Aquel hombre de cabello azabache, piel blanca y ojos azules, se encontraba en un puesto de comida junto a un hombre un poco más tostado que él, de cabello castaño, con una pequeña barba y unos lentes de sol que casi nunca se quitaba.
-Entonces ¿Te enamoraste de él?- preguntaba el azabache mientras bebía un poco de sake. Hoy era el día libre del vice-comandante del Shinsengumi , así que, había decidido ir a dar una vuelta al distrito Kabuki, pero en el camino, le llamó la atención que una persona estuviera tan solitaria, así que, se sentó a su lado y trato de averiguar qué era lo que le pasaba.
Después de unas cuantas botellas de sake, el castaño le contó lo que había sucedido –No, no es eso- el de los lentes se mostraba mucho más animado que al comienzo –Creo que mi ego cayó hasta el fondo. Es distinto cuando una mujer se acuesta con un hombre…- el ojiazul encendía un cigarrillo mientras escuchaba atentamente -… ella se sentirá ilusionada y enamorada. Estará dispuesta a hacer lo que sea por él- el castaño seguía bebiendo –Cuando un hombre se acuesta con otro hombre, surgen muchas dudas ¿Por qué lo hice? ¿Por qué con él? Lo bueno, es que es mi amigo, así que, con una buena charla y un apretón de manos lo olvidaremos-
El azabache sonrió y se levantó –Espero que salga bien- saco su billetera y pagó por todo. El de los lentes lo miró confundido –Yo invito. Cuídate- y se fue moviendo la mano como despedida.
Ahora iba por las calles del distrito Kabuki decidiendo a cual bar entrar a beber un poco más. Cuando por fin había decidido, una voz conocida lo llamó –Hijikata-kun…- se giró y vio a aquel hombre de piel tan blanca como la propia, cabello plateado y ojos carmesí, que caminaba inestable hacia él -… ¿Puedes llevarme a un hotel?- el peliplata le puso el brazo alrededor de sus hombros.
-¿Por qué debería hacerlo?- se lo trató de quitar de encima –Si estas tan ebrio deberías ir a tu casa-
-No puedo llegar así- se puso sobre la espalda del ojiazul –Ya me debes bastantes favores, así que, no seas malo-
El azabache suspiró –Esta bien. Vamos al más cercano-
-Pero no tengo dinero-
-¡Que demonios!-
-Vamos, vamos, Hijikata-kun, ustedes ganan bastante ¿Verdad?-
El ojiazul volvió a suspirar y sin decir otra palabra, se llevó en la espalda al ojirojo al hotel más cercano.
Llegaron a un lugar donde escribían cuanto tiempo estarían, dejaban el dinero y sacaban la llave del cuarto, así nadie podía ver a las personas que entraban. Su habitación estaba en el primer piso. Entraron y el azabache tiró al suelo a su carga –Ya llegamos-
-¡Eso duele!- se quejó el peliplata desde el suelo.
El ojiazul se sentó en la cama y prendió un cigarrillo -¿Y que pasó?-
-Nada-
-¡Ooooh! ¿Me vas a decir que bebiste tanto solo por hacerlo?-
El ojirojo miro hacia otro lado, se levantó y sentó al lado del azabache –Cometí un grave error-
-¡Oooh!- los dos miraban hacia adelante.
-Creo que tuve sexo con un hombre-
-¿Y eso es tan horrible?-
-La verdad no, pero no me acuerdo de nada- miró al ojiazul –Además fue con un amigo que ni siquiera me gusta-
-Entonces ¿El problema es que no te gusta?- termino su cigarrillo y lo apago en un cenicero cercano.
-Si fuera a acostarme con un hombre, debería ser con uno lindo y sexy- decía suspirando.
-¡Ooooh! Entonces… ¿Cómo sería el chico que te gustaría?- las dos miradas se encontraron y el peliplata trago saliva -Descríbemelo- el ojiazul volvió a ver hacia el frente.
Por alguna extraña razón, veía destellos alrededor del azabache y se descubrió recorriendo con sumo detalle, cada facción de su figura –Cabello suave y sedoso, piel parecida a la porcelana, ojos afilados y profundos, un rostro varonil pero hermoso, labios rosados y delgado, cuello largo, cuerpo delineado y marcado…- su mirada se fue perdiendo dentro de la parte abierta del kimono azul.
El ojiazul sonrió –Si encuentras un hombre así, hasta a mi me gustaría- de pronto, se encontró tumbado en el colchón con las manos sobre su cabeza -¿Qué haces?-
-Entonces, no deberías mirarte en un espejo…- el ojirojo le lamio el cuello -… porque podrías enamorarte de ti mismo- lo besó apasionadamente…
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El sonido de una alarma lo despertó -¡Cállate! ¡Que dolor de cabeza!- miró a su alrededor -¿Dónde estoy?- se levantó de la cama y vio la pantalla digital que estaba sobre la alarma –Solo le quedan treinta minutos para desocupar la habitación. Al salir, dejar la llave donde estaba- sobre el velador, se encontraba la llave -¿Cómo diablos llegue aquí?-
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Llegaba al cuartel del Shinsengumi –Toushi ¿Dónde estuviste toda la noche?- pasó rápidamente por el lado del moreno sin levantar la vista -¿Toushi?-
Ignoro a todos los que se encontró en el camino hasta llegar a su cuarto. Entro, cerró la puerta y se sentó en el piso recargándose en la pared –“¿Cómo pude hacer algo así?”- se miraba las marcas que relucían en su pecho –“¡Maldición!”- golpeo el piso –“¡Maldición!”-
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Continurara