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Travesía terrorista por Raven Loveless

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Notas del fanfic:

Antes de que alguien trate de matarme, NO ME ESTOY ROBANDO ESTA FIC; mi neecha y amiga intima  

http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewuser.php?uid=33176 me pidio el favor de colocar esta fic aqui en mi cuenta porque por razones de alguno que otro muggle la fic desaparece de su cuenta, asi que cualquier msg que tengan para ella en esta fic dejenlo que yo se lo hare llegar owo

 

Notas del capitulo:

En primera dejo claro que los personajes de Junjou Terrorista no son de mi autoria y que la fic le pertenece a mi neecha Likari, solo la pongo aqui por un favor que ella me pidio owo

disfrutenla 

Las clases por fin habían terminado.

En general, no le molestaban lo más mínimo las molestas risas infantiles de los niños a quienes le impartía sus clases, ni los gritos agudos de sus pequeñas alumnas al enterarse de algo no importando que fuera bueno o malo, o las bolas de papel que por pura coincidencia elegían a su cabeza como pista de aterrizaje…. claro que eso no llegaba a ser muy relevante, lo que sí, era que no podría soportar mucho más tiempo esas miradas de tonto enamorado que le lanzaba ese tierno y adorable -por decir violable- rubio.

El, un profesor de 22 años superaba por mucho a su joven estudiante ya que penas había cumplido los ocho…. total que era un maldito pervertido. Pero él no tenía la culpa, el definitivamente no era responsable de las hormonas súper desarrolladas del niño, ni tampoco debía sentirse mal por amar a tan tierno ser, además, había sido el pequeño quien se le declarase primero…. así que esa falta no era suya, o bueno, tal vez si el mismo no correspondiera a estos sentimientos, entonces probablemente ahora no se sentiría tan culpable.

No podía escapar de ninguna forma, por el simple hecho de que vivían juntos…. y lo hacían por…. digamos, las circunstancias del destino, o al menos así le llamaba el, ya que no le agradaba hablar de ese tema, y es que ni siquiera creía que a alguien le gustara discutir sobre porque el pequeño había sido abandonado….

De todas formas ya estaba hecho trizas, no por el rubio de ojos plata y sus constantes acosos, bien, si, estaba cansado de ser perseguido la gran mayoría del tiempo que pasaba en la escuela. Por demás enterado estaba que decirle eso a alguien no mejoraría en nada la situación, y hasta podría resultar lo contrario, cualquiera pensaría que el profesor acosaba a su alumno…. pues era difícil, por no decir prácticamente imposible, que fuera lo contrario…. ¡pero así era, por todos los sagrados libros!....

Suspiró, para su fortuna ya todos sus estudiantes habían salido del salón, exceptuando a su pequeño novio, que por cierto se acercaba a él con pasos demasiado insinuantes. Definitivamente pensaba en hacerlo ahí en el salón, ya sabía perfectamente como le miraba cada vez que quería “algo más de atención”…. él solo se limitaba a acomodar unas hojas de papel, esperando nervioso la llegada del menor.

Y por qué no estar así, temblaba cual gelatina a punto de ser cortada sutilmente por una cierra eléctrica. No tenía miedo de darle alguno que otro beso en su delicada y dulce boca sabor miel, mientras él estaba en su silla y el pequeño sentado en el escritorio, pero de un beso apasionado a hacer el amor ahí, la diferencia era demasiada….

Ya estaba frente a él, por supuesto que antes de acercarse se había encargado de cerrar perfectamente la puerta. Estiró los delicados brazos que no llegaban siquiera al cuello de su profesor, se pegaba cada vez más al bien formado cuerpo, al no ver reacción alguna en los ojos negros, comenzó a tallar sus pezones junto con su abdomen en el sexo del mayor sujetando sus manos en el fuerte pecho. Sin poder resistir más a la enrojecida cara del menor, metió su rodilla entre las piernas del pequeño, vio al instante como este tallaba de arriba hacia abajo su pene que ahora completamente erecto dejaba ver el bulto dentro de su ropa. Las gotas del pre semen comenzaban a humedecer la tela que cubría su muslo, pues la prenda del menor ya estaba mojada, mientras sentía las delicadas manos aferrarse fuertemente a su cinturón negro.

por favor, profesor Miyagi—miró hacia arriba siguiendo aun con el vaivén, ya tenía mucho tiempo con ese problema entre sus delgadas piernas y no podría esperar hasta llegar a casa, además de que nunca lo habían hecho en su salón de clases. Pero sobre todo, su pareja no podría darle una negativa, ya que él había sido el causante de eso al agacharse a recoger el gis (o tiza) del suelo y levantarse moviendo en demasía su redondo trasero, así que haría de todo para hacer que el mayor cediera a sus impulsos.

