Día 12: Rojo / Baekho & Ren / MinRon
"Ahi."
Dongho siguió un dedo con una cuidadosa manicura a una mesa en el otro lado de la cafetería. Sentado ahí, había un hombre y una mujer, uno a cada lado de la mesa, mirando en silencio sus tazas de café.
"Ellos no están conectados por un hilo rojo. A juzgar por las expresiones de sus caras, supongo que la ruptura no esta demasiado lejos." Minki negó con la cabeza, vertiendo un paquete de azúcar en su bebida.
Dongho frunció el ceño. "Sí, pero tu podrías adivinar eso por sus expresiones. Eso no prueba nada."
Desde que Minki le había contado su secreto, le había revelado la razón por la que sentía que era diferente, el pelirrojo había estado tratando de demostrarle a Dongho que lo que decía era cierto. Y Dongho quería creerle.
Pero, ¿Cómo se supone que Dongho fuera a creer que un viejo mito abusado por el cine era cierto?
Minki insistia en que él realmente podía ver los hilos rojos que conectan las almas gemelas por sus dedos meñiques. Dijo que podía verlos esparcidos por el suelo y que eran irrompibles por cualquier medio físico. Los hilos podían estirarse y girar alrededor de cualquier cosa que se interpusiera en su camino. Los hilos se tensarian cuando estaban lo suficientemente cerca, pero colgarían sin fuerzas si estaban demasiado separados.
Por supuesto, Minki no podía ver el suyo propio. Tampoco podía ver el de Dongho. Esa era la única razón por la que había sido abordado por el más joven hace algunos meses. Era doloroso saber que Minki no se había convertido en su amigo solo por el mero motivo de que lo encontrara interesante, pero en este punto había llegado a disfrutar de su compañía demasiado como para simplemente mandarlo lejos.
Además, él no podía sentir dolor por mucho tiempo cuando estaba este asunto de ‘puedo ver hilos rojos por todas partes’ de qué preocuparse.
Todo sonaba como algo salido de un libro o una película. Dongho no podía culparse a sí mismo por estar escéptico.
"Tal vez..." Minki suspiró mientras tomaba otro paquete de azúcar. Miró por encima de la mesa de la pareja, con los ojos vagando por la habitación antes de fijarlos en la puerta. Sentándose, Minki agarró el brazo de Dongho. "¡Oh! Se está haciendo más corto. ¡El otro lado debe estar cada vez más cerca!"
No importa lo mucho que mirara, Dongho no podía ver nada.
Minki sonrió con emoción, "3... 2... ¡1!"
La puerta se abrió con un tintineo. Entró un alto castaño. Miró a su alrededor con un mohin antes de que sus ojos se posaron en la mesa que Minki había señalado anteriormente.
El hombre levantó la vista cuando el recién llegado se detuvo junto a él, una sonrisa se extendió rápidamente a través de su rostro. Dongho observaba su intercambio de saludos con curiosidad. Podría haber jurado que vio a la mujer estremecerse cuando el castaño se sentó.
"Mi conjetura es que la novia sabe que hay algo entre estos dos chicos, incluso si ellos no lo saben," Minki asintió mientras hablaba, una vez más batiendo su bebida. "Espero que se den cuenta pronto."
Dongho apenas había abierto la boca para responder cuando un chillido enojado lo interrumpió.
"Estoy harta de ustedes dos, Aron!" La mujer golpeó la mesa con sus dos manos mientras se paraba, totalmente indiferente a la audiencia que había conseguido. "¡Estoy cansada de ser la tercera rueda! ¡Yo soy tu novia, no él!"
El hombre - Aron - levantó sus manos en un gesto de ‘calmate’, pero no hizo ningún movimiento para pararse detrás de ella. Con una sonrisa burlona, la mujer empujó la mesa, haciendo que sus bebidas con se cayeran sobre el alto castaño, y salió de la tienda.
"¿Y? ¿Me crees ahora?" Minki buscó otro paquete de azúcar.
Dongho agarró su muñeca antes de que pudiera tomar uno. "Tenías que haber sabido que iba a pasar. ¿Los conoces?"
Soltó un bufido. "Vi los hilos. El resto fue mera observación."
"Entonces, ¿Cómo es que no puedes ver los nuestros?"
A mitad de girar los ojos, Minki se congeló. La cuchara se deslizó de entre sus dedos mientras repetía, "Nuestro... Oh, Dios mío."
"¿Qué? ¿Qué pasa?" Dongho tragó saliva cuando el pelirrojo le dirigió una mirada con los ojos bien abiertos.
"Tal vez no puedo ver el tuyo porque tenemos el mismo."