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The clerk and the cat por JiGoKu nO HaNa

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Notas del capitulo:

Ojala les guste el capitulo

—  Sólo la boca, y después te largas de mi casa —se decidía y lo decía con el tono de voz más serio que tenía.

 

—  Sabía que elegirías eso— Ian sonreía complacido y se ponía de pie, con rapidez sentaba al mayor en su lugar sentándosele encima para partir—, primero quiero probarte un poco— lamía la boca del mayor e iniciaba un beso superficial, bastante agradable, insistiendo con su lengua para que el otro lo dejara colarse en su boca. Mientras sus manos se afianzaban al rededor de su cuello y su trasero estimulaba un poco la entrepierna ajena.

¡¿Eso no era muy rápido?! Ese chico, “Ian”, se ponía en marcha demasiado rápido, ¿era así como eran los servicios ‘pagados’? Como quiera que sea, dudaba un poco de permitirle su boca; es decir, era un completo extraño, que encima le había robado y ahora estaba lamiendo su boca con todo el deseo del mundo, y él no era de los que besaban a la gente que acababan de conocer, eso era demasiado rápido y aun así, lo hacía, al sentirlo moverse así sobre esa parte tan sensible, simplemente habría su boca, vería qué tenía para ofrecer y si se daba lugar, él también tenía con que luchar.

Teniendo paso libre el menor hacía de las suyas en aquella boca. Sabía cómo avanzar ahora más pacientemente pero desbordando ganas, como hacerle sentir al otro solo con un beso cuanto lo deseaba, a todo el mundo le gusta sentirse deseado más por alguien como él. Mordía los labios de su amante en medio del beso, divertido, manejando su lengua a gusto, incluso lamiendo el siempre sensible paladar, provocando agradables escalofríos en el mayor.

Don pensaba que definitivamente no había conocido a ninguna chica que besara así, ni siquiera las que se veían bastante experimentadas… Se defendía con lo que podía, pero al final se dejaba llevar, no podía contra esa lengua tan extraña y las cosas que hacía, definitivamente conseguía su objetivo y sólo con eso, el chico definitivamente no mentía cuando habló sobre sus “habilidades”. Sus manos tenían que agarrarse de las piernas ajenas, algo que se hace sin pensar.

Aprovechando la estimulación propia que significaba un beso de esa intensidad, Ian ponía algo más de malicia en sus caderas para poder conseguir pronto una reacción del otro e ir al plato principal. Mientras esperaba eso, su boca seguía devorando la del mayor y sus dedos recorrían hacia abajo y lento por sobre la ropa la usualmente sensitiva columna.

Participando en el beso, reaccionaba al movimiento tal como el otro quería, pero cuando sentía sus pequeños dedos en la espalda, los escalofríos le hacían reaccionar un poco.

—  Eso no —le decía frente a su boca, mientras agarraba sus manos y las apresaba al frente—, sólo haz lo que dijiste que harías —ese chico era peligroso con sus acciones, ya lo entendía y eso lo ponía nervioso, sentía que no debía de darle más libertades de las que ya, no dejar que lo tocará tan familiarmente.

 

—  No me gusta que me den órdenes, fruncía el ceño y estrechaba sus ojos, lo miraba como si fuera a saltarle al cuello, no le gustaba para nada, mucho menos que le negaran algo, o no de ese modo y en esa área por lo menos—. No seguiré a menos que me lo pidas bien —ahora que el otro ya tenía una erección podía ser, más, caprichoso con su trato.

Don cerraba los ojos y suspiraba, tenía a una pequeña fiera sentada en las piernas.

—  ¿Serias tan amable de seguir con "esto", sin tocarme así?, no me gusta que me toquen, nada personal, realmente —y en eso si había bastante verdad.

 

—  Debes tener algún trauma o algo—comentaba el menor ya relajado—. Bueno, seguiré con "esto"—le dejaba una lamida traviesa en la boca y bajaba a arrodillarse entre sus piernas donde tocaba a conciencia por sobre la ropa—. Es chistoso que le digas "esto", ¿te da vergüenza?

 

—  No hay trauma, simplemente no me gusta —era muy sensible con algunas cosas—. Es lo normal, aquí eres tú más bien alguien sin vergüenza —le comentaba mirándolo desde arriba, la imagen de ese pequeño codicioso desde arriba, era realmente buena.

