La cabeza me está matando, tengo el cuerpo inmovilizado por una fuerza mayor que me oprime contra sí, es algo incómodo pero no pongo resistencia para alejarme, estoy seguro que a causa del cansancio; sin embargo también podría tratarse de una gran paz que hace tiempo había tenido y hasta ahora regresa a mí; sería una pena arruinar el momento.
¿Qué?
Algo se mueve, ¿acaso no estaba solo? Trataré ser precavido, y aunque es la peor defensa finjo seguir dormido, siento como si una y otra vez vigilara mi cuerpo; es una sensación extraña especialmente porque desprovisto de mi sentido de la vista debo confiar en mis otros sentidos y la intuición; aunque es fácil prever que se encuentra parado ahí, en una habitación tan silenciosa incluso escucho el acompasado ritmo de su corazón.
¿Corazón?
Quien quiera que sea, al menos sé que es humano, agradezco haber desarrollado un profundo sentido deductivo, sin duda ser el perro de la reina me ha ayudado para analizar situaciones como está, pero dejare eso para otro momento ahora me concentrare en buscar una forma de escapar. Alguien tocó la puerta principal, por lo cerca del sonido predigo que no se trata de una gran mansión, posiblemente una choza o cabaña, si es un secuestrador hizo un pésimo trabajo al no atarme, seguramente me drogo y confía que aturdido por los efectos no pueda escapar; que estupidez.
Me arriesgare solo un poco, me escondo tras el andel de la puerta para ver a mi captor.
- B-buenos días… y-yo….
Si es una cómplice, empiezo a sentir lastima por ese sujeto, la voz que saluda es apenas una niña; quizá niña no sea la palabra correcta pero no luce más de dieciséis, tiene el pelo envuelto con una pañoleta de seda negra y la vestimenta del mismo color, es bastante delgada por no resaltar su falta de atributos; yo mismo no entiendo porque note lo último, no me gusta nada su expresión, nunca he tolerado los rostros lagrimosos y poco decididos
- Debe estar sorprendida de ver extraños en su casa
Esa voz… la conozco
- N-no para nada -como un cachorrito agita desesperadamente las manos como si quisiera aclarar todo el asunto- D-de hecho, no es mi casa
- Pensé que le había asustado –mi secuestrador tomo su mano y deposito en ella un beso, vaya que juega bien sus cartas- En todo caso me disculpo
- No se preocupe –el efecto casanova resulto a la perfección, ella se ha sonrojado profundamente- mi abuelo vivía aquí… y el siempre acogía a los viajeros así que está bien
- Es reconfortante saberlo
Por fin volteo, pero si es…..
- ¿Escuchó eso?
- Me parece que ha despertado
No había calculado el grado de mi reacción y por eso he hecho tanto ruido, rápidamente me acomodo nuevamente bajo las sabanas, dejando únicamente a la vista mi rostro. Ahora mismo no puedo pensar en nada, una amnesia protectora me ha abandonado dejando en su lugar el galopante recuerdo de lo que ha sucedido, solo imágenes sucias atraviesan mi cabeza como una película interminable de mi propia vergüenza, ¿yo hice todo eso? ¡Maldita sea!
- Que linda hermana tiene
¿Qué?
- Si, verdaderamente es linda
¿Qué?
Acaba de confundirme con una chica, y él no la corrigió; idiota. Si iba a decir que soy una chica, ¿Por qué no dijo su novia o su esposa?
Empiezo a pensar que la droga aún está en mi sistema, las absurdeces que pienso solo pueden ser producto de una droga. No sé si engaño a alguien con mi puesta en escena de la bella durmiente; pero al menos no parecen sospechar algo. Sebastian se ha sentado en la cama y ahora repasa con un digito mi rostro, que cálida es su mano y solo por un instante siento la necesidad de retenerla.
Pero que, ella también se ha sentado sobre la cama, y me mira como a una criatura desvalida, la mano de Sebastián que se apoya a un lado de la cama es tomada por esa impertinente mocosa, obviamente eso ha sorprendido a mi mayordomo que voltea para verla
- Etto…. Yo cuidare de ella, se ve que está cansado, señor….
- Sebastian, por favor llámeme así –unas profundas ganas de matarlos inundan mi interior, a ella por su atrevido coqueteo y a él por no ponerle un alto- Está bien, por favor cuide de ella mientras encuentro nuestro carruaj….
