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Moreno por Destroy_Rei

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Notas del fanfic:

Dedicado a Amalia, porque me pidió un fanfic, pero ojo, que le tengo otro que va más con lo que me pidió xdd eso si, no sé cuando estará listo ;;;;; perdón!

La primera vez que Kibum vio a Minho, lo odió. Era un chico flaco, de ojos enormes, moreno, vestía ropa de segunda mano y sonreía a sus padres, mirando todo maravillado. El padre de Kibum, el señor Kim, comentó sonriente lo grande que estaba el chico, y su esposa lo elogió por la belleza de sus ojos. Para el hijo único de la familia, ese chiquillo moreno era un niño pobre por el que todos sentían pena.

 

-       no me quiero sentar con él a la mesa – susurró en el oído de su madre, completamente escandalizado de tener que compartir con el pobre

-       Kibum, ¿Qué cosas estas diciendo? Ve y siéntate, nos seas malcriado – exclamó ella molesta ante el atrevimiento de su hijo

 

Minho no olía a nada en especial y apenas le había hablado, pero Kibum sentía que estaba casi contrayendo piojos al sentarse con él. El chico no tenía modales, comía apresurado, pedía más, era una jodida máquina de comer. El menor de los Kim se sentía asqueado, enojado, no entendía por qué sus papás hacían caridad permitiéndole sentarse con ellos, ¿No podían simplemente darle un plato y mandarlo a la mesa de la cocina? ¿O entregarle un par de billetes para que consiguiera su propia cena? Pero lo que más odiaba, era que ese maldito moreno tuviera toda la atención de Minjung, la criada de la casa. Minjung era más madre de Kibum que su madre biológica, y ahora, con su verdadero hijo ahí en la casa, parecía haberse olvidado de el niño que crió durante tantos años.

 

-       No tengo más hambre – se levantó abruptamente, ante la mirada confusa de Minjung y de su padre, la molesta de su madre, y la asustada de Minho – se me ha quitado el apetito – exclamó con asco, viendo los enormes ojos observarle casi asustados.

 

Nunca tuvo un buen trato con él durante la infancia. El moreno era mucho de lo que él jamás fue: le gustaba el deporte, era gentil y tenia buenas calificaciones. Todos siempre lo elogiaban por sus buenos modales, sus padres se deshacían en cumplidos al pobre niño cuando iba a casa. A Kim le enfermaba, le parecía patético, ridículo, no entendía qué tenía ese pendejo de especial. Se llevaban por casi cinco años de edad pero el jodido Choi seguía creciendo cada día más, sin parar, como una altísima jirafa estúpida. Lo peor de todo era que su crecimiento era aún más evidente para Kibum, porque lo veía una vez al año, durante un mes completo en las vacaciones, cuando Minho se quedaba en la casa junto a su madre.

 

Cuando Minho tenía trece años, parecía un muchacho de quince. Alto, masculino, con un rostro guapo y siempre esa jodida actitud tierna. No solo estaba más alto, también estaba mas guapo. Las primas de Kibum iban a visitarlo de forma más recurrente cuando estaba Minho, llegaban maquilladas, bien vestidas, saludando cordialmente al pelinegro, de piel blanca como la leche, pero sus ojos siempre seguían la alta figura del moreno que caminaba por la cocina y el patio de la casa.

 

-       El hijo de tu criada es muy guapo – sonrió Soojung aquel verano en su cuarto – podría hacerle una visita nocturna si tus padres le dieran un cuarto y no durmiera en el de su madre…

-       ¿Te estas escuchando a ti misma? – la miró con incredulidad – es el hijo de mi criada.

-       ¿Y? – se encogió de hombros la muchacha, mirando por la ventana, donde el muchacho jugaba sólo en el patio, equilibrando una pelota de basquetbol en sus dedos flacos – eso no quita que esté buenísimo

-       estas enferma – rodó los ojos

-       A ti te van los chicos, ¿no Kibum? – sonrió con malicia - ¿cómo es que no te gusta el pequeño hijo de Minjung?