Reía disimuladamente un poco mientras bajaba las bermudas aquellas y pasaba la lengua por toda la extensión erecta por sobre la tela de la ropa interior.

—  Sí, eso lo admito—chupaba con la tela de por medio haciendo ruido—, pero el que está más caliente aquí eres tú.

 

—  Bueno, eso lo admito yo, pero, harás algo al respecto ahora ¿no? —era bastante evidente cuál de los dos estaba más emocionado con el servicio. Sentía escalofríos con lo que el otro hacia y una sensación cálida en el estómago, quería más de eso, ese casi mocoso sabía cómo provocarle.

 

—  Por supuesto—afirmaba mientras sus dedos bajaban con lentitud la ropa interior lo justo y necesario para cumplir con su labor—. Ooh, vaya, no eres nada promedio aquí, oficinista—comentaba sin pudor sobre la hombría expuesta, de muy buen tamaño. Lo metía en su boca de golpe, cubriendo todo lo que podía y chupando con ganas, haciendo húmedos y perversos sonidos al sacarlo de su boca, era como una primera impresión de a lo que se enfrentaba. Miraba al mayor mientras se relamía los labios lujuriosamente—. Ahora me gustas más todavía.

Ian volvía a tomarlo por sorpresa y se doblaba un poco al sentir eso, las chicas no lo hacían así, por lo menos no las que había conocido, que no eran muchas.

—  Eres un… pequeño lujurioso —le decía viéndole a los ojos, con esa expresión en su cara, un completo sin vergüenza y en ese momento, eso le gustaba tanto, nunca había conocido a alguien así.

El menor volvía a meterlo en su boca e iniciaba su seria labor, cumpliría su palabra de hacerlo terminar en tiempo record, su lengua atendía habilidosamente la punta, hundiéndola en la húmeda abertura. Luego recorría toda la extensión, encontrando alguno que otro punto que lo hacía temblar llegando hasta los testículos, su lengua los empapaba provocando más sensaciones inesperadas para el mayor al rozar intencionalmente la zona del perineo. Regresando a arriba tragaba hasta el límite, iniciando un movimiento constante con su cabeza y quejándose aun con la boca llena solo por ver la cara que ponía Donovan.

Eso era ciertamente, inesperado para el albino, tanto que tenía que agarrar el cabello del otro, tan suave y delgado, como el de una chica. El chico no había mentido respecto a sus habilidades, ahora lo sabía, lo comprobaba mordiéndose el labio inferior y manteniendo los ojos entreabiertos, fijos en él, como si dejar de verlo fuera a ser una derrota en cualquier cosa que se estuviera jugando, tan sensual y con el audio de una porno en buena calidad, una buena porno; aguantaba, nunca había sentido algo así antes, pero aguantaba, no quería darle el lujo de terminar tan rápido, pero es que era tan difícil aguantar todo eso, tan placentera tortura. Apretando los dedos enredados en su cabello tenía que aguantar aunque la sangre comenzara a hervirle y la respiración se le calentara, eso que el otro hacía era demasiado agresivo y todo con esa cara imposible.

Veía al otro dar la pelea arduamente, le agradaba, pero era inútil. Apretó sus labios ofreciendo mayor estrechez a la hinchada erección aquella, hacía topar la punta un par de veces contra el interior de su mejilla, no porque fuera particularmente placentero, si no que lo sabía completamente estimulante a la vista. Ya sintiendo el final, lo dejaba llegar hasta su garganta, sabía cómo hacer excelentes servicios de ese tipo y eso incluía empujarse hasta el límite, podía con algo de esfuerzo consumir toda la extensión poniendo sus ojos llorosos y sus mejillas rojas.

Y con eso Ian cumplía con lo dicho, Don simplemente no había podido con eso, con esa vista, con esa boca, con todas las sensaciones que le había provocado; había terminado en lo más profundo de su garganta, en tiempo record, y abundantemente, siendo placentero hasta el último segundo, nunca pensó que pudiera ser excitante ver a un chico tragar semen de esa manera, sus dedos aferrados a la suave cabellera poco a poco la soltaban, mientras escuchaba con satisfacción al otro respirar más agitado que él y esa cara de nuevo, llorosa y satisfecha, terriblemente perversa.

