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Cuando no es como debería ser por TabiiiTa

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Notas del fanfic:

Ok. Soy una grandísima estúpida y por error elimine el fic Q__________________Q

Después de golpear mil veces mi cabeza contra el teclado mi crisis colapso de mental está superada.

Demás está decir que casi me pego un tiro Dx

Ni siquiera recuerdo el resumen del fic OTL

Trataré de buscar en mis documentos pero dudo que esté.

Los capítulos del fic los tengo guardados en un pendrive y pues... lo perdí. Tengo una suerte increíble sólo comparable con mi torpeza... espero encontrar pronto ese bendito pendrive por que también están los fics que próximamente publicaré.

En fin, ahora subiré los capítulos que tengo en mi pc y cuando encuentre el pendrive subiré los demás

 

 

¡Finalmente resubido! Todo gracias a mi hermana que encontró mi pendrive por mi <3

Jonghyun sólo tiene 10 años de edad, pero sabe que algo está mal con él. Desde que tiene memoria vive con sus padres aislados del resto del mundo, sabe que hay un “resto” porque desde su hogar pueden ver otros seres. Si salé de su casa y camina hasta el borde de la colina en donde está oculto su hogar puede ver dos grandes paisajes: cuando mira hacia arriba puede ver a seres alados flotando a lo largo del cielo, el diría que más allá del cielo pero con su edad no puede identificar ese lugar; cuando mira hacia abajo ve un sinfín de criaturas diferentes pero las que llaman su atención son unas similares a él, no son aladas, caminan sobre sus pies y a veces usan cajas de metal para transportarse; sus padres le han dicho que las criaturas de arriba son llamadas ángeles y que las de abajo son los humanos. A Jonghyun le cuesta entender… todo, el mundo en general, se pregunta qué es el mundo. ¿El lugar donde viven los ángeles es un mundo y el de los humanos otros? ¿O todo es un mundo? Quiere preguntarles todas esas cosas a sus padres pero hay una pregunta que destaca sobre las otras. «¿Qué soy yo?» Parece una pregunta inocente y con una respuesta sencilla. Pero sus padres se quedan mudos cuando la formula en voz alta y a pesar de la insistencia de Jonghyun solo responden “nuestro hijo” dejando su curiosidad latente. Esa es la primera vez en la que nota que algo raro pasa en su familia.

Su curiosidad no es saciada con esa respuesta, así que luego de un tiempo vuelve a insistir, está vez pregunta «¿Qué son ustedes?», cree que si empieza desde allí quizás sus padres puedan responder. Y claro sus padres responden sin dudarlo «Somos ángeles, cariño». Estaba a punto de volver a preguntar por su propia especia hasta que otra duda invadió su mente  «¿Por qué no vivimos con los otros ángeles?» De nuevo ese silencio sepulcral que le indicaba que sus padres no sabían que responder, o no querían hacerlo, se hace presente. Y a pesar de que no responden, Jonghyun obtiene la respuesta esa misma noche mientras espía una conversación de sus padres.

«No podemos decírselo, aún es un niño»

«Pero está sospechando»

«Esperemos un poco más»

«Sólo espero que nadie descubra nada hasta entonces, no puedo permitir que se lleven a mi bebé»

«Tranquila querida, nadie nos separará de él. No importa si es diferente a nosotros, sigue siendo nuestro hijo.»

Esa es la confirmación, algo estaba mal con él. No sabía exactamente qué, pero ese simple descubrimiento le ayuda a entender muchas cosas. Él es diferente de los ángeles o los humanos, ahora estaba seguro, sus padres eran ángeles pero él… él no sabía que era. Sólo había una diferencia notable entre ellos, pero al parecer era la más significativa. Sus padres tenían alas, eran blancas y suaves cuando las tocaba y lucían muy puras cuando las observaba, pero en cambio las suyas se veían oscuras y grises, como el color del plomo. Trato de hallar el significado, pero como siempre no halló respuesta y después de darle muchas vueltas pensó que quizás ser diferente no era necesariamente malo, ya que aun así sus padres cuidaban de él y lo trataban con cariño.

 

Tenía la costumbre de sentarse al borde de la colina y observar el horizonte. Siempre terminaba desenredando sus pensamientos allí, divagando sobre su existencia, o simplemente espaciando. Era su lugar favorito ya que desde allí podía observar esos dos lugares lejanos a los que parecía no pertenecer, pero que le causaban tanta curiosidad.