-       ¿Quién te digo esa mierda? – gruñó, avergonzado – mirando cómo su prima sonreía descarada

-       Todos lo hablan en la escuela, dicen que estas saliendo con un chico del club de canto, ¿es verdad? – rió divertida, ante la mirada estupefacta del mayor

 

Kibum en aquello años no quería admitirlo libremente, pero había conocido a un chico en el club de canto. Él era sofisticado, era guapo y era agradable, mucho más de lo que cualquier chica habría sido antes y… claro, tenía otras cosas para ofrecer que ninguna niña tenía. Pero no quería que la gente en ese momento lo supiera, y no es que le preocupara qué dijeran, pero de cierta forma, no quería que aquellos rumores llegaran a oídos de Minjung y, en consecuencia, a los del alto moreno que jugaba afuera. No quería que se burlara de él, que tuviera una razón para sentirse más que él, de ninguna forma.

 

 

 

 

La relación de Kibum con Jonghyun, el chico de canto, empezó a volverse más estrecha y ese año fue fantástico. Hasta que volvió a aparecer el hijo de su criada. Minho habia ganado el campeonato regional de baloncesto y los Kim, para desgracia de Kibum, lo invitaron a la casa a celebrar. Minho había llegado a cenar un frío viernes de invierno, venía con una chaqueta delgada y por primera vez en su vida, estaba bien vestido. El hijo de los Kim lo había advertido con sorpresa, porque no se veía nada mal con jeans ajustados y esa sonrisa hermosa alegrando su rostro cada vez más masculino pero aún suavemente trazado por las líneas de la niñez. Estaba aún más alto y su cuerpo se había construido de una forma atlética, esbelta y armónica. A Kibum le gustaba un poco, solo un poco, pero jamás lo admitiría.

 

-       eres un orgullo para tu madre – comentó el señor Kim, sonriendo al alto muchacho

-       Muchas gracias señor – agradeció humildemente, Kibum quería vomitar

-       Queremos darte un regalo en nombre de la familia – dijo alegremente la dueña de casa, tomando un paquete rectangular, extendiéndolo hacia el más joven – esperamos que sigas haciendo lo que te gusta y sigas superándote en ello.

 

Kibum estaba horrorizado ante la idea de que sus padres estuvieran haciéndole regalos a alguien ajeno a la familia. Minho sonreía, dejando ver que aún era un niño, mientras rompía el envoltorio, “Seguro que tiene pocos regalos durante el año” pensó divertido el de mirada felina “Por eso ha de estar así de entusiasmado”. El regalo había sido grande y la mirada sorprendida en los ojos enormes y oscuros no se hizo esperar: En sus manos había una caja de Nike, con un par de Jordans de colección. La expresión del único hijo de los Kim se crispó al notar aquello. Sus padres estaban regalando miles de dólares a un maldito pobretón, nuevamente haciendo caridad, ¿cuál era el problema de ellos?

 

-       No sé… - al moreno se le atoraban las palabras y estaba pasmado ante la sorpresa. El padre de Kibum le dio una palmada amistosa, como diciéndole: ‘no te preocupes’ y ante la calidez del gesto, el alto joven solo pudo sonreírle completamente agradecido - … muchísimas gracias.

 

Todos aplaudieron felices, mientras Kibum no apartaba su mirada molesta de Choi. Sus ojos se cruzaron un escaso segundo, lo suficiente para que el alto supiera que estaba en problemas.

 

 

 

 

--

 

 

 

 

Cuando Minho volvía al cuarto de su madre, en la noche, luego de haberse lavado los diente, Kibum le interceptó en el frío pasillo. Lo arrastró hasta el patio y lo empujo al césped helado y húmedo. Estaba rojo de furia, estaba cabreado. El basquetbolista se removió incómodo por el golpe, y levantó sus enormes pupilas, confundido, hacia el mayor.

 

Luego de unos terribles minutos de silencio, Kim decidió hablar, al ver que el hijo de la criada no preguntaba ni hacía nada, como si le temiera.

 

-       Debería darte vergüenza – gruñó despectivamente

-       Yo no entiendo… - empezó el moreno, aún sin entender qué pasaba

-       Claro que no entiendes – se mofó, cruzándose de brazos – qué vas a entender tú, un maldito pendejo sin una sola neurona

-       Mira – suspiró bajando el rostro, como si Kibum fuera un estúpido, el mayor apretó la mandíbula con fuerza – podemos hablar con mi mamá, ella sabrá que es lo que pasa, yo solo…

-       Mis padres te han dado esas zapatillas por pena – le interrumpió – tu madre ha gastado todo su sueldo en esas malditas zapatillas y le ha pedido a mis padres que finjan que te las obsequian, ¿entiendes? – habló molesto. No le importaba mentir, si con ello podía poner al alto en su lugar.