Luego de tragar todo y ver gozar al mayor lo quitaba de su boca dando una última e intensa succión. Aun con las mejillas encendidas, agitado y los labios manchados se mantenía sentado en el suelo mirando al mayor mostrándole el gusto con que su lengua limpiaba los rastros de semen de su boca.

—  Que rico, casi mejor que tu comida... ¿Cuánto minutos tardaste? ¿Habías tardado tan poco antes?

 

—  Es sólo porque me tomaste por sorpresa —le decía tomándose la libertad, sin pensarlo, de retirarle el cabello que le caía por la frente húmeda, se tragaba su vergüenza, había sido vencido por ese mocoso— ¿Eres alguna especie de demonio lujurioso? —porque así lo veía desde su posición.

 

—  Podría ser...—le sonreía agradado por su trato, ese hombre le causaba mucho interés, aunque no entendía del todo porque, pero tampoco le importaba mucho, le parecía que era sólo otro capricho suyo— ¿Quieres averiguarlo?

 

—  Tal vez… —le respondía, el chico también lo atraía, no podía decir seguro de qué manera, pero lo hacía, tal vez era ese extraño carisma de diablo que traía encima, no atinaba a decidirlo y tampoco le daba mucha importancia, no en ese momento— ¿no me estafaras de nuevo?

 

—  Claro que no, ¿cómo crees que yo haría algo así? —ladeaba un poco la cara y lo miraba fingiendo inocencia como haría con algún desconocido para obtener algo a cambio.

 

—  Por algún motivo siento que me timas de nuevo…—entrecerraba los ojos, su cara era muy linda y todo, su estado, prácticamente perfecto, capaz de provocar a cualquier hombre y aun así, Don no podía dejar de sentir como que el otro sería capaz de vender sus órganos mientras dormía, con la misma linda expresión, era algo inquietante.

Sonreía traviesamente y se ponía de pie, volvía a besar al otro a sabiendas de que podía no ser muy grato para el otro por lo que acababa de hacer, por ello se apartaba pronto y se reía, mirándolo desde su baja altura que lo superaba por poco al otro estar sentado.

—  Doni...pienso que sería un buen apodo para ti...

 

—  ¿Por qué piensas en un apodo para mí? —decía limpiándose la boca, en efecto, no era muy grato probar una boca con sabor a semen, aunque fuera el propio, era un poco… —Ahora tienes que ir a casa —le decía, pero no sonaba demandante como se lo había dicho al principio, más bien, se lo decía como si no se fuera a ir y ese “tienes que ir a casa”, fuera otra cosa. Ahora lo veía bien de frente, era realmente pequeño, era un poco gracioso y seguía siendo vergonzoso, que una persona de ese tamaño hubiera sido capaz de intimidarlo, aunque, tenía un arma de su lado, seguro que a los pedófilos les gustaba mucho.

 

—  Porque pareces necesitar uno —comentaba bien cerca de su boca, mirándolo seductoramente para luego alejarse, guardar la pistola de agua en su bolsillo y caminar hasta la puerta de la cocina—Me voy. Nos veremos pronto, si es que no encuentro nada más divertido.

Lo veía marchar sentado en el mismo lugar, e Ian desaparecía como si desde el principio hubiera sido solo obra de su imaginación, tal vez esos videojuegos lo estaban volviendo algo loco. Recogía lo que había en la mesa y después de dejar todo en su lugar iba a su cuarto donde la partida en la consola se había suspendido desde hace rato, con su merecido castigo por abandonarla, no jugaba de nuevo esa noche, era bastante tarde, en lugar de eso iba a tomar una ducha pensando: ¿A dónde habría ido a esas horas ese extraño enano? ¿Lo volvería a ver? Por el bien de su vida pacifica esperaba que no, pero algo más, una pequeña parte de él, estaba extrañamente inquieto y él nunca era así, así que solo ignoraba la sensación.

 

Notas finales:

Esto no termina aquí, por si les interesa, aún queda historia y porno jajaja bueno, se agradecen las lecturas y si comentan mejor, así dan ánimos de actualizar c: Nos leemos la proxima


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