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Invisible por YumeRyusaki

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Notas del fanfic:

Hola. Este es el primer shot que subo para el DIK, es una cosa muy bobita, aun así espero que les guste **. Ah, por estos días algunas personas estarán publicando también para el DIK, hay que darse el tiempo y leerlas. Aseguro que el trabajo de mis soldados si es de calidad ;)

Notas del capitulo:

“Relájate y disfrútalo.” La fortuna que a mí me sale en las galletas es un poco… curiosa xD. Ya tiene bastante que quería utilizar esto… y por fin vi mi oportunidad. Aunque yo pensaba hacer un amor-odio, cuando vi un doujin que lo usaba de la manera más dulce, pensé que tal vez era mejor usar la misma técnica(¿)

 

Invisible
Yume Ryusaki


 <<—Escuché que ayer fue el cumpleaños de Ruki-kun. Aunque es un poco tarde, feliz cumpleaños. Para la próxima, vayamos a comer a algún lado.

—respondió avergonzado—, gracias.

Yo…—giró entre sus dedos las baquetas—, perdón por no tener un regalo para ti.

—¿Eh? No, está bien. El próximo año será.

Por supuesto—respondió con energía, y una sonrisa casi infantil iluminó su rostro. Ruki se vio obligado a esquivarle, no estaba acostumbrado a una sonrisa tan sincera.

¿Eso significa que Kai-kun ha decidido quedarse en la banda?

—Fue su turno de sonreír—. Juntos, creo que podremos hacer algo grande.

Lo reconocía. Cuando Yune, cansado de trabajar cada día sin resultado había decidido retirarse, fue el momento en que él también se planteo abandonar; tal vez, había pensado, era una señal: la música no era su destino. Tal vez, ni siquiera tenía talento. En ese momento en que pensaba acabar con todo, el verdadero destino le saludó del otro lado de la línea telefónica. Con la boca seca, y el corazón latiendo desesperadamente en su cavidad torácica, propuso esperanzado: “… nuestra posición de batería está vacía. Si no te importa, ¿quieres unirte a nuestra banda?"  Pudo escuchar un suspiro ahogado y después una eufórica respuesta afirmativa, regresándole color a su vida.

Ahora, viendo el entusiasmo y la pasión con la que Kai tocaba la batería, sacando melodías que él nunca pudo conseguir, se daba cuenta que solo había estado golpeando en bruto los tambores. Diferente a Kai que parecía disfrutar, él solo había tocado porque esa posición en la banda le había tocado por casualidad, habría pasado lo mismo si le tocaba la guitarra o el bajo. En realidad la batería era el instrumento que menos le gustaba; pero Kai sabía producir sonidos que podían estar en la mente de otros por mucho rato. Lo admiraba.

Bienvenido a la banda, Kai—Tendió la mano y Kai se apresuró a estrecharla, sonriendo.

Nada podía ir peor y necesitaban escalar; a partir de ese momento, decidió, no iba a pensar nuevamente en abandonar su sueño.

—¿Ruki-kun, te gustaría comer conmigo?

—¿Eh?

—Para festejar.

Oh. Ruki se convenció de que esa invitación no le había emocionado.

 

Un rato después se detenían frente a un establecimiento callejero de comida. Ruki volteó a ver a Kai cuando este no se animó a sentarse en los banquillos; se dio cuenta entonces que las orejas del batero estaban rojas, no fue necesario que dijera algo, supo de inmediato que Kai estaba avergonzado por haberlo llevado a un lugar así. Pero Ruki recordó que esa tarde a él le tocaba cenar una condimentada sopa instantánea, que ni siquiera tenía el dinero suficiente para comprar un bento en una tienda de conveniencia. Kai no debía avergonzarse de llevarlo a comer a ese lugar cuando le estaba dando la oportunidad de guardar los fideos instantáneos para otro día. Era una tragicomedia, pero si seguía así, iba a morir de hambre.

—¿Puedo pedir todo lo que quiera, verdad? —Kai se removió inquieto—. ¿Ya te arrepentiste?