-       Mi madre no mentiría con algo así – parecía dolido, confundido, inseguro. Kim sonrió con suficiencia

-       ¿Que tu madre no miente? – soltó una carcajada cargada de resentimiento – tu madre hace muchas cosas por ti, no te imaginas las cosas que hace – dijo con malicia, divertido al ver cómo el rostro del alto palidecía

-       ¿Qué cosas? – se puso de pie en un salto. Kibum quedó atontado un segundo ante su belleza, porque era tan alto, tan hermoso bajo la luz de la luna, con su pecho cada vez más definido subiendo y bajando solo cubierto por una delgada camiseta sin mangas…

-       Pregúntale a mi padre, ¿Por qué crees que él estaba tan orgulloso? No te imaginas las cosas que tu madre hace por conservar el empleo – le miró con rencor, aún más furioso ante lo que ese alto hijo de puta le hacia sentir. Minho apretó la expresión ante sus palabras.

-       Cállate – gruñó molesto – no te atrevas a insinuar mierdas contra ella

-       ¿Insinuar qué? – sonrió ladeado - ¿Qué tu madre es una jodida puta?

 

Minho no pensó nada, realmente Kibum tampoco lo hizo cuando habló, y cuando las palabras terminaron de nacer en sus labios, el puño duro del menor se estrelló contra su mejilla tan fuerte, que quedó tendido de bruces en el suelo. El dolor era agudo, era terrible, el mayor casi creía que Choi le había arrancado una muela con su brutalidad, y cuando se volteó furioso a reclamarle, se quedó una vez más hipnotizado: Minho era hermoso, con el rostro y la postura transformados en la ira.

 

-       ¿Qué pasó? – llegó Minjung corriendo al patio, los padre de Kibum venían detrás.

 

Kibum miró fijamente la expresión dolida del menor, no sabía porque parecía tan arrepentido, tan triste, cuando él había sido el golpeado y humillado.

 

 

 

 

 

 

 

 

Minho no volvió a la casa hasta el verano siguiente. Parecía más silencioso y rehuía de él a toda costa, el hijo de los Kim tuvo por primera vez un dejo de arrepentimiento, lo bueno es que tenía a Jonghyun con él los fines de semana y se olvidaba del alto, ¿lo malo? Choi había vuelto con un año más y se veía cada vez más masculino, más guapo.

 

 

 

Un par de veces luego de ese verano silencioso, se encontró al alto en las canchas del centro. Saltaba y corría con las Jordan que sus padres le habían obsequiado, era todo sonrisas con los demás muchachos de su equipo, y había una preciosa  castaña que le hacia barras en las graderías. A Kim no le gustaban esos lugares atestados de gente, con chicas mal maquilladas, con muchachos que se reían a carcajadas y fumaban como si tuvieran 30 años. Odiaba todo de ello y sin embargo volvió a esas canchas durante varios meses los fines de semana. Se escondía tras los pilares y lloraba silencioso mientras el piojoso moreno besaba tiernamente a la muchacha que siempre le apoyaba cuando jugaba.

 

Terminó con Jonghyun durante esos meses, pero muchas veces volvieron a juntarse a fingir que se tenían el uno al otro, pero en el fondo, era todo consuelo para que Kibum no se volviera loco. No soportaba saber que el maldito hijo de su criada estaba besándose con una pendeja en el centro, y lo peor de todo era que no dejaba de ir a espiarlos. Fue espectador de cómo esa relación empezó a avanzar, de cómo Minho dejó de tomar su mano para aferrarla junto a él por la cintura. La chica rodeaba su cuello con sus brazos cuando se besaban y todo dejaba de ser tierno. Era una pesadilla, y el mayor decidió que ya era hora de despertar, el día que ambos llegaron retrasados y ella vestía la playera de Minho.

 

Kibum dejó de verlo pero él seguía apareciendo en sus sueños, en sus dibujos, a veces creía verlo en las calles. El mayor sentía que lo merecía, ahora que aceptaba que ese muchacho le gustaba, se daba cuenta también de lo terriblemente injusto que había sido con él, pero no podría haber sido de otro modo, era la forma cobarde que tenía de defenderse frente a esos sentimientos  de celos, admiración, lujuria… amor…. Quizá.

