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Kim Minah por WhiteKnight

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Notas del capitulo:

Hola a todos, he vuelto después de meses de ausencia. Muchas cosas han pasado en mi vida, que no tendría caso contarles. Pero estoy de vuelta. 

Ésta es una breve historia, serán 4 capítulos. Es un YuMin (Yura x MinAh de Girl's Day).

Lo siguiente que continuaré será "The Kwons". 

Saludos a todos. 

Y si se dieron cuenta, me eliminaron la cuenta de facebook, ahora pueden encontrarme aquí:

https://www.facebook.com/profile.php?id=100004101100872&fref=ts

Creyó haber escuchado mal. Sí, probablemente los oídos le fallaban al recibir las ondas que viajaban en el aire o su cerebro no procesaba adecuadamente la información. Podría atribuirlo al viaje en jet desde América hasta Seúl. – ¿Cómo dijo? ¿Seguro que está leyendo el testamento de mi padre?–cuestionó con la acostumbrada frialdad que le caracterizaba, con un toque de superioridad que no podía evitar y, en un elevando tono de voz impropio de su educación, propiciado por la tontería que había dicho el abogado sentado frente a ella.

El pobre hombre intentó, sin mucho éxito, suprimir un escalofrío ante la acusadora castaña, quien parecía tan molesta y concentrada en el anciano caballero que podía derretirlo como el fuego al hierro con esa mirada llena de una furia abrasadora. Recuperando su voz, respondió a la menor–Por supuesto que estoy leyendo el testamento de su padre, el difunto Kim Junsu, señorita Kim, quien tuvo a bien dividir todos sus bienes entre usted y la señorita Bang–la sola mención del apellido de la pelinegra sentada al lado del varón provocó un ceño fruncido en el bello rostro de Kim Yura. –Como dije, el testamento fue dictado en pleno uso de las facultades mentales de su señor padre y fue redactado dos años antes de su penosa muerte.

–Esté seguro que recibirá respuesta por parte de mis abogados y su presencia ya no es requerida–determinó impulsivamente la castaña, poniéndose de pie para caminar con paso rápido entre las grandes puertas de roble que eran abiertas por los sirvientes.

Una rubia que había guardado silencio en todo momento durante la lectura del testamento, salió al encuentro de su sobrina, no sin antes dirigirle una mirada de desprecio a la apenada pelinegra que se sentía culpable de lo sucedido.

 

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Yura sentía una enojo desmedido creciendo en su interior. Había entendido desde hace más de 10 años que su padre nunca la quiso, pero esto, esto había sido demasiado… Despojarla de lo que era suyo y dárselo a esa zorra con rostro de inocente ángel y alma de demonio… Sin duda, era algo que no podía permitir. –Incluso en la tumba te burlas de mí, maldito viejo–el odio cargaba cada una de sus sílabas y la fotografía de su padre se arrugaba en sus manos, que formaban puños antes de arrojar al suelo el resto de portarretratos del hombre que había fallecido hace una semana.

–Mi querida Yura, de nada sirve que destroces las imágenes de mi hermano–la hermosísima rubia, Kim Gina, caminaba con sus elegantes Louboutin sobre los restos, reduciendo el tamaño de los vidrios al romperlos más–Si a quien debemos destruir es a Minah–con la sensualidad que siempre le había caracterizado, se desplazó hasta la barra de caoba donde estaban varias botellas de alcohol y fina cristalería. Preparó un trago para tranquilizar a su sobrina–Sé que estás molesta, pero debemos pensar con la cabeza fría, mi amor–sonrió al observar a la menor en el elegante sillón victoriano que solamente usaba el jefe de la familia Kim, quien ahora era su adorada Yura. Mordiéndose el labio inferior, tomó asiento en el regazo con tanta familiaridad, debido a que muchas veces habían estado así. No había límites entre tía y sobrina. La castaña envolvió su cintura posesivamente, en un reflejo, ya que su mente divagaba en todas las posibilidades para solucionar su problema–Somos las dos últimas integrantes de esta familia, Yura, una familia que desde sus inicios se ha sobrepuesto sobre sus adversarios. Esa niña no es rival para nosotras y se lo demostraremos con toda nuestra fuerza–pronunció contra la tersa piel del cuello de su sobrina, para después repartir besos suaves.

