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~ Balada de Otoño ~ por Mirnest2

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Notas del capitulo:

Yo y mis actualizaciones de madrugada... yo y mi ciclo de sueño invertido :B

Holis ^^

Debo agradecer a aquellas personas que se aventuraron a leer el primer capítulo de este fic, también a esos reviews que no esperé recibir - ya que nadie me deja reviews u.u - gracias, gracias,gracias!

No pensé en demorarme tanto en escribir este capítulo, porque fue muuuuy difícil :/ pero aun así espero les guste :)

Así que disfrútenlo y nos vemos abajo !

-CAPÍTULO II-

 

 

Al cerrar la puerta tras suyo, arrojó las llaves a la mesa del recibidor y se dejó caer pesadamente en el sillón de la sala. Se quitó los zapatos y se despeinó rogando para que así pudiera sentirse menos presionado e incómodo de lo que había estado durante la extraña entrevista que tuvo minutos atrás.

 

Exhaló hondamente, cerrando sus ojos y buscando en el silencio del departamento, la calma que necesitaba en ese momento. Poco a poco ideas vagas comenzaron a inundar su cabeza, impidiéndole descansar; y es que todo había sido muy extraño. Primero la casa a las afueras de la ciudad no le trajo mucha confianza, después de todo, estaban bastante lejos de un Centro Médico en caso de que necesitase ir a alguno cuando las cosas se complicasen. Segundo, el tamaño de ésta: ¡era enorme! Y en su mente el hecho de que solo vivieran tres personas en semejante mansión le causaba un escalofrío. Tercero, la actitud del chico sí que era insoportable y sin duda esa sería la parte más difícil de tener que aceptar el empleo.

 

Se removió en el lugar, recostándose de medio lado y hundiendo la cara en uno de los cojines. Exhaló nuevamente, preguntándose repetidas veces si iba a poder ser capaz de ejercer de buena manera su trabajo y al mismo tiempo tener que educar al castaño.

 

Y luego, exhaló nuevamente.

 

-          ¡Vaya! – le hablaron a su espalda, asustándolo - ¿Tan mal te fue que suspiras y suspiras?

 

-          ¡Jjong, me asustaste! – dijo mirándolo mientras se sentaba -… no te sentí entrar

 

-          Obvio, si estás ahí como un bulto, llorando como niñita… - habló mientras abría un refrigerador y sacaba una lata de cerveza - ¿Y, cómo te ha ido en la entrevista?

 

-          Mmm… supongo que bien – suspiró yendo hacia donde estaba su amigo, sentándose en una de las bancas de la cocina estilo americana, reposando su cara en el mesón -…mañana firmaré el contrato

 

-          ¡Wou, eso es genial! – exclamó ante la inexpresiva cara de su amigo. Lo miró brevemente y supo que algo le inquietaba.

 

-          …eso creo

 

-          ¿Qué pasa? – preguntó sentándose frente a él - ¿Acaso debes cuidar a un ancianito demasiado decrépito?... pensé que aquello te gustaba...

 

Al escucharlo oír decir “anciano decrépito”, la imagen de Taemin contrastó notoriamente con  aquella frase. No pudo evitar sentir un dejo de lástima por el chico.

 

-          No…

 

-          ¿Entonces? – insistió – Solo se me ocurre un viejo muy decrépito, una ancianita con sobrepeso o ambas cosas mezcladas en algo extraño…

 

-          ¿Qué tal un adolescente? – dijo notando como su amigo se tensaba al oírle decir aquello. Se miraron un par de segundos, ambos dudando en decir lo que pensaban; uno si debía o no preguntar más detalles, y el otro por decir lo poco y nada que sabía respecto a su nuevo paciente.

 

-          ¿Qu-qué, qué tan adolescente…? – preguntó nervioso.

 

-          Mmmm… no más de 20 años

 

-          ¡Dios! – exclamó pasando una mano por su cabello, incómodo – Eso, eso es terrible…

 

-          Lo sé… - añadió -… lo peor de todo es que tiene un carácter de mierda, y no sé qué es lo que me asusta más, su enfermedad o él…

 

-          ¿Cuánto, cuánto tiempo…?

