Narra Sean
10:20 de la mañana
Observé fijamente a Daniel... algo me estaba ocultando... pero... ¿qué era?...
-Sean-... James regresó a la cocina con teléfono en mano, vi como Daniel se relajaba un poco
-¿Qué pasa?- se colocó al lado de Lucy, la cual, por maravillas de la vida, este día no me había soltado alguno de sus sermones, de hecho, se le veía pensativa. James se recargó en el fregadero con su vista en nosotros
-acaba de llamar Ana, ella y los idiotas tuvieron un problema con su auto de camino a aquí, ¿me acompañas?-James se cruzó de brazos, fruncí mi ceño
-¿por qué debo ir yo?, tan solo tráelos en tu auto, está a punto de llover así que mañana iremos por el de ellos-apreté con un poco más de fuerza la mano de Daniel en la mía, quería que le quedara en claro que no pensaba moverme hasta que me dijera lo que pasaba por su mente.
-es lo mismo que les dije pero... Ana insistió y su miedo a ir en carretera con esos idiotas ha de ser mayor. Y la apoyo-... maldije por lo bajo y solté la mano de Daniel
-vamos, entre antes sea, mejor-James salió de la cocina y regresé mi atención a Daniel, me incliné un poco para poder obtener su atención y para evitar que Lucy nos escuchara por “error” -tu y yo hablaremos en cuanto llegue-besé su frente mientras pasaba mis dedos por su cabello-no tardaremos-... la piel de Daniel se tornó ligeramente en un blanco opaco, más tarde me encargaría de sacarle todo lo que tiene en la cabeza.
Me levanté de mi lugar y salí de la cocina.
James me esperaba en el pie de las escaleras
-vamos- asentí y ambos salimos de la casa.
Caminamos en silencio hasta mi automóvil, ambos subimos, yo de conductor y James de copiloto.
-¿en donde están?-encendí el motor y miré fijamente a James, el suspiró
-están en Volgogrado, kilómetro 34-también suspiré
-que camino más aburrido, largo y recto-... James se carcajeó, revisé mis espejos comprobando que ningún auto pasara y emprendí el camino.
-¿qué se le puede hacer?, son unos tarados al quedarse varados en ese lugar-James bajó el vidrio de su lado y se asomó un poco-está apunto de llover, me parece que habrá tormenta eléctrica-me incliné ligeramente y a lo lejos del cielo grisáceo noté el destello de varios relámpagos
-será mejor apresurarnos- alcancé la 3ra velocidad y decidí mantenerla, por lo menos hasta que llegáramos a Volgogrado, estando ahí, me encargaría de ir a la 6ta.
El trayecto fue casi en silencio, ya que James había encendido la radio para evitar cualquier ruido molesto proveniente de afuera, el tráfico a la salida de la ciudad era un poco insoportable, aunque en esta ocasión, ese malestar era algo de menos, mi mente viajaba hacia Daniel. Su rostro preocupado y cansado me invadía por completo. Estaba completamente seguro de que algo ocultaba, su cambio emocional tan repentino me daba de que pensar, me preocupaba.
-Lucy está extraña últimamente-parpadee repetidas veces al momento de escuchar la voz de James, sacándome de mi ensoñación.
-es una histérica ¿o no?- James suspiró
-no, esta vez es diferente-me detuve frente a un semáforo en rojo y observé a James
-¿a qué te refieres con diferente?-James arqueó sus cejas sin dejar de ver hacia el exterior del automóvil
-no lo sé... pero...-suspiró y por fin parpadeó- espero que no sea nada malo-
-tienes que platicar con ella-regresé mi vista al frente justo cuando el semáforo cambiaba a verde. Aceleré y nuevamente el silencio reinó.
Mientras más avanzábamos más nos acercábamos a las nubes negras y grises que empezaban a invadir el cielo. La tormenta iba a ser grande.
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Daniel, Daniel, Daniel... ¿qué te mantendrá tan pensativo?... estás actuando como antes, cuando no nos dirigíamos ninguna palabra y ni siquiera te dignabas a verme fijamente. Como cuando nos enfrentábamos y no expresabas lo que realmente querías decir. Queriéndote negar a lo que se te pedía y terminando por acceder a todo. Diciendo “Sí” cuando deseabas dejar salir un “No”.
Me preocupaba.
Me preocupas.
Las primeras noches que pasamos fuera del laboratorio me quedaba velando tu sueño, temía que te arrepintieras de haber escapado conmigo y escaparas mientras todos descansaban, queriendo regresar a los laboratorios. Alejarte de mi lado.
El día que saliste con Lucy a quien sabe que parte me enteré que tenía alma. Permitiéndome sentir la preocupación y la ansiedad de que te encontraras en algún peligro caminando por esas calles que para nada estabas acostumbrado a pasar. Con tus pensamientos de que “estabas momentáneamente a salvo”.
