Aquel día que le conocí fue un día que jamás olvidare. Mi editor en jefe y gran amigo de mi padre, muy cortésmente nos había invitado a la fiesta de cena de navidad en su enorme mansión a las afueras de la ciudad.
Mi madre se veía hermosa con su vestido azul y sus canas perfectamente peinadas. Papa vestía el traje más elegante para la ocasión, impecable como siempre. Jane, mi esposa, la inspiración de mis escritos, portaba un bellísimo vestido rojo escotado, combinación perfecta para sus ojos miel y su ondulado cabello castaño, pero no había visto nada más hermoso en toda la noche que a ese ente delicado.
Esa noche nos recibieron con abrazos y mientras distraídamente daba los obsequios al portero, el señor Laufey llamo a sus hijos para la debida presentación. Un joven bajo las largas escaleras casi como si estuviera levitando, con un toque suave en el barandal de madera y un pie delante de otro, un porte exquisito para alguien de esa edad, menudo y perfectamente vestido con un traje entallado a su figura, con el cabello peinado hacia atrás y las mejillas rosadas por la temporada. Levanto la mirada mientras sus enormes ojos verdes me fulminaban; deberían disculparme por describir así a un muchacho pero da el caso de que soy novelista, un novelista hijo de un empresario así que si están pensando lo que yo creo que igual se los confirmare, no soy el gran orgullo de mi padre.
Mi sonrisa no se vio forzada ante la alegría del momento aunque yo supe en un instante que el muchacho descifro mi gesto como lo que en verdad era, una sonrisa de tonto al rozar mis corpulentos dedos contra los delgados, blancos y suaves de él los corroboraron, me había puesto nervioso ante su sola presencia.
El señor Laufeyson llego palmeando la espalda del muchacho, un rostro de padre orgulloso se formo en el, si fingía, jamás me hubiera dado cuenta.
-El es mi hijo menor, Loki- Lo observo sonriente mientras apretaba su enclenque hombro izquierdo –Mi pequeño geniecillo-.
Un hijo que sintiera el orgullo de su padre hubiera sonreído junto con el, yo lo hubiera hecho si el mío lo hubiera estado en algún punto de mi infancia, pero Loki jamás lo hizo.
La velada estaba esplendida, la familia Odinson compartiendo cordiales con la Laufeyson. Todo era, extrañamente perfecto.
-Y como está tu muchacho Odin?- Laufey bebió de su copa de vino y se acomodo en el sillón Luis XV de la gran sala. No era yo, porque yo soy “libre” al contrario de mi hermano mayor Balder.
-El lamenta no haber podido asistir. Tuvo que ir a una junta urgente hasta Berlín, ya sabes, un excelente empresario como su padre- Jane apretó mu rodilla derecha mientras yo fingía no haber notado el énfasis en las palabras de mi padre, observe a mi mujer y con una mirada le dije que estaba bien, me ofreció más vino al cual accedí de inmediato.
Prácticamente me había quedado solo en esa opulenta sala; porque me limitaba a escuchar las conversaciones hipócritas de los ancianos y de los hermanos mayores hijos de Laufey. Sentí una mirada penetrante a mi costado, el magnetismo que ejercía sobre mi era tanto que era inevitable no voltear a ver al que se encontraba recargado en el marco de la entrada a la sala. Como imbécil, porque en verdad lo era cada vez que lo veía, le mire ensoñado, distraído del mundo y el me sonrió.
Justo cuando sentí que sus pestañas me invitaban para hablarle, las señoras nos indicaban que era hora de cenar, fue ahí que yo me di cuenta que desde aquel día yo había descubierto y creído cual era el verdadero significado del tan famoso “amor a primera vista”.
Pero si yo soy casado, me repetí todas las veces que veía como los aterciopelados, delgados y rojos labios lamian con cierto toque lascivo de la cuchara del postre. O es que yo le veía así por mi libido o porque en realidad eso era sensual a ojos de cualquier ser humano.
Cuando relamió los residuos de helado de su labio inferior para después apretarlos y hacer un ligero sonido gracioso al despegarlos, hasta entonces supe que el era erótico por naturaleza.
Al terminar la cena, necesite de uno de mis vicios. Palmee mi cajetilla de cigarros y Salí para ver nevar y de paso recapacitar mi reciente encanto con un chico de 17, hijo de mi jefe y que acababa de conocer. Me reí, porque era simplemente tonto pensar en aquello y espere olvidarlo rápido como el humo que se alejaba para combinarse con los copos.
Ni siquiera sabía cómo era su voz, todo el tiempo me limito a ese dulce privilegio.
No paso ni un minuto cuando volví a calibrar un posibilidad con el joven.
Tengo 32 años de los cuales 6 la he pasado casado con una maravillosa mujer y de los que nunca en mi enamoradiza mente me he fijado en otra fémina.
Es curioso como un hombre con mi aspecto; descuidado, debo decir, es capaz de ganarse la vida con base a historias de amor imposible que se inventa una tarde lluviosa y café mientras se sienta en un sillón viejo a un lado de la ventana. Pero es que me pierdo tan rápido con lo que pienso.
-¿Novelista?- La voz que deja de ser de un niño para convertirse en la de un joven adulto. Mire de reojo al portador de esta y fingí no haberle dado una calada profunda al tabaco por el sobresalto.