En este punto el profesor ya no tenía más opciones, o al menos no una que no le impidiera segur con eso, ya que todas y cada una le decían que se detuviera, que estaba mal, y quien sabe que cosas más. Pero a él no le importaba en lo más mínimo, y muy al contrario se excitaba ante la situación en la que lo ponía su joven estudiante, el saber que en cualquier momento una persona podría tocar la puerta e intentar abrirla, siguiendo el con las fuertes envestidas acallando los sensuales gemidos del menor besándolo en forma desenfrenada. Pensar en todo eso le ponía aún más caliente.

Que niño más travieso—recargó sus rodillas en el piso. Con gran facilidad desabrochó el botón del pantalón que cubría la blanca piel de su niño. Bajó la ropa interior y entre sus grandes manos tomó el pequeño miembro acariciándolo de arriba hacia abajo, deleitándose con los agudos gemidos que el rubio lanzaba.

Sus delgadas piernas temblaban, sin que Shinobu se diera cuenta, el Miyagi había tomado entre su caliente boca, su pene. Recargo sus manitas en los fuertes hombros del mayor y lentamente empezó a mover su cadera de adelante hacia atrás, no mucho tiempo después las manos de su profesor tomaban con fuerza su cintura, impidiéndole continuar con el vaivén

Miyagi, hacia todo lo posible para que el pequeño se desesperara al no sentir el rápido ir y venir de su boca. Lamió la pintita rosada y brillante, pasando lentamente su dedo pulgar comenzó a hundirla, mientras con la otra mano mimaba con la misma paciencia los suaves testículos. Paró por completo las eróticas carisias, suavemente y tocando muy despacio la delicada piel, subió sus manos a la altura de los pezones llevando con sigo la camisa blanca, se acercó más, lamió los rosados y erectos botones empezando por la aureola, que tocaba con cautela poniéndole la misma atención a la segunda de ellas, del cual el placer le estaba siendo dado al pequeño Shinobu por su pulgar

El niño no resistía más el que dejasen de atender su miembro que hambriento clamaba atención anunciando que estaba ahí sacando pequeñas gotas de blanquecino líquido. Con tan solo una de sus manitas ayudándole a sostenerse hizo que la otra se ocupara de calmar y saciar de placer a su propio sexo. Sin saber cuándo, ahora sus dos manos estaban en su miembro, las carisias que el mismo se hacía iban cada vez más rápido, se apretaba aún más y de momentos aplastaba la puntita, causándose mucho más placer.

Sus tetillas, en este momento se encontraban calientes y húmedas, su profesor mordía una de ellas con avidez, lamia la punta para después envolverla con sus labios y jalarla delicadamente, con su otra mano, el profesor, apretaba y enrollaba entre sus dedos el segundo pezón Shinobu. Sin poder resistir más y haciendo que sus pequeñas manos aumentaran la velocidad de la masturbación, se corrió, dejando salir de su garganta un ruidoso y sensual gemido, esparciendo el blanco liquido en la camisa del mayor, calló de rodillas quedando en la misma posición que Miyagi pero entre sus piernas y apoyó sus manos en las mismas.

lo lamento…. Profesor Miyagi…. manché…. su ropa—se disculpó con la voz entrecortada, mirando al mayor con sus enormes ojos grises acompañados por sus tiernas mejillas que adornadas estaban con un suave matiz rojizo. Se acercó a la blanca prenda, lentamente lamió su propio semen poniendo especial atención en donde se encontraban los pezones del mayor que ahora mucho más excitado a como anteriormente se sentía, tomó al rubio por los hombros y delicadamente dirigió el tierno rostro a donde el bulto de su pantalón crecía a cada segundo.

Encárgate de lo que has hecho—se levantó un poco, apenas lo suficiente como para que la tela de su pantalón rosara con la delicada boca del menor, al instante los rojos labios sintieron la prominente erección que se ocultaba dentro de la oscura prenda de su profesor. Con sus delicadas manos rápidamente desabrocho el amarre del cinturón que ajustaba la prenda a las caderas de su profesor. Esta vez, el botón había sido hundido con lentitud a través del ojal, ya que solamente ocupaba una de sus manos para hacerlo, usando la otra para tocarse. Una vez que solo la ropa interior impedía a sus ojos plata ver el enorme miembro de su novio, dejó de acariciarse y se ocupó de recorrer la prenda de color negro.