—No es eso. Es solo que…

Kai-kun, en realidad me estoy aprovechando de tu amabilidad—Suspiró al confesar mientras sus mejillas se coloreaban levemente. Yo he gastado mis ahorros…

—¿Udon o ramen? —Kai interrumpió. Se conocían poco, pero leer los gestos de Ruki le resultaba sumamente fácil,  se dio cuenta que la confesión le había resultado bochornosa.

Había dejado su trabajo de medio tiempo y no contaba con mucho efectivo, pero tampoco pasaba por las carencias que sus, ahora, compañeros. Una banda joven y sin patrocinadores, el peso que pronto compartiría no era ligero, pero tampoco imposible de llevar; después de todo, aún eran jóvenes y fuertes, y él quería vivir de lo que amaba hacer: tocar, expresarse por medio de la batería, hacer música, y el aliciente más importante para escalar estaba a su lado.

Algo suave, como el calor emitido por un cerillo, golpeó su estomago.

Era así, realmente la estaban pasando mal. En el momento que el cocinero le pasaba a Ruki un cuenco de udon y este lo recibía como si se tratara de un pedacito de cielo, se propuso trabajar arduamente para repetir la invitación y ofrecerle a Ruki algo mejor.

Antes de darse cuenta, Ruki y la banda se convirtieron en prioridad. >>

 

*** *** ***

Kai no supo si realmente había conseguido su objetivo. Eran una de las bandas niponas más famosas, habían conseguido llegar con su música a países que ni siquiera sabía que existían. Y sí, ahora podía llevar a Ruki a los restauran más lujosos y caros que antes solo podía soñar. El paladar de Ruki se había vuelto un tanto exigente; sin embargo, una vez cada año, Ruki se disfrazaba lo mejor que podía y lo arrastraba para comer en aquel yatai bajo el puente de Shibuya, donde después de la quinta visita, el dueño de aquel puesto callejero de comida ya los esperaba con un tradicional plato de udon para cada uno.

No es que importara, pero sentía curiosidad por saber si el cocinero los había reconocido. Hubo una ocasión en que la radio estaba encendida a un volumen bajo, y una canción de the GazettE  empezó a sonar, el propietario se detuvo un momento, “es un buen sonido” murmuró y reanudó su tarea. Ruki sonrió orgulloso y siguió comiendo con tranquilidad como si el asunto no fuera de su incumbencia.  

Kai sonrió al recordar, y dio el último sorbo a la caliente sopa; no podía quejarse, disfrutaba de esos momentos blancos junto a Ruki.

—¿Nos vamos? —Ruki pestañeo y asintió con pereza. Era normal que después de comer se sintiera adormilado, pero ese día, especialmente ese día, estaba muerto del cansancio. La gira que se avecinaba lo tenía al borde del colapso, aun así, Ruki había insistido en cenar en el yatai. Una de las cosas que más amaba, y detestaba por igual, era la terquedad de Ruki.

—¿Somos los últimos clientes?

—Así parece ser —respondió el dueño, recibiendo el efectivo. Mientras el hombre se daba la vuelta para traer el cambio, Kai tomó una galleta de la fortuna de una cerámica en la esquina de la barra-mesa. Ruki rodó los ojos, y como a un niño, le pidió que se comportara.

—Pero si están ahí  es para que los clientes las tomen —se defendió.

—Oh, no lo haga. Tome una usted también —ofreció el dueño en el segundo en que Ruki le quitaba la galleta para regresarla a la charola. El baterista agradeció con una sonrisa y recuperó su galleta.

—Gracias.

 

*

—Dejémoslo aquí —susurró, haciendo sus pasos cada vez más cortos —. Terminemos.

Kai tragó sin terminar de masticar la galleta, se golpeó el pecho, tratando que le saliera la voz.

—¿Qué? ¿Por qué? —Ruki se detuvo—. ¿Estás de mal humor por la galleta? Puedo regresarla… pero, ya me la comí. ¿Quieres que regrese a pagarla?

