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Sobre hielo por Ragna

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Notas del fanfic:

mi primer fic.. espero que le sguste y espero sus reviews!

Era una mañana particularmente fría. La nieve caía acumulándose como polvo en todas las superficies accesibles. También dificultaba la vista a los conductores que a pesar de peligroso pavimento congelado se aventuraban a andar por las calles. Uno de esos conductores era Thor Odinson, quien se dirigía con calma al centro polideportivo de la ciudad. Nada importante se cruzaba por su mente, tal vez estaba repasando cuantas series de pesas debería hacer a lo largo de la matina antes de estar listo para el entrenamiento de campo. Él era el center del equipo local de hockey sobre hielo y una joven promesa en el mundo del deporte. Su team, también conocido como los Vikings estaba en medio de una gloriosa racha de victorias la cual los convertía en los líderes invictos del campeonato regional.

El gigantesco galpón que hacía las veces de club le dio la bienvenida en medio de una torrencial ventisca blanca. Las puertas se abrieron desde dentro y el entrenador recibió calurosamente a su jugador estrella. El coach era un hombre muy alto, de color y ojos miel. Esta última característica le confería un aspecto solemne y casi intimidante, pero no para Thor. Él, rubio y enorme, destilaba seguridad y calidez e imponía tanto respeto como su director técnico. Se saludaron con un abrazo de hombres, de esos en los que chocas tu hombro con el de tu amigo y se palmean las espaldas, y ambos se dirigieron al gimnasio.

Como buenos deportistas entregados a sus doctrinas saludables sabían que lo primero que debía hacer el center era calentar todos sus músculos, incluso aquellos que no cumplían un papel mayor en el juego. Así fue que Thor, escuchando a las recomendaciones del entrenador, se dirigió al rincón de las pesas.

No habían pasado ni cinco minutos de ejercicio cuando un grito desgarrador ahogado por las capas de paredes lo distrajo de su faena.

-¿Qué fue eso, Heimdall? –preguntó.

-Vino de la pista de hielo. Iré a ver qué ocurrió.

Tan pronto dijo esto, el coach se marchó. Volvió a los pocos minutos.

-Están practicando patinaje artístico en el rink. Esos gritos son comunes, ya te acostumbrarás –anunció con calma mientras se sentaba en uno de los bancos a rellenar con información unos papeles- continúa.

Thor obedeció, tampoco es que le importara mucho, pero en su cabeza quedo el eco del grito y una profunda curiosidad por saber de quién había provenido. Hacía años que en la ciudad nadie practicaba patinaje artístico.

La primera media hora de entrenamiento siguió su curso sin interrupción. De las pesas ya se había trasladado a los abdominales y una finísima capa de sudor comenzaba a cubrir la frente de Thor. Estaba muy entretenido cuando Heimdall se levantó para atender el teléfono que sonaba en la oficina administrativa del club. Al volver, sus gruesos labios formaban una mueca. Thor le preguntó que ocurría.

-Puedes irte a casa, aunque no te lo recomiendo. La ventisca se ha convertido en una tormenta de nieve y el resto del equipo no podrá venir.

-¿En serio? ¡OH! –se quejó en rubio a tiempo que pateaba lejos una colchoneta. El manejo del enojo no era su fuerte y una de las peores cosas que podían ocurrirle era que frustraran un entrenamiento de equipo completo.

-Cálmate. Si yo fuera tú me quedaría aquí en el gimnasio hasta que la tormenta amaine. No estas lo suficientemente abrigado –esa era la manera de Heimdall de decir “tendrás problemas si sales”.- Si quieres puedes ir a practicar tiros libres en el rink cuando desocupen la pista. Yo estaré en la oficina. Hay que preparar fichas para inscribir a los Vikings en el próximo torneo.

-Está bien –accedió Thor, quien ya había calmado sus nervios.

Heimdall partió dejando a Thor nuevamente sólo. La mejor opción era desde luego descargar la frustración en las máquinas de ejercicio. Desde ningún punto de vista era sabio salir si había una fuerte nevada afuera.

Ese fue el siguiente cuarto de hora. El center castigó sus músculos un rato más hasta que el aburrimiento lo venció. Era demasiado inquieto como para permanecer mucho tiempo en una sola actividad. Intentó probar suerte con el stick, pero cuando llegó a la pista de patinaje se encontró con que aún estaba en uso. Y nada más y nada menos que para patinaje artístico.

El día había comenzado mal y mal terminaría, de eso estaba seguro. No es que su ciudad natal le gustara mucho, pero la idea de mudarse a un pueblucho donde no conocía a nadie era bastante peor. Y por si eso era poca mala suerte, la pista de hielo era horrible. Las cuchillas de los patines se trababan en las rajaduras del hielo y le hacían perder el equilibrio tan esencial para su actividad. Se repetía a si mismo que debía concentrarse, pero era muy difícil si tu padre y tu entrenadora están detrás de ti gritándote que todo lo haces mal.

En el desenlace de una pirueta no había sido capaz de clavar la cuchilla en la pista y había caído de costado, cortándose la pantorrilla con el patín. Estaba consciente de que su grito de dolor había resonado en todo el club y se sentía avergonzado por ello. Sin embargo luchó por no desmotivarse y se puso de pie, aun cuando su herida sangraba. Sus dos espectadores ni siquiera se molestaron en preguntarle si estaba bien, pero tampoco esperaba que lo hicieran, ambos eran fríos como el hielo bajo sus patines.

