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Lost heaven por Aomame

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Notas del capitulo:

         掴んだ 夢はそっと 崩れ行く砂の城

"El sueño que apretamos suavemente se desmorana como castillo de arena"

 


Lost Heaven

 

We're letting go of someting we never had

 

Lo descubrí a los cuatro meses de casados. Fue una situación un poco extraña porque fue una casualidad.

Aquel día asistí a una cena de negocios en un pequeño pero lujoso restaurante a las afueras de Tokio. Al salir de ahí para llevar a mis compañeros y clientes a otro lugar, vi a Zero salir de un pequeño bar justo frente al restaurante donde yo había cenado.

Al principio verlo me dio inmensamente igual, pero luego, cuando salió aquel tipo, las cosas cambiaron radicalmente. Mi estomago se revolvió cuando ese desconocido lo abrazó, y peor aún cuando lo besó. Me enfadé y estuve a punto de ir a reclamar pero no  podía hacerlo ¿cierto? Tenía clientes conmigo, así que simule indiferencia y me marché para continuar la ronda de sake en otro lado.

El tiempo que pasé con mis clientes lo hice de forma distraída, aunque ellos estaban tan ebrios que no notaron ningún cambio en mí. Esa distracción, por supuesto, se debía a aquel tipo abrazando a mi esposo. Claro que en ese tiempo mi esposo, en realidad, era más como un compañero de departamento.

Cuando regresé a casa le reclamé.

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-Espera-le dices, deteniendo su relato con un gesto de tu mano-¿cómo era el amante de tu esposo?

-Un idiota, por supuesto-contestó él, tomó la botella de whisky y se sirvió más- físicamente un tipo alto de cabello castaño, más claro que el mío y ojos del mismo tono. Su nombre es Takamiya Kaito. Zero y él se conocían desde la preparatoria y al parecer tenían un romance desde entonces. Kaito estaba, al igual que Zero, estudiando su último año de Universidad y parecía ser un tipo bastante capaz en su área pero, básicamente, un idiota.

-comprendo-dices y sonríes para tus adentros, ¿Cuántas veces no has nombrado tú “idiota” a quién te fastidia la vida?- ¿qué te dijo Zero cuando lo confrontaste?

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Me miró desconcertado. Y el desconcertado por esa mirada fui yo.

-¿me estás reclamando una infidelidad?-me preguntó realmente intrigado.

-Por supuesto-le dije molesto-¿o qué me vas a decir que no lo es? Porque déjame recordarte que estás casado conmigo.

-Solo firmé un maldito papel, Kuran. Eso no significa…

-eso significa que eres mi maldito esposo y por ese simple hecho debes respetarme. Pero en lugar de eso vas y te revuelcas con cualquier imbécil.

-No con cualquiera-dijo y me sacó de mis casillas.- Con él, sólo con él. Porque él es al único que quiero.

No puedo decir que fuera un golpe para mí, tampoco es como si tuviera celos. Me molestaba el hecho de que él no respetara un contrato. Eso más que nada. En mis sentimientos no había dolor por amor, era indignación, la misma indignación que sentía cuando algún cliente o inversionista incumplía algo estipulado de antemano.

-¡A mí no me interesa si lo quieres!-le dije furioso- ¡Debes respetar nuestro acuerdo!

-¡¿Y si no qué?!

Lo miré bastante molesto, no tenía repuesta para eso, podía decirle algo como “te pediré el divorcio” pero sabía que eso era lo que él más quería. Como te dije antes la situación lo asfixiaba, no estaba cómodo con nada de lo que estaba pasando.

Al ver que yo no tenía que decirle, suspiró y se apretó el puente de la nariz. Y  con calma, con más calma de la que yo tendría jamás, me preguntó:

-¿Por qué estás molesto?

-Ya te lo dije, me engañas con ese idiota. Claro que estoy molesto. ¿Crees que es divertido que te pinten el cuerno?

-yo sé que no pero, en todo caso Kuran, es a él a quién le estoy pintando el cuerno. Porque es a él a quién quiero.  Estar contigo es un trato, un algo a lo que estoy obligado. Eso es todo.

-Así que no estás a gusto con nuestra vida juntos.

-No-dijo sinceramente- ¿tú lo estás?  Aceptémoslo, esto no es un matrimonio.

Sabía que tenía razón, pero al mismo tiempo no podía dejarlo tener razón. ¿Me explicó?  Yo no podía perder contra él y menos en una discusión donde se suponía que él sería el acusado.

-Este matrimonio es beneficioso para ambos-dije- no me interesa con quien salgas o a quién quieras pero no permitas que otras personas se enteren.

-esa es tu verdadera preocupación-me dijo, no como pregunta sino como afirmación-no quieres que este negocio se venga abajo.

-así es, no quiero que se eche a perder. Es un buen negocio.

-Un negocio-repitió él-¿para ti el matrimonio es un negocio?

-¿Qué si no? ¿Para ti es igual o no?

-No, no es igual -dijo- Porque tú y yo no somos iguales. Tú nunca has amado.