Levantó la tela jalándola hacia abajo, en cuanto terminó pudo observar el pene que completamente erecto se levantaba frente a su rostro, lo tomó con sus manitas y acarició el rígido tronco, sus manos no subían o bajaban, solamente se dedicaba a apretarlo con todos y cada uno de sus dedos. Su pequeña y rosada lengua ahora jugaba en la ingle, de vez en cuando bajaba por toda la extensión repartiendo besos que en ese lugar no eran nada inocentes, a pesar de que solo posaba sus labios haciendo una pequeña y casi nula presión.

.... vamos—dijo Miyagi con vos sensual, un poco ronca. Con delicada rudeza agarró con una mano un mechón de cabello rubio, mientras utilizaba la otra para acercarle su miembro a la boquita de color rojo, acarició la cima de su miembro y dejo salir su glande, con la cual hiso rodear los carnosos labios, que al instante fueron lamidos por la indiscreta lengua del menor, haciéndolo gemir a bajo volumen—que esperas—le soltó.

Sí, profesor—con mayor fuerza agarró el pene contrario desde la base y hundió la punta en su caliente boca. Sus manitas comenzaron a acariciar la piel que rodeaba el miembro mientras chupaba con fervor lo que tenía adentro de su cavidad, el jugar con su lengua y pasarla por todos los rincones que ocultaba el pequeño pedazo de carne que sorbía ayudaba a que sus oídos escuchasen con cada vez más frecuencia los gemidos del mayor. Al sentirse satisfecho de haber lamido bien esa parte siguió con el resto. Su boca no alcanzaba a cubrir toda la extensión del pene de su pareja, a paso lento bajaba su cabeza deteniéndose hasta sentir que la punta del miembro llegaba un poco más allá de su garganta.

Los rubios y un poco largos cabellos se regodeaban al sentir la piel de las piernas blancas del azabache, cada vez que su dueño llenaba su boca con lo que escondía entre ellas. Las tiernas manos ayudaban a que la pequeña lengua tocara cada vez más la grande y suave punta rosada que ya unas cuantas veces había tenido una expulsión de transparente líquido. El mayor al querer más velocidad detuvo por completo con su mano los movimientos del menor, se recargo del suelo con la otra. Comenzando con rapidez la entrada y salida de su sexo en el interior de la cavidad de Shinobu, acariciaba con igual de prisa las cobrizas hebras, mientras escuchaba de fondo el rebotar de sus testículos con la barbilla del menor sumado el sonido que anunciaba lo mojado que estaba su pene.

Mantenía su vista fija en la boquita del menor, cada vez que su sexo salía podía ver como una de las manitas se recargaba de su muslo y la otra se ocupaba de masturbarle. En un momento de mayor distracción por parte de Miyagi, el menor aprovechando la situación, mordió con un poco de fuerza el pene que profanaba su boca. No tenía mala intención y el que le penetrase con rudeza no le molestaba en lo absoluto, solo sabía que algunas veces al oji negro le agradaban esa clase de carisias.

¡¡mmm!!—suspiró el profesor al sentir la opresión. Miró directo a los ojos platas que también estaban puestos en él, y con mucha mayor rudeza hiso el vaivén más rápido. Sin poder evadir lo que vendría, en un movimiento sacó su pene del túnel bucal del menor y dejo esparcir su semen en el tierno rostro. El pequeño lamía con lentitud la blanca esencia que estaba alrededor de sus labios, con sus manos retiro la semilla del resto de su cara y uno a uno sus dedos fueron llevados a su boca. Todo esto a la vista de los negros ojos que sin si quiera intentar evitarlo se éxito de nuevo.

Profesor, sabe muy bien—comentó Shinobu teniendo aun el dedo medio entre sus labios, calentando más al profesor de primaria

Miyagi, abra por favor—se escuchó desde afuera, los amantes sorprendidos vieron a su alrededor. El uniforme de Shinobu estaba tirado a sus pies mientras él mismo se encontraba completamente desnudo sentado en el piso, Miyagi solamente estaba hincado con la camisa cubierta por una gotas ya casi completamente secas de semen, además de que su miembro nuevamente se había levantado, sin embargo y por fortuna su pantalón se encontraba limpio, así que la erección podría ocultarla con el saco que estaba colado en su silla.