Los ángeles estaban en constante contacto con los humanos, pero estos no lo notaban, Jonghyun dedujo que la función de los ángeles era servir a los humanos después de observarlos por mucho tiempo y comprobar que no hacían otra cosa. Se preguntó brevemente cual sería su propia función y la de sus padres, ellos simplemente vivían allí apartados de todos… eran felices claro, pero se preguntaba si sus padres se sentirían mal por vivir alejado de los de su especie por su culpa. Porque claro, a esas alturas Jonghyun ya sabía el porqué de su aislamiento, como era diferente no podía vivir con los ángeles y sus padres prefirieron ocultarlo antes que renunciar a él. Jonghyun se sentía culpable por ello pero a la vez feliz, ya que sus padres lo amaban tanto como para renunciar a su vida común por él. Y aunque a veces se odiaba por ser diferente la mayoría de las veces se sentía aliviado ya que no se imagina a sí mismo sirviendo a los humanos como lo hacían los ángeles.

Los humanos por otro lado parecían egoístas y egocéntricos, no sé daban cuenta de lo que sucedía a su alrededor o si lo hacían lo ignoraban. Preferían siempre concentrarse en sus propios problemas e ignoraban los del resto. Creían que sus vidas eran las más valiosas y no les importaba abusar de la naturaleza o de otros seres vivientes para sobrevivir. No le agradaban en lo absoluto.

Además de ángeles y humanos, Jonghyun creía que había algo más. Podía sentirlo y casi parecía que lo llamaba. Bajo los humanos, por decirlo de alguna manera, sentía la presencia de otros seres. Imaginaba como serían y no podía dejar de pensar que debían ser aterradores si merecían estar ocultos de todos. Aún así no podía evitar pasar la mayor parte del tiempo observando aquel lugar que no lograba ver, tratando de imaginar que había allí abajo y a la vez esperando que nunca tuviera la necesidad de viajar a aquel lugar. Era feliz allí, lejos de los desagradables ángeles, lejos de los egoístas y complicados humanos y de quienes quiera que habitaran debajo de todos ellos. Era feliz allí, sólo con el amor y compañía de sus padres.

 

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Llegaron de la nada interrumpiendo la quietud de su vida. Un par de seres alados aparecieron de un conjunto de llamas. Sus padres asustados corrieron a protegerlo de las criaturas frente a ellos, pero él estaba hipnotizado por las alas de los seres ardientes, aunque más oscuras y algo dañas lucían tan similares a las suyas que lo desconcertaba. Tenían unos enormes cuernos sobre sus cabezas, el hombre sujetaba una especie de tridente en su mano mientras que la mujer no llevaba casi ninguna prenda y dejaba a la vista gran parte de su cuerpo. Tras ellos apenas se podía ver un pequeño niño aparentemente de su edad, asomaba ligeramente su cabeza para ver que sucedía y cuando sus ojos se encontraron pudo ver en ellos una mirada lastimera.  Jonghyun sintió compasión por él, sólo bastaba con ver su rostro para saber lo asustado que estaba y por si fuera poco en su mirada se podía vislumbrar una tristeza infinita. Estuvo tentado a correr y tomar la mano del niño para rescatarlo de aquellas criaturas que daban miedo, pero su padre estaba delante de él protegiéndolo mientras su madre lo abrazaba con demasiada fuerza impidiéndole cualquier movimiento.

No logró escuchar la conversación entera pero captó lo necesario como para entender la situación con rapidez.

«Él es nuestro hijo, debido a que estábamos en guerra en la tierra al momento de su nacimiento intercambiamos a nuestros bebés por error» Jonghyun abrió los ojos sorprendido ante aquella declaración hecha por la criatura masculina, sus palabras eran tan claras que en cosa de segundos cada pieza cayó en su lugar.

«Todo el tiempo creí que había algo raro, pero no pensé que él fuera uno de ellos» dijo su padre mirando a los otros seres con repulsión mientras reforzaba su agarre sobre su mujer.

«Este mocoso jamás fue hijo mío, es un debilucho inútil y blando, le llamamos Onew por eso.» dijo la fémina con burla, empujando hacia adelante al chico que recién se hacía presente en la conversación.