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-eso fue un poco rudo ¿no? Decirte algo así…

-En realidad no, porque era verdad. Yo jamás me había enamorado de alguien. Por eso casarme me daba reverendamente igual. El amor para mí hasta ese momento era un mito. Un algo que servía para que se inventaran historias. Un algo para que las personas creyeran que existe alguien destinado.

-así que eras un chico amargado-dices y te arrepientes un poco, pero él no se da por aludido, es más, lo ves sonreír.

-Sí, Zero siempre me decía que era un “amargeitor” –te ríes y él lo hace contigo.

-¿de verdad nunca sentiste amor por nadie? ¿Ni siquiera atracción?

-Atracción sí, claro. Tuve muchas experiencias con chicas antes de Zero, pero ninguna fue mi novia, con ninguna salí enserio. Me acostaba con ellas y punto.

-¡que cruel!

-lo sé… El punto era que Zero quería a alguien y su romance había sido interrumpido por mi repentina aparición. Era normal que me odiara, pero no lo hacía porque pensaba que de alguna manera estábamos en la misma situación. Es decir, estábamos casados a la fuerza pero teníamos humanidad, un algo que nos decía que estaba mal, que no seríamos felices así. Para él era así, en mi caso estaba seguro que alcanzaría la felicidad cuando la fusión de nuestras empresas redituara en mi bolsillo.

-ya veo, eres un chico frío.

Él asintió.

-Pero-continúas- si Zero tenía todas esas ideas sobre el amor y a una pareja. ¿Por qué se casó contigo? ¿Por qué no declinó la propuesta? Al aceptar el matrimonio ¿No lo hace igual a ti?

-eso pensé yo en ese momento. Eso le dije y me gane una mirada triste-dijo él y se hundió en el sillón-Si bien es cierto que casarse conmigo le redituaba una ganancia. Esa ganancia era diferente a la mía. Lo que él ganaba manteniendo esa farsa era más que un montón de billetes. Pero eso no lo sabía entonces. Y mi preocupación era ese amante suyo, principalmente por MI propia ganancia.

-¿Zero continuó viéndolo?

-No es como si pudiera impedírselo.

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Curiosamente mi relación con Zero no se vio muy afectada, al contrario. Era como si al compartir ese pequeño secreto la antipatía que sentíamos por el otro comenzara a difuminarse.

Hasta entonces Zero se levantaba, preparaba el desayuno y se iba a la escuela. Yo me despertaba poco después, me bañaba, vestía y calentaba el desayuno. Comíamos y cenábamos separados y a veces cuando yo regresaba él ya estaba dormido. Después del incidente del amante, comenzamos a cenar juntos.

Es raro ¿verdad? Pero así  fue. Comencé a llegar temprano a casa y descubrí que en realidad Zero llegaba, preparaba la cena, leía un poco y se iba a dormir. Tenía una rutina bastante tranquila y las veces que veía a Takamiya eran muy escasas. Quizás una vez o dos, máximo, por semana. Nunca llegó tarde a la cena, jamás durmió afuera, claro que para hacer el amor bastan un par de horas pero si lo hacían nunca se quedó a dormir con él. Lo cierto era que su humor mejoraba bastante y esa era la manera en que yo sabía que lo había visto.

Molesto, molesto nunca llegué a estarlo, realmente solo me preocupaba porque si Zero no hacia la cena, no había nadie que la hiciera (yo no sé cocinar ni un huevo frito). Esa simplicidad y vacuidad era mi principal preocupación, y de igual manera me preocupaba el desayuno.

Cuando pudo llegar a molestarme su relación con Takamiya, ellos ya habían terminado. Pero no me adelantaré.

 El porqué comencé a llegar temprano a casa no fue  un medio para controlar a Zero, ni mucho menos, que llegara temprano no impedía que él no lo hiciera. Simplemente me apetecía llegar temprano, tal vez un poco motivado por la comida que hacía. Realmente era deliciosa, mucho más que la de los restaurantes más encumbrados a los que había asistido.

Y además, durante esas cenas podíamos hablar mucho más civilizadamente que cuando no había un plato de por medio. La comida nos suavizaba, eso era lo que pensaba cuando ambos nos sentábamos en la mesa uno frente al otro. Fue en una de esas cenas cuando él me sonrió por primera vez. Aunque no lo creas, casi cinco meses después de casados, él me sonrió.

-oye, Zero-recuerdo que le dije mientras  comíamos, ese día se trató de un delicioso curry con arroz, verduras y pollo- Siempre te veo con libros bajo el brazo, pero he notado que son de historia, pensé que estabas estudiando economía y administración empresarial.

-sí, eso estudio-dijo con poco entusiasmo-pero no suelo leer de eso en mi tiempo libre.

-Ya-extendí mi plato y pedí otra ración- No es que me meta pero pienso que deberías poner todo tu empeño en la carrera, es tu último año.

-supongo que eso hiciste tú ¿no?-me dijo regresándome el plato lleno- y seguramente empezaste a trabajar en la empresa de tu padre rápidamente.