Esa noche que compartimos por primera vez una cama. Sin pensar en nada más que en dormir. Tu cuerpo era especial al otorgarme una maravillosa sensación de tranquilidad y confort al permitirme tenerte entre mis brazos. Tú no pensabas en nada malo, simplemente era incomodidad, una incomodidad que te gustaba sentir, lo sabía, y eso me alegraba de alguna forma.
Cuando te lastimaron por ser poderoso. Los peores días de mi vida. Viéndote sin mover, con esa respiración tan pausada que ponía en alerta todos mis sentidos, temiendo que se detuviera en cualquier momento, temiendo que no volvieras a abrir tus ojos, dejándome con la necesidad de enseñarte más cosas... pero cuando te vi despierto, como si nada hubiera pasado, comiendo cereal con leche sin ninguna preocupación, mi alma decidió regresar. El aire entraba a mis pulmones y la sangre me corría fluidamente por las venas.
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11:44 de la mañana
-enciende las luces Sean, tampoco quiero que choquemos cuando ya nos faltan 20 kilómetros para llegar-la voz de James se me hizo un poco lejana pero logré acatar lo que me pedía moviendo mi mano hacia los controles del automóvil y viendo cómo las luces se encendía. Aún era temprano pero la neblina por ese lugar estaba densa, no había ninguna curva pero era mejor prevenir y evitarle infartos innecesarios a James.
La lluvia empezó a estrellarse contra el parabrisas, las gotas eran gruesas y caían con fuerza, dificultándome un poco más para ver el camino.
Ir de forma recta en esa carretera, aparte de ser tedioso también era algo difícil con estos climas, al hacerte perder el sentido de orientación y confundiéndote con que si ibas derecho o ya ibas en el otro carril. Para mí no era algo difícil, simplemente me concentraba en el camino y evitaba ver a otros lados.
-odio esta carretera, parece que no tiene fin-James se quejó cual niño de 10 años, se cruzó de brazos y soltó otro suspiro.
-deja de quejarte, tú no vas conduciendo-aumenté un poco la velocidad y James volvió a suspirar.
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Sabía que te aburrías. Tú eras una persona curiosa por naturaleza. Te gustaba estar solo pero con el pensamiento de que había alguien más contigo, en el mismo lugar, lejos, cerca. Te sentías atraído por cosas tan simples. Tus preguntas por todo lo que te rodeaba, queriendo saber y enterarte de absolutamente todo. Todo.
Cuando te lastimé sin que quisiera hacerlo, pero la rabia me carcomía en vida. El pensamiento que más odio llegó a mí esa vez. Arrepentirme de haberte dejado venir conmigo, creyendo que tú jamás lograrías acoplarte a las personas, a la ciudad, a los animales... pero luego, al escucharte llorar me di cuenta del error que cometí, tratándote de la manera que menos te merecías. Y luego, pedirte perdón al ver que reaccionarías por tu cuenta. Sintiéndome más basura por haberte tratado como te traté... sin ver el por qué lo habías hecho... sin ver tus verdaderas intenciones... sin ver... nada. Me diste tu perdón de una manera tan fácil, sin pensarlo ni un momento, sin dudas en tu rostro por la decisión...
Celos. No me creía capaz de sentirlos, era algo estúpido que se veía a menudo en las personas normales. Pero cuando los experimenté por primera vez, me arrepentí de todo pensamiento que había tenido hacia ellos. Dejando de lado el que no eran importantes, que no lo valían, que no enfurecían, que no te hacían sentir... inseguro. Y cuando me los provocaste sin que tú así lo desearas, mi alma se fundió por completo, queriéndote prohibir todo con todos, sin que respiraras cerca de alguien, sin que te quedaras dormido donde todo mundo pudiera verte, encerrado, sin libertad, sin nada. Solo para mí y nadie más. Pero no podía hacerte eso, debía aprender a vivir con esa maldición.
Cuando nos besamos por primera vez. Profunda y lentamente. Tocando tu cabello y un poco de tu piel. Me gustaba el que no supieras nada de ese mundo. Besarte cuando yo quisiera, donde yo quisiera y en el momento que yo deseara. En tu habitación, en la sala, en mi habitación, en la cocina, bajo las sábanas, entre mis brazos, sentados, de pie, cerca, muy cerca, lejos... pero no lo suficiente como para hacernos perder contacto visual. Besar tus dedos, tus hombros y tu cuello. Cayendo por el cansancio del día con tu boca cerca de la mía. Tus labios eran perfectos. Tus labios eran míos.