Aquel niño con piernas temblorosas y ojos llorosos dio un paso inseguro. Por primera vez Jonghyun pudo ver sus alas, eran igual a las suyas aunque un poco más blancas… se parecían más a las de sus padres. Seguramente si él era su hijo, sus padres podrían volver con los de su especie y vivir junto a ellos tranquilamente… no tendrían que ocultarse como cuando vivían con él.

Su madre soltó un grito ahogado y de inmediato se acercó al indefenso pequeño envolviéndolo en sus brazos, mientras sollozaba «mi pequeño bebé» sobre sus cabellos. Luego su padre se acercó a ellos y los abrazó a ambos protectoramente ante la atenta mirada de Jonghyun, quien ahora estaba completamente desprotegido.

Sintió que algo se rompía en el, viendo esa escena se sentía tan fuera de lugar. Ellos tres parecían perfectos juntos. Sus ojos ardían por las lágrimas que amenazaban con caer, pero mordió su labio inferior y se contuvo mientras le echaba un  vistazo a los seres de pie a unos metros de distancia. Fue como resolver una ecuación realmente sencilla, todo estaba claro para él. Su lugar estaba con aquellos seres que a primera vista lucían tenebrosos, sus verdaderos padres. Vio a la que debía ser su verdadera madre haciéndole señas para que se acercara y por puro instinto obedeció.

Sólo unos 3 pasos le faltaban para llegar junto a ellos cuando sintió  a alguien sujetar sus ropas, era su madre quien sostenía la mano de Onew con fuerza mientras tiraba de la ropa de Jonghyun.

«Bebé ¿A dónde vas?» le preguntó asustada.

«Ma…» balbuceó Jonghyun siendo interrumpido de inmediato.

«Él es nuestro hijo e irá con nosotros» respondió serio su verdadero padre.

«No dejaré que mi hijo se vaya con unos sucios demonios» alegó su antiguo padre poniéndose de pie.

«Es una lástima que él no sea tu hijo si no el nuestro» respondió el demonio con una sonrisa sádica, tirando de Jonghyun hacia él.

«Jonghyun, cariño. Ven aquí.» pidió su madre entregándole a Onew a su padre, comenzando a desesperarse al ver a Jonghyun junto a esos seres malignos.

Jonghyun sabía que la mirada de temor de su madre no iba dirigida a él, si no a los seres tras él, pero no había diferencia cuando él era uno de ellos, su hijo. El dolor que atravesaba su pecho era tal, que se dejó consumir por la furia y término soltando palabras hirientes mientras tomaba la mano de  su verdadero padre.

«No soy tu hijo» dijo en seco, tragándose el tremendo nudo formado en su garganta. «Él lo es» sentencio mirando con rencor a Onew, para esas alturas todo rastro de simpatía hacía aquel niño se había desvanecido.

Le dio un último vistazo a la que había sido su familia. Su madre estaba de rodillas en el suelo estirando sus brazos hacia él, mientras su padre cargaba en sus brazos a aquel niño de su edad que vino a arrebatarle su familia. A aquel niño con el que aprendió lo que era el odio.

« ¡Jonghyun! » gritó su madre con desesperación intentando alcanzarlo y evitar que se fuera. Evitó mirarla y dirigió su mirada a Onew para hacerle notar todo el odio que sentía hacia él en aquel momento, pero se sorprendió al notar que lo miraba con inquietud mientras articulaba una palabra. «No vayas» logró leer en sus labios como una advertencia que prefirió ignorar. Y aun sí hubiera querido obedecer era demasiado tarde porque Jonghyun ya estaba abajo.

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Cuando llego allí se dio cuenta de que tenía razón sobre algo: los humanos no estaban realmente abajo sino entremedio porque ellos… él… los demonios eran quienes estaban abajo. El mundo se ordenaba de manera que los ángeles estaban en la cima, los humanos entremedio y los demonios en el fondo. El lugar era tan aterrador como imaginó que sería, se escuchaban gritos y lamentos de las almas condenadas en cada lugar por el que pasaban; además no había sol ni luna allí, era como vivir en una noche interminable rodeada por abrazadoras llamas que no ofrecían ninguna luz sino una oscuridad visible que le permitía ver cada alma siendo torturada.

