Hipo:
La suave música se escucha por los corredores del castillo; mil años de antigüedad pero mantiene su soberbia como en siglos pasados.
Me recuerda al el joven que toca la música, de cabello negro y grueso, tez pálida y unos bonitos ojos verde tan brillantes que parecen tóxicos, sus labios finos y un poco gruesos que le dan un toque infantil y sensual a la vez, él es mi mejor amigo Night, un aristócrata de los más pomposos pero a pesar de su arrogancia demuestra una ternura que casi nadie conoce.
Me le acercó por la espalda y veo las partituras.
- ¿Yorgos Kazantzis? ¿Es que te has enamorado? ¿Puedo saber quién es la desafortunada creatura a la que te has enamorado?- dije sonriendo, el dejo el piano y volteo a verme.
-afortunadamente no estoy enamorado, y si lo estuviera que no es el caso, la supuesta “desafortunada creatura” debería sentirse la persona más afortunada del mundo, por tener de rodillas al conde Fury a sus pies, ¿no crees?- dijo con una sonrisa traviesa en los labios, solté una carcajada y él se levantó tomo unas partituras y me las enseño.
Las mire por un momento, mi rostro cambio drásticamente de uno alegre a uno de miedo.
-no puedo tocar esto, es demasiado complicado para mí- dije en un tono convaleciente.
-si no te apresuro jamás vas a salir de tu estado de confort- dijo sin siquiera mirarme.
Me senté en el banquito enfrente del piano, prepare las notas y empecé a tocar, primero lento con un toque de miedo poco a poco me fui soltando cada vez más rápido, cada vez más emocionante y sin darme cuenta ya la había acabado.
-estupendo, sabía que podía dejarte mi composición favorita en tus manos- lo mire con una mueca de duda absoluta mientras él se amaraba el pelo en una coleta alta, no es como si ayudara mucho eso su cabello era tan largo que le llegaba a la cadera y cuando esta suelto un poco más abajo del glúteo.
-¿tu composición favorita es Dance Macabre? ¿Y por qué no me sorprende?-
-por qué me conoces demasiado amigo mío, tú y tu mata de pelo café, me conocen demasiado bien- se dio la vuelta y tal vez fuera cosa mía pero pude escuchar una frase salir de sus labios tan suave que por poco no la escucho “demasiado bien”
El ambiente se puso un poco denso, me sentía incómodo así que trate de sacar un nuevo tema de conversación y mire al reloj.
-4:50- dije son percatarme de lo que dije, después como si algo hubiera echo clic en mi cabeza me levante de un salto y recogí mis cosas.
-¿adónde vas?- dijo Night – todavía no acaba tu clase de piano- lo mire exasperado y dije – tengo una cita en 15 minutos- y dicho esto me fui corriendo saliendo del castillo y sus milenarios muros, para abrir la camioneta y salir disparado hacia la salida, por los kilométricos jardines.
Poco después y para mi buena suerte había llegado puntual.
Baje de la camioneta no sin antes darme un vistazo la playera verde abrillantaba más mis ojos verdes y el cabello lo tenía levemente desordenado, que me daba un aire de chico despreocupado pero mi único defecto eran las pecas que adornaban mis pómulos, me hacían parecer más joven de lo que en realidad tenia; aunque eso tampoco es tan malo creo…
Mi cita había llegado justo después que yo, su largo y voluminoso cabello rubio me dejaba sin habla, me encantaba esa chica desde que tenía 14 años y aquí estaba parada frente a mí, después de 5 años desde que se fue a los estados unidos, había cambiado mucho, ya no tenía cuerpo de una niña sino de una joven de 25 como era de esperar, llevaba un abrigo color hueso que resaltaba su cabello y su tono de piel como el de todos aquí en Dinamarca tan pálida como es posible.
Nos dimos un fuerte abrazo y caminamos por la calle de Kirkegade, platicamos de los años pasados y de los años futuros.
Cansados del pasto, entramos en el billar de Nygade con la esquina de Støberivej un lugar agradable, al entrar Astrid llamo la atención de todos los presentes, no es que destacara en algo genéticamente pero la forma de caminar la seguridad que tenía era muy atrayente en ella.
Cuando el reloj dio las 8 regresamos a la camioneta.
-extrañaba la tranquilidad de Nykøbing Mors- dijo recargándose en el respaldo de su asiento.
- supongo que en Nueva York no ay ni un minuto de descanso-
-no tienes ni idea- conduje directo a Mors llegaríamos en 15 minutos por la carretera, pero al casi saliendo de la ciudad había un circo, Astrid me rogo para que entráramos en la función, a decir verdad nunca entre a un circo y solo por eso accedí a entrar.
Compramos los boletos y unas palomitas de caramelo y otras de mantequilla las mesclamos como en los viejos tiempos y esperamos a que empezará el espectáculo.
El maestro de ceremonias era un hombre robusto y con una espesa barba blanca con un traje rojo que te daba la sensación de estar viendo a santa.
-BIENBENIDOS AL CIRCO DE LOS SUEÑOS- grito el hombre y sin más ceremonias las luces se apagaron y apareció un grupo de niñas con trajes llenos de plumas color verdes que les daban un aire de colibríes, empezaron a hacer acrobacias de todo tipo asombrando a toda la multitud, después un joven moreno (muy extraño aquí) con dos pelotitas prendidas en llamas empezó hacer figuras, como dos peses jugando, o un sol.
