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Asistente por Bombagrash

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Notas del fanfic:

 

 

 

 

Notas del capitulo:

Hace como un mes...o mas, dije que subiria un nuevo fic de esta pareja, pero yo siempre tan cumplidora (siclaro) me demoro mas de lo que pensaba. 

Lo siento mucho por eso, y por si alguien se acrodaba y esperaba alguna señal de vida mia a traves de un fic. QUEEEEEEE DRAMATICA.

Quiza no sea solo un Two-Shot, hay posibilidades de que sea un fic corto.

Es decir, estoy de vacaciones :D

Insoportable.

En todos los sentidos posibles.

Su primer día de trabajo luego de vacaciones y ya tiene nuevo asistente.

No quiere recordar a la otra asistente (porque sabe que la echaron por su culpa, por coquetearle un par de veces y luego soportar su enamoramientoy sus cursilerías).

Pero le ponen un asistente nuevo, y ni siquiera mujer sino a algo peor que una mujer cincuentona, gorda y vieja; no, eso hubiese sido mejor.

Es pequeño, de cabellera rubia dorada y con cara de niño, y a Jongin no le gusta, porque parece tan infantil que desde ya no lo tolera. Y lo peor es que le han dicho que es mayor que él y al moreno le da risa, pero se concentra otra vez en observarlo y asquearse por tanta paciencia y delicadeza y lindura, y ya, lo odia, fin.

Sigue observándolo desde su posición habitual y se da cuenta que es demasiado detallista, ordenado y eso le molesta más. El rubio sigue acomodando un par de ficheros en su escritorio y luego coge el teléfono entre sus manos revisando algo en su pantalla con fondo de estrellitas de color azul.

Sí, se dio el tiempo de espiarlo hasta encontrarse con ese pequeño —y lindo— detalle.

Jongin finge que no le importa, pero se queda con la curiosidad luego de ver como el rostro del rubio se deforma a una enorme sonrisa, verdaderamente, enorme, luego de que leer algo en su  celular. Y por alguna razón a Jongin eso le fastidia más y cree que ya está hastiado de tanta molestia y enojo sin sentido. Se aclara la garganta haciendo notoria su presencia y se acerca al escritorio de quien todavía estaba sumergido en su celular y los mensajes que enviaba a quien sabe quién y quien sabe porqué.

Y maldita sea, no deja de sonreir ni cuando Jongin está frente a su escritorio creyéndose tan intimidante como siempre, y mucho menos cuando el rubio suelta un ¿En qué lo ayudo, jefe? que definitivamente no ayuda a calmar a Jongin que no recuerda en que momento se puso de pie y quedo frente a frente con el rubio que muy atento esperaba su respuesta.

Pero el moreno es incapaz de pensar correctamente en esos momentos y solo le dice que saldra y que apunte todas las llamadas que reciba.

Como si no fuera parte de su trabajo.

Sale de la oficina sintiéndose el idiota más grande del universo, y luego de conseguir un café que se lo termina apenas en tres sorbos de los nervios y la tensión que le produce no sabe qué,  regresa a su puesto de trabajo. Pero se da con la sorpresa de que su pequeño asistente ya no está y no sabe porqué pero tiene ganas de arrugar todos los papeles que encuentra sobre su escritorio, patear, golpear, botar y mandar todo a la mierda porque mo le parece justo que él "sufra" de esa manera cuando el otro anda fuera de su lugar de trabajo haciendo quien sabe que cosas.

 

–      Pude haber ido a traerle un café yo mismo — el moreno da un pequeño brinco del susto que le hace estrujar el vaso de plástico sin mucha suavidad, y que hace reir al rubio mientras termina de cerrar la puerta — lo siento, necesitaba salir un momento.

 

El moreno sigue callado y le responde con un  bien, continue con su trabajo que se le hace demasiado estúpido por tanto formalismo y respeto al que no le encuentra sentido, pero en fin, es su trabajo, y son las normas. Y Kim Jongin nunca va contra las normas, y si hay excepciones, nadie se entera, nadie se acuerda, nadie vio nada, y se acabó el asunto.

Revisa más documentos y los archiva en nuevos portafolios que su asistente se encargar de recibir. El trabajo se hace mas cansado a medida que avanzan las horas y siguen sin comer. Pero cuando ya es la hora, Luhan se levanta y con un Si no necesita nada más, me retiro  que fastidia y sorprende al moreno que en otra ocación hubiese sido esperado por su asistente para comer. Y le dice que puede retirarse y su mirada se queda fija en su espalda y sus caderas, y su gracia al caminar, y su cabello rubio que le queda tan bien que no lo tolera, porque no, porque es Kim Jongin, porque es demasiado heterosexual y porque no acepta que ese maldito rubio se robe toda su atención sin esfuerzo alguno.

