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The clerk and the cat por JiGoKu nO HaNa

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Notas del capitulo:

Mis excusas sin importancia al final.

Ojala les guste el capi :D

 

La noche de Ian terminaba mucho más tarde, con sus propios problemas y diversiones, era un chico rebelde después de todo, y de la calle más que nada.

Después de descubrir que el arma era falsa y haber tratado con Ian, Don decidió que no era necesario algo tan drástico como mudarse, si el alquiler era bueno donde estaba y ya se había acostumbrado al lugar. También pensó que este no regresaría, que realmente había sido algo de una sola noche, algo como una alucinación en efecto y que ahora estaba tranquilo de nuevo, se dedicaba a sus juegos en línea y demás cosas de costumbre, sin perturbar su vida cotidiana para nada y entonces, justo cuando estaba a punto de olvidarse de que alguna vez había estado algún Ian en su casa, eso pasaba: el pequeño diablo regresaba; llegando del trabajo un día lo hallaba en su cuarto viendo tv. Ian tenía sus métodos para allanar una casa vacía.

—  Qué bueno que llegaste, tengo mucha hambre~

—  ¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Cómo entraste?! —cuestionaba sorprendido de primera mano y enfadado de segunda, con saco en mano y la corbata a medio aflojar, eso era imposible.

—  Vine a verte, supongo, y entre por la ventana que da a la escalera de incendios, siempre abren con un poco de esfuerzo—le comentaba didácticamente al mayor, casi alegre por poder dar aquel dato—. No pongas esa cara, ¿no te hace feliz verme?

 

—  Tanto que podría bailar, ahora, ¿podrías salir de mi casa?, no es necesario que utilices la ventana para eso —no podía creerlo, él estaba ahí, con la misma expresión de gato que la primera vez que había allanado su casa, tan sin vergüenza, como si eso fuera lo más natural del mundo para él, Don nunca había conocido a alguien así.

—  “¿Podrías salir de mi casa?”—repitió burlonamente— ¡Pues no! ¿qué no me oíste? Tengo hambre...—cruzaba los brazos frunciendo el ceño— Ten en cuenta que puedo entrar a tu casa cuando quiera antes de responder algo.

Don se quedaba con la palabra en la boca y una mano al aire, pensaba lo que diría.

—  Clausuraré la ventana y llamaré a la policía — ¿Qué era ese ceño fruncido? Él era el único que estaba siendo ultrajado ahí, aunque, de nuevo, sería un poco difícil de explicar a la policía con la apariencia que tenía ese pequeño diablo—. Y deja de repetir lo que digo, ¡es molesto!

—  Seguro me será difícil reventar la triste cerradura de tu puerta~—sonrió sintiéndose superior, el otro no podía huir—. Ya te imagino frente a un policía "¡este muchacho entró a mi casa!", y yo pondré mi cara de perrito, y hasta puedo hacer que tú quedes detenido—podía acusarlo de cualquier fechoría pervertida— ¿Te molesta? Lo haré más entonces... 

—  Eso... No se hace —le dijo mirándolo severamente, si incluso le estaba contando un crimen por adelantado—. Sólo comerás y te vas a tu casa, y nada de contar mentiras a la policía —había sido muy ingenuo al dejarlo estar la otra noche, muy ingenuo, ahora debía pagar por su torpeza.

—  Ya te dije que no me des ordenes—reclamó pero mucho menos serio que la vez anterior, se levantó de la cama y caminó sin zapatos hasta donde estaba el otro— Te ves bien con traje—lo tiraba hacia abajo con la corbata y le daba un beso— ¿Qué harás para comer?

Al mayor las orejas se le pusieron rojas con esa acción, pues alguna vez en el pasado había imaginado lo bueno que sería tener una novia bonita que hiciera eso, aunque lo había olvidado al comprar su nueva consola.

—  Lo que se pueda hacer con lo que hay en la nevera.

—  Mh...espero que hagas algo bueno—él ya se iba a instalar en la cocina pues tenía mucha hambre y poca paciencia— o tendré que hacerte algo muy malo...

