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Plan de vida. por Angel_Chan

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Notas del capitulo:

Resumen: Era el olor que estaba llenando toda la casa, todo el bendito departamento… su departamento.

Serie: Sherlock BBC

Pareja: John-Sherlock.

Clasificación: Romance-Amistad-Hurt/Confort-Drama.

Advertencia: Omegaverso.

Capítulos: Prologo + 04/00

Palabras:

Notas: Capitulo más largo de los que vengo publicando, espero que eso me haga merecedora de un poco de piedad… Recuerden que no son legales las torturas físicas.

Fecha: 04/11/2013.

Beta Reader: Pleasy TheYoko Stay (cuando yo sea presidente voy a legalizar las torturas físicas… Entre tanto, ¿quién se anota en la lista de espera? JAJAJAJAJA!)

Disclaimer: Todo lo referente a Sherlock Holmes pertenece a Arthur Conan Doyle.

Plan de vida.

 

Capitulo 04.

 

Quizás nunca sabría cómo era que lo lograba, pero siempre le hacía creer que podía leer su mente. Sonrió con mucha tristeza a su compañero; las cosas había corrido muy deprisa desde que Sherlock volviera de ese caso.

Menos de una semana fuera de Baker Street, y su vida completa estaba de cabeza.

—No, no lo harás. —Sherlock lo cortó antes de que siquiera pudiera abrir sus labios para comenzar su frase. —No dejarás Baker Street, John. No estoy dispuesto a dejarte hacer eso.

John sonrió de lado, antes de obligarse a respirar lo más normalmente posible.

—Al parecer no es una opción. Obviamente, jamás estuve embarazado antes, Sherlock… Tampoco estuve en contacto con ningún otro Omega encinta, así que no sabía… —Aclaró su mente por unos segundos, buscando bien las palabras que quería utilizar. —No sabía cómo es que instintivamente reaccionaría a otro alfa…

“Otro alfa, que no es con quien engendré a mi hijo, Sherlock.” Sólo lo pensó, era evidente que Sherlock no quería escuchar “de otro Alfa”.

Pero sabía que si él lo estaba pensando, lo más seguro era que Sherlock ya lo supiera.

—Eso no tiene que ser un motivo para que dejes Baker Street, John. No puedes simplemente irte… dejarme solo.

“Eso es lo que menos quiero, Sherlock créeme… Debí decirte acerca de todo esto antes. Lo siento.”

John escapó de los ojos del detective; tenía miedo de que si Sherlock utilizaba esa mirada con él en esos momentos, simplemente no podría decir que no… Pero John ya no se podía quedar allí, aunque eso le doliera. Tal vez, si hablaba con Pel, él le daría asilo hasta conseguir algo…

—No, Sherlock, no puedo. Y no es que quiera irme… mucho menos dejarte solo. Pero debo…

—¿Por qué? —Sherlock intentó no gruñir, y lo logró a duras penas. Apretó sus puños, y la tensión en su mandíbula quedó visible a simple vista. —Yo sé que tú no quieres irte de aquí, y yo definitivamente no quiero que te vayas…

—Lo sé, y lo entiendo. Y aunque no lo creas, es muy importante para mí todo esto que me estás diciendo, Sherlock… Pero no puedo. Es obvio que debo salir de aquí. —John suspiró pesadamente. —No quiero que pienses que tengo temor a ti, jamás. Sé que eres incapaz de lastimarme, a mí o a mi bebé…

—¿Y qué harás? —Sherlock volvió a cortar sus palabras. Aún le costaba mantenerse tranquilo para hablar con John. —¿Vivirás solo mientras esperas a tu hijo, en un pequeño cuarto gris, como el que tenias antes de conocerme?… Luego no volverás, John; los dos lo sabemos bien… Y yo no quiero que pase eso. No quiero perderte, John.

—No puedo hacer más nada, Sherlock. Me equivoqué, y lo acepto… Yo no quería que las cosas acabaran así.

Sherlock se tensó por completo, su cuerpo entero tomando la postura más firme y decidida que John había visto nunca en él. Sin embargo, John no sintió la necesidad de cuidar de su vientre como cuando Sherlock gruñó delante de Donovan; sólo permaneció observándolo, a la espera de lo que tuviera que decirle.

—¡Yo tampoco! —Su voz fue un suspiro pesado en primera instancia. —Pero si puedo hacer algo al respecto, John… Y lo pienso hacer, aunque tú no quieras…

Una de las manos blancas del detective buscó entre los bolsillos de su abrigo, dejando una caja en evidencia entre los largos dedos, frente a los ojos del rubio.

