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Alysídes por HokutoSexy

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Notas del fanfic:

Se trata de doce historias narradas como si fuesen cuentos, aunque son independientes las unas de las otras (todas son auto conclusivas) la secuencia es en la línea del tiempo ya que abarca desde la dominación macedonia en el 338 AC, hasta las colonias espaciales en el año 2138 de nuestra era, y obviamente en el hecho de que los protagonistas son reencarnaciones de sí mismos a lo largo de los siglos. Cada episodio está dentro de un punto clave de la historia, en los casos en los que tienen que ver objetos, obras de arte, o personajes históricos he incluido notas al pie de página. Así mismo en cuatro episodios hay Gender Bender (cambio de sexo), sin embargo he buscado respetar el fenotipo de ambos personajes (Milo es rubio siempre y Camus pelirrojo). En todos los episodios, salvo uno, los nombres son distintos pero conservan al menos la primer letra de los originales, es decir de Milo, “M”, y de Camus, “C”.

ALYSÍDES

(gr. cadenas)

 

No hay hombre tan cobarde a quien el amor no haga valiente y transforme en héroe.

Platón.

 

Para IGR, Sacramentvum cariatis...

 

I.NO SIN TI

 

Queronea, 338 AC

Flanco Derecho Batallón Sagrado de Tebas(1), Flanco Izquierdo Macedonio comandado por Aléxandros hijo de Phillippos II, basileus(2) de Macedonia.

 

Myles abatía con una ferocidad digna de mención al hoplita que se había dejado ir en contra de Carenos. Ya no portaba el yelmo que se había desprendido en el último minuto, su cabello rubio y largo estaba manchado de sangre, hebras completas que escurrían sangre y sudor.

 

Carenos aún llevaba el yelmo del que sobresalía su lacio cabello rojo… era una mancha de fuego en medio del equipamiento completo que vestía, eso y su excelso rostro, el más bello de toda la Hélade

 

—Estamos jodidos… —gritó Myles—, los macedonios están desbordando el flanco, la phālanges(3) está empujándonos…

 

—¿Te dan miedo unos cuantos bárbaros macedonios? ¡Vaya! ¡Venirme a enterar en medio del campo de batalla! —ironizó su compañero escupiendo la sangre que se había acumulado en la boca debido a un golpe.

 

—¿Miedo? ¡Já!... No le tengo miedo ni al Señor del Inframundo… —dijo petulante colocándose de nueva cuenta espalda con espalda en posición de pelea.

 

Ambos eran unos guerreros formidables… infranqueables… inquebrantables.

 

—Además… aún quiero tu bellísimo trasero en mi lecho… —murmuró antes de cargar de nueva cuenta contra los macedonios que no les daban un solo respiro.

 

—Lo imaginaba… —rio el pelirrojo—, cabrón depravado.

 

Estaban unidos por un juramento de guerreros, estaban unidos para siempre, dentro del campo de batalla y fuera de él…

 

 

 

**********

 

 

 

La primera vez que le vio… fue en Cadmea, aún era un niño, igual que él. Un niño entrenado para matar, para ser una máquina de guerra perfecta. Así era el ejército en Tebas, y sólo aquellos que verdaderamente demostraran valía, arrojo, perfección y técnica eran los más adecuados para estar dentro de la brava armada de la Ciudad de las Siete Puertas.

 

Quizás lo primero que le llamó la atención, como a muchos, fue su cabello del color del fuego y la blancura de su piel… un contraste perfecto de belleza. Y cuando le dijo precisamente eso, que era bello… le contestó con un certero golpe en la quijada que le mandó de culo al piso.

 

Jamás lo volvió a llamar bello, al menos no con esa connotación de algo bello e inútil.

 

Carenos y él recorrieron un camino muy difícil para llegar al cuerpo élite del ejército tebano: pelearon, y pelearon salvajemente… batallas no faltaban por esos tiempos.

 

Bien se podía despertar con paz un día, y al otro la paz era rota para iniciar de nuevo y luego, vuelta a empezar.

 

Y cuando llegó el día de honrar a Górgidas, ilustrísimo señor y padre de su armada… ellos dos fueron seleccionados de entre centenares de hombres que igualmente habían probado ser excelentes guerreros… y los dos fueron destinados a estar juntos, a ser compañeros, hicieron el juramento en el que…

 

No, nadie habla del juramento.

