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Plan de vida. por Angel_Chan

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Notas del capitulo:

Resumen: Era el olor que estaba llenando toda la casa, todo el bendito departamento… su departamento.

Serie: Sherlock BBC

Pareja: John-Sherlock.

Clasificación: Romance-Amistad-Hurt/Confort-Drama.

Advertencia: Omegaverso

Capítulos: Prologo 02/00

Palabras: 2011. (Capitulo 02).

Notas: Locura mía por este universo… la verdad que cada vez que pienso en los capítulos que vienes, creo que van a pedir mi cabeza en una pica… no sé porque.

Fecha: 12/10/2013.

Beta Reader: Pleasy TheYoko Stay.

Disclaimer: Todo lo referente a Sherlock Holmes pertenece a Arthur Conan Doyle.

Plan de vida.

 

Capitulo 02.

 

John entendía muy bien que no podía depender de los parches hasta que su olor se estableciera, y cubrirlo no serviría de nada. No con Sherlock en el estado en el que estaba.

En verdad no había esperado que su compañero reaccionara de esa manera. A lo sumo que lo mirara con desinterés mientras deducía las razones por las lo que había hecho, y con quién… por sobre todas las cosas. Pero no de esa manera, definitivamente.

Después de mucho discutir, logró hacer que Greg se marchara, mientras el Inspector seguía diciendo que era una locura que estuviera con Sherlock solo en su estado.

Pero luego de asegurarle de que nada le ocurriría a ninguno de ellos, Lestrade aceptó retirarse, informándole que lo llamaría en un periodo de tiempo regular, y que si no atendía el teléfono volvería a Baker Street y no precisamente solo.

John sólo se limito a bufar cuando cerró la puerta detrás del Inspector, y girarse para encontrar el rostro de su casera no fue de las mejores cosas. La mujer de seguro pensaba que de alguna manera le había sido infiel a Sherlock.

—¿La ayudo en algo, señora Hudson?.

—No. Oh, no… ¿Cómo están las cosas allá? —Señaló hacia arriba, obviamente refiriéndose a su compañero de vivienda.

—No del todo bien, pero aún es manejable. —John informó, ya subiendo los escalones. No quería perder demasiado tiempo allí, menos por algo que ya había discutido con la mujer. —Y por última vez, señora Hudson,  entre Sherlock y yo no había nada; deje de mirarme así.

La anciana se limitó a suspirar para sus adentros, volviendo a su departamento cuando ya no vio ni los pies de John en las escaleras.

—Necesitamos hablar, Sherlock… ¿Crees que podremos?.

—¿Por qué ahora? ¿Por qué no antes de que lo hicieras? —Sherlock no lo enfrentó a los ojos. Ahora estaba sobre el sillón, sentado con sus piernas contra su pecho, dejándole la posibilidad de ocultar su rostro entre sus rodillas. —No es reciente, no te levantaste la mañana de tu celo con la desquiciada idea de tener un hijo… Por qué hacerme partícipe cuando todo ya está decidido.

—Tienes razón… quizás debí haber hablado contigo antes.

—No. Es tu decisión, tu cuerpo… tu hijo. No tenías por qué anoticiarme de tus decisiones. Y no lo tienes que hacer ahora. Fin del asunto.

Apenas giró el rostro, escapando más de la mirada del rubio sentado a su lado. John sonrió tristemente cuando vio el parche que él mismo había colocado en su cuello. Ahora que Sherlock no lo podía oler, su parte Alfa no hablaba tanto como su parte racional. Y la parte racional del detective no conocía de tacto, ni delicadezas.

—Lo sé, pero aun así quiero hacerlo, Sherlock. Porque vivimos juntos, y un hijo puede cambiar muchas cosas en una casa, en la rutina de sus integrantes.

—Cambiará tu rutina, John… ¡La tuya! La mía no se verá afectada por nada, ni siquiera por tu hijo. ¿Qué tengo que ver yo en esto?.

John cerró sus ojos con fuerza, respirando a través de su nariz. Sherlock, a pesar de lo que cualquiera podría pensar, tenía derecho a reclamarle lo que le estaba reclamando.

—Nada… y todo a la vez. Sé que no vas a creerme, pero la razón por la que hice esto… —Dejó escapar el aire de sus pulmones, había conseguido que Sherlock lo mirara, enfadado, tal vez algo dolido también. —Obviamente lo hice por mí, por alcanzar algo que creo que deseo desde que volví a pisar Londres. Pero también lo hice, porque no quiero acabar alejándome de ti, de Baker street, de la señora Hudson… Lestrade, los casos, ¡todo!.