—¿Qué es eso?.

—Tú eres el doctor… Creo que tú lo sabes, mejor que nadie incluso.

—Supresores… —John jadeó, quiso verlos más de cerca, pero sus piernas no lo obedecieron en su afán de ponerse de pie.

El muy maldito había comprado supresores antes de llegar al piso. Sherlock Holmes, un Alfa, había entrado a la farmacia a comprar supresores… ¿En qué clase de mundo paralelo estaba parado ahora?.

—Bien, así es… Esta… Esta simple cosa hará las cosas más fáciles. Esto resuelve todo, John.

—No tienes por qué tomarlos… Eres un alfa, Sherlock. Simplemente no.

—Lo sé, John… Lo sé. Pero tú no puedes hacerlo, necesitas de tus hormonas para gestar a tu bebé. A mí no me sirven de nada… Jamás lo hicieron, no empezarán a hacerlo ahora. Tú lo sabes: a mí me hubiera dado lo mismo haber nacido Beta.

—Aún así, no lo veo justo… No tienes por qué hacerlo.

—Como yo lo veo, si tengo… Porque es la única manera de que no salgas de aquí… No es un sacrificio, John; es justo lo que tengo que hacer.

Y a decir verdad, ya lo había hecho. Por ello John no había notado cuando entró en la habitación.

—No puedes tomar eso así nomas, esas cosas son recetadas.

—Yo tengo a mi doctor en casa… Creo que eres más que adecuado para decirme qué dosis necesitaré.

John suspiró al cerrar sus ojos. Sherlock era muchas cosas, y muchas tantas otras; siempre se las habían endilgado… Pero John sabia que algo que Sherlock era, por sobre todas las cosas, un excelente amigo.

—Dame la caja… Debo leer las especificaciones. —el rubio no tardó casi nada en tener la caja en sus manos, y tuvo que hacer un esfuerzo muy grande para no tener que retribuir la brillante sonrisa que en esos momentos adornaban los labios de Sherlock.

El doctor ajustó la dosis de las pastillas para que pudiera empezar a tomarlas por las mañanas como cuando él las tomaba. No iba a ser rápido: Sherlock era un Alfa con un fuerte aroma, por lo que su pérdida debía de ser algo lento; tardó casi tres días en que su olor se anulara por completo, y eso gracias a la dosis reforzada que John le aconsejó, apenas quedando rastros en algunas prendas que pronto mandarían a lavar.

John se sintió en gran parte aliviado de no sentir ese miedo que había generado el aroma tan particular de Sherlock por la preservación de su hijo; y en parte también algo culpable. Aún creía que no era deber del detective tener que hacer semejante cosa. Aunque la idea original de todo ese asunto era el apoyo de Sherlock, no pensó que él fuera a dar tanto por su causa. No había muchos Alfas que usaran supresores por decisión propia, y el aroma fuerte de su compañero ahora… simplemente no era suyo.

Ahora todo estaba tranquilo una vez más. Sherlock como siempre aburrido, y sin ganas de tomar casos, aun bajo la insistencia de Lestrade, y John sintiéndose extrañamente agradecido por ello. Sólo había aceptado echarle una mirada a un caso en particular, y este no lo haría salir de apartamento. Al menos por unos días más le gustaría que estuvieran solos en casa. Aunque lo lógico seria aprovechar esos meses, antes de que cualquier movimiento brusco fuera totalmente prohibido para él…

Acarició su vientre, como algo que cada vez hacia más inconscientemente, y notó la mirada de Sherlock sobre si por unos instantes. Se imaginó a si mismo más adelante, sintiendo el movimiento dentro suyo, y John tampoco pudo evitar el pensar en qué tan diferentes hubieran sido las cosas si en vez de…

—¿Si te lo hubiera pedido a ti, habrías aceptado? —Preguntó, mientras Sherlock pensaba en el caso proporcionado por Lestrade, y él hacia una pausa en la revisación de pruebas para preparar el té.

—¿A qué? —Sherlock intentó no levantar su mirada de su propia carpeta con pruebas, y falló… En menos de un minuto sus ojos estaban sobre su compañero.

—A esto… —John hizo una seña por demás vaga, pero que el detective supo interpretar muy bien.

—Oh… Yo… Creo que sí, digo… no es como si guardara información acerca de cómo… ¡Sí!.