Luego salieron un par de mimos de lo más singulares, uno era alto y de cabello negro con un antifaz negro y toda su vestidura negra y el otro chaparrito de cara adorable de cabello dorado y puntiagudo sin antifaz y un traje dorado. Hicieron que en varias ocasiones no pudiera contener la risa, y después apareció un hombre con un traje ridículo, él jugaba con el elefante y con el par de tigres te tenían y por ultimo un espectáculo adorable con conejos, metiéndolos a un sombrero y haciéndolos desaparecer.
Y cuando todos pensábamos que acabaría la función aquí las luces se apagaron por completo, Astrid hiso un bufido mientras me tomaba del brazo con fuerza, pero no dije nada.
De repente apareció una pareja, una chica con un traje azul claro y en los pies unos patines para el hielo y a su lado un chico de aproximadamente mi edad con cabello blanco y unos muy bonitos ojos azules también con un traje azul pero más fuerte y claro para hombre, empezaron a bailar alrededor de la pista que era de hielo (y no estaba ay antes) sorprendiendo a todos como podían hacer tales piruetas en el aire, ninguno pudo evitarlo todos aplaudíamos asombrados y cuando el maestro anuncio el fin del espectáculo, el chico saco una rosa de cristal se fue acercando al público y las chicas que estaban cerca empezaron a dar gritos de emoción pero el solo sonreía, y después se paró enfrente nuestra, se cursaron nuestras miradas y me dio la rosa a mí.
Después se alejó y todos empezamos a salir –toma- le tendí la flor a Astrid. –No es para mí tontito, te la dieron a ti, quédatela o tírala- la simple idea de tirarla me parecía devastadora así que simplemente la guarde en mi chamara y Salí de ay.
El viaje fue bastante silencioso, cuando llegamos a la casa de Astrid nos despedimos con un simple abrazo.
El camino a mi casa fue en total silencio, no prendí la radio mi casa estaba a 5 kilómetros de la casa de Astrid y a 3 de la de Night, pero nuestras casas se conectan por los jardines, solo en un pequeño punto a 3 hectáreas de la casa en el punto más alejado ay nuestras dos rejas están tan cerca que podemos tocarnos las caras si queremos.
Pero mi casa no se comprara con la de Night, él vive en un castillo soberbio mientras yo en una mansión veraniega de apenas 30 habitaciones, mientras que tiene más de 400 habitaciones y ay pasadizos sin usar, sin contar el cementerio privado y las 10 hectáreas de jardín que tienen.
Pero aun así no puedo quejarme con mi pequeña casa y mis 3 hectáreas soy feliz porque no ay rivalidad entre nuestras familias, o bueno en nosotros ya que nuestra familia dejo de ser de la realeza hace 100 años, pero mi padre sigue conservando el honor de “los asesinos de dragones” como él dice, y adorna nuestra casa con el blasón de dos espadas atravesando a un dragón sable rampante, en un fondo gules, una falta de respeto para nuestros vecinos que su blasón es un dragón rampante en un fondo gules por que según ellos “somos de la sangre del dragón” tal vez por eso la enemistad en nuestra familia, pero nosotros somos los mejores amigos del mundo, y tal vez se considere traición pero los Fury son personas muy agradables con migo y no como mi padre que no me presta nada de atención, incluso fui a la universidad y tengo doctorado en ingeniería genética pero al parecer no le importa.
El me odia desde que al nacer yo mi madre murió en el parto, y luego del accidente que tuve hizo que me odiara más.
Por fin después de recorrer los kilómetros de jardín llegue a casa, subí las largas escaleras sin anunciarme y camine a mi habitación era grande si pero era de las más apartadas de todas, cerré las cortinas y me quite toda la ropa, prepare mi baño con sales de jazmín y después de unos 30 minutos en la tina, una sirvienta entro para decirme que mi padre me esperaba para comer, y como era una orden de mi padre no pude negarme.
Me arregle para cenar y baje a el corazón de la casa, el techo era de cristal como si fuera un invernadero y en el centro 2 enormes chimeneas pendidas por la época del año, y en la cabecera de la mesa ay estaba mi padre, en la mesa podían entrar 30 personas pero por lo regular éramos solo nosotros dos, yo tenía que tomar su lugar alado de el por lo que él solo pensarlo de dio un mareo de repulsión, no es que yo odiara a mi padre pero si odiaba su espesa barba pelirroja , sentía que de solo verla me saldría una igual a mí.
-¿cómo te fue en el día?- pregunto más por cortesía que por interés.
-bien- dije a secas, la comida llego y el dejo sus papeles a un lado para comer, la comida como siempre estaba exquisita, así que ninguno de los dos dijo nada más.
Me retire a mi habitación y cuando regrese la rosa de cristal estaba en la mesita de noche, supongo que la sirvienta la dejo ay, por curiosidad la tome, la mire con detenimiento, cada detalle era existió, luego cuando estaba a punto de dejarla en el tallo sentí algo extraño, mire más de cerca y ay estaba, tallado claramente el número telefónico de aquel chico, sonreí para mí, deje la flor en la mesa y yo me fui a dormir.