- Onii-chan… -ahora mi cuerpo reacciono sin pensar, me aferro a su cuello y sin medir las consecuencias le susurro algo a su oído “has que se vaya, quiero que estemos solos” esas fueron mis exactas palabras, el solo sonrió, la muchacha nos mira un poco extrañada, pero creo que entiende que hay cosas que solo le puedes decir a tu familia, vuelvo a exteriorizar mi voz tratando de fingir mi feminidad- No me dejes sola onii-chan
- Lo siento –hace una ligera pausa con la que se me detiene el corazón- no puedo dejar sola a mi hermanita
- Entonces yo me encargaré de conseguirles un transporte- empiezo a creerme sus buenas intenciones, con una sonrisa se despide y antes de salir de la habitación hace una pequeña venía
En cuento sale de la habitación dejo de rodear el cuello de mi demonio y vuelvo a tumbarme sobre la cama, aparentemente logre lo que buscaba, deshacerme de la intrusa. Cierro mis ojos y sonrió creo que solo deseaba estar a solas con Sebastian.
- No diga nada –vuelve a palpar mi piel, esta vez se trata de mis labios- mi pequeña hermana no quiso quedarse sola
- Quiero bañarme –no puedo evitar sentirme sucio, el no profano mis labios fui yo quien lo hizo, tampoco fue el quien tomo mi cuerpo, yo se lo entregue; y eso estaría bien, si al menos el sintiera algo por mí, pero como lo veo solo soy el anhelo de sus pasiones, el acallado anhelos de vulgares deseos carnales- hablaremos después
Ya había preparado el baño, no podía esperar menos de mi demonio de mayordomo; el reparador calor del agua sobre mi piel me devuelve algo de tranquilidad. Me sumerjo dentro de la amplia bañera y debido a eso no escuche en el momento en que la perilla giraba para abrirse.
- Mi linda hermanita, ¿quiere que la bañe?
- ¿q-qué haces? –solo llevaba una toalla cubriéndolo, si exactamente en esa parte bien dotada en él, de no ser por el vapor en la habitación mi sonrojo sería más que evidente- ahora no quiero verte, ¡largo!
- Humn… -me mira de forma extraña, con un aire de superioridad- no debes hablarle así a tu hermano mayor, ¿debería castigarte?
- ¿C-castigarme? –cierro los ojos en cuanto me besa, aterrado como un niño pequeño supongo que todavía soy así de ingenuo; con mis manos en su pecho trato de alejarlo pero mi minúscula fuerza parece ser una burla para él, ya que me sonríe con soberbia, siento muy cerca de mí su esculpida musculatura - b-basta!!! Ya deja de bromear –mi orden parece debilitarse cada vez más incluso se torna en suplica, su perlada piel cubierta por el agua evaporada me trae a la mente una escena similar donde sentía tu miembro en mi interior
- dices eso cuando estas así
Maldición! Bajo el agua sus caricias hacia me erecto miembro son demasiado placenteras, pero no quiero demostrar como si me gustara, donde quedaría mi orgullo si me muestro débil ante un simple mayordomo. Eso nunca sucederá
- mngh…. –he gemido, tratando de ser lo más silencioso posible, con una mano cubro mi rostro, no quiero que vea mi penosa expresión
- pensé que no le gustaba
Me rindo, no puedo soportarlo más a partir de ahora; voy a ceder
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Sujeto con premura entre mis brazos su cuello, aun me siento un poco avergonzado por mi comportamiento; así que agacho mi cabeza y me limito a besar su cuello; por ninguna razón en el mundo quiero encontrarme con esos ojos, mucho menos cuando jadeo por su “castigo”
- Mngh…. Ahh… ¡para ya! –esto se siente realmente bien, pero de seguir yo voy a… voy a- ¡¡Sebastian!! Ahhh…..
Arqueo mi espalda abrazando aún más fuerte su dorso, ya que decidió castigarme espero que sienta mis arañazos en su espalda.
- Qué lindo se ve así de vulnerable –mi mirada ha perdido enfoque, con las pupilas dilatadas y un hilillo de saliva bajando por la comisura de mis labios intento normalizar mi respiración
- Sebastian yo tengo que decirte algo
- ¿humn?-mi pervertido mayordomo lame sus dígitos cubiertos por mi esencia, ¿Qué clase de mirada es esa?- ¿Y qué es .…bocchan?