La joven Kim tomó el vaso de entre las manos de su tía, llevándolo a sus labios para disfrutar de un buen trago que sosegara su mente perturbada. El alcohol deslizándose ardientemente por su garganta servía como una terapia, aclarándole los pensamientos. Su tía Gina tenía toda la razón, no se rendiría, presentaría batalla y se coronaría como la única heredera de su padre. No permitiría que Minah tuviese el 50% de las acciones del emporio familiar y tampoco le dejaría vivir en su mansión, aquélla que fue construida por el tatarabuelo Kim, quien estableció que solo los que tuvieran sangre Kim o fuesen madres de un Kim podrían ocuparla…. Minah no era ni lo uno ni lo otro, y su lugar estaba muy lejos de sus vidas.

 

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Tras disculparse por el comportamiento nada cortés de Yura y despedir al abogado de confianza del difunto presidente Kim, la pelinegra se retiró a su habitación con pesar, con una sensación de intranquilidad en el estómago. Todo había cambiado en su vida, ya no tendría a su lado a su principal benefactor y protector, había perdido a quien fue como un padre para ella… Otra vez estaba sola en el mundo y, aunque Kim Junsu le brindó la mejor educación y todo su cariño, no la preparó para la tormenta que desencadenaría su decisión de no nombrar a su única hija como heredera universal. En lugar de ello, el hombre eligió dos beneficiaras… Comprendía el enojo de la castaña. ¿Cómo una recogida se quedaba con la mitad de las acciones y la cuarta parte de la residencia de los Kim?Lamentablemente, no podía renunciar, ceder o vender lo que le había sido heredado, el testamento lo estipulaba claramente: tendría que aceptar todo. Pero, ¿cómo vivir junto a dos mujeres que la odiaban cada segundo más que el anterior? ¿Cómo hacer frente estoicamente a la fría Kim Yura, quien ni siquiera se había tomado la molestia de asistir al funeral de su padre y solamente regresó un par de horas antes de la lectura del testamento, aunque se le había informado desde el momento del infarto que acabó con Junsu? Y además estaba Gina, aquella mujer que le demostró su asco y desprecio desde que ella llegó a sus vidas bajo la protección del difunto.

–Sabe que jamás le reprocharía nada, papá Junsu–aseguró al cuadro que tenía en las manos, una de las últimas fotografías de los dos. El varón se mostraba tan orgulloso y contento de Minah, quien acababa de graduarse de sus estudios universitarios a sus escasos veinte años. –Pero no estoy lista para enfrentarme a su hermana o a su hija. Sólo soy un estorbo para ellas… Siempre seré la recogida…–se le quebró la voz y rompió en llanto. Una semana tenía llorando por el hombre y aun le lloraría muchas más. Intentaba no recordar su pasado pero le era imposible evitarlo… Gina y Yura harían de su vida un infierno…

 

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La castaña despertó cuando los rayos de luz que se colaban por los ventanales de su habitación eran intensos. Recordó que no estaba en América y que el día anterior había vuelto a su natal Corea del Sur, su vida cambió de la manera en que llevaba años esperando. Retiró el brazo que estaba afianzado en la cintura de una rubia que aun dormía plácidamente, tan agotada estaba de las actividades de la noche anterior que ni los besos que le daban en la espalda la traían de vuelta del mundo de Morfeo.

Yura sonrió ampliamente y cubrió a la mayor con las sábanas de seda antes de bajar de la cama y dirigirse al baño para asearse. Tendría que ver a la odiosa recogida durante el desayuno y sacaría provecho de ello, no perdería oportunidad alguna de demostrarle quien mandaba ahora.

 

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Cuando bajó del ala oeste de la casa, el lugar donde desde su infancia había estado su habitación, y se dirigió al comedor, se sorprendió al encontrarse con la presencia de Yura. Imaginó que se levantaría más tarde debido al cansancio del viaje. Armándose de valor, caminó hasta la mayor–Buen día, Yura–saludó de manera educada, sentándose una vez que el mayordomo había jalado una silla para ella.