Sí, había dicho que sí… Había dudado también, un poco. Pero a fin de cuentas, su último sí, había sido bastante enérgico. John sonrió, dejando la taza a un lado del detective. Hubiera sido todo mucho más fácil si Sherlock fuera el padre de su bebé. Y al parecer todo el mundo esperaba que en verdad lo fuera…

—No pensé que dirías eso… Por ello no te lo pedí…

Sherlock asintió. Esa simple explicación también valía mucho para él… En su más profundo fuero interno siempre había creído que John no queria un hijo suyo. El doctor reconocía en él algo que muchos no, pero tampoco era algo que uno quisiera legar a su heredero…

La inteligencia de los Holmes a veces podía ser una maldición también. Él lo sabía de sobra… Quizás él tampoco hubiera querido darle a su hijo ese tipo de vida.

Pero no era ese el motivo. Según John había dicho, al menos. Y eso lo dejaba un poco más tranquilo… Sólo un poco.

Y tal vez, si no hubiera pasado por todo eso antes… la respuesta a esa pregunta de parte del rubio hubiera sido una rotunda negativa. ¿Por qué razón tendría él descendencia?.

—Está bien.

—Está bien.

Aclarado los puntos, que ellos creían necesarios, sin la necesidad de ponerse a hablar de ello en realidad. Ambos siguieron con lo suyo… cada uno a su trabajo.

Pero el caso acabó complicándose. John no se sentía lo suficientemente preparado todavía para un caso como ese, y extrañamente Sherlock no insistió en que lo acompañara. Algo de lo cual el doctor se arrepintió cuando después de dos días no tenía más noticias de su compañero que no fueran los esporádicos mensajes cada vez que las pistas parecían llevarlo a ningún lado. Aunque al menos tenía algo.

Al tercer día… o más bien, noche, John sintió la puerta del departamento. Miró el reloj a un lado de su cama, y vio que ni siquiera eran las tres de la madrugada… Pero se alegró de reconocer el paso ligero de Sherlock en las escaleras.

Salió de entre las sábanas, sin importarle el vestir una bata. Su pijama eran unos viejos joggings y una remera aún más vieja.

—¿Sherlock?… —Se detuvo en el acto cuando al entrar a la sala, el aroma fuerte del Alfa tensó cada uno de sus músculos, principalmente los de su vientre.

John se maldijo en silencio. Sherlock había salido detrás de Greg sin pensarlo dos veces, y había estado tan metido en el caso que no había recordado tener a mano sus pastillas. Sólo habían pasado tres días, y el aroma natural del detective había vuelto, como si los supresores no tuvieran ningún efecto residual ya sobre él. Por lo general un cuerpo tardaba más en desintoxicarse de ese tipo de hormona sintética.

Suspiró, tratando de serenarse. En verdad que no tenía por qué preocuparse; Sherlock había elegido tomarlas por él. Su compañero lo único que quería era cuidarlo… Muy a su manera, pero al fin de cuentas era eso… incluso más de sí mismo. Así que no había nada que temer.

—Sherlock… ¿Cómo fue todo?.

—Aburrido, John… —La voz se coló desde la cocina, justo cuando John entraba en la sala, con la suficiente soltura como para que el rubio perdiera algo de su miedo.

Suspiró con pesadez, preguntándose si no era mejor tomar un té antes de volver a la cama. Si Sherlock tenía algo que contarle acerca del caso sería mejor dejarlo para cuando estuviera cien por ciento despierto. Pero la figura alta y firme de su compañero le impidió la entrada a la cocina.

—Siempre es aburrido cuando no estás conmigo, John. Terriblemente aburrido y tedioso. —Sherlock saboreó el nombre del doctor en su boca, sin ningún problema. Como si de golpe no lo hubiera nombrado en meses, y su nombre fuera más que simplemente eso.

—¿Sherlock? —John respiró audiblemente, y trato de no retroceder. —Debes tomar tus supresores, por favor… ¿Recuerdas por qué empezaste con ellos?.

—Porque fuiste tú quien entró en mi casa oliendo a otro Alfa, John…  Por eso comencé con esas estúpidas pastillas.

El aroma de Sherlock, del Alfa, llenó rápidamente los pulmones de John. Jamás había sentido algo como eso, ni siquiera en su adolescencia cuando aún tenía sus ciclos de calor normalmente y varios Alfas le habían salido al paso para intentar ‘ayudarlo’ con su celo.