 

-          No lo sé… - le dijo anticipando la pregunta que le haría, pues siempre era así, por cada paciente que el moreno atendía, hacía una cuenta regresiva; era cruel, pero le servía ya que si el paciente era insoportable o pasaba sus días con mucho dolor, eso le ayudaba a mentalizarse para atenderlo de mejor manera a medida que su vida se apaciguaba -…mañana tengo una reunión con su madre, creo que ahí sabré todos los detalles

 

Jonghyun lo miró, notando cómo este parecía estar no muy convencido al respecto. Su amigo le conocía, y sabía lo capaz que era de ejercer su trabajo.

 

-          Eh Minho… - le habló casi consolándolo -… tú siempre has dicho que es solo trabajo, no tienes de qué preocuparte… lo harás bien

 

-          Eso creo… - dudó -…solo es que nunca he trabajado con alguien tan joven ¿sabes? Es… es lamentable

 

-          Tú solo piensa que es otro de tus abuelitos y listo… - exclamó golpeando su hombro -…además, a fin de cuentas, sabes bien su desenlace… no te preocupes demasiado

 

 

Esa noche el moreno se acostó obligándose a no dejarse invadir por ideas contradictorias que lo hacían dudar respecto a lo que sucedería desde el día siguiente en adelante. Rodó un par de veces por su cama antes de conciliar el sueño: No te preocupes demasiado, no te preocupes… pensó por última vez antes de dormirse.

 

 

A la mañana siguiente y cuando estaba a punto de subir a su auto camino a reunirse con la madre de Taemin, recibió una llamada de ella pidiéndole cambiaran el lugar de su cita; se reunirían en una cafetería en el centro de la ciudad.

 

Entró al lugar sabiendo que había llegado 20 minutos antes. Caminó por entre las mesas cuando sintió que alguien lo llamaba.

 

-          ¡Minho…!

 

-          Señora Lee… - habló volteándose. No se había dado cuenta que caminó junto a la mesa de la mujer, que ahora lo miraba de pie – ha llegado antes…

 

-          Veo que tú también… - añadió.

 

-          Tenía el tiempo justo para manejar camino a su casa… - dijo sincerándose – decidí llegar antes, como ya estaba listo...

 

-          ¡Oh! Lamento eso… usualmente no suelo cambiar el lugar de mis citas, pero la situación lo ameritaba – habló bajando la mirada notoriamente avergonzada, lo que hizo que el moreno se sintiera de la misma manera, llenando el lugar con un incómodo silencio - Por favor, toma asiento…

 

El chico hizo caso yendo hasta la mesa, que parecía demasiado grande para ella y se sentó. Casi de inmediato una mesera se les acercó dejando un par de jugos de naranja frente a ellos.

 

Minho miró a la mujer que revolvía el jugo con la bombilla más de lo necesario: algo había pasado.

 

-          Disculpe, pero ¿pasa algo? – le preguntó esperando no haber sonado demasiado curioso – se ve algo inquieta

 

Ella lo observó, sorprendida de la calidez que el moreno le transmitía. Lo miró a los ojos y sinceridad fue todo lo que leyó en él, sinceridad y un exceso de honestidad que la hizo sentir cómoda y pensar en que tal vez, él era la persona que había buscado por tanto tiempo.

 

-          Hoy, es un día de aquellos… - habló esbozando una dificultosa sonrisa -… uno de esos días difíciles para Taemin. Esa también es la razón por la que preferí que no fueras a la casa, no quería incomodarte… lo lamento

 

-          No se preocupe – respondió -… entiendo a lo que se refiere señora Lee, por lo que le pido no se angustie demasiado por mí, sé cómo enfrentar este tipo de situaciones

 

-          ¡Ay Minho! – exclamó soltando un hondo suspiro; quería desahogarse, necesitaba hacerlo, pues ya no se creía capaz de soportar esa carga por ella misma – Me sorprende que siendo tan joven, estés tan preparado y luzcas tan seguro de ti mismo…

 

-          Estoy acostumbrado a esto señora… - acotó – yo decidí vivir de esto, por lo que para mí no es una carga, es solo trabajo…

 

-          Espero sepas que quizás este sea el más difícil que vayas a tener, debes saber aquello antes de seguir comprometiéndote conmigo…

 

 

Minho la miró sin poder ocultar algo de nerviosismo. Tragó saliva antes de que en su garganta se formara ese incómodo nudo que le dificultase hablar, mientras bebía un sorbo de su vaso. No supo qué era exactamente, pero presentía que estaba a portas de enfrentarse a algo que sin duda repercutiría en su vida.