- ¿Bo-cchan?- Repito confundido ¿Por qué me llamo así?, ¿Por qué no me dijo Ciel?
Un inesperado ruido desconcentra mis pensamientos y roba mi atención; ese pequeño instante en que me distraje hizo que notara el regreso de la para mí “intrusa”
- Sebastian-san!! Sebastian-san! –vocifera, con su estridente chillido agudo- ¡Sebastian-san! ¿Está aquí?
- Un momento
Algo en mi interior me hace querer decirle que no vaya, pero no hago nada y me quedo estático. Como ya es costumbre entre amo y mayordomo terminó de secarme y vestirme después se retiró con una leve reverencia sin siquiera mirarme.
Con fuerza aprieto mi puño para luego estrellarlo contra el muro, aprieto también mi mandíbula por la impotencia que siento, una vez más, simplemente he callado.
Tan perturbado estaba que le reste gran importancia al atuendito que llevo puesto, como al parecer debo llevar a cabo fielmente el papel de una hermana pequeña e inocente no podía faltar el vestidito de una pieza hecho de seda blanca con tirantes y detalles de flores bordadas en la parte del pecho, más ridículo no podría verme. De donde pudo sacar Sebastian algo semejante, no tengo idea, al igual que las extensiones de cabello azulino como el mío, con estas coletas el vestido y mi falsa sonrisa tendré que convivir por unas horas más junto a esa intrusa.
Sentarnos a la mesa junto ella es insoportable, por fortuna he logrado estar junto a Sebastian, si no va a decirme nada al menos espero no olvide nuestro contrato, y que soy su dueño.
- ¿y… ? ¿Qué les parecido?
- Todo está delicioso –respondió con una falsa sonrisa, si va a falsear sonrisas deberían ser solo para mí, o para mis propósitos
- Y esperen a probar el postre –no entiendo porque pero cada vez que intercambian sonrisas siento como si algo oprimiera mi pecho, hasta el momento no he dicho nada, mientras comía he estado completamente callado, claro que para no arruinar el ambiente ella y Sebastian han hablado de muchos temas- vuelvo enseguida
Otro descuido mío, sin prestar atención alguna he dejado caer un cubierto, me parece que una cucharilla; me agacho para recogerlo. Bajo la mesa intento hallar con el tacto mi perdida cucharilla, esto es verdaderamente vergonzoso, al fin la encuentro justo debajo la silla de Sebastian.
¿Por qué no puedo decirlo? Pareciera como si una barrera entre él y yo me impidiera alcanzarlo aun cuando esta tan cerca, ¿Qué puedo hacer para alcanzarte? Aun si extiendo mis manos solo te alejas más, ¿existirá alguna forma para no acercarme a ti?
Por supuesto
Ahora ya lo entiendo, para mí, esta parece ser la única respuesta. Al menos con eso, si no logro alcanzar tus manos al menos podre rozar tus dedos
Sobre su ropa comienzo a acariciar su miembro, sin el menor recato posible beso esa extensión de su cuerpo, es posible que solo sea un disfraz, que hace aparente su humanidad; pero eso me importa poco, si siento que lo disfruta entonces nada importara
- ¿Bocchan que hace?- ¡¿Qué parece que hago demonio estúpido?! Alzas mi rostro con tus manos, y para mi desgracia he vuelto a ver esos ojos carmines
No voy a responderte, mejor te lo demuestro; si, posiblemente sea arriesgado hacer “eso” cuando la niñata esa, está en la otra habitación, así que me siento encima de ti, esta vez soy yo quien comienza con los besos.
Tampoco dices nada más, solo me sigues el juego con tus besos que me quitan el oxígeno, y aunque no digas nada sentir tu erección me da la razón, así que después de todo te gusto, aunque sé que es algo realmente perverso me siento solo “un poco” orgulloso por mis acciones.
- ¿bocchan? ¿aun esta drogado?
- Me temo demonio, que estoy en mis cinco sentidos
Vuelvo a besarte, friccionando mi entrada contra ti, ya estás muy duro. Supongo que así debe ser, a un ser como tú, un simple humano como yo solo puede acercarse de esta forma.
- Ahh…..
- Que adorable expresión, por favor no se contenga, puede gemir cuanto quiera
Acaricia mis pezones, desacomodando mi vestido, y detalles como esos me preocupan ahora, que divertido
- Si eso quieres
- ¿A qué debo que mi amo este tan complaciente?
