-Los rayos del sol se colaban por la fina tela de aquella cortina, colándose por todos los rincones de la pequeña habitación.
Adormecido, el oji-verde, se dispuso a abrir lentamente los ojos. Para su sorpresa, aquella pequeña chiquilla que descansaba todos los días sobre su regazo se había esfumado, Prim, su pequeña hermana, por quién daría su propia vida si algo malo llegase a pasar, la única persona que realmente ama.
-“Debe estar asustada, aún”.-Pensó, levantándose lentamente de aquella pequeña pero a su vez cómoda cama. Para ser honestos ¿Quién culparía a la pequeña Prim de tener miedo?, es la primera vez que su nombre entra a la cosecha, algo que realmente era perturbarte, de solo pensar en muerte, destrucción & hambre. Esas eran las palabras perfectas para describir aquel horrible entretenimiento que ofrecía el Capitolio. Una competencia donde veinticuatro jóvenes competían para obtener así, algo que era realmente imposible para Panem, comida-.
Arrastrando sus pies sobre la vieja & mohosa madera, Onodera Ritsu, de diecisiete años buscaba adormilada mente a su pequeña hermana, Prim, la pequeña chica que temía con todo su corazón que su papeleta fuera escogida. Aunque para ser sinceros, ¿Qué posibilidades habría que su papeleta saliera sorteada?, era solo una con su nombre, entre más de miles de nombres. La suerte estaba del lado de Prim.
-“Prim…”.-Le llamo finalmente el castaño. Quién se encontró finalmente con su pequeña hermana abrazada de su madre, quién le cantaba una canción de cuna al oído-.
-“Está dormida”.-Agrego sonrientemente la mujer de cabellos castaños, & verdes ojos, la perfecta imagen de Ritsu-.
-“Ya veo, en ese caso iré a cazar”.-Comento el oji-verde, quién rápidamente se vistió con su ropa casual de caza, una sencilla camiseta negra, junto a unos pantalones del mismo color & sobre estos una muy especial chaqueta de cazador, el único recuerdo que aún conservaba de su padre.
El castaño finalmente comenzó su camino hacia la gran cerca, que dividía la barrera entre el distrito doce, el busque & las posibles ruinas del distrito trece, un distrito el cuál hablado sido destruido hace ya un largo tiempo, aunque nunca se supo el porqué.
Observo con anhelo aquella gigantesca valla, no tardo ni un segundo, & tomó una piedra & la lanzo contra ella, aquel acto era el que debía realizar cada día, ya que las órdenes del capitolio no les permitía cazar, esto era castigado con una pena de muerte. Pero, en Panem, era arriesgarse o morir de hambre.
Ni una chispa. El castaño esbozo una sonrisa inmediata, lo único de lo que podía alegrarse era del hecho de que los agentes de paz de su distrito nunca electrificaban aquella valla.
Se recostó en el suelo, & logro entrar por aquel pequeño hoyo entre la valla & el bosque, el cual utilizaban él & sus compañeros de caza para, entrar al bosque.
Cerro sus ojos, & se dejó llevar por la fresa brisa del bosque. El olor de la hierbas & pinos, junto a el canto de los sinsajos, realmente era un paraíso.
“Recuerdo las lágrimas recorriendo tu rostro cuando
Te dije “Nunca te dejare ir”
Cuando todas esas sombras casi te arrebataban tu luz.
Recuerdo que me dijiste “No me dejes aquí solo”
Pero todo eso está muerto, se fue, está en el pasado de esta noche.
Solo cierra los ojos, el sol se está poniendo.
Estarás bien nadie podrá herirte.
Ven luz del día.
Tu & yo estaremos sanos & salvos”
Aquella melodía era la que cada día que le era posible a su padre, le cantaba, & los sinsajos lo acompañaban junto a sus esplendidas notas musicales.
Realmente desearía, que aquel hombre tan importante para su vida regresase, o siquiera que no hubiera muerto por trabajar para el Capitolio, quizás eso era lo que más odiaba del Capitolio, el simple hecho de no poder trabajar en lo que desearas, si no en las minas de carbón, o vendiendo objetos demasiado costosos como para que una persona del distrito doce no pueda ni siquiera pagar la mitad.