-sí, exacto. Es algo bueno. Ya que tú también heredaras el negocio de tu familia, deberías hacer lo mismo. De hecho ya deberías irte mezclando con todos los movimientos de la misma.

-¿Por qué tanto interés, Kuran?

Kuran, él siempre me llamó así, mi nombre le era tan ajeno como le era ajena la gente que pasaba del otro lado de la puerta.

-bueno, mi padre me dijo que siempre has destacado en matemáticas, pienso que, entonces, serás muy valioso en la empresa, quiero decir, una vez que esté fusionada.

-Verás Kuran, que sea bueno en algo no significa que me guste.

Me le quedé mirando sin entender de qué me hablaba. ¿Qué tenían que ver los gustos personales de uno en algo tan importante como el negocio de la familia? ¿Qué tan importante es uno como individuo, cuando se tiene de por medio a todos los miembros de tu familia?

-si eres bueno en algo, es en eso a lo que debes dedicarte.

-¿aunque me haga infeliz?

-¿por qué te haría infeliz?

Él se reclinó en la silla y me miró con tranquilidad, casi puedo decir que con ecuanimidad. Éramos diferentes, eso ya lo sabía, y cada que nuestras ideas chocaban él me miraba de esa forma. Pretendía con ello calmar sus pensamientos y darles un orden con el cual darme a entender, aunque no convencer, la forma en la que pensaba.

-Kuran, sólo pienso que la vida es una, una y ya. Tienes dos opciones o la vives o la sobrevives. Yo busco vivirla. Y busco los medios para hacerlo, aunque para ello tenga que sobrevivirla un tiempo.

-No te entiendo.

Y fue cuando me sonrió, lo hizo sencilla y mágicamente. Sus labios se curvaron suavemente y dibujaron en su rostro una expresión que no le conocía y que parecía iluminar las cosas a su alrededor, más bien, darles claridad.

-Yo no me haré cargo de la empresa de mi familia- sentenció y me di cuenta que su sonrisa invocaba al futuro.

-Pero… ¿no eres como yo? ¿No aceptaste este matrimonio por la fusión y los grandes beneficios que nos traerá?

-No, Kuran. Ya te lo dije, tú y yo somos diferentes.

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-creo que entiendo-dices y pinchas una aceituna con un palillo- Zero tenía otros motivos para casarse, algo que tenía que ver con ese “no hacerse cargo de la empresa”

-Así es-dice él y entrelaza sus dedos- Para él el matrimonio en sí no es un negocio, es un acto de amor, de confirmación del mismo. Pero el matrimonio conmigo si era una especie de transacción, un trato que hizo para poder tener la vida que quería y con quién quería.

-¿Eso significa que él esperaba el divorcio?

-Sí, él estaba seguro que me hartaría de él.

-¿Pero no era más fácil que él se hartara de ti?

-Por supuesto, pero el divorcio tenía que ser iniciativa mía. Eran las letras chiquitas del contrato firmado. Sólo que yo no lo sabía.

Lo miras y crees que lo entiendes. Te terminas tu copa pero no pides otra, quieres esperar un poco. En el fondo se escucha música, un poco de jazz al parecer, no le prestas demasiada atención y miras del otro lado de la ventana, ves que ha comenzado a nevar, sonríes.

 Recuerdas porque estás ahí, en Japón, recuerdas vagamente el vuelo y tu corta estancia ahí, tus primeros tropiezos con el idioma y las costumbres. Pero te has acostumbrado, y lo disfrutas, disfrutas ese país de estaciones marcadas, de gente apresurada y de sus muchas historias. Y te has encontrado con una extraordinaria,  porque es  una historia amor, un amor no correspondido. Un amor que logró cambiar a ese hombre frente a ti, un hombre que seguramente se pasaba la Navidad trabajando en la oficina. De pronto te lamentas, porque ahora que ese amor se le ha ido de las manos, probablemente volverá a ser quien era.

-¿lo has dejado ir, verdad?-le preguntas suavemente-te enamoraste tanto de él que has decidido dejarlo libre.

Él te mira, lo hace son sordidez, y te sonríe. Se apoya en el respaldo del sillón y chasquea la lengua.

-No, para nada-te dice y te sorprende- Si por mi hubiera sido jamás lo hubiera dejado marcharse, aunque él no me amara, nunca lo soltaría. No soy tan bueno. Las circunstancias del divorcio son otras, pero si te las cuento ahora no te contaré lo demás.

-Entonces olvídalas-le dices con la curiosidad a tope- esperaré paciente a que llegue el momento de esas “circunstancias”

Él asiente con la cabeza-de acuerdo- te dice y continúa.

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Una noche regrese a casa temprano como ya se estaba haciendo costumbre, al entrar descubrí las luces apagadas y pensé que esa sería tal vez la primera noche que tendría que pedir algo por teléfono para comer, incluso dudé en quitarme los zapatos y entrar, aún podía ir a algún lado. El caso era que Zero no estaba, ese día no habría cena.