—Yutaka —Ruki no le miraba—, ¿tú no crees en la fortuna ni nada de esas cosas, verdad? Yo tampoco. —Al terminar de hablar, Kai reparó en las manos del vocalista. Una sostenía la galleta triturada y la otra un pedazo de papel: su fortuna. Metió la mano a la bolsa de su chamarra y leyó la suya.

—“Recibirás una lluvia de bendiciones con tan solo pedirlo; atrévete.” —Leyó en voz baja, captando la atención de Ruki—. No crees en la fortuna pero estás diciendo que terminemos solo porque no te gustó lo que te ha salido. Si tanto te molesta entonces podemos combinar nuestros resultados. Si tomas mi suerte y tu suerte, creo que no nos puede ir tan mal.

Pensó que era una buena idea, sin embargo, Ruki le fulminó con la mirada y luego suspiró con cansancio.

—Entonces alguien que no soy yo te está esperando —Kai se masajeó el cuello sin entender. Sin contar a la banda, su madre y sus dos sobrinos, no había nadie aparte de Ruki que esperara por él, bastante evidente. Supuso entonces que se trataba de la fortuna que al vocalista le había tocado, cuando Ruki leyó, lo confirmó—: “El amor apasionado te está esperando para colmar tu vida. Pon atención a tu alrededor.” ¿Cómo piensas dividir eso?

—¿Eh?

—Tú dijiste que combináramos nuestra fortuna, eso significa que alguien te está esperando. ¡Eres tan despreocupado! ¿Qué pasa si…? —Torció la boca y siguió caminando. Kai sonrió. Quizá un poco, solo un poco, Ruki estaba celoso de que alguien le estuviera esperando. Apresuró el paso y tomó su mano—. Terminemos.

—Taka—pronunció con paciencia. Ruki se deshizo del agarre.

—Solo de esa manera podemos conocer otra vez y salir de nuevo —Sonrió. Ese método para cancelar la fortuna era un poco… curioso, Kai no encontró otro adjetivo más adecuado, tampoco es que tuviera interés en algo que no fuera Ruki. Estaba ligeramente sorprendido por lo ocurrido, Takanori no creía en la fortuna, sin embargo, si existía una posibilidad, aunque fuera remota de que se iban a separar, quería cancelarla. Ya no era un cerillo, era como una lluvia de fuegos artificiales ardiendo en su estomago.

Borró la sonrisa, y su cuerpo se puso rígido al proponer:

—Takanori —Ruki tuvo el impulso de retroceder al notar la seriedad del baterista—, cásate conmigo.

—¿Qué…? —Soltó una risita nerviosa tratando de controlar el calor que se extendía desde sus mejillas hasta sus orejas; cambió el peso de su cuerpo de un pie a otro y sacudió una mano frente a él como si estuviera asustando un moscardón, la seriedad de Kai le aturdía, el ceño fruncido esperando respuesta—. Idiota, ni siquiera estamos saliendo— tartamudeó, riñéndose mentalmente por la tontería.

—Entonces… —Kai tomó su mano—. ¡Por favor, sal conmigo una vez más!

—Has perdido tu oportunidad de conocer a esa otra persona…

—La única persona para mí, es Ruki.

—Vamos a casa —propuso.

Cada que Ruki se refería a “casa” se trataba del piso de Kai, y no del departamento que raramente ocupaba. Kai sonrió al notar el detalle.

 

*

Ruki despertó y lo primero que escuchó fue a Koron ladrar ansioso; consultó la hora, era un poco, demasiado, tarde. Koron se calmó al poco, supuso que Kai ya le había servido su comida, entonces lo escuchó:

—¿Debería ir a la casa de tus abuelos? Pero no creo que Takanori esté de acuerdo… Koron-chan, ¿nos das tu bendición?

—¡Tú! —Kai dejó de acariciar la cabecita del can y volteó sonriente—. ¿Deja de decirle cosas extrañas?

—No son cosas extrañas—se defendió—, le estaba pidiendo tu mano.

—¿Sigues con eso? —A Ruki la risita nerviosa le regresó—. Bueno, y porque a Koron. ¿Es porque mis padres te echarían a patadas si les preguntas?