—  Me estas amenazando, vienes a mi casa, entras sin permiso, lo cual es un delito, y me amenazas, ¿qué eres, mi abuela? —le preguntó mientras caminaba hacía la cocina, un poco resignado, sólo un poco, después de todo, y por una razón que no se atrevía a aceptar, no le era del todo desagradable, no del todo.

—  ¿Tu abuela es así? Que cool— se sentaba apoyando los codos en la mesa para luego sostener su cabeza entre sus manos mirando al otro abrir la nevera— ¿Hiciste horas extra o qué? El otro día estabas más temprano en casa, tengo mucha hambre por esperarte...

—  Cómo qué... ¿me has estado vigilando?, eso es desagradable, y estoy seguro de que también es un delito —lo miró sospechosamente mientras tomaba todo lo necesario, y empezaba a hacer lo suyo—. Pues yo si tengo que trabajar, tengo necesidades.

—  “Yo si tengo que trabajar”, gran cosa, ¿quieres que te dé una medalla por eso?— levantaba las cejas continuando con sus poco simpáticos comentarios—. Y la verdad no pareces tener tantas necesidades en realidad, para ser tan joven eres raro, no tienes novia y no pareces estar buscando, ¿te va bien solo con la mano?

—  Me va de maravilla, gracias por preguntar —le respondió picando algunos vegetales y ponía un sartén sobre el fuego—. Supongo que no tengo las necesidades que tiene la gente que conoces —gastaba todo su dinero en consolas, juegos y demás tecnología, era ese tipo de persona—. Si necesitara una novia, la tendría; tampoco creo que buscaría una sólo porque quiero tener sexo.

—  ¿Entonces para qué? ¿para casarte? Das risa, hombre —se reía burlescamente buscando enojar al mayor— Asume la realidad, gamer impotente.

Ian lo hacía fruncir el entrecejo mientras servía la comida, algo de arroz con vegetales y filete, lo dejaba en la mesa para después servir algo de jugo.

—  No veo por qué habría de discutir contigo lo que haría o no con mi novia, tal vez sea tu realidad, pero no la mía, la vida no es solo sexo, es decir, es bueno eso, pero no lo es todo; y para de insultar a quien te da de comer.

—  Que seas veinteañero y digas eso es muy triste—exageraba un gesto de pena y al recibir el plato sonreía y se ponía a comer de inmediato, acordándose de dar las gracias con la boca llena. Era realmente muy feliz por comer, había estado todo el día haciendo otras cosas y comiendo chatarra, por eso realmente lo valoraba y lo agradecía.

Don dejaba de responder a las provocaciones del otro, que sabía, no llevarían a nada bueno, entonces comenzó a comer. La situación era un poco extraña, porque diría, que lo hacía un poco feliz verlo comer tan entusiasmado, más como el niño que parecía; Don nunca había invitado a nadie de su comida desde que se fue a vivir solo, sólo cocinaba cosas que le gustaban, pero nunca pensó en si le gustarían a alguien más, y tampoco pensó que eso le pudiera dar alguna satisfacción.

—  ¿Y tú qué?, no es que me importe, pero llevas todo el rato quejándote de mí, supongo que debes estar mejor que yo para criticarme, ¿no? —preguntó un poco retador.

El menor se atragantaba un poco con la comida pues le daba risa que el otro preguntara eso, bebía un poco de jugo y se recuperaba.

—  Claro que estoy mejor que tú, ¿no se nota? Puedo ponerte así de bien también...

—  ¡No me refería a eso, duende pervertido! —le decía chocando las palmas de la mano sobre la mesa. —Ahh, olvídalo —lo que en verdad le preguntó era acerca de qué otras cosas hacía, de su vida, curiosidad simple.

—  ¿Cómo que "duende"?- frunció el ceño un poco y siguió comiendo hasta limpiar el plato. La comida de Don era muy buena.

—  Un duende es un duende —dijo mientras seguía comiendo aun—. Si comes así de rápido te va a doler el estomago — aconsejaba sonando casi familiar mientras tomaba algo de jugo.

—  No te preocupes mamá, he comido otras cosas más rápido—sonriendo lo miraba fijo.