 

Es algo vedado, es algo sagrado que sólo deben repetir los que han jurado…

 

Basta con decir, que ellos como muchos otros juraron jamás dejar a su compañero de armas, a su par, abandonado en el campo de batalla, ellos siempre pelearían para honrar al otro…

 

Myles y Carenos estaban destinados a estar juntos, siempre… y sí, siempre estaban juntos, pues no hay mayor orgullo y mayor dignidad que tener a un igual a su lado. En los festivales, en las ceremonias religiosas, en los concejos ciudadanos, en la guerra… y en la cama…

 

Y quizás la primera vez no fue algo agradable y sobrecogedor… no lo es cuando se trata de algo metódico y ritual… con el tiempo y la experiencia, los encuentros tuvieron otro cariz, pasaron de ser cumplimiento de un deber a…

 

A todo lo demás…

 

La noche antes se habían encerrado en la tienda, lo mismo que las otras ciento cuarenta y nueve parejas, habían pasado buena parte de la noche hablando, riendo de tonterías, de viejos recuerdos. Libaron tal como lo debían hacer y se desearon mutuamente ser alcanzados por una muerte digna, por la muerte de un guerrero.

 

Pronunciaron ese viejo juramento, hicieron ese juego de manos… por alguna razón no continuaron inmediatamente, aunque ambos estaban desnudos, simplemente hablaron, hasta que la garganta se les secó.

 

Carenos comenzó a acariciar el cuerpo escultural de Myles, con sus finos dedos marcaba esa piel morena, sabía cómo tocar y en dónde, lo observaba a medida que el ariete entre sus piernas empezaba a crecer... dio la vuelta sobre su cuerpo quedando boca abajo, se acomodó, de rodillas, con las piernas separadas.

 

El rubio observó el espectacular cuerpo de su amante.

 

—No así… —murmuró y tiró de él para hacerlo caer a su lado, se entretuvo besando sus labios, acariciándolo, después cubrió su cuerpo con el suyo, frente a frente.

 

—No sé si podría llamar a esto “transmitir el valor” —dijo con bastante humor el pelirrojo mientras abrazaba su cadera con las piernas.

 

—Eres mi igual, y no es la primera vez que…

 

—Ya sabes que no debería ser así…

 

Abrió la carne de su cuerpo, lo invadió, el ariete había derribado la muralla y asediaba con oleadas de placer a su amante. Gemían, jadeaban, se entregaban, se separaban, y luego, como si tuvieran un imán, regresaban para ser uno parte del otro.

 

Fue diferente esa noche…

 

 

 

**********

 

 

 

Sucedió demasiado rápido, había escuchado que algunos gritaban, que decían que el flanco estaba completamente desbordado, que los hetairos de Aléxandros estaban barriendo con los pocos que quedaban del lado tebano…

 

Era imposible…

 

En muchos, muchos años, nadie había derrotado al Batallón Sagrado… ¡Nadie!

 

Ellos que eran los mejores trescientos guerreros, no podían ser derrotados de esa manera.

 

—¡Jamás! —se oyó gritando Myles mientras con un poderoso mano doble rebanaba el brazo de un macedonio y a la vez hería de muerte en el muslo a otro.

 

Una furia inconmensurable le inundó y empezó a ganar terreno para salir de aquel apretujamiento de cadáveres y miembros amputados en el cuál estaban Carenos y él.

 

Pudo ver al hijo de Phillippos, estaba montado en un precioso corcel negro con una peculiar mancha en la cabeza, tenía que ser él, peleaba con bravura, blandía la espada como los mejores…

 

Y si él podía verlo a escasos pies de donde estaban… eso significaba que en efecto los bárbaros macedonios estaban acabando con ellos.

 

—Querías cenar con Hades… creo que lo harás —ironizó el pelirrojo ya casi sin aliento.

 

—¡No! —dijo Myles.

 

Y sintió miedo, por vez primera en muchas batallas, sintió miedo, pero no sentía miedo por su propia vida, no sentía miedo porque Caronte le acogiese. No. Sentía miedo porque se dio cuenta de que no deseaba ver morir a su amante, porque no deseaba una vida sin él… ¡Porque no conocía una vida sin él!

 

Y lo maldijo internamente y también se maldijo a sí mismo.