Pero como te dije, él no faltó a casa ni una vez. Esa noche no fue la excepción. Me di cuenta de su presencia cuando vi su mochila tirada en la entrada. Así que me quite los zapatos, encendí las luces y camine a su habitación.

Toque un par de veces y sin esperar respuesta entré. Él estaba en su cama, y ahí también la luz estaba apagada.

-Zero-lo llamé pero no recibí respuesta verbal, sino un movimiento que pareció un estremecimiento-Zero, ¿estás dormido? Es que ya es hora de la cena ¿sabes? Y tengo hambre ¿preparaste algo?

-No-dijo-prepárate algo tú.

-…verás…No puedo hacerlo, si pudiera hacerlo no te preguntaría si preparaste algo.

-Ya-dijo, su voz hasta entonces llegaba un poco ahogada pero no le di importancia-No, no preparé nada.

-¿puedes hacer algo? Tuve un día difícil y tengo verdadera hambre.

Lo vi incorporarse en la cama, aunque la luz que se filtraba del recibidor no llegaba a iluminar su rostro.

-Kuran, no estoy para cocinar. Hazme el favor de cerrar la puerta y dejarme solo.

-Pero ¿y la cena?

-¡Con un demonio Kuran, lárgate! ¡Por mi muerte de hambre!

Fruncí el ceño molesto, y eso se acentuó con mi estomago vacio. Entré a su habitación sin permiso y me paré a su lado en la cama.

-¡tengo hambre!-le reproché-Siempre haces la cena antes de que llegue, ¿por qué hoy no? ¿Qué más tienes que hacer a parte de ir a la escuela?

Él levantó la vista, no podía ver la claridad de sus ojos, la luz seguía siendo insuficiente.

-Escucha-me dijo- No tengo ganas ni de golpearte y eso que te lo mereces. Si eso no te dice nada, es porque realmente eres un imbécil.

Enojado lo tomé de la playera y lo obligue a levantarse, de forma que su cara y la mía quedaran al mismo nivel.

-¡eso lo serás tú, maldito idio…!

No pude continuar porque a esa distancia sus ojos era visibles, porque a con esa cercanía me di cuenta de su nula resistencia, porque entonces noté, que había llorado, llorado hasta la extenuación.

-¿qué pasó?-le pregunté y lo solté. Él se dejó caer pesadamente en el colchón de su cama-¿Zero? ¿Qué pasó?

-No te importa-dijo- sólo déjame solo. Parece que tu cerebro ya captó la idea, así que si eres tan amable…

Fruncí el ceño esta vez, con extrañeza. Me hinqué en el piso y apoye mis antebrazos en el colchón. No era preocupación. Estaba irritado porque tenía hambre, mi cena no estaba preparada y él había estado llorando. Irritado, molesto, pero no preocupado.

Si el día de hoy yo viera a Zero como lo vi ese día, quizás un par de personas morirían antes de que el reloj marcara las doce. Pero ese día, lo que quería saber era qué había sido más importante que preparar mi cena. Hasta ese grado llegaba mi egoísmo, egoísmo que en pocos meses se disolvería.

-¿qué pasó?-repetí intentando hacer mi voz más amable, esa de cuando tenía que explicarle algo a un cliente idiota.

Zero se rebulló en la cama y suspiró. Y después de una larga pausa, me  contestó.

-Terminé con Kaito-dijo en un murmullo.

-¿eh? ¿Por qué?

Suspiró de nuevo, como si con ello pudiera evitar contestar. Era obvio que él no había querido que terminara, debido a sus lágrimas podía intuirlo.

-va a…-dudó un poco y bajó el volumen de su voz-…casarse.

-¿casarse? ¿Con quién?

-Una chica de la universidad.

-Bueno-dije completamente ajeno a lo que pasaba realmente-ve el lado amable, ya no hay peligro de que los descubra algún paparazzi o peor aún, alguien del consejo.

Zero suspiró con cansancio-no esperaba que lo entendieras de todas formas-dijo- no importa. Por favor vete.

-oh vamos, ni que fuera tan importante. Mira si preparas la cena te mejorará el ánimo…

-¡Vete al diablo, Kuran!-se paró de pronto, al mismo tiempo me puse de pie. Él caminó hacía mi molesto- ¡no me fastidies con tu estúpida cena! ¡Compra algo maldita sea, eso sí lo sabes hacer ¿o no?! ¡Lárgate!

Me empujó un par de veces con la fuerza suficiente para hacerme retroceder hasta la puerta de su habitación.

-¡No puedes entenderlo! ¡Así que déjame en paz! ¡Tú estarás muy contento por tu maldito negocio, pero lo que yo quiero es que me parta un rayo! ¡¿Entiendes, pedazo de Idiota?! ¡Quiero dejar de existir en este preciso instante!- Me gritó y me empujó de nuevo, pero al hacerlo detuve sus manos en mi pecho, intentó zafarse pero toda su furia se había convertido en llanto, sus fuerzas diezmaron y lentamente se dejo caer en el piso.

