Un castaño caminaba por la sala de su departamento, lugar en donde convivía con su querido y amado novio, lo amaba, adoraba cuando este le tocaba con lujuria, sus besos, sus caricias, la forma en la que siempre le susurraba ''Hiro-san'', pero su orgullo era demasiado grande como para admitir que le gustaba que le hiciese todas aquellas cosas.
Habían pasado unas cuantas semanas y por los exámenes en la universidad no había tenido mucho tiempo para compartir con su medico, pero ya había acabado esa torturosa semana para el profesor y lo primero que hizo al terminar su jornada fue ir lo mas rápido posible, por no decir que corriendo, a su departamento , pero se llevo una gran sorpresa y su decepción no tardo en aparecer al darse cuenta de que el peli-azul no se encontraba en casa,pareciera que cada vez que quería compartir con su Nowaki, el mundo confabulaba en su contra para que fuera imposible, con una decepción que rompía su corazón en mil pedazos se dirigió a su habitación y se dejo caer en la cama, estuvo dando vueltas encima de esta hasta que el cansancio hizo que se quedara dormido
En el hospital la jornada del peliazul ya acababa, quería llegar rápidamente a casa para poder compartir algo de sus escaso tiempo con el profesor, habían pasado ya varios días desde que no estaban juntos y su corazón le pedía a gritos que pasara tiempo con el castaño. Después de bajar del metro se dirigió rápidamente a casa. Después de entrar al departamento, llamo varias veces al castaño al entrar, pero al no recibir respuestas se preocupo, se dirigió a la habitación y allí lo encontró, sonrió dulcemente, Hiroki se encontraba apaciblemente dormido abrazado a una almohada, para Nowaki era como estar enfrente del ángel mas hermoso que hubiera visto nunca, realmente amaba a Hiroki y no importaba si tenia que dar su vida por el, estaba seguro de que jamás dejaría que se fuese de sus lado.
Se acerco lentamente y se recostó a su lado, le abrazo por la cintura y beso su cuello, el castaño, debido al contacto empezó a despertar, se removió en los brazos de Nowaki hasta quedar frente a el, este sonrió y le beso, se besaron por un rato hasta que les hizo falta el oxigeno.
-Hiro-san, te extrañe mucho- dijo Nowaki con una sonrisa que iluminaba todo su rostro ¿como no enamorarse de aquel chico? Si era tan perfecto, poco a poco el medico volvió a adueñarse de los labios del castaño, bajo por su cuello y desabotono su camisa, se dirigió a los rosados pezones del profesor y empezó a lameros, succionarlos y morderlos, recibiendo pequeños gemidos por parte del castaño.
Al poco tiempo, la ropa de ambos amantes ya se encontraba por alguna parte de la habitación y el único sonido que podía escucharse eran los gemidos de ambos acompasados con los movimientos de sus cuerpos, el menor dirigió un dedo a la entrada del mayor, recibiendo un gemido cargado de placer por parte de este, al poco tiempo un segundo estaba dentro y luego un tercero se sumaba, se besaban muy apasionadamente como queriéndose decir en aquello besos lo mucho que se amaban y se habían extrañado en aquellos terribles días que por culpa del trabajo no habían podido compartir juntos, cuando ya estuvo preparado, el peliazul dirigió su miembro a la entrada del castaño, poco a poco se fue introduciendo en aquella estrecha cavidad,recibiendo un gemido entre dolor y placer por parte del otro, espero un poco para que el mayor se acostumbrara a la intromisión y una vez este movió sus caderas en señal de que ya estaba preparado empezó un suave vaivén, , sus cuerpos parecían fundirse en aquel acto de amor, no había duda de que ambos se profesaban un amor tan grande como ninguno otro. La habitación se lleno de gemidos, acompañados de besos y caricias.Una vez estuvieron cerca del clímax, en un gemido lleno de placer Hiroki se corrió en los vientres de ambos, Nowaki al sentir las contracciones se corrió en el interior del castaño.
Cayo jadeante a su lado y le dio un tierno beso en los labios, ''te amo Hiro-san'' dijo el médico. Una vez que el profesor creyó que el peliazul ya se había dormido dijo casi en un susurro ''yo también te amo mi Nowaki'', el médico sonrió para sus adentros, aquellas palabras llenaban su corazón de alegría,estaba seguro de que no se equivocaba al estar dispuesto a pasar el resto de su vida con aquel ''demonio''