—Un poco de eso, pero lo más importante: tú no permitirías que yo lo hiciera.

—Por supuesto que no; no soy una mujer—Kai guardó silencio, masajeándose la nuca.

—Ya…—suspiró—. Buen día, por cierto— Dejó un beso rápido en los labios del vocalista y se regresó a la cocina a servir el desayuno.

—Idiota—susurró. Había esperado que Kai insistiera un poco más, pero en el resto del día no volvieron a tocar el tema.

 

*

—Cuando empezamos con la banda no teníamos nada más que sueños y hambre—Aoi y Reita dejaron de pelear la posesión de la última salchicha y levantaron la cabeza, Ruki sonaba como un viejo borracho, pero el solo había tomado té de sakura—, ¿lo recuerdan?

—Tampoco había sake—dijo Uruha con un tono lastimero—, fueron días muy tristes.

—Pero incluso ahora, vivir de la música es difícil—reflexionó Aoi—. Bueno, mientras haya comida, estamos bien—Sonrió. Reita no dijo  nada cuando Aoi engulló de aquí y allá, intercambió una mirada con Uruha. Sí, Ruki estaba melancólico, quizá triste. Tal vez, pensó, le estaba pasando lo de Aoi y tenía una crisis por su reciente cumpleaños. Entre risitas y burlas lo flanquearon, Ruki sonrió al tener a sus amigos al lado y como estos a su infantil manera trataban de animarlo. No se dio cuenta hasta entonces que su apatía normal se había disparado hasta las nubes; movió la cabeza y tarareó viejas canciones que Aoi aplaudía y en su embriaguez, Uruha deletreaba mal.

—Lo estás haciendo mal, Shima—exclamó el bajista, pero sin poder señalar donde estaba el error, por lo que rompió a reír y siguió coreando.

Kai, a un lado del guitarrista mayor, comía y bebía con tranquilidad sin hacer ruido, para ese momento, ellos habían olvidado que también estaba ahí. Tampoco parecía interesado en tener la atención de sus compañeros.

 

*

—No estamos en América —dijo Ruki de pronto, llamando la atención de Kai—, nosotros no podemos casarnos.

—Sí—respondió, pero no dijo más. Ruki estuvo tentado a soltar una maldición.

—Yutaka—murmuró entre dientes, quiso explicar que no se trataba de un “no quiero”, más bien era un penoso “no se puede”, pero las palabras quedaron atoradas en su garganta. Kai se arrastró hasta él y le acorraló entre sus brazos y la pared, mirándole con una fría sonrisa. De pronto pareció reparar en algo trascendental.

—Es tarde—dijo, liberándole con un gesto perezoso. Una mano se posó en su estomago mientras la expresión “estoy en problemas” adornó su rostro—. Necesito una ducha.

Se giró; Ruki le siguió con la mirada mientras su corazón latía desbocado en su pecho. Kai iba en serio.

 

*

El estornudo provocó que el lápiz se le escapara de la mano, entrecerró los ojos y se agachó para recogerlo. Al enderezarse nuevamente, Kai estaba frente a él, parpadeó y dejó que el batero comprobara su temperatura. En una situación normal se habría animado a bromear: “¿Estoy grave, sensei?” Pero Kai venía comportándose de manera extraña en las últimas horas. Guardó silencio esperando el diagnostico.

—Prepararé algo. Recuéstate…

 

Abrió los ojos. Kai no estaba, pero junto a la mesita de noche estaba un té de jengibre aun tibio. Lo bebió haciendo muecas al degustar el picor característico de la raíz. Se levantó para dejar la vajilla en el lavabo y comprobar que, efectivamente, Kai no estaba en casa.

Con el naciente dolor de cabeza se regresó a su habitación para continuar con el diseño de los goods.

Kai regresó dos horas más tarde, cuando después de rehacer y desechar bocetos, había terminado  por abandonar su tarea. La papelera, además, estaba llena.

—Ven a comer—Kai salió tan pronto como se asomó a la habitación.

—Me duele la cabeza —Ruki se hizo pequeñito cuando recibió un beso en la frente, sin duda el mejor método que conocía para espantar una terrible jaqueca—. Me duele mucho, mucho la cabeza.