 

-          Ten – le dijo extendiéndole una carpeta negra. El chico la recibió abriéndola, enterándose de que esta era la última chance de quizás arrepentirse – es tu contrato. Me gustaría que lo leyeras, para así responder las dudas que puedas tener… tómate tu tiempo

 

-          Gracias… - respondió recibiéndolo. Lo miró detenidamente antes de comenzar a leerlo: ¡Vamos Choi! Se dio ánimos mentales antes de comenzar a leerlo.

 

Se reclinó en su silla, olvidándose que estaba acompañado, empezando su lectura: los primeros ítems eran los protocolares que redactaban los datos personales entre el empleador y él, el empleado. Dio vuelta la página y la palabra Artículos y Condicionantes capturaron su atención, volcando el 100% de su interés.

 

ARTÍCULO PRIMERO: El empleado, con datos personales detallados en el ítem anterior, se compromete en primer lugar a cumplir todos los artículos que serán detallados a continuación; sin excepciones ni cuestionamientos.

ARTÍCULO SEGUNDO: El empleado, deberá cumplir con los tratamientos médicos pertinentes para con el paciente recibiendo órdenes solo del empleador, sin excepciones ni cuestionamientos.

ARTÍCULO TERCERO: El empleado no mantendrá ningún tipo de relación interpersonal que vaya más allá de la laboral con el paciente, solo deberá limitarse a efectuar su trabajo bajo las normas médicas establecidas.

ARTÍCULO CUARTO: El empleado, no faltará a sus deberes bajo ningún motivo; deberá asistir al paciente sin importar las condiciones en que se encuentre; sin excepciones ni cuestionamientos.

ARTÍCULO QUINTO: El empleado cumplirá los artículos anteriores y las condiciones laborales hasta la caducidad de su contrato que se establecerá desde el presente día hasta el próximo mes, contabilizando treinta días de corrido; sin excepciones ni cuestionamientos.

 

Minho, dónde te has metido, dónde, dóndeeeeee…

 

Y casi al final, en letras ennegrecidas, estaba redactada la condición, la única condición de aquel contrato…

 

CONDICIÓN: El empleado, a fin de ejercer de la mejor manera sus deberes laborales, desde el momento en que firme el contrato, se domiciliará desde el inicio de su relación de trabajo hasta el término de esta en la casa del empleador; sin excepciones ni cuestionamientos.

 

-          Vaya…- suspiró dejando el montón de papeles en la mesa, junto a la taza de café que ni había notado que le había servido -… son muchas excepciones y condicionantes…

 

-          Lo sé – dijo la mujer leyendo algo de temor en los ojos del moreno – pero cada una de ellas son necesarias, créeme… ¿Tienes alguna duda?

 

-          Sí… - respondió -… respecto al artículo 4, suena algo redundante, lo digo porque es obvio para mí que tendré que hacer todo lo que esté a mi alcance para  asistir a su hijo…

 

-          Lo es, pero ese artículo es más que nada debido a la personalidad de mi hijo…

 

Allá vamos otra vez…

 

-          Señora Lee… - le habló -… creo que hay algo que no me está diciendo, y por el bien de nuestra relación laboral debo saber todos los detalles ¿no cree?

 

La mujer tomó un sorbo de su café antes de acomodarse en su sitio. Sabía que aquel momento llegaría, pues siempre era el talón de Aquiles de quienes habían trabajado con ella y el menor, y si quería que esta vez no se repitiese lo que había pasado anteriormente, tenía que sincerarse con él.

 

-          Taemin tenía 3 años cuando fue diagnosticado… - relató - …antes de eso, yo sabía que algo ocurría con él ¿sabes?, era dificultoso darle de comer, estaba enfermo y débil todo el tiempo. Con su padre pensábamos que era normal, después de todo desde bebé tuvo esta personalidad complicada y fuera de lo común: no era un niño tranquilo…

 

-          ¿Qué pasó después…?

 

-          Tuvimos una cita con su pediatra… - continuó -… y ahí nos dijo que estaba en la primera etapa de su enfermedad. Por supuesto empezamos con tratamientos de inmediato, era tan pequeño… con su padre hicimos de todo durante años; lo llevamos con los mejores médicos en busca de otras opiniones, fuimos a las mejores clínicas en el extranjero tratando de negar lo que le pasaba… pero después de todo solo lográbamos mantenerlo estable, era definitivo…

 

-          ¿Por qué no está ahora en un recinto médico? – preguntó sacándose esa duda que le incomodaba, pues para él era lo más lógico ya que sabía cómo era aquel proceso – Usted tiene todos los recursos para darle una mejor atención de la que puede recibir en su casa, y lo sabe…

 

-          Fue su decisión, la de Taemin… - respondió -… había sido responsable con sus quimioterapias, no faltaba a ninguna – continuo recordando - …pero no había nada que yo pudiese hacer si ese fue el único deseo que pidió en su cumpleaños n° 18…

 

-          ¿Cómo…?