John no tardó nada en sentirse embriagado, sus hormonas aun sin asentarse del todo, reaccionando a lo que para él era el mejor aroma Alfa con el que se había cruzado.

Fue una rendición casi inmediata. No hubo ningún tipo de rechazo cuando la nariz del detective se perdió en el hueco del cuello de John; incluso el doctor se vio en la imposibilidad de reprimir el gemido que escapó de sus labios.

—Ahora hueles a ti, John… sólo a ti. Eso me gusta, en verdad lo hace. —Sherlock dejó que su lengua pasara por el cuello, por los músculos y venas que parecían reaccionar al toque húmedo. —Tú me gustas así…

John ahogó el jadeo, asegurándose estabilidad en los hombros del detective, ya que las manos blancas no tardaron en rodear su cintura elevándolo un poco del suelo.

—Sherlock… No… —Sabía que algo tenía que decir, algo en su más profundo interior estaba gritando que todo eso estaba mal, pero él sólo tenía oídos para el sonido gutural, bajo, que Sherlock hacia con su garganta.

John no supo cuándo cruzaron la cocina y el pasillo en dirección a la habitación de Sherlock. Pero ahí estaba, minutos después –aunque podría haber pasado una eternidad sin que se diera cuenta–, en su cama, sobre las sabanas blancas y retorciéndose bajo la llegada de un micro-calor que no debía estar pasándole.

Gruñó y pidió por mas, sintiendo que los dedos largos no eran suficiente para ayudarlo a pasar la incomodidad en la que estaba su cuerpo, tan repentinamente. Pero cuando sintió el peso del detective detrás de sí… con su cabeza ya exudando liquido pre seminal, John sintió que debía parar todo aquello. Sherlock no podía… Él no podía…

—Sherlock, por favor… ¡Detente! Sherlock…

El detective gruñó, pero estaba decidido a no dejar ir a John. No podía dejarlo ir… ¡Ahora no!.

El doctor ahogó el gemido, mordiendo sus labios para no emitir sonido alguno. Sus manos temblaban y sentía los músculos de su vientre tensos. En silencio rezó para que eso no fuera más que una pesadilla, un estúpido sueño, y aun estuviera bajo el efecto de sus supresores y nada de eso hubiese ocurrido.

 

Continuará.

Notas finales:

Notas Finales: Bien, me van a matar… pero antes de que eso suceda, al menos déjenme publicar el siguiente capítulo. Si con eso no arreglo este estropicio, con mucho gusto les cedo la dirección de mi casa (con todo y mapa –no se vayan a perder–), para que hagan de mí lo que quieran.

Explicando, explicaciones (chiste viejo no me hagan caso): Para todas aquellas que preguntaron el por qué John no le pidió a Sherlock que sea el padre de su hijo, y las razones del doctor por las cuales decidió tener un hijo, aquí esta lo que pienso.

John está seguro de dos cosas: que no quiere alejarse de la vida que Sherlock le proporciona, y que Sherlock estaría más que feliz de ser un Beta, y así no responder a ningún instinto ‘animal’.

John no está en contra de su biología, pero algo de ella no le gusta en lo más mínimo, pues atarse a un Alfa significaría el alejamiento definitivo de Sherlock. Y eso no es algo que John desee. Pero tampoco puede contar con el detective para llevar a cabo su idea.

El rubio ve los días pasar, y su cuerpo empieza a darle aviso de que ya no es tan joven. La idea de formar una familia está descartada por el placer de correr tras Sherlock cada noche; pero aún así… John necesita algo suyo, que al mismo tiempo no lo obligue a separarse de su compañero.

Sherlock está seguro de muchas cosas: pero no entiende las decisiones de John. El doctor jamás estuvo de acuerdo en mantener relaciones con ningún Alfa antes, así como tampoco mostró señales de querer tener una familia. Tampoco se comprende a sí mismo en esa situación: el Alfa en su interior está haciéndolo actuar de maneras extrañas. Él jamás pidió eso, el poder oler a su compañero Omega. Por más que no fuera ‘suyo’, no era algo que él habría querido… aunque hubiera llegado a disfrutarlo con el tiempo.

Sherlock siempre supo que John eventualmente acabaría yéndose; las constantes citas del doctor con Betas era algo que terminaría en una relación estable en algún momento. ¿Pero un Alfa?...

 

Creo que no estoy explicando nada… Pero lo siento, si doy más datos es Spoiler. XD


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