Ishida caminaba lentamente hacia su apartamento, bueno, no solo suyo.
Kurosaki Ichigo ahora vivía con él. No como compañeros de cuarto, si no como su pareja.
Había salido a comprar algo para la cena, puesto que el poco talento que tenía Ichigo para cocinar había resultado en un problema para el joven Quincy, puesto que tenía que encargarse de casi todos los quehaceres domésticos más sus mismas tareas. Eso de estar en el último año de derecho y hacerse cargo de lo demás lo tenía bastante molido. Sin mencionar que Ichigo estaba empezando su residencia en el hospital general y pasaba menos tiempo en casa. Y ni hablar de sus respectivos trabajos cuando un hollow atacaba la ciudad.
Ishida suspiró.
Había varias cosas que le molestaban de su novio pero no podía quejarse, el haber empezado una relación con él había cambiado mucho su mundo, lo había abierto de una manera desconocida pero reconfortante a la vez.
Hubiera seguido en sus pensamientos de no ser por qué sintió que alguien lo observaba desde algún punto de la obscuridad. La idea de que alguno de los tantos enemigos que se habían ganado después de su regreso de hueco mundo fuera el responsable por dicha sensación cruzó por su mente, pero la desechó de inmediato al no sentir ningún reiatsu considerable en toda el área.
Agitó su cabeza para calmarse, diciéndose que probablemente era su mente que necesitaba urgentemente descanso. Continuó con su camino, no pudo evitar abrazarse a sí mismo cuando una ráfaga de aire rozó su cuerpo. Después de todo, solo llevaba puesta una playera negra, un suéter azul con la cruz Quincy marcada en uno de los brazos y un pantalón de corte recto de color gris.
El camino de regreso se estaba haciendo enormemente largo, por más que apresurara el paso parecían faltar miles de kilómetros. Miraba con desprecio esos callejones que se veían más adelante y que siempre pasaba sin dificultad pero que ahora se veían más siniestros. La sensación de ser observado no había disminuido en lo más mínimo y ahora se le unían uno que otro ruido detrás de él. Haciéndolo sentir aún más incómodo.
Cuando pasó por la entrada de uno de los obscuros callejones escuchó pasos cerca y sin dudarlo tomó posición de defensa - ¡Quién anda ahí! – Gritó, sonando lo más duro posible y sin presentar el nerviosismo que minutos antes lo estaba dominando.
El silencio fue la única respuesta que obtuvo.
‘Vamos Uryuu, debió de ser un gato’ Se regañó mentalmente por permitir tal descontrol en sus nervios.
Dio media vuelta para seguir su camino cuando sintió una fuerte mano caer sobre su hombro, de inmediato lo jaló hacia el callejón.
-¡Qué demonios! – Aquella presencia lo estrelló contra la pared, haciéndolo tirar la bolsa que llevaba, también fue en ese momento que sintió otro par de manos.
Ishida usó sus fuerzas para intentar golpear a quienes lo sujetaban pero era un injusto ataque de dos contra uno, decidió usar su arco para librarse de ellos, ya después intentaría explicar eso pero en el momento en que iba a alzar su mano uno de los puños de su sus atacantes conectó con su estómago, haciéndolo doblarse de dolor y que todo el aire fuera sacado violentamente.
Una patada en sus piernas le hizo caer de rodillas al suelo, Ishida miró hacia arriba en un intento por ver quiénes eran pero sus rostros estaban cubiertos y no podía apreciar ningún otro rasgo más.
Sus brazos fueron forzados tras su espalda y escuchó el sonido de cinta al desprenderse.
-Mira, esto servirá – Uno de los hombres dijo mientras sujetaba algo entre sus manos.
Los ojos de Ishida se dilataron al sentir que lo que aquel hombre tenía en sus manos era su cruz, sin ella no tenía posibilidades de hacerles frente - ¡Suelta eso! – Ishida gritó mientras luchaba contra el hombre que amarraba sus manos pero era inútil.
-¿Oh si no qué me harás niño bonito? – Ishida escuchó con impotencia el cómo se burlaba aquél hombre.
-¡Alguien ayude-hmf! – Ishida se sentía avergonzado de recurrir a pedir ayuda a alguien más como si fuera alguien débil pero sin sus poderes no podía hacer mucho, sin embargo su intento se vio frustrado cuando el hombro cubrió su boca con una de sus sucias manos.
-Te crees muy listo ¿¡Eh?! –El hombre lo levantó con ayuda del otro sin quitar su mano – Pues bien, nosotros somos más – Quitó su mano pero antes de que Ishida pudiera siquiera respirar normalmente, un trapo cubrió su boca y nariz.
Ishida entró en pánico, luchaba con todas sus fuerzas para liberarse de las ataduras en sus manos pero la cinta estaba muy apretada y lo único que lograba era lastimarse. Intentaba quitar la mano del hombre o moverse para quitar el trapo pero mientras uno sujetaba el trapo y su cabeza, otro lo tomaba por sus hombros en contra de la pared para evitar su huida.
‘I-Ichigo…’ Inmediatamente pensó en él y su posible reacción cuando se enterase de aquella situación. Poco a poco sintió como la fétida droga comenzaba a actuar en su cuerpo, sus forcejeos fueron disminuyendo y su visión comenzó a hacerse borrosa.
Antes de perder completamente la conciencia el hombre quitó el trapo y lo soltó, Ishida, incapaz de mantenerse de pie cayó al suelo, luchaba por mantenerse despierto pero todo daba vueltas, escuchó voces pero no pudo saber que decían, poco después sintió como un hombre lo levantaba y lo arrojaba sobre su hombro, luchó inútilmente.