Acuclillado junto a él, con mis manos sosteniendo las suyas observé los espasmos de sus hombros. Pensé que el amor era una cosa terrible. Él era tan feliz cuando veía a Takamiya, incluso llegaba a tararear canciones mientras servía la cena; y de pronto, en un segundo ese mismo factor lo volvía la persona más triste del mundo, e incapaz de detener sus lágrimas. El amor era terrible, y pensé también que no quería enfrentarme a él, reconocí en un segundo que no tenía la valentía suficiente para entregar mi corazón. No tenía el valor que Zero si tenía. No lo tenía entonces y ciertamente no lo tengo ahora.

-lo siento-murmuré cuando su llanto se convirtió también en un murmullo- lo siento, fui insensible.

-eres…un idiota-me dijo hipando, le di la razón en silencio.

Quería decirle algo confortante, pero no tenía palabras. Me conformé con soltar sus manos suavemente y él las llevó a su rostro. Se limpió las lágrimas y se levantó lentamente para poder regresar a su cama.

-no puedo entender-dije-¿tan importante es él para ti?

Zero suspiró por enésima vez en la noche y asintió.

-Yo me casé contigo, sólo por él.

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-¿cómo?-preguntas, los signos de interrogación flotan alrededor tuyo-¿cómo que se casó contigo sólo por él? No lo entiendo.

-Yo tampoco lo entendí, y de hecho fue el mismo Takamiya quién me lo aclaro después.

-¿Takamiya?-él asiente. No sabes que contestar porque sabes que esa parte de la historia viene a continuación. Él te mira, sus pupilas castañas se clavan en ti, te das cuenta de nuevo de su brillo rojizo y ya no son castañas, son del color del vino tinto. Lo observas y sabes que esta vez él te preguntará a ti, así que esperas, y tu espera no es muy larga.

-¿tú…crees que yo ya sentía algo por él?

Cavilas, pinchas un trozo de queso de tu plato y lo llevas a tu boca.

-mmm… pienso que siempre sentimos algo por las personas. Incluso desde que las conocemos y aunque solo las veamos una vez-le dices-por ejemplo, no te conozco pero siento por ti cierto interés y me agradas… y casi puedo asegurar que no te volveré a ver.

Él baja la vista y observa sus manos.

-también me agradas.

No contestas pero sonríes. Sabes que es así, no solo le agradas sino que le pareces confiable, de otra manera no te contaría su historia.

-cada vez que pienso en ese día recuerdo el rostro de Zero marcado por el dolor. Pero no recuerdo que impresión me dio o que me hizo sentir. A veces pongo en duda haber sentido algo, y eso de alguna manera me aterra.

Tú lo miras y asientes. Comprendes. Su temor más grande es no haber mostrado empatía con la persona que le gusta, que su dolor no se hubiera reflejado en sí mismo.

-Bueno, no sería tan grave-le dices y le sonríes con amabilidad-en ese entonces tu principal interés era esa fusión de empresas, era tu prioridad por así decirlo. Amabas eso. Zero pues, él estaba en segundo plano, era importante porque representaba el medio para un fin. Pero no era el fin. Sin embargo te aseguro que sentiste algo. Sea lo que fuera ese algo, te hizo decir “lo siento”.

Él te mira y asiente.

-pero ahora es diferente-te dice-ahora no me importa la empresa… no como antes.

-Eso es porque tus prioridades cambiaron. Ahora él es tu número uno.

-Prioridades…-repite como si masticara la palabra.

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Mis prioridades cambiaron, totalmente. Seis meses después de haberme casado, mi pareja comenzaba a preocuparme.

Habían pasado pocos días desde que Zero terminó con Takamiya y todo parecía regresar a la rutina normal.

Zero estaba muy tranquilo aparentemente, a pesar del golpe que resultó para él la ruptura. Tenía orgullo y temple, su fuerza interior comenzaba a mostrarse frente a mí con una luminosidad impactante.

Sin embargo su rostro había dejado de esbozar sonrisas. Quiero decir, sonrisas genuinas. En su rosto se pintaba algo que se les parecía, pero no lo eran. Y eso de alguna manera me deprimía.

Sus palabras para conmigo seguían siendo las mismas. A veces un insulto, a veces un reproche, otras un agradecimiento o bien, un halago casual. Era el mismo hombre en muchos aspectos, pero había cambiado en el fondo. Me gustaba y no, verlo así. Me inclino más por él no, porque Zero no era Zero, era como una copia bien hecha ¿me explico? Era él y no al mismo tiempo.

El punto es que me incomodaba, y esa incomodidad llegó a su tope cuando descubrí que él no leía más esos libros de historia que tanto le gustaban. La columna de ellos apilados en su habitación había detenido su crecimiento de tajo. Y lo único que le llegue a ver en las manos eran libros de economía que seguramente le resultaban aburridísimos. Cuando le pregunte por eso, me miró incrédulo, como si no creyera que yo le preguntara por un detalle tan estúpido.