—  Eso me queda claro — decía resignado a su extraña personalidad, le sostuvo la mirada un poco hasta que suspiraba y la desviaba, había terminado de comer y levantaría los platos—. Tienes que dejar de entrar a la casa de las personas sin su permiso, o por lo menos a la mía, es un delito —y estaba seguro de que el otro sabía, pero era su forma de decirle que realmente apreciaba su privacidad, y que se sentía ultrajado si este entraba a su casa como le venía en gana.

—  No quiero— aseguró apartando el plato vacío para descansar su cabeza sobre la mesa—, así que si no quieres que entre sin tu permiso, tendrás que darme permiso.

—  Suena como si mi autorización no fuera más que una mera formalidad aun tratándose de mi casa —dijo, poniendo los ojos en blanco.

—  Exacto, de eso se trata—él entraría a esa casa cuando se le antojara.

—Y de todos modos, ¿por qué mi casa? ¿Por qué no la casa del vecino? Escuche que es un buen tipo, ¿por qué no cualquier casa?, apuesto a que hay muchas casa mejores que las mías, igual y te encuentras con un fetichista que cuadre…

—No sé… porque si… No creo necesitar razones serias para mis caprichos. Ya vi a tu vecino y definitivamente no es de mi gusto, por lo menos el del departamento de la izquierda, no he visto al del departamento de la derecha. En cuanto a los fetiches, apuesto a que tú tienes alguno que me agrade, ya que lo mencionaste...

—  No tengo nada, pierdes tu tiempo —respondió, y cosa extraña, no sentía peligro en que él estuviera en su casa, no parecía que fuera a llevarse algo, para empezar, si quisiera robarle, ya lo habría hecho, eso lo tranquilizaba un poco.

—  Todos tienen, no seas mentiroso —estaba seguro de que a alguien como él, debía gustarle algo muy raro o muy bueno

   Terminaba de limpiar lo poco que había ensuciado en la cocina, pues tenía buenas costumbres, e iba para su cuarto.

—    Has comido y descansado en mi casa, tal vez podrías regresar a la tuya, apuesto a que es muy acogedora —lo primero que hizo al entrar a su cuarto, fue prender la consola y la tv, entonces comenzó a cambiarse—, yo ya tengo una cita para el resto del día.

— Tal vez no quiero regresar a mi acogedora casa—dijo y se acomodó sobre la cama del dueño de casa con toda la confianza existente­—, y tu panorama suena interesante, ¿qué cosa de ñoño sin novia harás esta noche?

Donovan se quedaba parado viéndolo por un momento estar en la cama, como un gato que se estira cuanto quiere, como si esa cama fuera suya para empezar. Le causó una sensación extraña, que prefería ignorar, sea lo que fuere ese sentimiento, le dio un poco de miedo, porque era como uno de esos que parece que has tenido siempre, uno cotidiano, pero él realmente, no había sentido algo así antes, por ello prefería ignorarlo, hacerse el loco.

—  Haré lo que ves —le dijo mientras se sentó también en la orilla de la cama, que estaba bastante cerca de la tv, e inició la partida en línea poniéndose los audífonos y micrófono para saludar a sus compañeros de equipo.

El menor lo miró un rato jugar, y hablar aparentemente solo pero sabía que charlaba con tipos tan ocupados como él. Luego cuando ya se aburría se acercó al micrófono para burlarse de los chicos en línea sin importar cuánto el otro lo quitara del micrófono, que estaba junto a su boca.

—  ¡Deja de hacer eso! —le dijo forcejeando con él mientras los chicos del otro lado se burlaban y le decían que dejara jugar a su novia en lugar de él, que tal vez podría hacerlo mejor que él en la fortaleza, otros simplemente lo maldecían por tener una novia, mientras él los maldecía y les aseguraba que no era su novia—¡Ya basta! —lo agarró de las muñecas para que se quedara quieto, aun así sus rostros seguían cerca, tanto como para que las orejas se le pusieran rojas, pues recién se daba cuenta de la cercanía por estar tan metido en el juego.