 

-          Hicimos una gran fiesta, la pasamos bien… sé que fue feliz. Cuando le llevamos su pastel y pidió su deseo, no titubeó ni un segundo: “Deseo morir en casa”, eso fue lo que dijo, ¿qué más podía hacer…?

 

-          Lo lamento…

 

-          Por más que insistimos y tratamos de hacerle cambiar de parecer, no pudimos… - habló mirando su taza ya fría -…no accedió. Fueron peleas y discusiones a diario con su padre, él no quería dejarlo ir, no estaba preparado…

 

-          ¿Entonces su padre nunca estuvo de acuerdo?

 

-          Jamás, ni una sola vez… por eso se fue – dijo, dándose cuenta que se había sincerado demasiado cuando vio a Minho carraspear incómodo -… un día solo tomó sus cosas y no volvió más; Taemin ni siquiera lloró, nada, parecía como si no lo importase pero sé que hasta hoy sufre por aquello… yo no puedo hacerle lo mismo a mi hijo, yo, yo me rehúso a verlo partir sin hacer nada para postergar ese momento…

 

En ese instante, al oír aquellas palabras de la mujer, supo que tal vez Jonghyun estaba equivocado: esta vez no sería igual que las anteriores, este paciente no sería como los que había atendido.

 

-          Yo, yo quisiera saber… - habló con la intensión de cambiar de tema -… ¿por qué en el artículo quinto se menciona que mi contrato solo durará un mes? Lo siento, pero necesito un trabajo que dure más que eso…

 

-          Antes de buscar atención particular, Taemin se sintió mal – añadió -… lo llevé al hospital, luego de un par de exámenes y haber estado internado una semana, los médicos dijeron que su estado de salud ya era muy complejo, estimaron que no duraría más de cuatro meses…

 

-          Bueno, entonces debe ser un error de tipeo, mi contrato debiera estar hecho para cuatro meses, no uno solamente…

 

-          No me has entendido… - le dijo tímidamente -… ya  han pasado tres de esos cuatro meses Minho

 

Mierda…

 

-          A Taemin solo le resta este mes…

 

Un mutismo le prohibió siquiera decir “lo siento”, ante lo que oía. Sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo y un sudor frío brotar de su frente. Bebió un sorbo de su jugo, jugueteando tímidamente con las hojas de aquel contrato frente a él.

 

Lo demás fue lo protocolar. Aún con su subconsciente gritándole que no lo hiciera, se sentía demasiado comprometido. Tomó la lapicera que la mujer le ofrecía y firmó en la línea final que tenía su nombre. Unos cuantos datos útiles respecto a su mudanza a casa de la familia Lee fue lo demás antes de un formal estrechón de manos: ya estaba listo, no había marcha atrás.

 

Esperó a que la mujer se marchara en aquel Audi negro, antes de irse del lugar. Tomó su celular, marcando el último registro telefónico.

 

-          Minho… - le habló Jonghyun, reconociéndolo.

 

-          Lo hice… firmé el contrato. Le dio uno de que otro detalle respecto a esa extraña reunión y prometió que llegando a casa le contaría el resto. Cuando hubo cortado, salió de la cafetería recibiendo de lleno una tibia brisa que contrastaba con la habitual. Tomó nuevamente su celular, buscando entre las aplicaciones. Haciendo click en el calendario, avanzó 30 días – Será otoño… - habló para sí mismo, antes de escribir Taemin en aquel día que denotaba el fin de aquella cuenta regresiva que ya había comenzado.

 

 

Día 01

 

 

El camión de la mudanza había llegado puntual, tanto que apenas si había logrado sacar las cajas con sus cosas y sus maletas hasta el lobby del edificio. El chofer lo reconoció enseguida por las indicaciones que le habían dado y ayudándole a alistar las últimas cosas, las dispuso sobre la camioneta.