Con diez años de edad Jonghyun conoció el infierno.

 

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Cuando llegó allí su mente se bloqueó, sólo seguía las ordenes que sus padres le daban sin siquiera chistar. No se inmuto con todo el sufrimiento que vio, era como si su alma se hubiera quedado atrás. Y preferiría haber seguido así, porque apenas estuvo sólo todas sus emociones reprimidas salieron a flote colapsándolo y dejándolo sin aliento.

“Se han ido.” susurró Jonghyun para sí, sintiendo sus ojos arder por las lágrimas acumuladas. “No.” se corrigió. “Yo soy quien se ha ido.” Una sonrisa amarga se formo en su rostro y ni con todos sus esfuerzos pudo detener las lágrimas que caían libres por sus mejillas. “Sólo una vez”, se dijo a sí mismo, “sólo esta vez lloraré. Yo decidí irme, aquí pertenezco y aquí estaré el resto de mi vida.  Ellos ya tienen a su verdadero hijo, y serán felices con él… realmente no tengo opción.”

No volvió a derramar una sola lágrima más. Congeló todas sus emociones y se olvido de que alguna vez tuvo sentimientos. Y el Jonghyun que alguna vez fue hijo de un par de ángeles, quedo en el olvido.

 

Todos pensaban que por haber vivido tanto tiempo con un par de ángeles, Jonghyun se había vuelto débil y blando y aunque no se equivocaban Jonghyun se encargo de demostrarles lo contrario. No dudaba cuando se trataba de condenar almas, durante las torturas era el más cruel y efectivo y lograba tentar y arrastrar hasta al alma más reacia con su falsa cara angelical y palabras seductoras.

Jonghyun se convirtió en uno de los más respetados demonios del inframundo.

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Maléfico, astuto, inteligente, poderoso y con una mortífera eficacia, era descrito Jonghyun entre los suyos. Nadie con un poco de temor a la muerte se atrevía a enfrentarle. A la verdadera muerte por supuesto. La muerte de la que los humanos hablaban no era más que el juicio final, en donde se decidía si iban al infierno o al cielo. La verdadera muerte sólo la conocían los de su especie y los ángeles. Esa muerte en la que toda existencia era eliminada de la faz de la tierra sin ningún derecho a juicio.

Después de 10 años allí, Jonghyun sentía como si estuviera muerto.

Se sentía vacio, como si su existencia fuera meramente un cuerpo entrenado para la maldad, pero sin nada que lo llenara como para impulsarlo en su cometido. No hallaba placer alguno en hacer todo lo que hacía, torturar almas, seducirlas, arrastrarlas… y algunas cosas más, no le hacían sentir feliz en lo más mínimo.  A veces se preguntaba si era sólo él, o todos los demonios se enfrentaban a una vida llena de infelicidad.

Llegó a la conclusión de que ellos probablemente ni siquiera supieran de qué trataba la felicidad, en ese mundo lleno de horror, parecía imposible en realidad. Si él la conocía era sólo por… su distante pasado. Ese pasado que mantenía enterrado en lo más profundo de su mente. Ese pasado que se había encargado de destruir hace diez años.

Cómo tuvo la mala suerte de conocer la felicidad, se encontró anhelándola de vuelta. Tenía la esperanza de que la felicidad fuera lo único que podría deshacerse de ese vacío que lo carcomía por dentro, lenta y dolorosamente. Pero para ser feliz tendría que salir de allí y alejarse del mundo al que pertenecía. En donde había sido tratado como un igual, con respeto de muerte, pero un igual al fin y al cabo. Y aún si quisiera irse no podía simplemente huir. Solo había dos formas de salir del infierno: la primera y temporal era cuando ibas en busca de almas para arrastrarlas y la segunda y permanente era el exilio a la tierra. Si quería salir de allí permanentemente tendría que romper alguna regla.

La tierra era el único lugar al que podía ir sin embargo no le agradaba del todo la idea. No sabía demasiado acerca de los humanos, sus visitas a la tierra eran siempre nocturnas y demasiado cortas como para permitirle aprender mucho sobre ellos. Todos sus conocimientos sobre ellos se basaban en sus observaciones de pequeño y en su contacto con los condenados, lo que definitivamente no dejaba una buena impresión. Pero era su única opción, y prefería estar allí que tener que seguir en el infierno. 


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