El detective lo observó de manera evaluativa. Agradecía el tino de su compañero para ponerle ese maldito parche o él aún estaría… No podía dejarse llevar por ese instinto tan primitivo, tan… molesto.

—Quieres decir que… esto. —Dijo, señalando el vientre plano de su compañero. —¿Es por mi?.

—No… Es por mí. Como tú ya has dicho, es mi cuerpo, mi decisión y mi hijo…

—Tuyo y de alguien más, obvio.

—Claro, sí… Mío y de alguien más. Alguien que sólo me ayudó a poder lograrlo, y del cual no sabré nada más, y él no sabrá nada de mí, ni de mi hijo… Él lo quiso así. Y a mi me convino que sea de esa forma. —John suspiró cansado, pero al menos aún tenía la mirada de Sherlock en él. —Tú eres el genio aquí, Sherlock… ¿qué es lo que te molesta?.

¿Molestar? ¿Qué era lo que lo molestaba? ¿Cómo podías ser tan cínico, John?.

En verdad le molestaba que no se hubiera dado cuenta antes. Siempre había podido leer a John como a un libro abierto, era sencillo hacerlo, más para él. Pero en los últimos tiempos había dejado de hacerlo. John era abierto en lo que sentía, y Sherlock no tenía que deducir nada del rubio, lo conocía tan a la perfección, que podía adelantarse a sus movimientos sin ningún problema.

—¡Nada! A mí no me molesta nada… de eso puedes estar seguro.

—¡Entonces escúchame! —John trató de frenar a Sherlock, quien obviamente no quería permanecer más en la sala con él. —Si me escuchas, y todavía así no entiendes por qué lo hice… o no quieres que me quede aquí, bien… me iré. Pero antes déjame hablar.

Retrocedió sólo un paso, cuando el detective logró ponerse de pie, y verdaderamente parecía más alto que de costumbre, y más amenazador. Su instinto innato lo llevó a cruzar una de sus manos sobre su vientre… No quería demostrar temor, no al menos temor a Sherlock.

Su compañero no contestó, pero no podía dejar de ver el movimiento de John, y sentirse como si él fuese una verdadera amenaza para el doctor. Bufó enfadado, dejándose caer de nuevo sobre el sillón, en una clara señal de que lo escucharía.

—Maldición… —Que John jurara no era raro, siempre tenía un ‘maldición’ en la punta de la lengua. Y en ese caso, la llamada de Lestrade llegaba en un muy mal momento. —Sí, Greg. Todo bien. Te llamo luego, aún necesito hablar con Sherlock. Sí, gracias.

No sabía si había sido muy descortés cuando colgó la llamada antes de que el inspector acabara de hablar siquiera; después de todo, Greg sólo estaba preocupado por ellos. Y por él en particular.

—Lo siento. —Dejó su teléfono sobre la mesa, buscando un lugar sobre ésta para sentarse, y así estar de frente a Sherlock. —Antes que nos conociéramos, en medio de mi depresión, mi cojera y mi falta de seguridad… yo había creído, llegado a pensar realmente, que lo único que me quedaba para hacer en esta vida era formar una familia. Conseguir un empleo aburrido, conocer a alguien… muy probablemente una beta amable, y así pasar el resto de mi vida hasta el último aliento de mi cuerpo.

—Aburrido… —Sherlock lo cortó con un chasquido de su lengua, por el que John sonrió.

—Sí, es verdad. Sumamente aburrido. Pero eso fue antes de conocerte, antes de que en menos de tres horas curaras mi cojera psicosomática… y le devolvieras el sentido a mi vida. —John suspiró, volviendo a juntar el valor para seguir hablando. Sherlock no era de esas personas sentimentales, y no era extraño que no se hubiese inmutado en lo absoluto. —Y tienes razón, esto no fue un súbito arrebato. No sé cuánto tiempo lo pensé, cuanto sopesé el hecho de que lo que iba a llevar a cabo era lo que realmente quería…

—¿Y dónde entro yo en eso que tú querías?.

—En todo… te lo dije. No veo mi vida alejado de aquí, de todo lo que he vivido desde que te conozco, de ti principalmente. Ya no quiero un empleo normal, ni siquiera quiero conocer a alguien… No si ese alguien puede llegar a alejarme de aquí. —John notó el leve estremecimiento de Sherlock al hablar de su posible alejamiento, pero lo dejó pasar por el bien de ambos en esos momentos. —Por eso pensé en esto. Es simple, porque no respondo a nadie, y nadie responde a mi… Mi hijo será simplemente eso, mío.