 

Miró por última vez su cuarto algo melancólico. Era la primera vez que no llegaría en mucho tiempo a dormir ahí, a pesar de que en más de una oportunidad había tenido que quedarse en el hospital por los turnos dobles, al cabo de un par de días siempre volvía: no había nada como su cama. Ahora todo sería distinto, aquel mes viviría bajo un techo distinto, dormiría en una cama distinta y pasaría las 24 horas del día cuidando de su nuevo paciente.

 

Se mantuvo tan absorto en sus pensamientos, que ni siquiera tonó cuando el chofer carraspeaba a su lado, indicándole que se bajara, que ya había llegado. Descendió del vehículo, reconociendo aquel lugar otra vez, seguía igual de imponente. Fue hasta la entrada de la casa en donde la ama de llaves lo esperaba, saludándolo en una cortés inclinación.

 

-          Bienvenido joven Lee… - le dijo en una sonrisa -… me temo la última vez no nos presentamos como debía ser… mi  nombre es Kim Joo Jin, soy la ama de llaves de esta casa…

 

-          Un gusto… - correspondió – Choi Minho, enfermero del joven Lee…

 

-          Me alegra verlo nuevamente, siempre supe que trabajaría con nosotros… - habló mientras le hacía pasar a la casa - …espero nos llevemos bien

 

-          Lo mismo digo… - dijo sirviéndole un vaso de agua -… tengo instrucciones para mostrarle la casa, la señora no se encuentra ahora, llegará a la hora de la cena…

 

-          Oh, esperaba poder hablar con ella… - añadió.

 

-          Y bueno, ¿vamos? – le indicó para que la siguiera, cosa que el moreno hizo. Fue tras ella desde la sala principal hasta un amplio pasillo; ahí le mostró el comedor, la biblioteca y la oficina de la dueña de casa. Avanzaron luego hasta la amplia cocina en donde vio a un chef y un asistente de cocina que le saludaron animadamente. Caminaron de regreso por donde había pasado hasta llegar nuevamente a la sala hasta comenzar a subir por las escaleras hasta el segundo piso -… creo que ya ha estado aquí antes, con la señora Lee

 

-          Sí, pero solo sé que el cuarto del fondo es el dormitorio del joven Taemin…

 

-          Bueno, esta puerta es la sala de televisión, aquella la oficina del joven Lee… - le mostraba a medida que avanzaban por el pasillo del lugar que daba para su asombro, con otra sala casi igual de amplia que la del piso inferior -… esta es la sala de juegos, este el baño de visitas, aquel el cuarto de la señora, este el cuarto de huéspedes, el de allá el dormitorio del joven Lee y este… - añadió a la puerta que estaba frente a la del castaño -…este es su cuarto joven Choi…

 

Abrió de par en par las puertas dobles del cuarto, creyendo por poco que estaba en la suite presidencial de un lujoso hotel. Si creía que su dormitorio sería simple, se había equivocado rotundamente; era casi igual de grande de lo que recordaba era el cuarto de Taemin. Había una sala pequeña con un par se sillones y una mesa de centro, frente a ella un mueble con un televisor que fácilmente era el doble del grande del suyo. Por todo el cuarto abundaban las ventanas que daban hacia el jardín trasero con flores de todo tipo, árboles frutales e incluso una pileta. Caminó hacia la derecha del dormitorio y vio una gran cama en medio; junto a esta un escritorio y dos puertas más: el walking clóset y el baño que para variar de lujos, tenía un jacuzzi.

 

-          ¡Dios! – exclamó casi al borde de las lágrimas, pensando sarcásticamente en cómo se suponía que extrañaría su hogar si durante ese mes viviría en semejante mansión.

 

-          ¿Qué ocurre? – preguntó la mujer preocupada de la reacción del moreno - ¿No le agrada? La señora dijo que si aquello ocurría podía facilitarle otro cuarto en el tercer piso…

 

-          ¡No, no, no! – dijo volteándose – es, ¿es mío?... digo, ¿acá dormiré yo?

 

-          Sí… - añadió ella sonriendo, notando que todo era solamente parte del asombro – La señora Lee quiso que su estancia acá fuera agradable, a ella le preocupa que el desgaste físico por su trabajo lo agote, así que puso especial esmero en facilitarle un dormitorio que fuera cómodo… además de que está junto al cuarto del joven Lee, en caso de cualquier cosa…

 

El joven Lee, por poco había olvidado que estaba en aquel lugar a causa de él, y no por unas vacaciones como estuvo a punto de pensar luego de ver tanto lujo y ostentosidad como nunca antes imaginó.