- Si conoces todas mis jugadas yo perdería, de vez en cuando necesito sorprenderte
Una vez más la visitante nos ha interrumpido, he vuelto a mi sitio antes que nos descubriera aunque obviamente mi atuendo estaba desacomodado, mi azabache demonio tampoco se queda atrás se notaría a leguas que esta acalorado, pero soy yo el que debe esconder sus moretones, y eso no es justo.
- ¿Are? Te encuentras bien
- ¿Eh? Si
- ¿Qué te ocurrió? –se acerca a mí, su expresión me preocupa, creo que sospecha algo, y hasta ahora me doy cuenta que uno de los tirantes del vestido cae por mi hombro- debes ser más cuidadosa, se ve es costoso
- Si –mi silábica respuesta oculta mis intenciones de golpearle en el rostro, odio que alguien además de él me toque
- Mi hermanita está bien, no se preocupe
- Es muy buen hermano… ¡ah, sí! Traje el postre, espero les guste
Solo pastel de chocolate y un vaso de leche, bastante simple pero eso importa poco cuando la muchacha de luto me inspecciona una y otra vez, seguramente en su cabeza ya han surgido miles de retorcidas ideas sobre nuestra relación, pero se equivoca
Es mucho peor.
Curiosamente ya no siento como mi corazón es oprimido dentro mi pecho, luego de comer nos vimos obligados a socializar y aunque pensé que me molestaría no sucedió, estoy consciente de mis infantiles actitudes pero no puedo evitarlo, sentado sobre el sofá de una improvisada recepción el pervertido de mi mayordomo comenzó por juguetear con mi cuerpo justo en frente a la “intrusa” no sé si procesa todo lo que sucede, pero su risilla nerviosa me dice lo incomoda que esta.
- Es hora de que me vaya, los caballos están en la entrada, pueden quedárselos
- Gracias ha sido muy amable con un par de extraños
- Cuídense mucho- luego de una digámosle emotiva despedida al fin estamos solos
Aun despedía con la mano a la chiquilla cuando el moreno se volteó para fijar sus afiladas pupilas en el pelí-azul, nervioso un poco por el extraño cambio en su mayordomo con mirada indescifrable el ambarino camino hacia atrás, sin darse cuenta tropezó con el sofá quedando tendido sobre él.
No tardo en intentar pararse, en un instante fue interrumpido por el azabache que se había quitado la chaqueta quedando solo con la camisa y un incómodo pantalón, aparto los mechones que rebeldes caían sobre una de las orbes del azulino, y con el rostro visible le contemplo como si se tratara del oro no encontrado
Ciel trago saliva sin ánimo de decir nada más que el propio silencio; cerrando los ojos al primer contacto de su mayordomo con su piel
- Existen dos formas –relamió sus labios como un tigre antes de cenarse un descuidado cervatillo- ¿y cuál prefiere?
- No preguntes cosas tan extrañas… que no entiendo…..
- Uno, podría deshacer este bonito listón -¿durante cuánto tiempo lo había estado desvistiendo mentalmente?, el vestido blanco podía quitarse con el simple hecho de desatar el listón del frente- o Dos, termino de romperlo y ya
- Realmente disfrutas esto -con una risilla nerviosa buscaba con el tacto algo para dejar fuera de combate a su demonio, que aparentemente era el violador del bosque
- Tu comenzaste recuerdas, Ciel
Ese nombre,
Una vez más las dogmas preconcebidos entre el amo y su servidumbre habían desaparecido, afortunadamente una micra de segundo antes de que el ambarino golpeara al moreno con un florero, pero el halito de temor permanecía intacto
Una cosa era estar profundamente fuera de sí, amparado en la excusa de la efervescencia de una droga y así consumar con sus cuerpos el ritual más antiguo conocido por el hombre, y otra muy diferente era la situación actual.
Fuera de las bellas palabras adornadas demás por el tal Neruda, eso era ¿era?
- D-deja… de… hacer…eso…. –su cuerpo se sumergía en la inigualable experiencia del placer y el dolor al momento en que el mayor dejaba más y más moretones en el lienzo de su piel- yo… nunca… h-hago nada
- ¿quiere hacer algo por mí? -grave error del Phantomhive el sugerirse a sí mismo como juguete sexual de un demonio- ¿podría…?
