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Nuestras princesas... por Juuri Kiryu

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Notas del fanfic:

Bueeno, comerciales 

"VampireKnight.pertenece.a.Matsuri.Hino.porque.si.no.todos.los.hombres.serían.gay."

See, se que parece que morí. pero... he conocido el juego de rol. Eso es mi perdición. Aun así me di mi escapada, y heme aquí.

Notas del capitulo:

Si, ya sé. Ustedes tratan de averiguar de que mierdas va esto. Pero tranquilas, ya podrán gritarme, golpearme, o lo que quieran, Solo tienen que mandar el review... en serio, es magica esa cosa del demonio =3=

Te miré con un dolor agudo en el pecho. Una vez más, la habías elegido a ella. Fruncí el ceño, dolido. Eras un idiota. Solo me engañaste y me usaste, para que pudiera proteger a tu princesa. Pero aquí el mayor idiota era yo. Era el más grande de los estúpidos. Me había enamorado. Había creído en tus bonitas promesas de una vida mejor, con nosotros juntos, solos, sin nadie más. Sin dolor. Sin recuerdos sangrientos y dolorosos. Y encandilado por tan cálida luz, te seguí. Quise a Yuki tanto como tú la quisiste. Pero no de la misma manera.

No de la misma manera de la que sabía que tú le amabas. Siempre lo supe, siempre supe que cuando llegabas tarde a nuestros encuentros era porque la veías a ella primero. Siempre supe, que, aunque tratabas de mitigar mi dolor, si ella te hubiese llamado, me habrías dejado sin chistar. No te culpo. No te culpo por amarla. No la odio, no tiene la culpa. Y aquí como siempre el sobrante soy yo. Soy quien nunca tiene lugar en su mundo. Ni en el mío. Te miro abrazarla, dedicándole tus últimas palabras. Tu último aliento, tu última palabra.

No quiero seguir mirando aquello, pero tampoco puedo apartarme, porque tengo la tonta esperanza, de que tal vez, solo tal vez, recuerdes alguna de las bellas promesas que me hiciste. De las noches enteras que te entregué. De los besos y los suspiros que tan cruelmente te llevaste. De mi corazón fragmentado, que por momentos pareció volver  latir entre tus brazos. Me miras de reojo, y  me dices unas cuantas palabras vacías, vagas. Sé lo que me estás pidiendo. Y te odio tanto por esto… Mentira. Te amo. Te amo. Te amo tanto, que duele saber que soy el único que se siente así.

Miro tu cuerpo caer lentamente en el limbo. Y aquello me hace notar mi insignificancia. No soy nada. No puedo hacer nada para evitarlo. Y el único muerto aquí debería ser yo, que me ahogo en mi propio dolor, incapaz de poder salir. Soy incapaz de salir y reconfortar a Yuki, tu princesa. Solo momentos después logro vencer mi miseria. Me muevo y la llamo. Sé que los purasangres han sido controlados, que hemos ganado. Llegan Cross, Kaito, Yagari, los nobles, todos miran a Yuki. Yo soy solo un elemento más del paisaje.

He tratado de cuidar de ella. Aunque no ha querido abandonarte. No la culpo. Si yo tuviera sus agallas estaría aquí. Con ella. Pero no soy tan fuerte. Me siento como la última carta de un castillo de naipes. La que esta hasta arriba, tan solita, porque su compañera ya cayó, y ahora sigue ella. Pero cae sola. Sobre todas las demás.

Me ha mordido. Dolió como nunca. Porque solo a ti te he ofrecido mi cuerpo de aquella manera. Pero no se lo niego. Después de todo ya no soy más que un despojo humano. Todo lo que antes estuvo vivo en mi murió contigo. Ahora que ella disponga de mí… ¿No es acaso lo que querías? ¿No estás feliz? Ojalá que acabe conmigo. Ojalá que pueda irme ya, sin deberte nada, y sin deberle nada a ella.

Pero algo no me deja ir. Hay algo dentro de ella. Ese algo… también es tuyo. Ese algo me retiene. Ese algo aparta a su madre de mí, permitiéndome vivir. Yori me mira horrorizada. No me he movido. Lagrimas que ya no tengo, me piden una salida, un escape. Tengo en el rostro una expresión de abatimiento tal, que parece que he envejecido rápidamente. Le digo a Yuki. Ella me mira triste. Sabe lo que siento. Sabe lo que pienso. Sabe, que estoy al filo del abismo, y que ella solo me ha sacudido, de manera que aún no sé de qué lado voy a caer.

Los pequeños latidos de tu sangre me llaman. Me piden que una vez más me levante. Que una vez más luche para ti. Mi lucha mental dura poco. Decido que puedo intentarlo. Que puedo fingir una vez más. Que puedo fingir que estoy bien y que no voy a romperme apenas te recuerde. Yuki me ruega que no lo haga. Me pide, que por lo que más quiera en este mundo no lo haga. Y ese es el problema, pequeña princesa. En este mundo, no hay nada que yo quiera.

Y entonces… ella se rinde. Cede a mi petición, diciendo que solo estoy escondiendo el moretón... Que el golpe sigue ahí. Pero eso ya lo sé.  Ya sé que en cuanto haga el hechizo, gran parte de mí, quedara en el olvido. Pero ver a aquella parte de ti crecer… Creo que vale la pena.