-Solo pensé que tenías razón-me dijo-voy a terminar la carrera así que debo enfocarme en ella.

“Mentiroso” pensé.

-pero antes decías…

-antes decía muchas cosas-dijo queriendo dar por terminada la conversación, pero yo no estaba dispuesto a terminarla ahí.

-es por Takamiya ¿verdad?-Vi como se contrajeron los músculos de su mandíbula cuando mencione el nombre.-Que él ya no esté no significa que debas de dejar de hacer lo que te gusta.

-Ya sé-dijo- no es eso. Simplemente creo que no tiene caso pelear contra corriente. Antes lo pensaba, pero ahora ya no estoy seguro. Pensé que tienes razón, hay cosas más importantes que “lo que a uno le gusta hacer” y que la vida es solo eso. Vivirla, sobrevivirla ¿qué más da lo uno que lo otro? Da igual en cierta manera.

Ese que hablaba era él y no era él. El mundo futuro, que le iluminó el rostro con una hermosa sonrisa meses atrás, se había desdibujado frente a sus ojos y no creía  más en él.

-no hables así-le dije- eso déjalo para mí, soy el amargeitor aquí.

Zero me sonrió, una leve sonrisa que, curiosamente, resulto ser genuina.

-Lo siento, Kuran. Sé que dirás que no es posible que cambie tanto sólo porque una persona ya no está conmigo. Pero cuando dibujas sueños en la arena, estos son arrastrados por las olas del mar. Y cuando la persona con quien los escribías es precisamente el mar, no te queda más que reconocer que el camino hacia el cielo se ha cerrado. Se ha perdido.

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-creo-dices interrumpiendo su narración-creo que entiendo lo que Zero sentía entonces.

-¿de verdad?

-claro, las rupturas amorosas duelen mucho. Y cuando has amado mucho, por supuesto que piensas que el mundo está de cabeza.

-el enamoramiento es un estado de alucinación total-dice él y descubres un poco de su resistencia al amor, a pesar de estar muriendo por él en ese momento.

-Sí, lo es-le dices-pero luego cambia, puedes seguir enamorado, pero eso madura. Ves a la persona sin ese velo, le conoces realmente, te asientas en la realidad y si te sigue gustando, comienzas a construir castillos. Por supuesto todos son castillos en el aire, todos pueden desvanecerse de un momento a otro.

-Entonces todo es fantasía-dice él y rellena su vaso con whisky.

-Sí, pero es la fantasía más tangible. ¿Acaso no quisieras  retroceder el tiempo y evitar el divorcio? ¿Acaso no piensas que justo ahora Zero aparece por esa puerta y te dice que te ama? ¿No lo imaginas?

-Sí, pero no puedo retroceder el tiempo y él no sabe que estoy aquí.

-Y ahora comprendes como se sentía él. Arriesgarse por amor, Zero lo había hecho. Y perdió. Nadie en realidad es un buen perdedor.

Él te mira, parece pensativo. Toma su vaso y bebe de él con sobriedad.

-Yo no me he arriesgado por él-dice y con ello deja el vaso en la mesa-aunque intente una vez sacrificarme. Aunque no cuenta como tal porque, lo que hice en realidad no era un sacrificio.

-¿qué hiciste?

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El cambio de Zero como te dije, me incomodaba. No era él. Yo no quería que estuviera de acuerdo conmigo. Me gustaba que me llevara la contra, era parte de nuestra torcida relación.  Así que decidí hablar con el causante de todo.

Cuando se acercaba el octavo mes de nuestro matrimonio arreglado, por primera vez hice algo por él. O eso es lo que pensé.

Mandé investigar la dirección de Takamiya y fui a buscarlo una tarde después del trabajo. Cuando me abrió la puerta de su departamento me miró asombrado, pero no dijo nada y me dejo pasar. Me sirvió una copa de algo que no probé y se sentó frente a mí en otro sillón.

-¿Y a qué se debe el honor de tu visita, Kuran Kaname?-me dijo en tono neutro pero claramente estaba afectado por mi presencia.

-Quiero pedirte algo-dije, iría al grano y ya, no quería estar mucho tiempo en ese lugar.

-Si es por Zero, debes saber que eso ya se terminó.

-Sí, es por Zero-le dije- pero no por lo que crees. Quiero que vuelvas con él.

-¿qué?

-Eso, vuelve con él. Se su amante de nuevo.

Takamiya me miró de hito en hito. Su rostro estaba impresionado, boqueó un par de veces antes de que el sonido saliera de su garganta.

-Espera… ¿Me estás pidiendo tú, el esposo de Zero, que yo, su amante, vuelva a tener una relación con él?

-Sí.

Entrecerró los ojos y se humedeció los labios con la lengua.

-¿por qué?

-Porque él te extraña. Intenta disimular pero definitivamente es más feliz si tú estás. Él te ama…

-interesante-dijo- yo sé todo eso. Pero lo que yo quiero saber es ¿por qué tú siendo su esposo quieres que tenga un amante?