Por esa pelea sin sentido. Dejándome caer en esa estúpida confusión que casi me arrebataba tu cariño. Viendo la confusión en tu rostro y tomando la excelente decisión de escucharte aunque en esos momento no me apetecía. Explicarte lo que pasaba después de que me tragara la culpa. La reacción que tuviste me fascinó de sobremanera, tan inocente y dulce...
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12:10 de la Tarde
La carretera desaparecía poco a poco conforme nos adentrábamos más y más en esa neblina, alguno que otro auto pasaba a nuestro lado con las luces encendidas y a una velocidad relativamente mucho más lenta de la que yo llevaba, liberé un bostezo al seguir avanzando más y más.
-más adelante hay una desviación, tómala, ahí nos están esperando-James veía fijamente su celular, suspiré y encendí la direccional. Mi vista viajó hacia el retrovisor y me di cuenta de que un auto negro venía cerca de nosotros... su velocidad y la nuestra... era la misma... -gira aquí Sean-aparté mi vista del espejo y conduje el automóvil hacia donde James me indicaba. Entramos en un camino rural y con bastante oscuridad provocada por los árboles tan altos que nos rodeaban. Las luces del auto solo alumbraban lo que teníamos de frente, más no lo que teníamos a los lados.
Un mal presentimiento empezó a recorrer todo mi cuerpo.
-¿estás seguro que es aquí?- conduje lentamente mientras escuchaba como la tierra era aplastada por las llantas.
-sí, Ana me envió una captura del lugar exacto por medio de Google Maps- James se rasco entre sus cabellos-pero yo sabía que este lugar no estaba marcado en el mapa, tal vez es solo un camino sin importancia-... mi vista siguió sin perderse en el camino
-ni siquiera veo las luces de su auto, no creo que se quedaran a oscuras en un lugar así-...
-tal vez la batería se les agotó-... por estúpidos...
Seguimos avanzando hasta que en una pequeña curva vimos las luces de un auto
-¿serán ellos?-... James susurró levemente
-dudo que alguien más esté por aquí-... le respondí con el mismo tono.
Tenía la sensación de que algo estaba a punto de caernos encima, pero no había nada más, mis poderes no percibían nada extraño ni anormal en ese lugar.
Me detuve cuando las luces de ambos autos se encontraron.
-vamos a ver-... me retiré el cinturón de seguridad y bajé del automóvil siendo seguido por James. Nuestros pasos se escuchaban ligeramente sobre las piedras que había en el camino, el frío era tremendo y la oscuridad no ayudaba en nada.
Nos acercamos lentamente con la vista en el automóvil. Algunos animales de esa zona hacían ruidos casi imperceptibles al igual que sus ágiles movimientos por entre los arbustos. Me coloqué al lado de la puerta del conductor, el vidrio estaba abajo y... no había nadie en el interior. Me incliné para tomar las llaves haciendo que el motor y las luces se apagaran. Observé con atención el llavero, tenía ese pequeño cubo Rubik muy característico de Ana.
-¿en dónde estarán?-la intriga en la voz de James no ayudaba en nada, me giré hacia él y el llavero casi se me cae de entre los dedos.
James siguió mi mirada y ambos prestamos atención al sujeto que estaba sentado en el cofre de mi automóvil. Tenía los brazos a la altura del pecho y nos observaba con burla en su mirada.
-hey, ¿buscaban a sus amigos? -su voz se me hacía vagamente familiar... pero no reconocía con totalidad su rostro... ¿en dónde carajos lo había visto?...
-¿dinos en dónde están?- me mantuve sereno y la voz de James también salió serena, el sujeto perdió un poco la confianza
-ellos simplemente están durmiendo- chasqueó sus dedos, escuché un pequeño ruido por encima de nosotros y James elevó su mirada, pero yo me mantuve observando fijamente al sujeto, intentando recordar en dónde le había visto... pero nada.
Tres enormes bultos cayeron frente a nosotros. Sabía que eran esos tres estúpidos. James fue rápidamente a auxiliarlos.
-¿qué logras con esto?- apreté el llavero entre mis dedos
-¿yo?, yo nada- sonrió- simplemente le estoy haciendo de “carnada”-dejó de sonreír- al igual que tus amigos- se enderezó y empezó a caminar a nuestro alrededor- Sean, deberías preocuparte por otras personas-... sabia mi nombre, nada de claves, mi nombre.
-¿cómo...- la pregunta murió al instante
-¿tan rápido te olvidas de los “débiles”?-volvió a sonreír-no deberías hacerlo Sean-se detuvo frente al enorme peñasco de piedra que nos rodeaba, las luces del automóvil apenas y podían alumbrarlo un poco
-ellos están bien Sean-escuché la voz de James aún tranquila, sabía que estaba escuchando todo... pero se mantenía sereno. Al igual que yo. Pero dudaba que lo siguiera estando.
