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Magia mental. por Angel_Chan

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Notas del capitulo:

Resumen: Sherlock no sabe que hay fuerzas mayores a la de un criminal o una mente maestra… Pero llegará a averiguarlo cuando se interne en el mundo de la magia y santería.
Serie: Sherlock BBC.
Pareja: John-Sherlock.
Clasificación: Romance-Amistad.
Advertencia: Fem!John-Hetero. (Lo siento, pero así es)
Capítulos: Prólogo 00/¿?.
Palabras: 1.935 (Prólogo)
Notas: No sé cómo se me ocurrió esta historia, sólo sé que me puse a escribirla en el acto… El titulo es de mi Beta, siempre me salva con ellos, porque no son mi fuerte,
Fecha: 23/07/2013.
Beta Reader: Pleasy TheYoko Stay.
Disclaimer: Todo lo referente a Sherlock Holmes pertenece a Arthur Conan Doyle.

Magia mental.

 

Prólogo.

 

Apenas se oían sus pasos mientras recorría el pasillo a toda prisa. No que tuviera que llegar a ningún lado tan condenadamente rápido, pero siempre caminaba de la misma manera; era su forma habitual de ser… Simplemente así era Molly.

Llevaba una carpeta con las entradas recientes apresada contra su pecho, la habían llamado para que asistiera a una autopsia urgente. El cuerpo era el de una mujer que había caído victima de la ira de otra, según había escuchado del mismo Lestrade.

Oyó la voz de Sherlock antes de llegar a la morgue y rápidamente aumentó el ritmo de sus pasos. Era obvio que si había un cuerpo interesante el detective estaría presente; lo malo era que también allí estaría…

—Por favor, Sherlock… ¡esto es una morgue!. —Suspiró John secándose las lágrimas que le causaron las risas.

—¿Y?, no creo que ellos lo tomen como una falta de respeto… —Espetó Sherlock con una sonría aún bailándole en los labios. —Ah, Molly…

John se puso serio en cuanto Sherlock nombró a la forense. Por respeto a su trabajo, él se comportaría como el profesional que era. El detective le guiñó un ojo mientras recibía a la chica, y la rodeaba descuidadamente con uno de sus brazos.

—Sé que tienes algo interesante en tus manos. —Murmuró muy cerca de ella, apuntando a la carpeta casi escondida entre los brazos de la mujer.

—Aún no he comenzado, Sher- Sherlock… —Dijo ésta, nerviosa por la cercanía inusual, y a sabiendas que el compañero del detective estaba detrás de ella.

—No hay problema… podemos esperar a que termines. Vamos John, tomaremos un café… Volveremos en un rato.

—Ok.

Molly no pudo evitar suspirar ante el guiño coqueto y la sonrisa traviesa que pareció dibujar Sherlock en esos momentos, antes de cerrar la puerta de la morgue.

Sabía por qué lo hacía, ella no era una idiota. Sherlock sabía a la perfección que ella lo haría todo por él porque siquiera la notara… Una sonrisa, por más falsa que fuera, le hacía temblar las piernas.

Comenzó con la autopsia tratando de ser realmente específica con el informe, algo digno que Sherlock quisiera leer. Oyó los pasos seguros resonar en el pasillo, y se apresuró a ordenar todo nuevamente… Esperó por una de las entradas espectaculares del detective, pero luego de unos minutos nada pasó.

Molly siguió con lo suyo de manera más tranquila, hasta que una nueva ola de carcajadas la sorprendió en plena tarea. Se asomó por la pequeña ventanilla de la puerta, viendo a John reír a pulmón lleno, y a su lado, Sherlock reía a su par sosteniendo en sus manos un vaso térmico de café.

Parecían estar disfrutando de algo sumamente importante… sumamente privado; podía ver como los labios de Sherlock se movían antes de que el doctor volviera a romper en carcajadas.

La compañía de ambos hombres no era rara para ella, los había visto muchas veces ir y venir por todo el hospital, pero esa cercanía… era totalmente nueva. Jamás había visto a Sherlock tan cerca de otra persona desde que conocía a ese hombre tan maravilloso.

—No puede ser… —Se dijo a sí misma, reteniendo el gemido involuntario que escaló por su garganta ante la imagen mental que se había hecho.