Luego de una hora de entrenamiento su padre y su entrenadora lo dejaron sólo. Loki supo que debía quedarse a seguir practicando. Lo que sea que fueran a hacer ellos dos, él no estaba invitado. Por un segundo paso por su mente el escabullirse al bar del centro deportivo y comer algo para distenderse, mas como debía cuidar su peso al extremo no podía permitirse nada que estuviera fuera de su dieta de estrictos horarios y menú. Se relamió los finos labios y apretó los ojos intentando bloquear el dolor en su pantorrilla herida, después continuó deslizándose grácilmente por la pista.

El sonido del metal cortando el hielo no le permitió escuchar cómo se abrían las puertas del estadio. No se percató de la figura que lo observaba hasta que en medio de un Axel simple lo vio por primera vez. Al aterrizar casi pierde el equilibro, pero se recuperó al instante camuflando el error con una paloma elegante. Cuando frenó su mirada encontró a un muchacho rubio, de gran espalda y músculos que se marcaban a través de su remera, apoyado desenfadadamente en la baranda de la pista. Lo miraba con los brazos cruzados y expresión mansa. Loki permaneció inmóvil, no le gustaba para lada la idea de que lo espiaran durante sus prácticas.

-Estás sangrando ¿lo sabes?- preguntó el muchacho con voz gruesa sin signos de verdadera preocupación.

-¿Y a ti qué te importa? –gritó Loki realmente enfadado por la intromisión. Contribuía a su mal humor el hecho de que la herida comenzaba a dolerle. No era profunda ni grave, pero ardía mucho.

-No me importa. ¿Planeas quedarte mucho tiempo? La pista no es solo tuya.

-Ya me iba.

Con gráciles movimientos patinó hacia las gradas. Iba bien, hasta que un agudo dolor lo obligó a doblarse ahogando un gemido en su garganta. Pudo sentir como el corte en la pierna se abría. Oyó los pesados pasos del rubio desconocido avanzar sobre el hielo a zancadas para ofrecerle su ayuda, pese a que ayuda era lo último que quería en el mundo, especialmente si venía de aquel grandote que de buenas a primeras le había caído mal.

-Estoy bien, es un rasguño –intentó disuadirlo cuando por fin pudo pararse. El flujo de sangre se había reanudado y comenzaba a sentir la humedad en la calza.

-Deja que yo juzgue eso –dijo el desconocido con un nivel de arrogancia que le puso los nervios de punta a Loki.

-Yo decidiré que tan grave es, ahora quítate de encima –vociferó al empujarlo, pero su equilibrio sobre las cuchillas era precario y la fuerza del otro mucho mayor, por lo que el que terminó sentado en el hielo al resbalarse fue él. El rubio lanzó una carcajada.

-¿Decías? –se burló cuando recuperó el aliento. Loki, que ahora no solo tenía herida la pierna sino también el orgullo, aceptó la mano que el rubio le tendía generosamente.

-No le digas a nadie –le pidió el socorrido. Sus defensas ya no servían de nada ante la mole muscular que le ayudaba a llegar a las gradas.

-¿A quién podría decírselo? –dijo entre risas. Cuando ambos se sentaron pudieron reírse juntos. Loki se quitó los patines y las medias de tela semitransparente, dejando a la vista sus pies.

-Por cierto, me llamo Thor.

-Loki –se presentó mientras se masajeaba el empeine. Ni siquiera quería pensar en mirar el corte en la pantorilla.

-¿No quieres que revise tu pierna? Juego hockey, sé de cortes y lastimaduras

-De ninguna manera. ¿Te parece que porque hago patinaje artístico no sé de traumatismos?

-Bueno… los jugadores de hockey vivimos a golpes, en cambio ustedes… saltan y eso.

Loki lo miró con desprecio total, por un momento había creído que podía caerle bien a pesar de la primera impresión. Al final era igual que todos los jugadores de hockey: un bruto arrogante. Gruñendo de odio y dolor puso un pie sobre la grada en la que estaban sentados, bien cerca de Thor para que lo viera. Hizo una seña con la cabeza para que bajara la mirada. Sus finísimos labios formaban una fría línea. Haciéndose el que no entendía miró buscando algo impresionante, y lo encontró, sin embargo no era lo que esperaba.

-Ouch –se limitó a decir.

El pie que Loki le enseñaba estaba lastimado, lleno de raspaduras, durezas, cicatrices y varias manchas rojas de sangre. Thor se preguntó cómo no las había visto antes y como hacía Loki para aguantarlas.

-Ahora sabes, Thor, yo también sé de heridas.

Su boca apenas abierta dejaba ver su asombro. Iba a decir algo justo cuando Loki se puso de pie, se echó los patines al cuello y se marchó a los vestuarios. Al principio sintió un nudo en la garganta, de esos que sientes cuando te arrepientes de algo que has hecho, pero de inmediato se le pasó. Ahora se sentía enojado. Él había ido en su ayuda y le había ofrecido ocuparse de su herida a ese tal Loki que no era más que un completo desconocido y lo había menospreciado y tratado de inútil. Que se vayan él y su orgullo a patinar a la mierda.

Hasta que la tormenta de nieve amainó pasaron casi dos horas, las cuales Thor empleó en reventar el arco sin portero a tiros libres. Era una sensación incomparable el blandir el stick con todas sus fuerzas y clavar el puck en tejido de la portería, liberaba todo el estrés y lo llenaba de confianza en sí mismo. Podía ocurrir cualquier cosa a su alrededor y él no lo notaria siempre y cuando estuviera sobre sus patines y en el rink.

Estaba completamente perdido en su tarea cuando se le cruzó por la mente algo que lo intranquilizó: ¿Sabía Loki de la tormenta afuera? Y en ese momento se preocupó.

Notas finales:

Continuará pronto!


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