Había arrojado todo al suelo. Periódicos, folders, fotografías, mapas...
Total, estaba aburrido y quería que Alguien recibiera toda su frustración, así que lo llamo para que viese el desorden causado.
-¡John!-
Grito, tumbándose a su sillón a todo lo ancho y desparramado, alzando la pistola que llevaba en mano apuntando a la puerta. Solo el cielo sabría que planeaba hacer si el médico se hubiese asomado al llamado.
Claro, no ocurrió.
Bien que Sherlock detestaba repetir las cosas, pero últimamente se le venía haciendo su único par de palabras en días sin casos o acertijos en que pensar.
-¡John! ¡Doctor John Watson!- frustrado, disparo.
No había nadie. Su médico compañero ahora se la pasaba en su mediocre trabajo tiempo completo.
“Con tal de no verte derrochando aburrimiento. “ le dijo hacia ya semana y media.
Maldita sociedad; estúpidos mercenarios y criminales sin sentido de planeación. Todo era totalmente banal que la policía no lo requería ni el se interesaría en casos pobres.
Trono la boca. Ni la señora Hudson estaba ya que había salido de compras como cada jueves en la tarde.
Jalo el gatillo nuevamente sabiendo que nada saldría. John le había quitado las balas solo dejadole una para esos casos. Que idiota que nada sabía.
Bien, decidió lo que haría. Obviamente ir y fastidiar a John. Necesitaba su atención. Y en cinco minutos se cambio, portando su buen abrigo y bufanda para salir y tomar un oportuno taxi.
A los minutos y saliendo del transporte le pareció totalmente aburrido el edificio. De esos hospitales a los que iban la gente con una simple calentura o un sangrado de nariz. Bufo, abrigándose para entrar a un mundo tan falto de interés.
John era un pequeño, común y santo civil que tontamente, después de ser médico del ejercito, escogió ese sitio.
Se acerco a la recepcionista.
-John Watson.- ordeno sin más información.
-¿Disculpe?- la mujer, algo desconcertada, examino al sujeto que la intimido con una mirada de molestia.
-Quiero al doctor John Watson. Trabaja aquí.- señalo la computadora que frente a la mujer estaba. ¿Que tan lenta podía ser?
-Ah, claro. Por favor, tome una ficha.- acerco al mostrador una ficha con un numero 26 en ella.
Sherlock alzo la ceja para entender al segundo siguiente. La burocracia en el hospital. Pero él no era un paciente cualquiera que necesitaba a John.
El debía verlo. Éste debía atender sus quejas ya que eran principalmente su culpa al acostumbrarlo a tenerlo ahí, escuchándolo y admirándolo cuando nadie antes lo hacia... cuando no le importaba.
Así que insistió rechazando groseramente la ficha naranja.
-Quiero a John Watson ahora mismo.- elevo su, de por sí, gruesa voz; así logro que la mujer ya tensa llamara aparentemente a su jefe.
O jefa, en este caso.
-Ah, bien. ¿Qué ocurre?-
Sarah, recordaba Sherlock. O al menos la relacionaba con las descripciones que daba John de su “Magnifica Jefa Tolerante.“ Su actual y disfuncional pareja con quien nada directo obtendría, según Sherlock, al examinarla de pies a cabeza en 5 segundos.
-Quiero a John Watson.- cielos, ya había repetido las suficientes y complacientes veces esa frase. -Quizá me lo lleve de aquí ya que lo requiero.- reto con una mirada a Sarah.
-¿Y usted es...?- pregunto algo indignada por como hablaba de John. Por cuanta pertenencia sobre su hombre daba en un simple par de frases.
-Sherlock Holmes.- y nada mas de información desgastada; punteo el ambiente con absoluta desesperación.
Pero a Sarah, ese hombre ya unido al nombre, le caía realmente mal pese a no formularlo nunca con John cuando de él hablaba. O cuando por él mismo la cancelaba a ella. Se encontraba celosa a veces de aquel que apenas y hoy conocía; si, estaba fastidia.
-¿Alguna emergencia?- la apacibilidad de la mujer se borro.
Sherlock dio una exhalación hastiada.
-Claramente no estaría aquí si no fuera...-
-El doctor John Watson termina su turno a las 6:00 pm.- la ira brotaba. -Y aunque lo piense esperar aquí 3 horas y media, con lo insistente que es, él tiene un compromiso.- sonrió. -Conmigo.- termino muy beatífica.
Pero se enfrentaba a Holmes. Nada se quedaría en corto ahi.
Se enfrentaban en un fuego casi y de broma visible tanto por enfermeras como pacientes que desde que cruzaron palabra detuvieron todo con tal de ver como acababa eso.
Tal detenimiento e interés de todos, que en un consultorio no muy lejos de la zona de batalla estaba un alegre doctor dando el final visto bueno a su paciente.
-Bien, solo descanse y continúe el medicamento.- se despidió. -Por favor, avise al siguiente que pase.-
-Sí, gracias doctor Watson.- se despidió un hombre, saliendo.
John se estiro en su incomoda silla y le extraño mucho que nadie hubiese entrado ya a consulta. ¿Habría acabado su día? Aun le era muy temprano.