Kai sonrió.

—¿También tienes frío? —asintió. Kai se inclinó para besarle en los labios mientras lo envolvía con sus brazos—. Parece que en serio te has refriado.

—Pero también tengo hambre—dijo, separándose para olisquear la comida que Kai había llevado—. Udon—se animó a adivinar.

 

*

—Creo recordar la voz de mi madre cantando una nana para mí. —Koron gruño complacido y se estiró en su almohadón y volvió a dormirse. Kai levantó la  mirada del portátil y esperó el motivo de aquel comentario—. Debes recordar, cuando iniciamos con la banda no teníamos mucho… pero, Kai ¿no te parece que las mejores cosas de la vida son invisibles?

—¿Por ejemplo?

—Los sentimientos y los sueños no los ves pero están ahí; son invisibles—dijo con aires de filósofo incomprendido—. Yo no recuerdo la canción de mamá, pero recuerdo el sentimiento de sentirme amado por ella. Los problemas que tuvimos con la banda, los que incluso ahora tenemos. ¿Pero, por qué continuamos? Es porque tenemos sueños, aspiraciones, ¿verdad? —Kai asintió levemente, pensativo. Ruki continuó—: todo es invisible; los sentimientos, los sueños, los problemas, incluso el sabor del udon que comemos cada año en ese yataí, no se pueden ver, pero existen, están ahí.

Kai se acomodó un mechón de pelo tras la oreja, sopesando el monologo filosófico de Ruki. Finalmente, se animó a preguntar:

—¿Este es el argumento del próximo tema?

—Puede ser—rió con suavidad—. ¿Te gusta? —Kai se alzó de hombros y asintió.

—Suena a algo que Ruki haría.

Los labios del vocalista estaban curvados en una sonrisa victoriosa, al parecer satisfecho por tener la aprobación del líder, ahora iba por la aprobación de su pareja.

—Oye, Yutaka—Justo como cuando Kai le dijo que se casaran, su cuerpo también se tensó al decir—: Aquí están mis sentimientos—Ofreció algo invisible entre sus dedos índice y pulgar.

—No puedo ver nada—rio divertido, pero extendió su mano para recibir la ofrenda incorpórea.

—Tal vez no, —dijo, pidiendo la mano izquierda. Curioso, Kai obedeció— pero están aquí —Y deslizó sus sentimientos por el dedo anular del baterista. No necesitaban ir a América.

Kai parpadeó. Imposible, pensó, y buscó algún otro significado a las palabras y actuar de Ruki. Observó su mano callosa y al levantar la mirada supo que no se había equivocado, había entendido lo que debía entender. La lluvia de fuegos artificiales en su estomago explotó…

—Un incendio —murmuró e imitó las acciones del vocalista y finalizó con una sentencia que calentó las mejillas y orejas de Ruki—. Hasta que la muerte nos separe.

—Ni que quisiera pasar tanto tiempo contigo —gruño, pero selló con sus labios el dictamen—. Después de todo llevas parte de razón…

Recibirás una lluvia de bendiciones con tan solo pedirlo; atrévete.” Kai sonrió, su fortuna se había cumplido. Más que un matrimonio que no era sinónimo de felicidad, había conseguido que todos los días se renovara la promesa de estar juntos.

 

>>No está bien si no te puedes quemar con el calor. *

 

 

Notas finales:

* “No está bien si no te puedes quemar con el calor.” Reciclando frases. Lo utilicé en Entre tus colmillos, pero creo que aquí quedaba mejor.

“Cuando te resfrías, se siente como si vas a ponerte mejor cuando comes udon, ¿no?” Eso lo tuiteo Ruki el 10, ya había escrito que ese par festejaban su aniversario con udon, así que cuando leí pensé que no podía ser otra cosa más que el destino (¿) xD.

Y eso ha sido todo. Hmm… espero publicar nuevamente el 15, un kaiha de miel sobre miel. No tengo kaiha así de dulce, así que ando con el antojo.

Nos leemos. Gracias.


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