 

 

 

 

 

Fue en una fiesta de invierno que volvieron a verse. Kibum había terminado en una fiesta particular en casa de uno de sus vecinos de antaño, el lugar estaba atestado de gente y todo era un revoltijo, desde las personas durmiendo en el suelo hasta quienes saltaban descalzos en los sofás de cuero. Minho apareció de la nada frente a él, estaba aún más alto, aún más guapo y parecía una visión. No estaba la muchacha castaña junto a él, parecía una persona nueva, llena de historias que contar. Llevaba un vaso de agua mineral en la mano, parecía un hombre adulto, más adulto incluso que él, o que todos los chicos que estaban en la fiesta, pero a la vez sus enormes ojos seguían brillando como los de un niño.

 

-       ¿Qué? – preguntó divertido, con su voz grave - ¿Aún te parezco un pobretón repulsivo?

-       ¿Qué haces acá? – le respondió con una pregunta, molesto ante su presencia, en cierto modo avergonzado, pero sin querer demostrarlo.

-       Eso no te incumbe a ti – rió suavemente.

 

Kibum pensó en ese momento que había tomado lo suficiente como para culpar al alcohol de cualquier actitud irresponsable, y pensó que si no lo hacía ahora, no lo iba a hacer nunca. Cogió fuertemente al menor de la chaqueta y lo tiró contra si hacia la oscuridad de la habitación, fue algo que el alto no alcanzó a prever, porque cuando Kim lo besó furiosa y necesitadamente, el agua mineral resbaló de su mano. A Kibum le importaba una mierda que sus pantalones estuvieran húmedos, o que el alto estuviera intentando apartarse, él iba a demostrarle al moreno cuanto le importaba, cuanto le había jodido la vida todo esos años, aunque tuviera que hacerlo con la ebriedad como excusa, y cuando Choi dejó de resistirse y lo apretó a su cuerpo abrazándolo por la cintura, decidió que enviaría a la mierda al mundo entero solo por él.

 

La música era un retumbar lejano, cerró los ojos, respirando pesado, mientras se apartaban y Minho empezaba a besar suavemente su barbilla y su mandíbula. La boca de Minho sabía a menta, a dulzura, a mañanas frescas de verano, sus labios eran suaves contra su piel, como si le amara con devoción, como si probarle de esa forma fuera una degustación refinada de algún postre exótico. Kibum se sentía amado, se sentía hermoso y sentía que el moreno era todo lo que quería.

 

-       eres tan bonito – suspiró Minho contra su cuello – perdóname por siempre haber sido un jodido pobre de mierda, por no haber sido jamás digno de una belleza como tú.

 

A Kim le herían esas palabras, quería decirle que no, que él era lo más hermoso del mundo, pero esa boca grande le quitó toda palabra y pensamiento con un beso tan delicioso, tan lleno de Minho, que solo quería desvanecerse en la caricia y pertenecer a ese momento. Las manos flacas lo apretaron más contra ese cuerpo fuerte y largo, Kim sentía que todo su cuerpo se estremecía cuando chocaba contra él, se sentía tan bien, tan caliente, tenía tanta pena. Suspiró, sintiendo cómo Minho volvía a bajar a besar su cuello, cómo tiraba de su playera para adorar sus hombros huesudos, mientras sus manos hacían caricias circulares por su cintura. Lo amaba. Amaba todo lo que podía hacer el morocho, amaba la suavidad con la que lo tocaba, lo que provocaba en su cuerpo –que ahora estaba sofocantemente afiebrado-, la dulzura con que le besaba.

 

 

 

Terminaron en uno de los cuartos del dueño de casa. La fiesta se oía lejana, como una fantasía ajena que retumbaba en el mundo de ellos dos. Kibum jadeaba reprimiendo los gemidos, sentado sobre los muslos fuertes, aferrándose a los hombros musculosos de Minho, mientras este lo abrazaba hacía si, moviendo sus caderas primero lento, luego rápido, y su piel morena era deliciosa toda sudada bajo la luz de la luna. El único hijo de los Kim le veía fascinado, excitado entre cada estocada, perdiéndose en la masculinidad de sus rasgos, en la suavidad y calidez de su cuerpo.

 

-       te amo – dijo quebrado en un quejido, apretando más el agarre de sus piernas en la cintura del alto al sentir cómo entraba más profundo en su interior, y era como una materialización de lo que sentía en su alma, de la cual ya no creía poder quitar al muchacho de ojos grandes.