 

Se volvió hacia él y lo jaló por el brazo izquierdo.

 

—¡Vámonos! Esto está perdido —le urgió aterrado.

 

—¡Por la barba de Zeus, Myles! ¿Huir de la batalla?

 

—¡Vámonos! No quiero verte morir, todavía estamos a tiempo… si tomamos el camino que…

 

—No.

 

—Carenos, hazme caso.

 

—Vete, yo te cubro —le dijo reflejado en sus ojos azules—, anda, vete, yo me quedo para cubrirte.

 

—No, nos vamos los dos… —tiró de su brazo, pero él se opuso, con toda la fuerza de su cuerpo.

 

Esa era la primera vez que estaban en desacuerdo… normalmente uno solía ceder en favor del otro, o bien, ambos estaban de acuerdo.

 

—¡Que no! ¡Vete!—gritó soltándose— No me puedo ir —aseguró.

 

—¿Cómo qué no?

 

—No me puedo ir… —susurró.

 

Myles entonces se dio cuenta de que el brazo derecho de Carenos había desaparecido, estaba cercenado, sangraba y sostenía la espada con la mano izquierda.

 

—Vete tú, yo te cubro… además… no voy a vivir el resto de mi vida incompleto —confesó.

 

—Nos quedamos… —respondió de inmediato, acarició brevemente su mejilla y le sonrió.

 

—Aún puedes irte, yo…

 

—No me iré, no sin ti… jamás.

 

Volvieron a la carga, hombro a hombro… una última vez, un último duelo juntos…

 

Dicen que Phillippos lloró cuando contempló la devastación del Batallón Sagrado de Tebas, dicen que honró a esos trescientos hombres valerosos que lucharon codo a codo los unos por los otros.

 

Dicen que sus cuerpos estaban tendidos juntos, hombro a hombro, con las manos tan cercanas… con los dedos que parecían tocarse y abrazarse… ellos dos… Myles y Carenos…

 

 

(1)Batallón Sagrado de Tebas – Dentro de la hegemonía de Tebas en la antigüedad, lo mismo que Esparta y en menor parte Atenas (la fuerza ateniense era más bien de mar), su eficacia militar fue indiscutible, llegando incluso a derrotar a los espartanos. Se considera por la mayoría de estudiosos que quién fundó el Batallón Sagrado fue Górgidas, comandante tebano, sin embargo las funciones de dicho cuerpo militar eran diversas: permanecer al frente del ejército, fungir como apoyo a otras unidades, etc., más tarde será el comandante Pelópidas quién enfatice la importancia y les valore como piedra angular del ejército griego, considerándoles incluso como su guardia personal. De acuerdo a la tradición escrita que ha llegado a nuestros días, el Batallón Sagrado de Tebas estaba compuesto por 300 hombres, agrupados en 150 parejas de amantes, cabe mencionar que el concepto de amantes que tenemos hoy en día dista de lo que en la antigüedad significaba éste vínculo bajo el cual los guerreros tebanos estaban fuertemente atados. Ya desde Platón, muchos años antes, se hablaba del fuerte lazo que crea la amistad masculina, siendo ante todo un sentimiento de igualdad, de perfección y de crecimiento mutuo, ante el cuál un guerrero que amara a su igual lucharía hasta el final a su lado para jamás avergonzarle, entre ambos se crearía tal lazo que serían una fuerza armada poderosa, tal como sucedió con el batallón tebano. El Batallón Sagrado de Tebas fue derrotado únicamente por Alejandro Magno en la fatídica batalla de Queronea, donde de acuerdo a la tradición, Filipo II, padre de Alejandro, lloraría la virtud y valía de los guerreros tebanos que resistieron hasta el final honrándose unos a otros.

 

(2)basileus – Rey.

 

(3)phālanges – Falange. Se trata de la falange macedonia: formación militar diseñada por Filipo II, rey de Macedonia y posteriormente utilizada y perfeccionada por Alejandro, su hijo. Dicha formación consistía en que cada hombre llevaba una lanza o pica denominada sarissa, de varios tamaños, y a su vez el que estaba atrás del primero portaba otra de mayor longitud, sucesivamente esto ocurría en numerosas filas, llegando a tener el último de la formación una sarissa de varios metros de longitud, con esto se creaba un cerco de picas impenetrable para soldados a pie, caballería o carros.


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