Pero sobre todo eso, su joven estudiante a pesar de que vivía con el no debería de estar ahí, ya que nadie sabía la situación por la que había pasado el pequeño, y el tenerlo ahí con la puerta cerrada, sin lugar a dudas llevaría a, quien quiera que los estuviera interrumpiendo, tener ideas que sobrepasarían los límites de lo que de verdad había ocurrido…. O a lo mucho, no tan incorrectas.

Miyagi, ¿Por qué su puerta está cerrada?—en ese momento el de cabellos azabaches maldijo el haberle avisado a uno de sus compañeros que trabajaría hasta entrada la noche.

en un momento salgo Hiroki—en centésimas de segundo su traje ya estaba en su lugar, pero un bulto sobresalía de sus pantalones, y recordando al causante de ello, con delicadeza agarró al menor de un brazo y lo oculto en su enorme escritorio, en el espacio donde metía sus piernas cuando se sentaba en la esponjosa silla. El pequeño tomó sus ropas y se ocultó aún más, no le importó tanto que estuviera desnudo, al fin de cuentas no mucha luz entraría ahí cuando su novio se sentase y ocultara todo con sus piernas.

Lo lamento, unos papeles se me cayeron y tenía que levantarlos—explicó el mayor mientras se acercaba a la puerta. Antes de que el castaño lo viera por completo al dejarlo pasar se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia su silla. En cuento se sentó, recargó su abdomen con el filo del mueble evitando así que su erección no se notase—serré la puerta por que habían algunas personas haciendo ruido en el pasillo y quería más privacidad—sin saber porque, las mejillas de su amigo y colega se encendieron— ¿y… que sucede mi caramelito?—le dijo, al ver que su amigo castaño se estaba perdiendo en sus pensamientos, como si de repente recordara algo, no era de su incumbencia, y por ahora no le interesaba lo que pasaba dentro de esa cabeza, tenía entre sus piernas algo más en que ocupar su mente.

¿eh?.... solo…. —en medio de lo que decía se escuchó el bajar del zipper de algún pantalón cercano, ya que en definitiva él no había sido y en el salón no había nadie a excepción de ellos dos, lo más seguro era que ese sonido proviniera de o su imaginación o el pantalón de su colega, no obstante las manos de este último se encontraban reposadas a ambos lados de la silla en donde estaba sentado, pero por si las dudas…. — ¿escucho eso?—sin entenderlo aún, el rostro de la persona frente a él palideció.

No, no, no, no fue, n-nada, nada, nada—agitado, comenzó a sacudir sus manos. En definitiva mataría a ese niño por meterlo en tal dilema, ¿cómo se atrevía a hacer tal cosa?, en cuanto su compañero se fuera, le daría a ese pequeño sus buenas nalgadas, claro que lo haría justo después de que le bajase la erección.

—…. °° eso es lo que pasa cuando le coqueteas a ese tipo en frente de mi °°—pensó el rubio—°° pero que tenemos aquí °° —esta vez sin hacer ruido saco el sexo del peli negro de entre su ropa interior. Se las cobraría por haberle hablado así a ese arrastrado castaño, además él era más bonito que el profesor de cuarta. Ahora sus manos bajaban y subían hábilmente por todo el largo del miembro que cada vez se hacía más grande, pues ya había comenzado a enfriarse

mmm…. Ah…. —gimió el azabache al sentir como la piel de su pene era acariciada por pequeñas manos calientes y obviamente sedientas de venganza. El mismo sabía el porqué de eso, justo después de decirle “caramelito” a su compañero y si no fuera porque este le estaba viendo, lo más seguro hubiera sido que se diera le mismo un buen golpe en la cabeza, desde siempre supo de los innecesarios celos que su niño le tenía al joven castaño—¡¡ah!!…. —exclamo con la voz un nivel más elevada que antes, al sentir como la cabecilla de su sexo había sido mordida. Sin titubear un segundo y estando al tanto de que esta vez sí había sido escuchado por el caramelo, tomó un libro del montón que estaban junto a él y se cubrió el rostro impidiéndole al segundo más joven del aula, el ver su rostro que más que seguro estaba, se encontraba rojo.

se encuentra bien—no lo había preguntado, después de todo no era necesario, aunque no estuviera muy seguro de que de verdad todo se hallara en orden, y el que de improvisto el mayor encerrara su cara en un libro no le daba buena espina, a lo mejor tenía fiebre. Sin malas intenciones, se le acercó para revisar que su temperatura se encontrara bien—revisare su temperatura—le advierto antes de dar tan solo un paso hacia adelante

n-n-no t-t-tienes d-de que pre-preocuparte, e-e-estoy bien—no tenía la más mínima idea de lo que debía decir para que no se le acercara, exhaló varias veces y un poco, casi nada en realidad, más calmado, le dijo—solo es el calor, descuida pronto me iré—