 

-          Él… ¿él está ahí…? – preguntó apuntando hacia el muro que colindaba con el dormitorio del menor.

 

-          Si… no ha querido levantarse – habló caminando fuera del dormitorio, hacia la sala de estar que había justo fuera de éste – Ayer, cuando supo que usted había firmado el contrato… ¡uff, nunca en mis años acá le había visto hacer semejante escándalo!... fue terrible…

 

-          ¿Usted cree que, podré hacer que retome el tratamiento?...

 

-          ¿Honestamente…?

 

-          Sí…

 

-          No, lo dudo… – le dijo lastimosamente – el joven Lee es igual a su padre: testarudo, frío, calculador y egoísta… ser dócil y obediente no está en su vocabulario, menos desde que supo que ya no le quedaba más tiempo que un par de meses… Con lo poco de vida que le queda, se le fue todo lo bueno de él: sus sonrisas, su juventud, su alegría, todo…

 

-          ¿Por qué cree entonces que me contrataron? – preguntó nuevamente – Digo, después de con toda la gente que pasó por acá antes que yo sin los resultados esperados, darse por vencido sería lo lógico, ¿no cree?

 

-          Sí, eso sería lo lógico para ciertas personas… - le respondió la mujer -…la señora Lee sabe que no puede hacer nada para que su hijo se sane, eso es imposible; ella solo se rehúsa a dejarlo ir… más que mal, es lo único que tiene…

 

A pesar de aquello, Minho no sabía si sentirse afortunado por el trabajo y la gran paga que recibiría al cabo de aquel mes, o arrepentirse, pues cada vez que se mencionaba al joven Lee, problemas y un mal carácter era lo único que obtendría de él. Vio a la mujer marcharse, dándole tiempo para que se acomodara en su cuarto. En esa soledad, se dispuso a trazar un plan de cómo hacer que el menor retomara su tratamiento, no pensó en lo difícil que pudiere ser; esa experiencia la tenía, ni tampoco se dejó embargar por nerviosismos ni ansiedades: si el menor no accedía apelaría a su apodo de “mano dura” con el que le llamaban en el hospital por su firmeza al sujetar a pacientes fuera de control, pero de que haría su trabajo, lo haría, eso… eso no se ponía en duda, no para Choi Minho.

 

 

Sintió como por su mano se extendía un cosquilleo, en pequeñas pulsaciones que avanzaban de su muñeca izquierda hasta después del codo, justo por el pliegue del codo. Entre sueños rio; era muy cosquilloso, pero de a poco comenzó a molestarse cuando era interrumpido de su dormir. Joo Jin maldita bruja… pensó creyendo que nuevamente era despertado por la ama de llaves. Abrió los ojos perezosamente, notando lo mucho que brillaba el sol en su cuarto: alguien había corrido las pesadas cortinas de las ventanas.

 

-          No te muevas…

 

Oyó que le decían a lo lejos, se sentía aturdido, mareado y el cuerpo le pesaba impidiéndole moverse. Juntó fuerzas y movió un brazo hasta su cara, restregando sus ojos cuando otro cosquilleo le hizo quejarse casi dolorosamente. Llevó la mano de su rostro hacia su brazo izquierdo, pero antes de que pudiese tocarse, otra mano la apartó.

 

-          No te toques, quédate quieto…

 

Otra vez esa voz. Se movió entonces hacia el costado izquierdo de su cama, notando una sombra que estaba parada. Pestañeó repetidas veces hasta que pudo notar a aquel tipo de la otra vez, mirando un monitor y chequeando la dosis de medicamentos que introducía por medio de una jeringa en una bolsa de suero que colgaba de la cabecera de su cama. Se miró entonces, y notó que aquel cosquilleo que le había despertado, había sido el pinchazo de una aguja en su brazo.

 

-          ¿Pero qué… qué crees, ¡Aaah!... qué crees que haces? – le dijo quejándose; estaba muy mareado – Quíta-quítame esto…

 

-          Lo siento, pero no puedo… - añadió comprobando que la aguja no se hubiese corrido -…debes quedarte quieto, te sentirás mareado, pero no te asustes…

 

-          ¿Por, por qué tu…? – habló entrecortadamente sintiendo los efectos que el chico le había mencionado: estaba mareado y demonios que desagradable era aquella sensación - ¿Qué me estás ha-cien, haciendo…?

