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Morfina por Metropolis pt 2

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5:30 am- Dijo Tezuka, mientras se recostaba en aquella incómoda cama. Una almohada demasiado alta, un cobertor demasiado grueso, y un colchón insano para una espalda normal. Kunitmisu odiaba dormir en aquel lugar, pero lamentablemente era el único espacio condicionado para que los cirujanos internos pudieran descansar de sus extenuantes turnos.

Había pasado 15 hrs de pie operando el corazón de una joven estudiante la cual, producto de un accidente de tránsito, había sido atropellada de una forma brutal, por lo cual debió ser intervenida en una cirugía de extrema dificultad, pero aun así el joven médico de 26 años pudo salvarla junto a su equipo. Estaba feliz, las horas invertidas habían dado resultado positivo, lo cual no era esperable después de tan gran trauma recibido por la joven operada.

 

5:35 am- Tezuka vio por última vez su reloj antes de reposar su cabeza en aquella almohada más semejante a un ladrillo de construcción. Cerró los ojos esperando descansar después de tan extenuante jornada de trabajo, deseando que el próxima día... o las próximas horas, fueran más tranquilas de lo acostumbrado, de lo contrario no estaba seguro de poder mantener el ritmo.

 

El trabajo dentro de un hospital podía convertirse a veces en un infierno, y bien lo sabía Tezuka. Jornadas de 72 horas en donde no había opción de error... quizás aquello era lo que el joven médico buscaba, la perfección en una profesión honorable. Salvar vidas como primera meta sin necesidad de titubear, y bien así Tezuka había logrado alcanzar la distinción máxima dentro de su círculo de médicos. Cursando el último año de residente en su carrera de cirujano, Tezuka estaba más que seguro sobre su elección de profesión. Después del tenis, la medicina lo apasionaba enormemente y estaba seguro de querer desarrollar su vida en aquel ámbito... Sin embargo, había algo que Kunimitsu añoraba, y aquello era poder descansar aunque sea un poco. Las últimas semanas habían sido "de locos". La sala de emergencia llena de traumas y casos clínicos dignos de escribirse en un libro  de medicina tanto por su complejidad como por su rareza. Operaciones a cada momento, conversaciones con familias angustiadas, papeleo interminable, cuidados de post operatorios, y por si fuera poco, debía lidiar con una que otra enfermera sonrojada intentando ligar con él. Esto último era lo peor de su trabajo. Tezuka estaba cansado de tener que estar sometido a aquellas situaciones estresantes. Al comienzo de su carrera como interno la situación era tolerable, pero con el paso de los años ya no estaba para aquellos juegos ni malos ratos. Se sabía el discurso para alejar a las jovencitas de memoria "Lo siento, lamentablemente no tengo tiempo para una relación". Aquello funcionaba muy bien, las jóvenes se marchaban resignadas pero de cierta forma aquella afirmación no tenía nada de falso. Las horas invertidas en la profesión no le permitían desarrollar una vida social muy activa más que pequeñas interacciones con sus colegas, lo que al mismo tiempo, agradecía. Por ahora sólo tenía en mente una cosa y esa era dormir.

 

Ya relajando su cuerpo sobre aquel colchón insufrible, una luz proveniente desde la puerta nockió sus ojos, no quedándole otra opción que dirigir su mirada en aquella dirección.

 

- Dr. Tezuka, hay una emergencia, lo necesitamos en la sala de urgencia ahora - Dijo el nuevo enfermero en práctica, Horio. El joven salió corriendo con dirección a la sala de urgencias dejándole la puerta abierta al cirujano.

 

Tezuka se levantó con pesar de su cama poniéndose rápidamente los zapatos y su delantal blanco. Se pasó la mano por su cara en signo de cansancio y salió tras Horio para atender la nueva emergencia.

 

No alcanzó ni a dormir 20 minutos cuando allí estaba de nuevo. Un box de emergencia tratando a un nuevo caso. Un joven de 33 años el cual sangraba sin control por su nariz. Por lo menos esta vez el procedimiento era simple, controlar la hemorragia y derivar al médico neurólogo.

 

 - La hemorragia ha cesado Dr. Sus signos vitales están estables. Ordene el próximo paso- Dijo la jefa de las enfermera, la respetada enfermera Sumire. Con más de 25 años de experiencias dentro del hospital, era la enfermera más respetada del lugar, incluso podía darse el lujo de conversar y hablar directamente con todos los cirujanos, lo cual no era aceptable para profesionales de su rubro.

 

- Súbanlo para que le realicen un scanner y llamen al Dr Oishi-  Dijo Tezuka aliviado de que el momento crítico haya terminado después de 40 minutos de trabajo ya mecánico a esas alturas.

 

-Sí doctor - Mencionó Sumire mientras le hacía señas a su sobrina, la enfermera en práctica Sakuno, para que llevara al paciente al tercer piso a realizarse los exámenes. Sumire sabía la enorme torpeza de su sobrina para realizar cualquier tarea, de hecho siempre se preguntaba cómo la jovencita de trenzas había llegado a realizar su internado en ese hospital de prestigio. Nunca encontró una respuesta... - Horio, acompaña a Sakuno - Sumire además sabía que Horio tampoco era un enfermero destacado, pero sin dudas tenía más habilidades que su nieta.

 

- ¡ Hai ! - Dijo Horio al tiempo que movía la camilla con el paciente intentando salir del box... Aquello levaría un par de minutos.