-¿Por qué terminaste con él en primer lugar?-dije evadiendo la pregunta, porque mi respuesta sonaría muy estúpida.

-era lo normal-dijo- ¿sabes, Kuran? Yo también soy el siguiente en el negocio familiar, tengo como deber casarme y tener hijos.

-¿amas a esa chica?

-me gusta sí.

-te pregunte si la amas

Takamiya me miró y bebió de su propia copa.

-supongo…si quieres saber si la amo más que a Zero, la respuesta es no.

-¿y entonces?

-Ya te lo dije. Debo casarme, ella es buena chica y además… ya está embarazada.

Ese fue el motivo principal por el cual dio fin a su relación con Zero.

-Así que salías con ella y con Zero al mismo tiempo.

-Sí, pero ni tú ni él tienen porque reclamarme eso. Él te engañaba conmigo y a mí contigo.

-él y yo no tenemos ese tipo de relación, somos más como compañeros de departamento. Además yo no me quejé, ni hice algo para separarlos, esa excusa es una tontería.

-¿tontería? ¡Se casó contigo! Era mi novio, y vino y me dijo que se casaría contigo ¿Por qué tengo yo que tener consideración con él por algo así?

-Él dijo que se casó conmigo sólo por ti.

Takamiya  de nuevo se calló, desvió la mirada y asintió.

-¿sabes por qué?-me preguntó y yo negué-Cuando su padre le dijo del matrimonio, se negó como es natural. Su padre sabe que a él las chicas no le atraen y que además tampoco le entusiasma la idea de ser el sucesor en la cabeza de la compañía. Es un pequeño problema, ya que a pesar de tener un gemelo, nació primero, y eso le da la estafeta para continuar.

-¿y?

-Y bueno, su padre anteriormente le había dicho que aplastaría a mi familia. Un hombre con ese poder lo único que no puede destruir es a alguien con el mismo poder, ese por supuesto es tu padre, no él mío.  Como sea, con lo de la fusión de empresas, le prometió que si se casaba contigo no me haría nada, que además nos daría un contrato y que cuando el matrimonio terminara, podría estar conmigo. Eso y la libertad para hacer lo que quisiera, es decir que hasta que se divorciará de ti, podría estudiar lo que se le viniera en gana.

“No sonaba mal, y cuando me lo consultó le dije que estaba bien, podríamos ser amantes mientras tanto. Así fue como aceptó ese trato. Aunque tiene una pequeña clausula, él no puede pedirte el divorcio, tienes que  ser tú. Y claro que tú no vas a pedirle nada hasta que la fusión de las empresas se haya concluido. Y hasta donde sé eso no ha pasado todavía.

Como sea, con el tiempo yo no veía que mi relación con él tuviera futuro. ¿Me explico? Es un chico increíble y lo quiero mucho, pero nuestra relación llegó a su fin porque era inevitable. Yo necesito algo más tangible que el amor de un hombre, algo que me de seguridad y eso solo puede dármelo una chica.

No voy a volver con él, Kuran. Y él lo sabe, no me ha llamado, ni buscado para nada. Tiene su orgullo y eso siempre me gustó de él. Si está deprimido ahora, se la pasará pronto, te lo digo yo que lo conozco desde hace muchos años. Siempre tiene nuevas metas en mente, cosas que le gustan hacer y que irremediablemente lo arrastraran. Y por supuesto volverá a enamorarse.

Si quieres hacer algo por él, no vengas a decirme que vuelva con él. Pídele el divorcio, dale su libertad. No hay nada que él te agradezca más.

-Yo no quiero que me agradezca nada-dije una poco enojado, con él, con Zero, conmigo mismo- Yo solo vine porque me incomoda su actitud y si tú volvías con él, tal vez…

-…tal vez no te has dado cuenta-dijo interrumpiéndome.

-¿Dado cuenta de qué?

-Que estás enamorado de él. Al menos lo suficiente para venir y pedir semejante estupidez.

-Es absurdo.

-No, no lo es. Sólo los enamorados hacen algo tan estúpido. Por eso se casó contigo, por eso yo acepte ser su amante… Kuran… lo amo, pero no es suficiente. Yo no puedo amarlo como él merece, no puedo darle la felicidad que busca, ni la vida que sueña. No puedo, no porque no tenga los medios, sino porque no es la felicidad que busco, ni la vida que sueño.

-Yo tampoco busco lo que él, ni sueño la vida que él.

-Es que tal vez lo único que buscas, en realidad, es a él…

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-¿Y la vida la sueñas con él?-preguntas. Has pedido otra copa por fin, las botanas van a la mitad y él por fin ha decidido probarlas. La borrachera, si es que tenía una, se le está pasando a medida que habla.

-Sí-dijo-bueno en ese momento, no. Pero ahora sé que Takamiya tenía razón. Ningún marido va y pide eso al amante de su esposo.

-lo sé-le dices- incluso parece cómico.

-siempre que recuerdo eso me rió de mi mismo. Debí verme con un verdadero idiota.

-Pero en ese momento pensaste que era lo mejor.