 

-          Te estoy medicando, desde hoy reanudarás tu quimioterapia…- le dijo tomándole el pulso y haciendo anotaciones en una libreta.

 

-          ¡Nooo! – gritó el menor moviéndose desesperado - ¡Quítame esto, quítamelo!

 

-          Imposible…

 

-          ¡QUE ME LO QUI-TES IMBÉCIL! – insistió tratando de zafarse de la aguja en su brazo, siendo inmediatamente detenido por el moreno  - ¡SU-SUÉLTAME, QUE ME SUELTES TE DIGO!... ¡Madre, MADREEE, AYÚDAME!

 

-          Tu madre no está aquí…

 

-          ¡AARRGG, QUÍTAME ESTO HIJO DE PUTA! – exclamó volteando el rostro, topándoselo tal como quería, a centímetros de él. Juntó fuerza con su garganta y sin dudarlo le escupió en el rostro, haciéndolo retroceder mientras llevaba su mano hasta su cara; momento que aprovechó de quitarse todo y sentarse en la cama para huir de ahí. Apenas logró ponerse en pie, pues los medicamentos ya estaban en su sistema y sabía lo que le ocasionaban. A tientas caminó apoyándose de la muralla hasta llegar a la puerta, en donde antes de abrirla sintió que un brazo pasaba por debajo de sus piernas y otro por la espalda, alzándolo en el aire y dirigiéndolo de regreso a la cama - ¡DÉ-JA-ME CRIMINAL, MADRE, JOO JIN AYÚDAME…!

 

-          Joo Jin y tu madre son mis cómplices, podrás gritar todo lo que quieras, ellas no vendrán a ayudarte Taemin… - le habló pausadamente, contrastando con lo molesto que comenzaba a sentirse mientras lo posaba en la cama, luchando con el movimiento de brazos y piernas que hacía el menor con tal de golpearlo – Desde ahora en adelante tu…

 

Pero no pudo continuar, pues sintió como otro escupo caía sobre él, esta vez dentro de su boca, robándole las palabras y haciendo que tocara su límite. Tomó nuevamente en brazos al menor, dirigiéndose con él hasta el baño. Ahí lo posó dentro de la amplia tina, aún con su pijama y justo antes de que lograra escapársele, abrió el grifo y tomando la regadera lo comenzó a mojar con agua fría.

 

-          ¡PERO QUÉ…! NOO, ES, ESTÁ FRÍA IDIOTA – se quejó tratando de cubrir su rostro, sin lograrlo: estaba completamente mojado.

 

-          Cálmate y la corto…

 

-          ¡JAMÁS!

 

-          Como quieras… - añadió volviendo a posar la regadera en su rostro, molestándole.

 

-          ¡ARG, QUÍTALA YA, ME CONGELO!

 

-          ¿Te calmarás…?

 

-          ¡NI EN TUS SUEÑOS ENFERMERO DE MIERDA!

 

-          Está bien… - continuo, está vez tomando el pantalón del pijama del chico por el cual introdujo todo el chorro, humedeciéndole sus partes íntimas.

 

-          ¡YA BASTAAA, BASTA…! – se quejó, posando sus brazos en los musculosos brazos del moreno, tratando así que este quitara la regadera de sus pantalones - ¡BASTA, POR-POR FAVOR CORTA EL AGUA, CÓRTALA YA!

 

-          ¿Te calmarás…? – preguntó nuevamente.

 

-          ¡SI, SI, SI, PERO CORTA YA EL AGUA…!

 

-          OK… - le dijo cerrando el grifo. Se volteó hacia el mueble de baño de dónde saco una toalla, tirándosela con poca delicadeza en el rostro. Ahí lo miró secarse, conteniendo una risa al pensar en cómo pudo sentir temor de un niño mimado con él. Cuando el menor asomó su más-que-molesto rostro, alzó una ceja soberbiamente; la primera batalla estaba ganada.

 

MINHO: 1 / NIÑO MIMADO: 0

 

-          Mi, mi madre, mi ma-dre se ente-ra-rá de es-to… - tartamudeó con el mentón tembloroso por el frío de haberse sometido a semejante ducha estilo militar. Se incorporó de la tina, sentándose en el borde antes de ponerse de pie con ayuda de Minho - ¡No-me-to-ques!

 

El moreno lo observó de lejos, viendo lo avergonzado que se encontraba a medida que trataba de secar su cabello sin muchos resultados.