¡Eso era imposible! ¿O no?… John no era gay, y Sherlock… a Sherlock no podían gustarle los hombres tampoco. En verdad ella creía que no le atraían ni hombres, ni mujeres… pero al parecer se equivocaba.

Pero las evidencias estaban allí, frente a sus ojos… Todo el lenguaje corporal del detective se lo decía, estaba tratando desesperadamente de atraer la atención del doctor… y lo conseguía sin ningún problema, obviamente.

—Oh Dios… —Mordió sus labios, creyendo que desfallecería en ese mismo lugar.

John se apoyaba contra la pared junto a una de las ventanas, y Sherlock estaba parado muy cerca suyo. El doctor había acabado su propio café, y luego tomó el de Sherlock --el cual casi no había tocado en lo absoluto-- terminando con el contenido en muy pocos tragos, antes de tirar ambos vasos a la basura. Ese fue el momento en el que Sherlock decidió volver a entrar a la morgue.

—Veo que has acabado… ¿Algo interesante? —Sherlock no esperó por una contestación, simplemente fue hacia la mesa, recogiendo el informe de la autopsia.

Molly no contestó tampoco, aún alterada por lo que había podido deducir acerca de Sherlock, del hombre del cual ella estaba enamorada. Miró a John un poco alejado del detective viendo distraídamente el cuerpo sobre la mesa, no le extrañó que pudiera hacerlo, después de todo era un médico militar, de seguro había visto cosas más crueles en el campo de batalla.

Pero no evitó verlo con odio en sus ojos cuando en menos de un minuto, Sherlock reclamaba su presencia y su cercanía nuevamente.

—¿Piensas que sea algo más?…

—Esa mujer está loca. ¿Cómo puede pensar en algo como eso, John?.

—Ella está convencida de que la mujer con la que discutió su madre la… ‘embrujó’, Sherlock. Lo dijo muy segura de sí misma, dice que llegó a escuchar cómo la ‘amenazó’, diciendo que moriría en ese mismo momento.

El detective chasqueó su lengua con enfado. ¿Cómo era posible que su compañero pensara siquiera en que eso podía en verdad haber pasado?.

—¿De qué… de qué hablan? —Molly se sintió absorbida en un instante en que ambos pusieron la vista sobre ella, como si recién se dieran cuenta que la forense había estado con ellos todo ese tiempo.

John sonrió de lado al ver que Sherlock gruñía en disgusto.

—La mujer que ‘atacó’ a la víctima es una vieja gitana… La hija de la mujer dice que la ‘embrujó’. —John se encogió de hombros al ver que Molly se lo quedó viendo como si le estuviese tomando el pelo. —Eso es lo que piensa la hija de la víctima… después de todo fue testigo de la discusión entre ambas mujeres.

—Oh…

—Eso es ridículo, nadie puede matar sólo con una palabra…

—¿Eso es, metafóricamente hablando? Porque te recuerdo que tu amigo Moriarty puede hacer mucho con sólo tronar sus dedos.

—Eso es diferente… —Sherlock masculló entre dientes, lo de Jim aún estaba muy presente, pero John había tomado cierto placer con molestar al detective con ello, luego de que sus pequeñas vacaciones lo dejaran una vez más cuerdo. Además, la amistad entre ellos era ciertamente diferente ahora. —El informe dice paro cardio-respiratorio… Listo, se acabó el problema.

—¿En verdad crees que murió de causas naturales? —John señaló el cuerpo muy cerca de ellos.

—¿De qué otro modo moriría?. Que yo sepa las palabras no matan, John… al menos no físicamente. Y los demás testigos aseguran que la mujer acusada no se acercó a la víctima en ningún momento… ¿Con qué la mataría? O mejor aún, ¿cómo?.

John asintió, concediendo que el detective tenía razón, pero Sherlock, que todo lo racionaba no sabía que también había ciertas fuerzas con las que no se debía jugar. Y en cierto modo, estaba agradecido que su compañero no creyera en una sola palabra de ‘magia’ o ‘hechicería’… al menos eso los mantendría alejados de cosas que era mejor no tocar.

—Después de todo, esto era aburrido… No le vuelvo hacer caso a Lestrade. —Sherlock bufó dejando la carpeta con el informe nuevamente en la mesa, listo para retirarse a seguir aburriéndose en su departamento. —Vámonos, John… No hay más nada que hacer aquí.