°° ¿Cómo es que dices que no pasa nada? Estúpido, ¿te estoy dando sexo oral y no pasa nada? °°—se quejó el rubio dentro de su mente—°° pero mira quien decidió aparecer °°—entre sus manos apretó la cima del pene y bajó la piel con lentitud dejando ver la punta rosada y suave. Como castigo al mayor, hiso que sus manos se entretuvieran bajando y subiendo la piel que cubría la glande—°° Espero que te esté gustando °°—comentó travieso. Pensando bien en lo que haría, le lamió con rapidez, haciendo pasar su lengua por debajo de la piel que cubría la rosada punta.

Ah…. —suspiro Hiroki—de todas formas, el director me pidió que le trajera estos papeles para que los firme—de entre una carpeta extrajo un grupo pequeño de hojas engrapadas, mientras lo hacía empezaba a caminar.

podrías…. Dejarlos en, mmm, la banca que está a tu lado—le ordenó, pasando a otra página del libro que sin que se diera cuenta se encontraba de cabeza—en cuanto termine lo llevare a la oficina del director—con cautela retiro las gotas de sudor que sentía, se asomaban por su frente.

está bien, por cierto…. —lo papeles los puso en la banca que le habían indicado, y a punto de salir, le comento por ultimo—debería ir al médico—.

¿p-porque?—cada vez se ponía más nervioso, no sabía el porqué de la recomendación, además desde su punto de vista, actuaba completamente normal…. y exceptuando el colgársele como chango a su compañero y andar detrás de él solamente por el simple hecho de molestarlo, se preguntaba si de verdad habría notado que algo extraño le pasaba, y le hacía temblar el hecho de que supiera con exactitud lo que tenía.

el libro que lo tiene tan entretenido—sarcasmo—está al revés—sin decir una silaba más, salió de aquel sitio, que tenía algo extraño. Él no sentía ese típico aire de salón estudiantil, o al menos no como se siente por las mañanas o noches…. Imaginaciones suyas, se decía.

Cierra con seguro cuando salgas—le respondió con la voz apagada.

¿Te rechazaron?—se burló desde su escondite. Sin dejar que el mayor se quejara, chupo con fuerza el hinchado pene.

¡¡mmm!!—estaba mucho más excitado que antes, el sentir toda esa adrenalina recorriendo su cuerpo al pensar que tan solo unos pasos más que su amigo hubiera dado, el estaría ahora en la cárcel o algo peor, le puso mucho más de lo que estaba seguro alguna vez estaría de nuevo—ven acá—lo llamó.

Tienes que prepararme—se levantó completamente, dejando ver su desnudez. Con sus brazos quito todo lo que se encontraba arriba del escritorio y se subió. Giró su vista hacia los asientos de enfrente y se quedó en cuatro, agacho su rostro y lo colocó en la madera, para así con ayuda de sus manos abrir sus medias lunas y mostrar su hambriento agujerito.

Miyagi aun sentado, acercó su rostro al húmedo ano del menor. Aparto las manitas del rubio encargándose el mismo de abrir el suficiente espacio para que su lengua pudiera lamer y meterse en ese estrecho túnel.

El rubio con sus brazos liberados, utilizó uno para masturbase mientras el otro lo ocupaba de almohada. Sin querer reprimir sus gemidos, comenzó a gritar débilmente, al sentir como su ano era perforado con lentitud innecesaria. Sentía como el musculo dentro de él lo lamia, escuchaba como este ingresaba y salía. Estaba impaciente.

Incitando al mayor para que fuese más rápido, movía sus caderas de adelante hacia atrás mientras, con cargado erotismo, hacía de sus gemidos algo mucho más insinuante. El mayor al comprender los indirectos ruegos del menor, metió de una sola estocada su miembro…. Sabía que le dolería demasiado, sabía que podría llegar a sangrar el ano de su pequeño.

Pero el rubio estaba acostumbrado a eso. Mas no evitaba el que cristalinos diamantes de sal, se fugasen de sus platinados ojos. Miyagi, sin salirse del caliente lugar en el que ahora reposaba su erección, empujó al pequeño y lo recostó completamente en el escritorio. Tomó una de las delicadas piernas y con lentitud la levanto formando un medio círculo, haciendo que Shinobu quedara bocarriba. Miraba atento sus lágrimas, no lo lamentaba, sabía que al final el rubio lo disfrutaría más.