-Sí, y no me arrepiento. Porque esa platica con Takamiya me hizo comenzar a preguntarme si yo estaba enamorado de Zero. O al menos si en ese camino andaba. Fue como si una venda se quitara de mis ojos.

-¿y luego que pasó?

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Regrese a casa. Me despedí de Takamiya consciente de que no había logrado nada, y que cuando abriera la puerta de la casa, el mismo Zero que no es Zero me recibiría con una sonrisa falsa.

Arrastrando los pies subí las escaleras; quería hacer tiempo y no tome el elevador. Mientras tanto repasaba la plática anterior en mi cabeza. Zero amaba a Takamiya y este a él, el uno había firmado un contrato para estar con el otro, pero el otro no lo amaba tanto como debía y se había alejado. Yo que no amaba ni era amado por ninguna de las partes ¿qué diablos hacía? ¿Por qué lo hacía? Intentando tomar parte de esa situación que no me concierne. Inmiscuyéndome en un par de vidas que no están entrelazadas a la mía. Bueno, al menos no Takamiya, Zero era otra cosa.

Abrí la puerta, me quité los zapatos y caminé hacia el comedor. La cena estaba servida y al parecer ya completamente fría. Observe los alimentos sobre la mesa con pulcritud y estética. Recordé que en mi casa paterna sucedía algo parecido, pero no siempre cenaba con mi familia, de hecho era la excepción cuando sucedía.

Los alimentos se alineaban con esa misma pulcritud y estética pero carecían de lo que estos, si tenían: calidez. Zero tenía una capacidad extraña para cocinar con familiaridad, quiero decir, como si lo hiciera para alguien de su familia o alguien querido. Quizás, reflexioné, por eso me gustaba tanto lo que cocinaba, y la forma en la que los alistaba en la mesa. Me gustaba sobre todo, tener a alguien con quien compartir aquello, que se sentara frente a mí y hablara conmigo. De niño no habría pedido más.

En la mesa estaba mi comida, pero también la suya. Con lo que me di cuenta que había estado esperando por mí. ¿Cómo interpreto eso?  ¿Es solo una amabilidad suya? ¿Un gesto desinteresado? Sí lo eran, para él era normal hacerlo. Teníamos un acuerdo no dicho: cenar juntos.

Lo llamé, ya que no estaba ahí, y como no me contestó, lo busque. Lo encontré en la sala dormido en un sillón cuan largo era, en su regazo había un libro abierto. Había decidido leer un rato en lo que yo llegaba. Me acerque y me senté a su lado lo más cauteloso que pude para no despertarlo.

Nadie antes había tenido el gesto de esperarme a cenar. Si yo hubiera estado en su lugar habría comido antes. Me quedé ahí sentado viéndolo dormir, recorriendo con mis ojos la belleza de su rostro, y la suavidad de la caída de su cabello en el cojín del sillón.

¿Enamorado de él? ¿Estaba enamorado de él? Si no lo estaba, recuerdo que pensé, seguramente si podría enamorarme de él. Abrí con ello mi corazón para que él entrara, lo hice sin darme cuenta si siquiera.

Me incliné sobre él, y lo besé como hacen los príncipes en los cuentos de hadas, apenas un roce de labios. ¿Por qué lo hice? Todavía me lo pregunto.

Zero abrió los ojos lentamente, como las princesas en los cuentos de hadas. Me miró somnoliento, se talló los ojos y se incorporó dejando caer el libro, que tenía en su regazo, al piso.

-¿cenaste?-me preguntó. No se había dado cuenta del beso o si lo hizo, no quiso decirme nada al respecto.

-No -le dije-Salí un poco tarde de la oficina, pensé que ya estarías cenando.

-te estaba esperando-me dijo y miró el reloj de la pared-debe estar todo frío ya.

Asentí, él se levantó y comenzó a caminar hacía el comedor.

-espera un poco mientras lo caliento.

-Sí- dije.

Cuando desapareció en el umbral de la puerta, baje mi vista y vi el libro tirado, lo levante y al cerrarlo descubrí que era un libro de historia. Sonreí y lo deje en la mesa de centro. Me levanté y caminé hacía el comedor.

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-al final Takamiya tenía razón-dice él y te sonríe- Zero superaría aquello, estaría bien y continuaría buscando vivir la vida como soñaba.

-eso está muy bien-dices y sonríes traviesamente-No sé por qué, pero creo que viene la parte bonita de la historia.

Él te mira, se aparta el cabello de la frente y te sonríe más ampliamente.

-sí-te dice- a partir de ese momento, cada día que siguió fui más consciente de él, nos acercamos poco a poco, incluso te diré que hubo más besos.

Tú sonríes, hay algo de felicidad transmitida de él a ti. Te frotas las manos y ruegas que Zero no aparezca por esa puerta ahora, porque te encantaría saber sobre aquellos besos.

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado. Y sí viene lo bonito, lo romantico, lo cursi... bueno ya -_-

Hasta el proximo capitulo!!

                                            continuará...


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