—Y tú no tendrás que dejar Baker Street…

—No a menos de que decidas lo contrario.

—Pero ese niño tiene otro padre… El Alfa con quien lo concebiste.

—Él… es un viejo amigo, de la milicia, Sherlock. Sólo alguien que estuvo dispuesto a ayudarme. No quiere saber nada de niños, y estoy seguro de eso porque lo conozco. Si algún día me cruzara con él, sé que simplemente me saludaría cordialmente, y a mi hijo también, y luego seguiría su camino… Él no entra en esta ecuación.

Sherlock buscó lo ojos que hasta ese momento había estado esquivando, evitando… Se puso de pie, dirigiéndose directamente hacia su violín. Debía pensar, asimilar las palabras de John, y esperar a que su cerebro volviera a funcionar como de costumbre.

Comenzó con notas suaves, estirándolas el mayor tiempo posible, ya que no podía pensar en tocar ninguna partitura que estuviera guardada dentro de su palacio mental. Sabía que John no se había movido de donde estaba, y que no lo haría hasta que le contestara de alguna manera.

Pero en esos momentos no podía pensar, ni claramente, ni de ninguna otra forma. Cerró sus ojos, y dejo el violín y el arco a cada lado de su cuerpo, esperando. Pero no retomó su ejecución por un largo periodo de tiempo.

—¿Qué piensas hacer cuando nazca? —El vidrio frente a él se empañó, debido a lo cerca que estaba de la ventana.

—Criarlo… eso es lo que tengo pensado. —John no titubeó al contestar, pero no estaba seguro si esa era la respuesta que Sherlock estaba esperando a su pregunta.

—¿Aquí?.

—Eso es lo que quiero… si.

Se giró hacia su compañero, aunque su cuerpo casi no se había movido para ello. Sabía que las palabras de John podían llegar a tener algo de lógica, aunque no para él… no para Sherlock Holmes.

—A menos que no nos quieras tener aquí… También es tu casa.

—Creo… —Tuvo que aclarar su voz para seguir hablando. Y de camino a su sillón, dejó el violín algo al descuido sobre la alfombra. Sherlock jamás dejaba su instrumento en otro lugar que no sea su estuche, o sobre su propio sillón. —Ya lo he dicho, John… Es tu cuerpo, es tu decisión. Y ya has decidido que vas a tener un hijo… Pero yo no quiero que te vayas. Ahora no, ni tampoco cuando nazca tu…

—Mi bebé. —John completó, viendo que Sherlock parecía renuente a llamarlo por lo que era. —Eso es sumamente reconfortante de oír… Creo que no pensé muy bien las cosas en verdad. Yo no quería que tuviéramos problemas. De ningún tipo.

—Yo no me di cuenta…

—No puedes leer mentes, Sherlock… Y la mía era un caos en los últimos tiempos. —No mentía. En verdad hasta a él mismo le parecía increíble el hecho de haber llegado a una decisión a pesar de todas las dudas que había tenido en un principio. —Debí decírtelo, pero creí que tardarías más fuera de casa… al menos lo suficiente como para que mi olor ya no fuera más que el mío.

Como si esa simple palabra le hubiera recordado el aroma de John, Sherlock arrugó su nariz.

—El parche no ayuda mucho… aún hueles horrible.

—Pero lo necesitas, mitiga bastante el olor a… —Se detuvo justo antes de mencionar a ‘otro Alfa’. Y fue sensato, pues Sherlock no tardó nada en voltearse hacia él, clavándole sus ojos grises, retándolo a nombrarlo. —Sólo unos días, y volveré a ser yo.

—Tú sí, pero tu… eso que llevas dentro, seguirá oliendo al Alfa que lo engendró.

—¿Alguna idea? —John suspiró con desgano… Evidentemente no lo había pensado todo tan bien como había creído.

No pudo evitar recordar las palabras que Pel le había dicho la noche anterior. Él también esperaba que todo eso valiera la pena… y que las cosas no se le fueran de las manos.

 

Continuará.

 

Notas finales:

Notas Finales: Muchas dicen que no entienden las razones de John para hacer eso, espero que con esto quede un poco más claro… aunque a decir verdad, él tampoco lo tenía muy claro cuando lo llevo a cabo.

Ya saben… duda, criticas, preguntas… Todo es bienvenido.

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