Acerco su rostro al menor y le beso por todas partes. Una mano la ocupaba mimando el sexo contrario, mientras la otra acariciaba la piel de marfil, apretándola de vez en vez más de lo necesario, dejando algunas marcas rojizas. Pasó sus labios por los del menor en repetidas ocasiones, cada vez tardaba más en separarlos, los lamió con su lengua e inmediatamente tocó con ella los dietes del menor. Sus labios se movían ávidos, su lengua jugaba y se revolvía con la saliva del otro, sentía como su labio superior era mordido con gentileza por los blancos dientes.

El cuerpo de Shinobu había dejado de temblar por el dolor. El azabache sin salirse de su cálido y apretado paraíso personal, empezó a mover sus caderas por todas direcciones buscando algo en específico. Sus dos manos abrían las piernas del pequeño, acariciándolas. En un momento Shinobu lo detuvo, enredando sus muslos en la cadera del mayor comenzó el mismo con el vaivén. Lentamente sacaba su pene de la estrecha entrada, cruzó los dedos de una mano con la del rubio y la otra masturbaba el pequeño y húmedo sexo. Inclinándose un poco, aun siguiendo con las pasivas embestidas, lamio y mordisqueo el delgado cuello…. Las gotas de sudor no tardaron más en salir, sus cuerpos se humedecían conforme sus caderas perforaban al menor.

más adentro…. ¡¡¡aah!!! Más…. profesor Miyagi…. ¡¡¡aah!!!—le pidió el menor. Sin pensarlo al menos, el pelinegro sacaba y metía su miembro con mayor velocidad, la mano que se mezclaba con la del pequeño la llevó hasta por arriba de la cabellera rubia. A cada penetración el mayor golpeaba con fuerza la próstata de su tierno amante, la mano que le masturbaba subió, haciendo un recorrido, tocando todo cuanto pudiera, se detuvo en los pezones, acariciándole nuevamente.

Miyagi sin salirse de Shinobu, lo levanto por la cintura y lo llevo consigo al sentarse en la silla. El oji plata le rodeo por los hombros con sus delicados brazos e inmediatamente comenzó con un rápido sube y baja. Lo besó otra vez, si por le fuera nunca se separaría de su dulce boca sabor miel sin detener las auto-penetraciones de su joven estudiante. Quería correrse, tenían una cita y él no era una persona que no cumpliera con sus promesas. Sin quererlo, se alejó de la droga que eran los labios rosas. Acerco su boca al blanco cuello, lo lamió, mordió, y dejó muchas marcas, mientras sus dos manos se encargaban de sujetar la cadera del rubio.

Su miembro se hundía con avidez en el apretado agujero. Movía al menor hacia él y en dirección contraria, no dejando de bajarlo y subirlo…. Shinobu alejó las grandes manos de su profesor, y el mismo se encargó de los bruscos movimientos. Cada segundo que pasaba, todo su cuerpo le decía que fuera más rápido, sin ignorar el sentimiento, se pegó más al pelinegro abrazándolo con fuerza, para que así su pene chocara contra su vientre y el del mayor. Sin aguantarse por más tiempo su espalda se arqueó y dejo salir su semen, manchando su propio rostro junto con su pecho. Miyagi sintió una mayor presión sobre su pene y corriéndose el también, dejó su semilla en el interior del pequeño Shinobu.

Te amo…. —susurró a su oído, haciendo que el joven rubio se sonrojase en demasía.

El menor fue levantado y sentado en el escritorio, que ahora le parecía muy frio, se quejó, estaba bien en las piernas de su profesor. Sintió como el líquido blanco se esparcía en la madera, bajó la vista, veía como este caía de gota en gota hacia las piernas del pelinegro que ahora lo estaba abrazando por la cintura, mirándolo a los ojos.

también lo amo…. profesor Miyagi—para evitar que se avergonzara más, cada una de sus manos taparon los ojos del mayor…. Con lentitud, lo beso….



fin

Notas finales:

Bueno...eso es todo..creo

no creeo que neecha vaya a subir otro cap owo por lo que creo que este es el final, recuerden que cualquier msg lo pueden dejar en un rew y yo se lo hago llegar

los quiero chicos

nos leeremos luego 

Atte: Raven~


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