Pero luego de semanas, semanas que Jongin pensó usar para despejar su mente, Luhan se vuelve mas comunicativo, y resulta que todos en la empresa lo conocen y no falta quien se acerque a él por algo mas que amistad o asuntos laborales.

Era Luhan, y por ser quien era y como era, pretendientes nunca le faltaron.

Entonces Jongin no lo soporta más. Explota y agradece que su asistente esté fuera de la oficina en esos momentos para evitarse tanta furia y molestia repentina. Y se da cuenta de que está harto de ver como Luhan sale a comer todos los días con diferentes personas; y si fuera por él y sus celos sin sentido, probablemente los hubiese dejado sin trabajo a todos. Y mientras reconsidera y se olantea la idea una y otra vez, siendo naturalmente exagerado, se le ocurre que no hay mejor forma de calmar sus ansias y su rabia uniéndose al club de pretendientes. Cuanto le fastiaba ser del montón cuando estuvo siempre acostumbrado a ser el primero, único y especial en su clase.

 

–      A las dos en punto te espero en el estacionamiento – le dice a penas el rubio se acomoda en su asiento. La cara de sorpresa del mayor no se hace esperar.

 

Pero Jongin tampoco entiende porque su asistente no responde y solo sonríe para sí mismo como si nadie lo observara, aunque ese pequeño, y por cierto, hermoso gesto le hace sonreír también  él y sentirse al menos un pco ganador cuando no sabe en específico que ha ganado.

El trabajo es pesado y cansa mucho más que los primeros meses del año, pero a Jongin no le interesa realmente cuantos documentos tiene que leer o firmar; se limita a dejarle gran parte de su trabajo al rubio y buscar excusas para acercarse hasta su escritorio o traerlo hasta el suyo, disfrutando de la vista de un Luhan tiernamente cansado, caminado tranquilo y sonriendo solo y avergonzado como si de repente supiese que el moreno lo está observando muchísimo más que antes. Sus ojos inquisidores y deseosos sobre él, lo enorgullecen de alguna forma.

Y no lo saben, pero interiormente estan muriéndose por ver sus relojes marcando las dos en punto.

El rubio se quita el saco y camina hasta el archivador a buscar uno de los miles de documentos que día a día necesita para completar su trabajo; y quizá en su accionar no hubo ni una pizca de inocencia ni nada similar, porque cuando camina lentamente sabiendo lo bien que le quedaba ese pantalón y como se marcaban sus piernas y caderas, el moreno siente colapsar partes de cuerpo y sentirse culpable de alguna manera por querer comerse a su asistente con la mirada. Y a veces le dan ganas de que no sea solo con la mirada.

La mayoría del tiempo.

Pero Luhan lo hace adrede, y el moreno no lo sabe, aún.

Cuando Jongin oye unos pasos acercándose a su auto hace el ademán de estar usando el celular, revisando la hora de paso, sonriendo en automático porque aun faltán dos minutos para las dos de la tarde, y se da cuenta que el no ha sido el único apresurado.

 

–      Qué puntual.

–      Se trataba de usted. ¿Será un almuerzo de negocios?

–      No, de usted y yo. No hemos tomado el tiempo suficiente para conocernos. ¿No cree?

 

El rubio asiente y sube a la camioneta sin volver a preguntar cosas que traen consigo esa clase de respuestas que le provocan emoción y nervios.

Jongin conduce hasta un restaurante cercano al que Luhan no se había dado el lujo aún de pisar. Caminan hasta la mesa que ya tenía reservada y mientras el moreno ordena la comida, Luhan se sorprende más y cree no saber a ciencia cierta que es lo que busca su jefe con él. Ya hasta le daban nervios saber que lo reprendería por algo malo que haya hecho y se esté despidiendo de él formalmente. No puede evitar sentirse paranoico por unos segundos pero regresa a su postura habitual y sonríe imaginando que está ahí por algo más que una relación laboral.

Y no era como si nadie lo hubiese llevado a comer a lugares tan caros antes, pero el hecho de que sea ahora su jefe quien le invite, cambiaba muchas cosas y hacía que la palabra trabajo le ronde por la mente a cada momento con inseguridad inpropia de él.

