimas con el dorso de mi mano, me adentré en el living-comedor y me dirigí a la puerta de entrada, la abrí y unos fuertes brazos me atraparon.
-¡Baek! Dime que es mentira, por favor. Esto es imposible… Él no puede…-Aquella persona hablaba en susurros mientras me tenía atrapado en un fuerte y cálido abrazo.
-Kyungsoo… Esto debía pasar algún día. - Dije en un fino hilo de voz, tan solo recordarlo hacía que mis ojos se llenaran la lágrimas.
-P-Pero… ¿Q-Qué pasó? - La voz de Kyungsoo se quebró poco a poco y terminó llorando en mis brazos. Sin poder evitarlo… Yo también lo hice.
-Ven, siéntate. – Hice pasar a mi amigo y me senté en uno de los sillones e hice un espacio en el que estaba para que estuviese al lado mío, le indiqué que se sentara. – Él estaba enfermo, Soo. Se los ocultó a ustedes porque no quería que sintieran lástima por él. Al único que le mencionó su enfermedad… Fue a mí. –
- Baek, sé que hablar de él es difícil para ti pero solo quiero saber algo más. Quiero saber qué enfermedad tenía…- Tan solo veía como a Soo le corrían las lágrimas por sus mejillas.
-Cáncer. – Dije en un susurro, sin haberme dado cuenta había comenzado a llorar otra vez.
Kyungsoo se acercó a mí y me abrazó. Escondí mi rostro en su cuello y lloré a más no poder. Debía admitirlo, extrañaba a Chanyeol .
Poco a poco fui cerrando mis ojos, mi llanto ya no era tan intenso, mi respiración comenzaba a tranquilizarse y finalmente me quedé dormido en los brazos de Kyungsoo.