—  ¿Por qué me niegas? Que cruel eres Doni...—hacía show para los chicos que jugaban con Donovan que estando así de cerca podía oír como reclamaban y se burlaban— ¿Por qué prefieres jugar a eso en vez de tocarme?

Escuchó a todos burlarse al unisonó y de nuevo, a algunos maldecir, cuando escuchaban eso, entonces se quitaba el auricular enseguida, y dejó la partida un momento.

—  ¿Q-Qué es lo que quieres? Ya comiste y está claro que puedes hacer lo que quieras sin preguntarle a los demás, ¿por qué no me dejas en paz ahora?, estoy en medio de algo importante aquí —señalaba su consola, y no podía evitar estar avergonzado, tener ahí a Ian no era lo mismo que tener a cualquier chico ahí, era diferente, era precisamente como tener una chica a un lado, una bonita, pero era un chico, y eso era tan confuso, Don era como un niño de primaria sintiendo vergüenza con esas cosas.

—  ¿Qué es lo que quiero? ¿acaso no está claro?—a pesar de que el otro se quitara los audífonos y micrófono y le reclamara tanto, lo mantenía cerca y el otro se quedaba— ¿Quieres que te lo diga sin rodeos? Creo que tus oídos son muy finos para eso jajaja...

—  Está bien, lo entiendo, entiendo qué es lo que quieres, pero, ¿por qué conmigo?, si por lo que dices puedes ir con cualquiera, ¿de verdad te acostarías conmigo sólo por un capricho?, es decir, el sexo es bueno, es muy bueno, y te lo reconozco, estoy seguro de que sería excelente —si había hecho esas maravillas solo con su boca—, estoy seguro de que incluso te lo agradecería en algún punto pero, ¿realmente te gusta el sexo así?, si lo haces así, nadie te tomara en serio algún día…

—  Doni, agradecería que no volcaras tu estúpida moralidad en mí, no me hables como a un puberto— era seguro que había vivido el doble de lo que aquel simple oficinista, y se atrevía a darle sermones— aah~, creo que mataste mi libido con tu charla de muchacha virgen.

—  ¿Eso significa que no quieres sexo? ¿Esta muchacha virgen puede regresar a jugar ahora? —le preguntó en parte para molestarlo, y en otra para saber si lo dejaría jugar o se pondría con sus caprichos y tendencias ninfómanas.

—  No sé, depende, ¿quieres que tu consola desaparezca?—lo miró desde su relajada posición en la cama, elevando una ceja de modo amenazante.

—  ¿Entonces sí quieres? —le preguntó de primera mano nuevamente —Espera, espera, no tenemos por qué meter a mi bebé en esto, no lo harías, ¿verdad?, yo te di de comer, dos veces.

—  Tres veces, en realidad— sonrió malicioso al decirlo, no se olvidaría de aquel detalle— No tocaré a tu bebé si...me dices tú fetiche, y no digas que no tienes.

—  ¿Estás hablando en serio?, ¿por qué tanta insistencia con eso? —la cara del menor le dio a entender que estaba hablando totalmente en serio, era bastante extraño, y se quedaba callado un rato— Sí es así creo… que me gusta la lencería… —miró a otro lado, y es que había otra cosa, pero era más vergonzosa, aunque de todos modos, tenía la sensación de que esta persona lo descubriría en algún momento—Y… me gustan los pezones rosas —dijo a la velocidad de la luz girando la cabeza a otro lado.

—  ¿Qué?—consultó de inmediato, ¿había oído bien? Lo hacía sonreír de oreja a oreja— Lo de la lencería pues ahí pasa, promedio, pero...¿cómo es eso de los pezones rosa? ¿te excita verlos, tocarlos o qué? Esto es muy curioso.

—  Pues... Son bonitos... —entrecerraba un poco los ojos— Supongo que me gusta todo, tocarlos— hacía señas con las manos—, probarlos... Chuparlos... —hablaba y con cada palabra iba poniéndose más y más rojo, no era necesario que dijera todo eso, pero sentía la necesidad de ser honesto por alguna razón natural.

A Ian le encantó aquella cara que el mayor estaba poniendo, sacando su lado pervertido.