La ira & furia inundaban su ser, pero aquellos sentimientos se desvanecieron al oír las ruidosas risas de aquellos sus únicos amigos & confidentes, Kisa Shouta & Yoshino Chiaki.
-“It-chan”.-Saludo sonriente Kisa-.
It-chan aquel era su apodo, desde que había conocido a Kisa & a Chiaki. Todo fue por el simple hecho de decir su nombre en un tono de voz tan bajo que solo se puedo escuchar un “it”, ¿Quién podía culparlo?, solo era un niño.
-“Kisa-san, Chaiki-kun, felices juegos del hambre”.-Comento en forma de burla el castaño, era algo que adoraba hacer, el simple hecho de sentirse superiores que el Capitolio, era algo fantástico, claro que eso solo podía ocurrir en el bosque-.
-“& que la suerte este con ustedes”.-Agrego Chiaki, tratando de imitar el acento de las personas del Capitolio-.
-“Nee, Rit-chan, mira esto”.-Comento Kisa, sacando de una bolsa nagra dos panes. Inmediatamente los ojos de Risu se dilataron, era reales, estaban calientes, & suaves. Una simple hogaza de pan era un privilegio-.
-“¿De dónde lo has sacado Shouta?”.-Exclamo con asombro el castaño-.
-“Corrección, es ¿De dónde lo han sacado, Kisa & Chiaki?”.-Corrigió el peli-negro de grande ojos azules casi grises-.
-“El panadero, estaba de buen humor hoy, así que nos intercambió dos conejos por estás dos delicias”.-Explico Kisa-.
Debes en cuando al panadero le daban ganas de comprar algunos que otros conejos, que ellos habían cazado, & para ser sinceros cuando, el quería comprar un mugriento conejo, esto significaba un delicioso & caliente pan.
-“En fin, ¿Que trajiste hoy, Ritsu?”.-Pregunto Chiaki-.
-“Queso de cabra, de la cabra de Prim”.-Argumento el castaño-.
-“Hoy tendremos un festín, por los juegos del hambre & el Capitolio!”.-Exclamo felizmente Kisa-.
Entre risas & burlas dirigidas al Capitolio, el día no tardo en pasar. El cañazo que avisaba a los habitantes del distrito doce volver a sus hogares & prepararse para la cosecha, sonó.
El castaño bufó, era hora de ver como una pobre alma era llevada a perder la vida en unos sangrientos juegos que para el Capitolio era simplemente diversión.
Se detuvo unos segundos, & comenzó a silbar la melodía de su padre, mientras los sinsajos lo acompañaban. En pocas palabras, una melodía perfecta.
Cuando finalmente llego a la valla, tomó una piedra & repitió el mismo proceso. Pudo divisar una pequeña pero humilde casa a los lejos.
-“Hogar, dulce hogar”.-Suspiro, entrando a el pequeño recinto de madrera, donde su madre arreglaba a Prim, para la cosecha. Prim llevaba puesto un hermoso vestido azul & el cabello trenzado. Se veía como todo una princesa, o así la veía Ritsu, quién sonrío al ver a su pequeña hermana, tan hermosa.
-“Llegas tarde”.-Regaño su madre-.
-“Si, si”.
-“Venga, hay que arreglarte, te ves desastroso”.-Una camisa llena de tierra, junto a unos pantalones llenos de barro, si, de hecho no era el atuendo más favorable para ver a las elegantes personas del Capitolio.
La madre de Ritsu, en menos de cinco minutos logro cambiar la apariencia totalmente del castaño, ahora lucía el típico traje azul cielo, que les obligaban a los jóvenes a vestir el día de la cosecha.
-“Rit-chan”.-Comento casi inaudiblemente la pequeña castaña, de grandes ojos verdes-.
-“Si, Prim, ¿Qué pasa?”.
-“Tengo miedo”.-Sin decir nada, la castaña se lanzó a los brazos del mayor, el cuál correspondió gustoso aquel acto. Las la lágrimas de la pequeña cubrían su camisa, pero realmente no le importaba, ver así a Prim, le dolía. Más que la propia muerte de su padre.