Lo que le siguió fue un golpe en contra de algo relativamente suave y el azoton de la puerta de un choche probablemente.
‘Ichigo…perdón…’ Fue lo último que Ishida pensó antes de no poder mantenerse más.
~O~
-¡Hey! Kurosaki-kun ¿No vendrás con nosotros? – Orihime lo llamó cuando vio que el guardaba sus cosas en una pequeña bolsa.
-No gracias Inoue. Le prometí a Ishida que volvería lo más rápido que pudiera hoy – Ichigo terminó de guardar sus cosas. Ichigo ahora lucía un poco más adulto, vestía todo de blanco, como típico doctor, se colgó la mochila y volteó hacia ella.
-Está bien, Kurosaki-kun pero un día de estos me encantaría dar una vuelto todos juntos, como antes – Orihime sonrió con melancolía – Después de todo, Tatsuki-chan está en el campeonato de Karate, Ishida-kun está en el último año de derecho, Sado-kun estudia administración y solo tú y yo escogimos la medicina – Volvió a sonreír – Perdona por retenerte, no quiero que Ishida-kun se enoje contigo ¡Nos vemos! – Dijo sacudiendo su mano y corriendo tras otros compañeros.
Ichigo sonrió mientras caminaba a la salida. Muchas cosas habían cambiado y la más significante había sido entre él e Ishida ¿Quién diría que acabaría con ese estúpido Quincy orgulloso?
Caminó hasta llegar a la esquina donde podía apreciar el departamento, se encontraba apagado totalmente ‘Demonios’ Ichigo checó su reloj y vio que iba con 2 horas de retraso de lo que había prometido.
-Hey, Uryuu, lo siento, se me hizo tarde, ya sabes las calles distraen – Dijo mientras entraba en el obscuro departamento - ¿Uryuu? – Volvió a llamar cuando no obtuvo respuesta, encendió las luces del comedor.
-Vamos, no te enojes – Ichigo dejó su bolsa sobre el sofá – Sé que no puedes estar dormido, después de todo, siempre me esperas como yo lo hago cuando no estás – Abrió la puerta del dormitorio, encontrándose con la obscuridad, encendió la luz y vio el cuarto vacío.
-¿Uryuu? – El tono de preocupación en su voz fue notorio esta vez – Basta de bromas, sal de una vez – Caminó hacia el pequeño baño que había al lado derecho - ¡Uryuu! – Abrió la puerta encontrándolo de igual manera vacío.
Una horrible sensación comenzó a formarse en su pecho, sintió una ola de desesperación golpearlo, rápidamente sacó su celular y marcó el número de él “Deja tu mensaje después del tono” Ichigo colgó enojado y salió de la habitación. Tomo sus llaves y salió del departamento, marcando una y otra vez el número telefónico.
Corrió hasta la tienda donde usualmente compraban su despensa.
-¡Buenas noches, Ichigo! – La encargada, una señora de mediana edad lo saludo alegremente.
-Señora ¿Ha visto a Uryuu? – Ichigo no respondió el saludo.
-Sí, vino hace unas horas a comprar algo para la cena pero se fue ya – Sintió miedo - ¿Pasa algo hijo?
-No lo sé, acabo de llegar y él no está – Ichigo volvió a marcar el número, recibiendo la misma contestación, se llevó ambas manos a la cabeza desesperado, sin saber qué hacer.
-Busca por esta calle, seguramente se atrasó con algo o algo parecido – La señora también se sentía preocupada pero intentaba mantenerse tranquila para apoyar a Ichigo.
-Adiós – Ichigo salió por la puerta y empezó a correr por la calle - ¡Uryuu! – gritó con desesperación.
-No puede ser – Se detuvo de golpe cuando vio una bolsa de la tiendo dónde él venía tirada por el suelo y algunos de los productos regados en el piso.
Se levantó de golpe, sintiendo más miedo que nunca y decidió volver al departamento, por si recibía algo o si Ishida aparecía de nuevo.
Caminó hacia la puerta pero algo su caja de buzón llamó su atención, estaba entreabierta y algo parecía sobresalir de ella. Sin vacilar caminó hacia ella y la abrió, extrayendo un paquete ajustado, tenía una sola etiqueta que marcaba “Kurosaki Ichigo” Miró a todos lados en busca del posible remitente pero todo estaba vació. Cerró la caja de correo y corrió al departamento. Una vez dentro se sentó en el sillón y comenzó a abrirá la pequeña caja. Soltó un suspiro de horror.
Con la mano más temblorosa que nunca Ichigo sacó la pequeña cruz Quincy que Ishida siempre llevaba en su muñeca, era malo, sin eso Ishida era bastante indefenso, rápidamente miró a la caja en busca de algo más.
“Sabemos que Ishida Uryuu es hijo del propietario del hospital general, Ishida Ryuuken. Tú Kurosaki Ichigo deberás seguir nuestras instrucciones al pie de la letra si es que quieres ver de nuevo a tu queridito amor”
Ichigo no supo que hacer, se quedó mirando la carta, leyéndola una y otra vez sin poder dar crédito a lo que sus ojos veían, tenía que ser una completa pesadilla. No podía creerlo, Ishida, la persona más importante en su vida, su Ishida ¿Secuestrado?
Sintió como las lágrimas comenzaban a fluir por sus mejillas mientras veía la carta y la cruz.
‘Ishida… Te encontraré… lo juro… haré lo que sea por traerte de vuelta’
Continuará…