Algo dentro de mí se estaba retorciendo.
-¿qué es lo que quieres?, por algo nos has hecho venir a este lugar-James se colocó a mi lado
-y pudo haber sido cualquier otro lugar, más lejos o un poco más cerca- su sonrisa estaba poniéndome de malas.
-¿entonces?-James se estaba alterando
-nada-vi que sacaba un celular de su pantalón, la pantalla estaba encendida, leyó por un pequeño momento y luego sonrió aún más-ya les había dicho que no se preocuparan por mí, ni por ellos- señaló a los aún inconscientes- e incluso ni por ustedes, no tengo órdenes de pelear- ¿órdenes?- por el momento...- extendió sus brazos y dos personas cayeron de pie a su lado- perderían al intentarlo-... este cabrón...- nos retiramos, he cumplido mi mandato- hizo una ligera reverencia producto de la burla que nos echaba en cara.
Los tres sujetos empezaron a caminar hacia la oscuridad que nos rodeaba y la lluvia incrementó su fuerza. Los relámpagos eran extensos provocando que la tierra temblara bajo mis pies.
-preocúpense por el chiquillo ese... -... no...- ... y por la sexy pelirroja que está con él-... mis poderes se expandieron a gran velocidad pero en un milisegundo en el que me sentí aturdido ellos desaparecieron de mi vista y al alcance de mis poderes...
-¡carajo James!-... no podía ser... no podía ser... ¿Cómo carajos sucedió?...
Ambos cargamos a los estúpidos y los subimos a velocidad relámpago en el automóvil, James y yo también, con rapidez encendí el motor del automóvil y di una rápida vuelta por el estrecho camino, no me importaba la velocidad.
Daniel... Daniel... ¡Daniel!
¿! Cómo carajos había desaparecido de mi mente!? ... ¡esto jamás iba a perdonármelo!
¡Jamás!
-Sean... tranquilízate- la velocidad que llevaba era tremenda, me había encontrado con algunos automóviles pasando a sus lados como si quisiera ir directo a las puertas del infierno. No estaba muy lejos de querer hacerlo-Sean... escúchame-... me olvide por completo de James, la velocidad aumentó haciendo que las cosas pasaran volando a nuestros lados.
Carajo... Daniel...
Me pasé varios señalamientos de la carretera y saliendo de Volgogrado una patrulla empezaba a perseguirnos, sabía que aunque James intentaba calmarme él estaba hirviendo en el interior. Lucy era tan importante para él como Daniel lo era para mí. Si algo les pasaba a ambos, tendría por seguro que James no se detendría, al igual que yo.
La carretera se me hizo relativamente más corta, pronto, nos vimos en las calles de Rusia pasando a gran velocidad.
El miedo y la incertidumbre empezaban a apoderarse de mí. Las manos me temblaban y la garganta me ardía. Mi cuerpo entero estaba tenso, las ansias me comían vivo y la preocupación... todo estaba matándome... ¿cómo había sido tan estúpido?... ¿¡Cómo!?
Pronto, las conocidas calles empezaron a calmarme un poco.
Rogaba, suplicaba porque él estuviera bien... todo... que todo fuera una estúpida broma.
Pero muy en el interior, lo sabía.
Sabía que era demasiado tarde.
Demasiado para ser verdad.
Sin estacionar bien el automóvil lo detuve con un rechinido por parte de las llantas contra el asfalto.
James y yo bajamos a toda velocidad y nos dirigimos corriendo hacia el interior de la casa.
Al entrar...
Todo estaba en orden.
Nada hecho trizas, nada.
No había signos de batalla.
Una ligera luz de esperanza empezó a inundarme hasta que reparamos en el cuerpo inerte de Lucy sobre el sofá de la sala. James con velocidad la tomó entre sus brazos y fue cuando pude darme cuenta de la herida que tenía en la cabeza. Su sangre manchaba la blanca tela del sofá. Su piel estaba más pálida de lo normal y algunas heridas en sus brazos eran notorias.
-Lucy... preciosa... hey...- James la tomaba entre sus brazos...
Y Daniel...
...
...
Daniel no estaba.
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Cuando te hice mío la felicidad que sentía superaba cualquier otro sentimiento. Tu cuerpo, delgado, sudoroso y con un aroma embriagante que me hacia perder la razón. Todo tú era lo mejor que había pasado. Tus pensamientos y acciones tan inocentes. Esos gemidos que lograba sacarte a cada centímetro de tu piel que mis manos recorrían. Tus piernas, tu abdomen, tus hombros, tu espalda, tu cabello... todo eso me encantaba tocar, poseer con mi boca y con mis manos. Grabar en mi memoria cada movimiento que hacías, cada palabra que me decías...
Simplemente...
...
Me encantaba.
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