-¡Nathaniel!- escuché la voz de sucrette por el pasillo. Estaba a punto de irme cuando gritó mi nombre.
-¿si sucrette?- le respondí mientras le ayudaba a guardar bien sus útiles. A veces la pobre es un poco descuidada y jamás se da cuenta de nada. El ajetreó de venir corriendo hacia mi causó que casi todos sus cuadernos cayeran, incluso aunque su valija estuviera cerrada con el adhesivo.
-jeje gracias nath- sonrió dulcemente, al instante sentí mi cara un poco caliente. No se si me sonroje por la tierna mueca que me dedicó o por el hecho que solo cuando intenta ser cariñosa me llama así.
Ese es el gran problema de los rubios, nos sonrojamos casi por nada y nuestra cara parece a punto de ebullición. La gente a mi alrededor se ah acostumbrado a eso, pero igualmente es un poco incomodo.
Cuando recién comienzo a hablar con algún desconocido casi siempre me suelen preguntar a los 3 minutos de la charla “¿tienes fiebre?”.
-este…. oh si, la directora te busca, creo que tiene algo que ver con castiel, ya sabes, a faltado mucho últimamente y…… no me quiso decir nada mas la vieja- Esa chica ¿Cuándo aprenderá respeto por los mayores? Pero bueno, al menos este día ya lo tenía claro…….. Si no había peleas e insultos de por medio al ir con el pelirrojo significaba que estaba grave, ¿y como no estarlo? La perra de su ex volvió y manipulo cual simple trapo fuese.
-Bien gracias su, voy ahora mismo- le agradecí y por estar tan ausente pensando en quizás que pasaría con castiel o como lo convencería de que firmara el maldito papel no noté mi grave error.
-n…no me llames su por favor- a la pobre se le cristalizaron los ojos.
El motivo de tal actitud era que recién había terminado con Viktor, y el era quien empezó a llamarle así según ella me conto.
De no ser por que conocí al dichoso moreno en el cumpleaños de sucrette jamás se me hubiera pasado por la mente decirle así.
-lo siento- agaché un poco la cabeza.
-no importa, ¡ahora vete que si no vas rápido la anciana me pone a buscar su perro, hoy lo volvió a traer al insti!- con ambas manos presiono sus mejillas, al estilo de la pintura “el grito”. Esa pequeña si que me saca sonrisas de vez en cuando incluso cuando esta depresiva la pobre. Amor juvenil, quizás jamás lo entienda.
Y ya con eso sucrette se fue, yo me dirigí hacia la directora.
Tal y como su había dicho, la ancia….. Es decir, la directora tenía a kiki en su regazo.
-¿me llamaba?- le pregunté.
-Si, Nathaniel pasa, lo que sucede es que como as sabido tu compañero castiel a faltado demasiado a clases, así que te pido de favor que vallas y hables un poco con el, el justificante queda en segunda, lo que me importa ahora es el joven ¿Qué le sucede? En verdad Nathaniel, eres de mis mejores alumnos y puedes hablar a un nivel tan maduro que incluso yo me quedo asombrada. Ayúdalo a recapacitar en lo que sea que esté haciendo- La señora se toqueteaba las manos, sabe a la perfección que castiel y yo no somos exactamente los mejores amigos…… ni se acerca a llevarnos regular.
En este tipo de momentos era cuando en mis pensamientos reinaba mi verdadero “yo” y no el monito responsable que todos quieren que sea.
Estúpida anciana, que se valla a la mierda, de entre todos me tuvo que decir a mi, ¿Cuál era el puto problema con que castiel se ausentara? Si moría mejor para mí.
Lo odiaba, lo odiaba a muerte en verdad, el y a su zorra ex novia joder.
Desde pequeños éramos el estereotipo de mejores amigos, todo cambio el día que esa puta quiso no se que mierdas hacer conmigo al restregarme todo su flácido trasero y hacer que nos viera castiel.
A pesar de que le jure y perjure que yo no tenía nada que ver le creyó a la golfa de debrah………. Me dolió, me dolió mucho.
Pero el pasado es pasado, ahora me importa un carajo castiel.
En serió me ataque de risa cuando la prostituta volvió y sucrette y rosa se las arreglaron para poner el micro y que confesara todo. Dicen que las escorias se atraen, o al menos yo suelo pensarlo cada que pienso en el pelirrojo idiota ese.
Ya fuera de mi mente le pregunte con voz serena a la directora -¿pero no habrá vuelto de clases ya castiel?- la directora me miró incrédula.
-señor nathaniel…. Aun no me entiende, Castiel NO AH VUELTO- recalcó demasiado esto ultimo.- le estaba pidiendo que fuera hasta su casa y hablara con el. La escuela le proporciona su dirección, el resto esta en sus manos-.
-lo siento pero sabe bien que entre castiel y yo no hay una relación muy serena que digamos, no puedo, simplemente no puedo-. La directora me miró con cierto aire de soberbia, o al menos así lo interprete yo.
-el valiente vive hasta que el cobarde quiere- la oí mientras me dirigía fuera de su despacho. Maldita vieja, ¿Qué va a saber ella? Que se joda, no era cobardía. Cuando solíamos ser amigos a veces peleábamos de simple juego, muchas veces mi labio se reventó por ello pero, siempre íbamos a la par, no era miedo, no puede agredirme sin que antes yo me defienda, era tristeza. La horrible tristeza que se adueñaba de mi cada que lo veía…. Yo lo apreciaba mucho, quizás mas de lo que el pudiera pensar, pero se fue a carajo todo eso. Por eso lo evitaba, era difícil para mi mantener la compostura cuando me destrozaba internamente al ver esos ojos de odio dirigidos hacía mi.
-No me alejo de castiel por eso señora, son simples motivos personales-
-Eres el delegado principal, tu deber es servirme cuando mas sea necesitado, si no lo haces créeme que hasta tu padre se enterara de todas las cosas que se han causado gracias a tu descuido y que intente callar, sin mencionar que serás bajado de tu puesto además de perder un punto en todas las materias principales y perder acceso a extracurriculares- Esa vieja si que jugaba sucio, la bastarda conocía mis puntos débiles, entre mas me doblegaba mas me sometía, pero no podía dejar de mantener mi reputación enfrente de mis padres.
-¿Dónde es la dirección?- puedo jurar que la anciana sonreía ante su victoria.