Pero no era momento para dar marcha atrás. Estaba ahí, frente a un hombre menor que él al que le parecía imposible dejar de observar y que además, era su jefe.

La música de fondo le provoca tararear, pero se detiene al mismo momento en el que el moreno le sonríe y le deja apreciar una vez más esa sonrisa que ha dificultad veía durante la jornada de trabajo.

 

–      ¿Le gusta el jazz?

–      Escucho todo tipo de música.

–      Ya veo.

 

La comida transcurre en silencio, incómodos, y  peor aún cuando el moreno no sabe a donde mierda se fue el tiempo para conocernos de hace un rato.

Luhan vuelve a quitarse el saco, y sabe que muere por arrancarse la corbata (y no sola la suya) pero se contiene por asuntos de presentación y estética. Jongin solo lo observa tranquilo mientras asimila cada porción de cuello que queda al descubierto.

 

-       ¿De qué país viene?

-       China, señor.

-       Ya veo, ¿Estudió aquí o en su país?

-       Me transfirieron aquí a mitad de mi carrera.

-       Supongo que habrá sido por sus calificaciones.

Luhan sonríe y bebe un poco del vino que le resulta perfecto para su gusto. Quiere responderle pero en parte le da vergüenza admitir que fue un ratón de biblioteca, aunque amigos y novios, nunca le faltaron.

 

-       No soy una persona que presume, pero sí, tuve el mayor puntaje durante varios ciclos.

-       Entonces, estoy agradecido de tenerlo de asistente.

 

Aunque preferiría tenerlo de otras maneras.

El moreno está cansado y se queda sin preguntas, porque está seguro que no es de eso de lo que le interesa hablar justo ahora, porque no es capaz de asimilar lo que el rubio dice o lo que él pregunta, porque lo tiene demasiado concentrado en su piel tersa, en sus ojos grandes, en sus pestañas largas, en sus labios rosas, en su cabello rubio, en  todo él y su estúpido trato formal que quiere mandar a la mierda de una buena vez.

Y cuando salen del local, Jongin no sabe que hacer para no parecer tan imbécil frente a su asistente que empezaba a aburrirse, y se balanceaba de un lado a otro para encontrar al menos algo entretenida la situación.

El moreno revisa su reloj y se da cuenta que le queda al menos diez minutos antes de regresar al trabajo.

 

-       ¿Y ya ha conocido al resto del personal?

-       Sí – el rubio empieza a caminar siguiendo el paso de Jongin delante suyo – Son muy amables.

 

El moreno necesita una relación de cuantos amables son ahora conocidos o algo más de su asistente. Necesita saber quiénes tienen el privilegio de conversar con él dentro y fuera de la empresa, y  saber de qué hablan, de que se ríen, y como hacen para invitarlo a comer sin ser tan idiotas y presuntuosos.

Y la respuesta es más que obvia, ni uno de ellos es su jefe.

 

Cuando el rubio camina otra vez hasta el archivador, Jongin deja de ser tan fuerte y su impulso le gana, lo toma desprevenido y sin que él mismo se entere, camina hasta el archivador y se arrepiente una y otra vez de que el espacio sea tan pequeño porque está seguro que mientras más cerca lo tenga más difícil sea controlar su cuerpo.

Porque cuando llega y camina un poco mas allá de la puerta, la figura esbelta de Luhan lo descoloca, y mucho más cuando observa con toda la impaciencia del mundo como el rubio se estira para guardar un par de documentos. Y su cuerpo le resulta tan vulnerable, exquisito, y quiere morirse ahí mismo por sentirse tan enfermo y desconsiderado.

Luhan sufre un pequeño espasmo de la impresión de tener a su jefe tan cerca de él, con cara de disgusto o no sabe qué, pero algo entre los pantalones del moreno que empieza a hacerse notar,  le hacen sonreír interiormente y entonces ya no evita su mirada seria y molesta, al contrario, lo mira de frente y da un paso hacia a él, quedando más cerca de lo que debería.

-       ¿Se encuentra bien?

-       No.

Es sincero, y se sorprende a sí mismo por su repentina confianza. Cae en cuenta que el pequeño rubio sigue avanzando hasta él y Jongin sonríe. Y no sabe si lo hace con malicia o algo más. Solo quiere dejar de contenerse e intentar...algo nuevo.

- ¿Puedo hacer algo por usted, jefe? — Luhan le sonríe con toda la amabilidad que cree tener sin señal alguna de picardía o coqueteo con lo que realmente está actuando, y con una mano en la cintura y la otra apoyada en una caja sabe que el moreno no se irá tan pronto como quisiera.