 

Minho besaba sonriente toda la piel que se acercaba a su boca, y luego fruncía el ceño, gimiendo ronco de placer. Kibum lo cogía de las mejillas, alzaba ese rostro crispado en lujuria, y sentía que no podía amarlo más de lo que ya lo amaba, pero aún así se sentía más embelesado, encantado, por ese jodido pobre que le había robado el corazón con su belleza exótica. Y cerraba los ojos para intentar no caer más, pero esas manos calientes en sus nalgas, la melodía de sus suspiros, la sensación pegajosa de sus cuerpos unidos, le ponía peor, le ponía como un loco que solo podía moverse más fuerte, morderle el hombro deliciosamente perlado en sudor, para acallar sus gemidos.

 

 

 

 

-       perdóname – suspiró Minho, cuando estaban recostados sobre la colcha sucia, aferrados el uno al otro. Kibum le miró con pereza, sonriendo como un tonto – no debí dejar que las cosas llegaran a esto – suspiró, dejando un sonoro beso en uno de los blancos hombros del mayor – pero no pude evitarlo…

-       No tienes que disculparte – sonrió más amplio, enderezándose, para dejar un beso lento en esa boca hinchada – no es como si no me hubiera gustado…. O nunca hubiera querido que pasara…

-       Kibum … - Minho le miró tan seriamente, que Kim sabia que ahora no vendrían buenas noticias - … yo no debería estar aquí contigo

-       Pero lo estas – le cortó, mirándolo en una extraña mezcla entre confundido y enojado

-       Voy a casarme – le soltó bajando la mirada, como si ver su ancho pecho desnudo fuera mejor que ver la expresión entristecida en los ojos felinos

-       ¿Por qué? – hizo la pregunta más tonta que le vino a la cabeza, pero no podía pensar bien ante aquella confesión.

-       Porque estoy enamorado – suspiro nuevamente, como si fuera algo obvio

-       ¿Y por qué …. – a Kibum le costaba hablar y pensar - … por qué… por qué estas aquí conmigo?

-       Porque eres hermoso Kibum – le enfrentó, mirándole sinceramente y parecía medio cabreado consigo mismo – porque en algún momento en mi vida lo fuiste todo…

-       ¿Por qué ya no? – exigió, desesperado porque Minho había apartado el rostro cuando intentó besarlo

-       Porque conocí a alguien, ¿bien? – hizo el ademán de levantarse, pero el más bajo lo mantuvo en su lugar, sujetándole por los brazos – por favor Kibum esto no…

-       Esto es importante para mi – Dijo con firmeza, y de pronto sintió que nuevamente era el momento, pero ahora se sentía inseguro, porque sabia que esos ojos chocolate no lo miraban con amor, si no con algo similar pero menos preciado e importante – Por favor Minho, quédate conmigo.

-       Es tarde – sonrió dulcemente, apartando sus brazos con gentileza

 

Se levantó de la cama con suavidad, y se veía más maduro, más grande, más hermoso que nunca. Kibum se quedó con la boca abierta, lagrimas pesadas caían de sus ojos que miraban al chico moreno como si lo más importante en su vida se desvaneciera. El alto cogió su playera del suelo y se la puso de un solo movimiento. Se limpió con un rollo de papel higiénico y terminó de acomodarse la ropa. El mayor veía como los enormes ojos del hijo de su criada le miraban, y ahí no había amor, no había nada más que jodida compasión.

 

-       Me tengo que ir – sonrió, desordenándole el cabello, volviendo a apartarse cuando el chico que lloraba intentaba pararse para darle un beso – quizá en otra vida podamos ser felices juntos, quizá yo pueda nacer blanco, adinerado, y te prometo que si tu eres un chico moreno y de menos dinero, voy a amarte como corresponda.

 

Kibum le vio partir, y se encerró las horas que vinieron en su aroma. La estúpida promesa del amor en la reencarnación le parecía patética, pequeña, insignificante, y aún así se aferró a ella todos los años que vinieron, sintiendo que solo recordándola, podía calmar a su alma, que seguía viendo a ese alto moreno en todos lados, llamándolo en cada parte y llorando por él en las noches de verano.

 

Notas finales:

:( espero que les haya gustado! :B


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