 

-          Ven acá… - le dijo quitándole la toalla y poniéndosela en la cabeza, mientras que con sus manos masajeaba su pelo, ayudándolo a secarse antes de que enfermara.

 

-          Sa-sabes, que si me res-frío puedo acabar en un hos-pi-tal, ¿eres enfermero o qué…? – dijo tratando de quitárselo de encima, sin lograrlo y aún con la voz temblorosa; tenía demasiado frío -… cualquiera sabría eso i-nú-til… ¡AY! – se quejó cuando sintió que el moreno agarraba un mechón de su cabello, tirando dolorosamente de él - ¿Pero quién te crees que….

 

-          Escúchame bien mocoso… - habló Minho apartándose de él, clavándole la más temerosas de sus miradas -… puedes golpearme, escupirme, poner veneno en mi comida y hacerme la vida imposible pero no permitiré que me insultes…

 

-          ¡Yo te trato como se me da la gana, tú…

 

-          Error niñito… - le interrumpió nuevamente -… aquí el que te tratará como quiere seré YO; yo soy el jefe y tu mi súbdito… de ahora en adelante harás caso en todo lo que te diga; te someterás a tu quimioterapia quieras o no, porque para eso tu madre me está pagando…

 

-          ¡NO TIENES DERECHO A HABLARME ASÍ!

 

-          Error nuevamente… - continuo -…claro que tengo derecho, si no me crees pregúntale a tu madre…

 

-          ¡HARÉ QUE TE ECHE A LA CALLE! – exclamó apartándose de él, huyendo de aquella intimidante presencia que le atemorizaba.

 

-          ¡Jajaja! – rio irónicamente, pasando una mano por su cabello mientras caminaba hacia él - ¿Cómo pretendes echarme a la calle si me acabo de mudar a tu casa?

 

-          ¡¿QUÉ?!

 

-          Y ¿sabes algo más…? – le dijo acercándosele hasta quedar tan cerca del rostro del menor, que pudo distinguir que algunas de las gotas de su rostro no eran por la ducha de agua fría, sino por lágrimas de frustración -… de ahora en adelante, seremos compañeros de piso porque para tu información, dormiré en el cuarto junto al tuyo…

 

Minho esbozó una media sonrisa que contrastó con el rostro fuera de sí de Taemin. Se volteó hacia la puerta del baño, no sin antes detenerse a dar su estocada final.

 

-          ¡Ah, otra cosa! – le dijo capturando su atención -… lindos calzoncillos Taemin…

 

Y diciendo esto se fue.

 

El menor tomó el borde de su pijama, levantándolo levemente, notando a qué se refería el moreno: ese día usaba calzoncillos azules con estrellas celestes. ¡MALDICIÓN! Se quejó interiormente, sonrojándose. Cuando le sintió salir del dormitorio, tiró de su cabello mientras gritaba furioso; y es que nunca antes alguien le había desarmado, y menos de esa manera tan bochornosa.

 

Cuando sintió que había botado la mayor parte de su irá, se dejó caer en el piso, apoyando su rostro en sus rodillas. Ahí supo que su madre sí hablaba en serio cuando días atrás le había amenazado con contratar a alguien que le obligase a seguir su tratamiento, aún si fuera en su contra. Se sintió superado y realmente enojado, pues odiaba que le ordenasen hacer cosas que no quería.

 

-          ¡ARG! – gritó nuevamente cubriendo su rostro y ahogando un llanto desesperado.

 

No le importó estar en el piso de cerámicas sentado con su pijama húmedo, pues su enojo le hizo sentir un ahogante calor que le quemaba. Sabía que esa ira tenía un culpable, culpable que tal vez ahora se estaría riendo de él y su ropa interior. Golpeó el piso con su puño, desahogándose, no sin antes prometerse a sí mismo que haría lo que estuviese a su alcancé para deshacerse de él, para impedir que siquiera le tocase, para hacerle la vida un infierno ni fuese necesario.

 

-          Me las pagarás una a una enfermero de mierda… - musitó entre dientes, mirando al vacío.

 

 

Y es que solo se quejó de lo mucho que comenzaba a odiarlo, sin saber que alguien más en aquella casa, lo comenzaba a odiar también de la misma manera.

Notas finales:

Pobre Tae... u.u 

Ya quisiera yo someterme a los tratamientos y cuidados de ese morenazo jajajajajaja xD

Espero les haya gustado :)

Nos vemos en el próximo capítulo, dejen revieeeeeews !

 

Se cuidan ^^


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