Jongin es tan impulsivo como masoquista. El rubio se entera poco a poco y haciendo de cuenta que su jefe no necesita de él se gira y continua con su labor que de un momento a otro se ha vuelto mas complicada, y con toda la paciencia y soltura del mundo, Luhan se estira quebrando un poco más su cintura, dandole una provocadora y sugerente vista a su jefe que está odiándolo por calentarlo con cosas que le parecen tan simples y que hacen ver al rubio tan inocente y a él tan pervertido. Y entonces se desespera porque no sabe si quedarse o salir del pequeño archivador; con un ¿Necesita ayuda? demasiado cerca al oído de su asistente, lo toma de la cintura y le obliga a girarse para mirarlo de frente antes de detenerse muy, muy, muy cerca de esos pequeños labios rosas que acaban con su paciencia y está a punto de devorar, porque ya no aguanta más tenerlo así de endemoniadamente provocador tan cerca de su caliente cuerpo, así de simple.

Adiós responsabilidad, adiós trabajo, adiós opresión.

El pequeño cuerpo de Luhan siendo acorralado por el suyo lo tiene tan fuera de sí que no se percata en ningún momento de las mejillas rojas de Luhan y de su sonrisa dulce que esconde deseo y provocación de una forma difícil de reconocer.

Es demasiado perfecto como para dejarlo ir justo ahora, y no espera más hasta que saborea por fin la pequeña boca. La sensación tibia y suave que le producen los labios ajenos lo enloquece, lo descontrola y va por más. En definitiva poco le importa si está siendo muy tosco, porque cuando empieza a subir y bajar las manos por las caderas del mas bajo, poco o nada le importa saber si el rubio gime de dolor o placer.

Aunque obviamente lo último era lo más probable.

Y no le ineresa, solo quiere escucharlo aunque con cada nuevo jadeo se caliente más y más y más y quiera probar todas y cada una de las partes de ese ya no tan inocente asistente suyo.

Carga a Luhan sosteniendolo desde sus caderas y lo deja sentado al borde de unas cajas. El rubio abre las piernas de inmediato dándole una mejor posición al moreno, enredando sus piernas en la cintura de este, disfrutado que se hayan olvidado por completo que eran jefe y asistente, que estaban en el trabajo, y que siceramente ya le importaba una mierda justo ahora. Quieren disfrutar al máximo cada beso, cada lamida y cada mezcla de jadeos y gemidos que producen ambos porque no saben si se volverá a repetir.

Y planean hacerlo tanto como si fuera su última vez siendo a penas la primera.

Jongin muerde el cuello de Luhan y busca su boca mientras va quitando la corbata del rubio y la propia.

Los quejidos del mas bajo solo le provocan más.

- Despacio — le pide, mientras le da más espacio en su cuello; combinan sus alientos, sus respiraciones, sus jadeos y Jongin ya no sabe si empeza a enloquecer a causa de Luhan y su sensibilidad desmedida o es el dolor y falta de atención dentro de sus pantalones.

El rubio y sus gemidos agudos hacen que el moreno se esfuerce más sobre el cuello ajeno, que sinceramente, quiere dejar bien marcado. Le encanta el ritmo con el que Luhan mueve su cuerpo contra el suyo, como queriendo fundirse en él, y hasta ese momento nunca creyó tan molesta una prenda de vestir sobre su cuerpo y sobre ese cuerpo frente a él tan suave y delicioso que le provocan ganas de besar; cada pequeña porción de piel que queda expuesta son de inmediato atacadas por las succiones de un descontrolado Jongin.

Y entonces, algo que le hace detenerse por un pequeño instante, le hace sonreír y aumentar su deseo que poco a poco lo carcomía sin que su sexo ya despierto y doloroso, sea atendido, es escuchar su nombre que por primera vez le resulta endemoniadamente erótico en la boca de alguien más.

El mas bajo gime su nombre, y lo hace repetidas veces, exitándolo más de lo que debería, llevándolo más allá de sus límites.

Jongin cree volverse loco ahí mismo.

Necesita tomarlo y hacerlo suyo, pero de una maldita vez antes que explote.

Luhan solo se deja hacer y disfrutar lo que tanto había estado deseando.

Notas finales:

Prometo subir el siguiente, y depende de las lectoras hacer o no solo un Two-Shot o un fic corto.

<3

https://www.facebook.com/ExoFags

jiji, una amiga y yo publicaremos nuestro fics aquí. Es una página dedicada a las KaiHan shipper c: 


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