La castaña ignoró por completo el saludo de la pelinegra, dedicándose a beber de su taza de café y analizando el balance de su empresa, de la cual tomaría posesión como nueva presidenta, en los informes que le habían enviado electrónicamente.

La menor bajó el rostro avergonzada y se dispuso a picar, con el tenedor, la fruta en el plato de porcelana frente a ella, recordándose que no debía dejarse intimidar tan fácilmente por la contraria, aunque su presencia de hierro y la repulsión que manifestaba eran impactantes para su calmada persona.

– ¿Dónde están los restos de mi padre?–cuestionó la castaña tras varios minutos, tras abandonar la lectura.

A Minah se le iluminó el rostro y sonrió, sabía que Yura no podía ser tan negligente con su propio progenitor. –Las cenizas de papá Junsu est–

–No vuelvas a llamarlo así. Nunca fue tu padre. Y no vuelvas a sentarte en la otra cabecera, ese lugar era de mi madre–sentenció la contraria con la frialdad de plomo en los ojos que tan bien la caracterizaba–No es para que lo ocupe una “adoptada” como tú-Minah sabía bien que la palabra que quería emplear la mayor era “recogida”.

–No lo volveré a hacer–accedió de inmediato, con las mejillas sonrojadas a causa del modo en que era tratada. –Y si quieres visitar a tu padre, sus cenizas están junto a las tu madre–respondió a aquella pregunta que se la había hecho y no volvió a abrir la boca en presencia de Yura, quien parecía no tener prisa en acabar su desayuno.

Cuando la menor hizo un ademán de levantarse de la silla, la voz llena de fingida curiosidad inundó la habitación, y se acercaba a ella conforme la contraria caminaba a su encuentro, para confrontarla. –Me pregunto qué fue lo que vio mi padre en ti para haberte tomado bajo su protección–lo que en verdad quería preguntar la castaña era “¿Por qué tratarte a ti como a una hija teniéndome a mí?”, pero su orgullo no le permitiría pronunciarlo jamás, menos delante de la recogida. –Acaso eras su proyecto de caridad o, mejor aún, la putita que abría las piernas para él y lo calentaba por las noches-sugirió con burla, desdén y cinismo cuando estaban frente a frente.

Minah podría soportar que la tratase mal, que se burlase de ella, como lo había hecho casi toda su vida; pero jamás permitiría que le faltara al respeto a aquel hombre que fue su salvador y el más amoroso padre en la faz de la Tierra. No dejaría que Yura pusiese en duda su honor– ¡No hables así de él, no tienes derecho!–reclamó con un grito, lanzando su diestra impulsivamente contra la perfecta mejilla de Yura.

–No intentes pegarme otra vez–amenazó la mayor, capturando la muñeca a tiempo, impidiendo que la bofetada llegase a su rostro. –Sería lo último que hicieras, Bang Minah. Ya no eres intocable y ahora estás en mi casa, a mi merced –su mirar se perdió en el de la castaña, provocándole un temblor que la recorrió de la cabeza a los pies. Aunque el forcejeo no duró demasiado, debido a que la Kim menor se marchó de inmediato, hecha una furia enjaulada.

Yura estaba en lo cierto, era vulnerable a su odio y a su arrebatador encanto, porque sería injusto negar que desde que la vio cruzar el umbral de la residencia Kim, su corazón se había acelerado, como nunca antes, en presencia de la mayor. La castaña era fuerte, hermosa, apasionada e inteligente; pero fría, vengativa, rencorosa.

Comprendía muy bien que era detestada por la primera mujer que le había despertado el deseo de amar y ser amada… Sabía a la que perfección que ni en sus mejores sueños estarían juntas. 

Notas finales:

Espero que tengan dudas sobre el porqué Junsu "adoptó" a Minah y porque Yura la odia tanto. El pasado será aclarado en el siguiente capítulo.

Espero sus reviews c: 
Gracias. 


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