Se aventuro afuera, llegando a la pequeña sala de espera donde nadie le hacia el común caso a la televisión, sino a una escena que a John casi le hace irse de espaldas.
Sarah y Sherlock echando chispas, justo en la recepción.
Se apresuro a interferir lo que fuese que discutían, sabiendo bien lo incluía aunque sin la mas mínima idea de cuan íntimamente.
-John es mi pareja actualmente, señor Holmes.-
-No lo dudo. Para empezar, esta desempeñándose profesionalmente en ‘este‘ lugar. Es tan obvio que es usted su actual pareja.-
“¡Dios!“ El médico quedo petrificado. ¿Interferir o no? Estaban tan expuestos que si intervenía la gente iniciaría los cuchicheos; y cuanto detestaba que la gente hablara.
-Solo entienda que ahora tiene una obligación mucho más satisfactoria para conmigo, y no con su simple compañero.-
“¡De piso! Sarah, acláralo; ¡De Piso!“ grito John en su mente al ver las reacciones nada favorables a él con respecto al termino que uso con Sherlock.
-¿Obligaciones? Nada de eso. Vivimos en el mismo piso. ¿¡A quien atenderá más?!-
“Basta, Sherlock!“ dió un paso al frente mucho más corto que el que dio para atrás al oír a los pacientes sorprenderse con la confesión. “¡Solo... no digan mi nombre, no digan mi nombre!“ suplico decidido a escapar.
Mientras, Sherlock ya había llegado a su límite de tolerancia. No se podía creer seguir discutiendo con esa mujer... pero era competitivo y posesivo, así que diría su frase ganadora.
-Creo que debe saber que John Watson y yo somos...-
-¡¡Compañeros de piso!! ¡Solo soy su compañero DE PISO!- John se lanzo a coger del abrigo a Sherlock, jalándolo a un lado y acallándolo con una amenazadora mirada.
La gente comenzó a hablar. Algunos daban la impresión de entender ahora bien. Otros aun entendían mal la situación de los hombres, para desgracia de John.
A Sherlock le basto. Tenía ya a John.
-¡¿Qué haces aquí!?- le reclamo cuando ya las personas les daban privacidad visual. -¡Primero que nada, discúlpate con Sarah!-
La mujer se regongoneo visiblemente ante Sherlock. Éste, por su parte y como siempre, pensó rápido y perfectamente.
-Estaba aburrido.- dijo con seriedad a la cara de John, cambiando así su gesto de vergüenza y enojo al que siempre ponía cuando Sherlock decía eso.
Torcía la boca y miraba por sobre el hombro al más alto, pensando.
Suspiro, y con una mirada se disculpo con Sarah por parte de ambos y llevo a Sherlock a la pared más discreta posible. Atrás, Sarah tenía una total expresión de sorpresa.
John la dejo por atender a Sherlock primero.
-Escucha, no tenias que venir a esto.- se refería a molestar en su trabajo por querer llamarle la atención como toda la semana sin casos policiacos. En el fondo, John se sentía culpable; Sherlock era como un niño mal educado por su culpa después de 10 días de ‘abandono‘. -Bien, voy a salir a las 6:00. Molestaremos a Lestrade, o a Mycroft, por un caso interesante, ¿De acuerdo?- sonrió de lado.
A Sherlock eso le pareció una verdadera ‘cita‘, aunque su atención estaba en otro lado.
-Ah, ¿Sherlock?-
Lo ignoraba. Trabajaba su mente en algo útil, por fin después de tanto tiempo.
Detallaba a la gente que tanto escuchaba antes; principalmente a quienes portaban una respectiva ficha naranja; aquellos quienes serian los pacientes de John por hoy y todos los días siguientes; los mismo que se veían algo nerviosos y hasta avergonzados ahora.
Sabía bien que ya ninguno de ellos querría atrasar inútilmente al doctor.
Por otro lado, Sarah, se empequeñecía ante sus compañeras que se mostraban muy al tanto de que John estuviera con él y no con ella. Seguro así el compromiso antes mencionado se cancelaba. Con suerte no la vería más.
Que conveniente. Un John libre para él.
-Que la gente hable.- dijo, extrañando a John.
-¿Que hable qué?- alzo una ceja.
-Cosas de esas que te molestan sobre nosotros. Es perfecto.- soltó sencillamente como si resolviera banalidades obvias.
John se sonrojo.
-A mi no me parece perfecto.- desvió la cara de la Sala de Espera tan concurrida. -Cielos, no sabes cómo funciona esto, de verdad.- dijo molesto y negando con la cabeza.
-Si funciona para mí, está bien.-
-¿Eh?- lo miro.
-Si eso aleja a la gente de lo que me corresponde, o sea tu tiempo, es brillante.- sonrió a John.
“Que absurda y tonta confesión.“, pensó John bajando la cabeza y ocultando un cálido sonrojo en su rostro con una mano sobre él.
-A las 6:00 pm.- dijo. -Te espero, querido ‘compañero‘.- se aseguro de que lo escucharan los presentes y se marcho campantemente.
John no cabía en su pena. Tal parecía que Sherlock lo necesitaba mucho, y eso lo ponía feliz.
Feliz, y públicamente gay a ojos de la gente que no hacía otra cosa más que hablar.