-¿Quien te lo dijo?- Se acerco con la mirada al bosque que adornaba la parte trasera de la casa.
-Soy bueno escuchando- Y dios supo que le pedí piedad para no caer arrodillado ante la nariz y mejillas rojas por el frio que contrastaban hermosas con el tono del resto de la piel lechosa. Para que no me dejara irme entre el humo que provocaba su aliento caliente contra el viento frio.
Me deje hacer como de quien no quiere la cosa mientras seguía con mi cigarro. Bajo las escaleras que daban al ahora nevado jardín y camino lentamente con las manos en la espalda, me miro y supe que debía seguirle aunque dentro de la casa escuchaba como Jane me buscaba.
Y así camine tras él hasta adentrarnos al bosque y después de disfrutar el nada diciendo todo llegamos a un ojo de agua la cual estaba congelada. El muelle se veía peligroso pero aun asi le seguí como perro callejero, la luna iluminaba intensamente. Ambos nos recargamos en un barandal y yo admire el paisaje y un poco más allá.
Creía que la magia existió desde que Jane y yo nos conocimos gracias a Shakespeare en el salón mas retirado y menos iluminado de la escuela, pero no era así, la magia existió para mi desde que detalle el perfil relajado del joven que tenia al lado, perfectamente vestido, perfectamente iluminado, perfectamente perfecto.
-Es hermoso el silencio, pero tus palabras son hermosas- Mi corazón se detuvo y el otro sonrió mostrando la pulcra dentadura aun sin mirarme.
-¿disculpa?-
-Después de haberte leído todo este tiempo, siento que te conozco de años- Fue la primera vez que me dio pena que alguien me dijera que leyó algo que yo escribí, quería que ese muelle viejo se rompiera y que el agua congelada me matara de pulmonía porque, que decir?.
Seguí mirando hacia el frente cuando mi bendito celular, o mejor dicho, mi bendita esposa le dio por llamarme.
-¿Que pasa amor?- me miro, como dándose cuenta de mi alivio al poder escabullirme de la conversación. –O si, estoy con él, si, en un minuto volvemos-.
-Bueno, nos buscan- colgué para darle paso e irnos. Se poso a un lado mío y de puntillas me dio un beso en la mejilla. La punta de su nariz estaba fría como sus, efectivamente, labios aterciopelados aunque el irradiaba calor, un sentimiento mío por supuesto.
-Estoy muy emocionado de haberte conocido- solo apunte a asentir con la cabeza y regresar casi con movimiento mecánicos en mis pies hasta la casa.
No lo vi en todo lo que resto de la noche porque gesto cuando llegamos el entro corriendo dejándome atrás. Ni cuando entregamos los obsequios lo pude ver .Uno de sus hermano noto como le buscaba con la mirada y se me acerco.
-el siempre hace eso, convive un poco y después desaparece, no te preocupes- Y le agradecí, me sentí como un acosador pero no pude evitarlo.
Hasta la hora de decir adiós fue que lo busque ahora mas disimuladamente y ahí estaba, desde la ventana del segundo piso donde supuse que se encontraba su habitación, observándome irme junto con mi esposa y mis padres.
Paso una semana cuando estaba a la mitad de un escrito que no le veía futuro pero que de igual forma descargaba todo lo que sentía acerca de mi resiente epitome de inspiración. Me entro una llamada de un número desconocido, dude sobre contestar porque casi nadie llamaba a mi celular, todo era al teléfono de mi apartamento.
-¿Diga?- conteste mientras terminaba de teclear unas palabras en la portátil.
Un suspiro de ánimo –Hola- fui tonto por sonreír en la profundidad de mi alivio.
-Quien te dio mi numero?- Jugué con una servilleta mientras preguntaba, CON UNA SERVILLETA!, que soy?, ¿colegiala?
-Bueno, da el caso que conozco a cierto hombre jefe de una editorial que, bueno, creo que te conoce- una risilla casi imperceptible. Una muy bella travesura que agradecí.
-Muy bien, ya entendí. ¿Con que te puedo ser útil?- fui a servirme más café, porque de eso soy adicto, a los días nublados, a los cigarrillos y al café tan fuerte como el negro de los cabellos relamidos de un jovencito que me traía caminando por todo el apartamento con el teléfono en la mano. Casi hago una zanja en la sala de dar vueltas y vueltas esperando la respuesta.
-Con nada, solo quería oírte- Mire por la ventana, comenzó a nevar de nuevo y trague un cumulo de saliva tan grande que creí que me ahogaría.
Pude haber escrito toda la respuesta que pude haberle dado, pero tendría que ponerle capítulos, por eso solo pude articular -Muy bien…-
-Quiero verte Thor-…
Colgó y yo me quede prendado del tono en silencio, estaba estático a la mitad de la sala olvidando que debía respirar.
Jane no estaba porque ser enfermera no respeta vacaciones y menos si eres ayudante del mejor medico de planta, pero doy gracias a que no estuviera o si no me hubiera regañado al notar como fume 3 cigarros esa tarde.
Después note una foto, de esas que dejas abandonadas durante un tiempo en un estante solo para que quite un espacio en la soledad de una mesa. Me acerque y la tome curioso.
Estaba yo con Jane, la sostenía de la cintura y al lado nuestro estaba Laufey con un niño tomando su mano, ese pequeño era Loki y el estomago se me revolvió.
Lo que siguió fue que bloquee el número de la llamada anterior.