John apenas saludó a la forense de manera escueta antes de seguir a su compañero.

Molly los vio salir, retomando su charla ni bien la dejaron sola. No sabía qué más pensar, Sherlock pudo llegar a ser homosexual todo ese tiempo y no haberse dado cuenta de ello hasta que John Watson se cruzó en su vida.

Sí, lo más seguro era eso.

—Lo mejor será que te olvides de él, mi niña… Simplemente no es para ti.

La forense sintió de golpe la presencia de alguien detrás suyo. Algo completamente extraño, porque  sólo habían estado ellos tres allí… Se giró, para encontrarse con una sonrisa amable enmarcada por unos bucles de cabello castaño, casi descoloridos por la edad.

—¿Perdón?.

—Ese hombre, mi niña… —La mujer apuntó con su cabeza en la dirección en la que Sherlock y John se habían retirado, negando suavemente.

Molly no supo qué contestar a ello, sólo permaneció viendo a la mujer con cierta reticencia; no parecía tener más de cincuenta años, pero no estaba muy bien arreglada… así que no podría aventurarse a una edad aproximada.

—Usted no puede estar aquí… —Murmuró apenas se compuso un poco, su mente aún era un hervidero de ideas, y todas ellas ponían a Sherlock muy lejos de sus expectativas.

—Oh, no te preocupes querida… Sólo venía a verla a ella. —La mujer señaló la mesa de disección, pero el cuerpo sobre ésta estaba cubierto, y no era visible. —Ella no tenía la culpa de nada… pero tampoco tuvo cuidado. Pobre de ella.

Molly la observó acercarse, sus manos adornadas en plata, anillos y pulseras, viajaron por sobre la cubierta de nylon. El semblante de la mujer era sereno, y hasta podría jurar que había algo de tristeza en sus ojos.

—¿Usted la conoció?… Digo, ¿es pariente cercano de la victima?.

—Puedes llamarme Agatha… Y soy lo más cercano que pudo tener a uno antes de morir. —La mujer le sonrió tranquilamente, mientras Molly daba con la magnitud real de sus palabras.

—¿Usted es..? Oh, Dios…

—No te preocupes, mi niña, no es así como sucedió… Pero a veces, hay personas que no entienden la magnitud de ciertas cosas, y actúan a la ligera… Obviamente, toda acción tiene su consecuencia.

Ella era la gitana de la que Sherlock y John habían hablado, la que la hija de la victima señalaba como la ‘asesina’. Contuvo la respiración cuando la mujer se acercó hacia ella, segura de su paso, del cual Molly no pudo ni alejarse. Le sonrió con dulzura mientras le extendía su mano hacia ella.

Molly respondió sin pensarlo mucho en realidad, dejando su mano sobre la de la gitana.

—Veo que me necesitaras querida, no ahora, pero vas a requerir de mis servicios… No temas, no hay peligro para ti en el futuro, si actúas con prudencia. Y sigue mi concejo, ese hombre no es para ti.

La forense asintió, sin saber bien lo que la mujer le hablaba, retrayendo su mano hacia su propio pecho luego de que la mujer desviara sus ojos hacia un pequeño bolso colgado de su cintura.

—No dudes en venir a mí, puedo ser de mucha ayuda. —Agatha entregó un tarjeta, y le sonrió por última vez antes de dejarla sola en la morgue.

Molly sintió que estaba en alguna clase de sueño loco, que aún estaba en su casa, en su cama, y con su amado pijama de algodón, sin poder despertar para comenzar su día.

Observó la pequeña tarjeta en sus manos, sólo el nombre de la mujer, y del otro lado… una dirección, no muy lejos de allí, casi a mitad de camino entre su casa y el hospital.

Negó con un sonrisa, restándole importancia al ofrecimiento de la gitana, seguro sólo estaba tratando de engatusarla para que pudiera sacarle dinero, quizás decirle lo que ella quería oír… Que se casaría, tendría una casa y muchos hijos. Pensó en Sherlock en esos instantes, y tal vez dos niños muy parecidos al detective, y al segundo ya estaba completamente sonrojada de su idea.

Pero no… La mujer le había dicho que se olvidara de ‘él’, que no era para ella. ¿Hablaba de Sherlock?.

 

Continuará.

Notas finales:

Notas Finales: ¿Van interiorizándose con la trama? No es tan difícil, está cantado… ¿no?.


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