Dicen que el cuerpo tiene memoria propia, y al parecer su cuerpo recordaba bastante bien, sus labios se dirigieron justo a ese “problema” que en ese momento aquejaba al moreno se había hecho un poco más experto en cuanto a la técnica y sus lamidas con lujuria a un aparente caramelo no disfrazaban su inocencia.
Volvió a gemir, en ese momento estaba tan sensible que tan solo sentir la cálida mano de su mayordomo acariciándole el cabello lo excitaba ¿serian acaso sus acciones las puertas al infierno? El vaivén de sus labios simulando embestidas apresuro su ritmo, una vez esperaba recibir el sabor de Sebastian en su boca
- Ahh… C-Ciel… -un ronco gemido en aterciopelada voz provino del mayor pero antes de terminar interrumpió al menor de su labor, al parecer esta vez no planeaba terminar ahí
- ¿q-que sucede? –unas intrusas falanges ocuparon ahora sus labios, y una vez más reglas fueron rotas, cuando con gula el azulino lubricaba bien los dígitos del mayor
¿Cómo sabía tanto un demonio sobre la anatomía humana? Si lo estaba averiguando con Meyrin, alguna monja o en el peor de los casos el shinnigami rojo; porque él era algo así; LO MATARIA y eso sería solo el inicio.
Para su sorpresa el tiempo que se había tomado para pensar todo eso Michaelis retiro los dígitos para meterlos en una cavidad mucho más estrecha
- Ahhhhhhhhhhh……..
- Se ha hecho más estrecho –con los ojos llorosos el de azules orbes maldecía su capacidad de decir lo obvio- pero es una pena… esta vez no puedo esperar
Los tres dígitos moviéndose en el interior del menor, le causaban una tremenda incomodidad, pero lucía demasiado violable como para dejarlo por la paz, ese rubor de virgen despojada de virtud era embriagador, abriéndose paso las simuladas embestidas parecieron alcanzar un punto erógeno. Por el movimiento involuntario de sus caderas el moreno supo que el dolor en su dulce niño había dado paso al placer
Ya era momento de pasar a otra cosa
Un nuevo gemido, seguido de unas lágrimas ensucian esos bellos ojos de mar, con unos tiernos besos Sebastian limpia los odiosos rastros de llanto. Posiblemente fue demasiado rápido, lo último que quisiera es ver esa expresión en el rostro de su cielo
- S-Sebastian… ¿P-por qué te d-detienes?
- No quiero ser quien te lastime –sus besos tienen la capacidad de tornarse de una roja llama de pasión a una cálida y acogedora llama azul de comprensión
- Pero yo… ahora mismo, estoy en tus manos
Un beso a manera de sedante le ayuda a penetrarlo con un poco más de cuidado, eso y los masajes al despierto miembro del menor.
Tratar de normalizar el ritmo de sus embestidas resulta una tarea tortuosa para el demonio que por el mismo Lucifer desearía partir en dos a ese niño
- Ahhh… ya no puedo… ahhhhhh….
- Por favor aguante un poco
- Mghhh….. e-está bien….
La intuición demoniaca le dice que no aguantara por mucho y sin importar nada apresura sus embestidas dando aún más placer del que el menor puede soportar, y ante este acto desenfrenado de pasión Ciel arquea la espalda
Aquella imagen….
La reacción en cadena que una simple imagen provoca, obligan al demonio a ceder a sus mas bajos instintos sujetando con fuerza las caderas del pelí-azul y llenándolo por completo
- Ahhhhhh……..!!!
El doloroso y placentero final.
No hizo falta dos caballos, uno era suficiente para el shitsuji y su amante; el caballo no iba a todo galope de hecho un burro de carga iría más rápido; ¿la razón? Pues muy simple, entre jugueteos y besos es muy difícil montar.
Ciel se sentaba justo enfrente de Sebastian, que de alguna forma se las arreglaba para mantener sujetas las riendas, y si no era una escena de cuento al menor detalle discutían pero sus delirios eran apaciguados con besos.
Esa era sin duda era una paz que nunca sintieron.
Que nunca sintieron.
Una cortina de balas les aviso la posición del enemigo, solo eran unos principiantes, pero esa no era razón suficiente para ignorarlos, una vez más debían huir, a todo galope en dirección desconocida, pero para ambos presentes aquella misión para la reina todavía no terminaba.