—  Se te hace agua la boca, ¿eh? ¿Y te has podido dar el gusto de complacer tu fetiche tan curioso? Hasta me parece tierno.

—  Claro que sí —un par de veces, muy pocas, y no sin que lo tomaran por un raro pervertido y a últimas fechas, ni un poco de acción, sólo videojuegos—. Pero no tengo ninguna necesidad de ello, no soy un pervertido —aclaraba con su vergüenza.

—  ¿En serio? ¿no tienes necesidad? Qué lástima—fingió estar realmente apenado por ello mientras se subía la ropa dejando ver su panza y luego su pecho, estaba seguro que podía satisfacer aquel fetiche, después de todo tenía un par de sensibles y rosados pezones que ofrecer—. Y yo que pensaba en que te gustarían los míos...—se tocaba un poco uno con gesto de gusto y luego se bajaba la ropa— Pero no eres un pervertido así que mejor no te ofrezco nada.

—  ¿Cómo es posible eso? ¿No se supone que eres un hombre? — ¿para qué quería un hombre pezones rosas?, sea como sea logró ponerle las mejillas rojas, estaba en un gran predicamento y lo consideraba —. Bueno, tampoco soy una persona tan decente o quisquillosa.

—  Eso de que no eres quisquilloso es una enorme falsedad—llevaba poniendo peros a todo lo que hacía desde que había llegado, incluso si le convenía, era un hombre raro— Bueno, ¿quieres o no? Me fastidias mucho, sabes, ¿cuál es tu problema con pasarlo bien?

—  No tengo ningún problema con eso, sólo soy un poco precavido... ¿Por qué estás aquí si te fastidio tanto? —le preguntó y continuaba considerando.

—  No lo sé, curiosidad quizá—y era verdad, normalmente si alguien lo fastidiaba a ese nivel no saldría bien parado ni mucho menos obtendría su insistencia, en cambio ahí seguía escuchando excusas.

— Nunca he dicho que no quería... Pero... Es sólo que es extraño, siento que es como la prostitución de un estudiante o algo, es natural evadir este tipo de cosas...

—Ay, Doni, ya te dije que soy mayor de edad...—le sonrió maliciosamente viendo que el otro se estaba tentando al parecer.

De la nada se quitó el sweater que llevaba puesto quedándose solo con una ligera playera y haciendo un poco de frío por la época del año su cuerpo reaccionaba.

—Mira— le dijo a Don y le tomó la mano, asegurando sus dedos para hacerlos tocar uno de sus duros pezones por sobre la ropa—, me dio frío jeje, ¿te gusta cómo se siente?

Don pensaba que ese era el diablo, el diablo tentándolo en directo y ¿quién era él, pobre y simple mortal, para contradecir al señor se las tinieblas?

—  Sí...entonces, creo que podemos llegar a un acuerdo —dijo apretando un poco con su mano, se sentía de maravilla sólo eso, quería más, definitivamente.

—  Oh, no te preocupes, soy un muy buen samaritano —le tomó la otra mano y la ponía a tocar su otro pezón—. Te doy un pase libre, por un rato, haz lo que quieras...

—  ¿Es en serio? —bajo la tela podía sentirlo perfectamente, lo imaginaba, su textura, su color, todo como le gustaba, estaba inquieto, e inquieto tocó. Admiró la cara del otro, seguro que no había dinero en el mundo para pagar un rostro así. Lo miró un momento, se decidía por fin, era hacer eso o regresar a jugar con un montón de ñoños que le insultaban solo por tener compañía, era difícil elegir entre uno y otro pero lo hacía, se quedaría con esto por esa noche. Se animó sobre la tela, con ganas, sus dientes apresaban el pequeño botón que sobresalía marcado y entonces chupaba mojando la tela con su saliva.

 

Notas finales:

Tarde mucho en actualizar, pero dudo que alguien se halla enterado lol

Bueno, espero actualizar pronto, el material está todo, es solo cuestión de entusiasmo y responsabilidad.

Ojala les gutara el capi y siempre se agradecen los comentarios. Nos leemos la proxima.


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