 

 Tezuka se dignó a salir rápidamente de aquel box de atención en busca de una cómoda silla.  Por dios, sólo quería descansar ¿era mucho pedir?  Su cuerpo de 26 años ya no le respondía de la misma forma que cuando tenía 22. El trabajo lo tenía exhausto, se sentía como un abuelo de esos que reposaban en el último piso del edificio, en el geriátrico. Se aproximó al mesón de atención de urgencias, su lugar de trabajo, y se sentó en su silla favorita con ruedas. "Por lo menos es mucho más cómoda que la cama" pensó al tiempo que se dignaba a llenar el historial médico del paciente que había atendido recientemente.

 

- Así que no alcanzaste a dormir mucho ¿cierto Tezuka? - La enfermera Sumire se le acercó  mientras  ordenaba el mesón.

 

- ¿Cómo lo sabe? - Pregunto Tezuka intrigado. Aquella señora siempre lo sorprendía, no por nada era la jefa de las enfermeras de urgencias.

 

- Jajaja -Rio la señora mientras lo miraba - Tampoco es muy difícil de adivinar, tu cabello está más desordenado que de costumbre y se puede ver una almohada pegada en tu rostro - La enfermera más antigua de toda Urgencia se podía dar aquella libertad de bromear con el doctor interno más prestigioso del hospital. Llevaban trabajando juntos por casi un año en la sección de emergencias y se había creado una especie de amistad entre ellos.

 

- Oh... Sí, no alcancé a dormir en realidad... - Tezuka respondió  sin levantar la mirada mientras seguía anotando en el historial del paciente. En el fondo de su ser agradecía poder contar con el apoyo de aquella señora, era una de las pocas personas con las que podía conversar tranquilamente y en la que podía confiar, especialmente dentro del aquel ambiente en donde se creaban y esparcían rumores a la velocidad de la luz. De verdad si se quiere trabajar en normalidad es mejor no hablar mucho sobre la vida privada.

 

Terminó de anotar en el historial del paciente y le entregó la carpeta a la enfermera Sumire para que la guardara junto con las otras fichas clínicas. Tezuka se pasó la mano derecha por su cabello con el fin de acomodarlo sin poder lograr su meta, es más, lo único que logro fue desacomodarlo. Prefirió darse por vencido mientras se sacaba los lentes dejándolos sobre el mesón. Cerró los ojos manteniendo la intención de descansar un poco en aquella silla...

 

- Dr Tezuka ¿comenzó ya su turno? - Pregunto la Señora sosteniendo un teléfono próximo a su oído, observando de reojo a Tezuka.

 

- Sí... - Respondió el médico sin abrir los ojos, con claras intenciones de seguir descansando en aquella posición aprovechando que la sala de emergencias se encontraba relativamente vacía.

 

- Pues prepárese porque viene un paciente con herida de bala en un hombro - Dijo Sumire mientras colgaba el teléfono. - Acaban de llamar los de Investigaciones.

 

Tezuka frunció el ceño, era mejor hacerse a la idea de mantenerse activo siendo ya casi las  7 am. El día prometía movimiento así que era mejor olvidarse de la idea de descansar.

 

- Esta bien - Dijo El doctor mientras se acomodaba nuevamente el cabello, ahora con su mano izquierda, desordenándolo más aun- ¿En cuánto tiempo estarán acá?

 

- 2 minutos- Respondió la señora mientras preparaba la ficha clínica del paciente apoyada en el mesón, junto a Tezuka.

 

Si había algo que Kunimitsu odiaba, eran los pacientes llevados por la Policía De Investigaciones. Primero, porque los pacientes eran delincuentes sin respeto por nadie  haciendo alboroto siempre que acudían a emergencia después de una redada, y segundo porque los detectives de la policía que siempre acudían eran una dupla detestable. Dos hombres de aproximadamente 35 años que por portar un arma se sentían con la libertad de mandar a quien se les cruzara por delante, sin duda eran una dupla detestable que Tezuka no toleraba en absoluto. Frunció nuevamente su ceño al pensar que tendría que interactuar nuevamente con esas personas engreídas.

No pudo continuar refunfuñando en su interior cuando Sumire lo desconcentró, tomándolo por sorpresa.

 

- Dr. Ya están acá - Dijo la señora en voz elevada mientras se acercaba audazmente a la dupla de investigadores quienes llevaban al delincuente esposado de brazos por detrás de la espalda.

 

Tezuka abrió los ojos y observo a la dupla de investigadores acercarse cada vez más hacia el mesón. Grande fue la sorpresa de médico cuando se dio cuenta que algo no era como de costumbre. Aquella dupla de viejos narcisos había cambiado, en su lugar eran dos jóvenes. Uno pelirrojo con un parche en la mejilla al cual no le presto atención visual más que por 2 segundos, y aquel otro...

Tezuka no pudo evitar quedarse sentado inmóvil admirando al otro joven. Cabello café claro, estatura media, una figura en más que buen estado, y unos ojos azules hipnotizantes que dejaron al médico boquiabierto sintiendo el corazón salir de su bien formado pecho. Tezuka  pensó que moriría de una arritmia al sentir su corazón latir de esa manera, no pudo moverse... decidió ponerse los lentes para que su ceguera no lo engañara, y la imagen logró ser nítida. Era el joven más guapo que jamás había visto...

Notas finales:

Gracias por Leer, espero que les haya gustado !


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