Es cuando todo se complica. Ella logra hacer aquello con rapidez. Es sencillo, para una purasangre. Para tu princesa, después de todo. Veo sus grandes ojos chocolates y me voy perdiendo en mí. Veo cada uno de los momentos tan importantes para mí… y tan falsos para ti. Veo, como cada uno de aquellos ases de luz se van apagando. Tú te ves borroso. Te vas perdiendo poco a poco. Y en tu lugar aparece tu hermana. Su delicada figurita, va tomando tu lugar, tan imponente y protector, para llenarlo con ternura y calidez.

Entonces yo voy cayendo. No tengo de que aferrarme. Solo tengo una última imagen de ti, es el recuerdo de la primera vez que hicimos el am… de la primera vez que te entregué mi cuerpo, porque el amor solo era de mi parte. Veo tu cara tan seria, contorsionada mínimamente por el placer. Tu cabello desordenado. Tu piel sudorosa. Tus labios jadeantes. Tus ojos entrecerrados. Y aunque desesperado, veo como tu imagen se va, no puedo hacer nada, más que verla reemplazada por la de una tierna y bella Yuki, que me mira tierna, bella y sensual. Su pielecita y su delicado cuerpo reemplazan tus músculos y tu tez ligeramente más morena.

Luego… Oscuridad. Lo próximo que sé es que tengo una bonita relación con Yuki, y que la ayudo a criar una pequeña niña, que es tu hija. Se parecen demasiado. Pero de ti lo único que recordaba era que fuiste mi rival para con Yuki. Y que moriste, para protegerla. No me importaba saber más. Porque ahora tenía dos princesas que proteger. Dos bellas princesas.

Mi memoria llena de vacíos, a veces me hacía perder el control. No sabía que era lo que me provocada aquella tristeza, o esa furia. Pero siempre llegaba ella. Me dormía, y me hacía perderme en sus ojos, tristes al ver mi estado. Luego todo se reiniciaba. No volvía a saber del mundo hasta después de unos días.

Pensé que mi tristeza, acabaría con su llegada. Yuki y yo esperábamos un niño. Un pequeñito de cabellera plateada, y ojos amatistas, anuncio su llegada al mundo poco después de mi última recaída. No pude estar con ellas ese día. Mi mente estaba destruyéndose lentamente. No logré despertar a tiempo. Conocí a mi hijo tiempo después. No me atreví a decirle a mi pequeña princesa, lo que su madre y yo sabíamos desde hace tiempo.

Mi reloj de vida, estaba llegando a su fin. Cada vez tardaba más tiempo en despertarme, y ya no podía alimentar a Yuki sin medio morir en el intento. Me comía por dentro lo que fuera que tuviera. Tú princesa y yo, discutimos sobre ti. Sobre mí. Sobre nuestras muertes. Te juró que aun sin saber que te lo había prometido, intente protegerla de todas las formas posibles. Pero no pude. La última vez que caí… no volví a levantarme. Solo vi llorar a mis princesas, y a su guardián contener el llanto. Me fue desvaneciendo, lentamente, convirtiéndome en polvo. Y a medida que lo hacía… Recordé todo. Fue horrible. Supe que todo habría sido diferente, si hubiera elegido no amarte.

Pero heme aquí. Sin poder tocarte, sin poder hablarte, sin poder pedirte que cuides de mi princesa y de mi hijo. Sin poder despedirme de ellos. Sin poder decirles que los amo más que a nada en este mundo. Sin poder decirles, que los amo más que a ti. Si. No es venganza, ni crueldad. Simplemente, sé que ellos nunca me habrían usado, y que preferirían matarme, antes que hacer lo que tú.

Ellos son mi legado. Ella, mi pequeña princesa, me quiso aun sabiendo que yo debería odiarla. Aun cuando trate hacerlo, no pude. Ahora sabía que en parte fue tu culpa. Eran tan parecidos. Pero había algo más. Algo tenía ella, que ni tú, ni su madre tuvieron. Ella… comprendía. Porque tú pisoteabas, y Yuki compadecía. Pero ella… Ella fue… mi razón de vivir. Me atrevo a decir que la quise más que mi propio hijo.

Ah… mi hijo. Mi hijo era demasiado parecido a mí. Y aquello no me gustó. Sin embargo, Yuki y mi princesa, ayudaron mucho. Pude, al fin demostrarle a mi hijo, que no me importaba lo que él fuera. Pero que lo único que deseaba era su felicidad.

Pero no puedo quedarme tranquilo. Hay algo en ti que me inquieta. Un temblor en tu labio al verlos, florece. Yo espero que todo este bien. Que sigas cuerdo. Que el corazón de aquella princesa, que ahora late en tu pecho, te haga hacer lo correcto con estos niños. Aun necesitan un padre. Aun necesitan a alguien, que les de el amor, el cariño, y la familia que merecen. Espero que Ella no se equivoque y seas el correcto. Al menos para ellos.

Notas finales:

¿Quieren el punto de vista de Kaname? 

Solo diganme si quieren la conti. 

Besotes... Ojala que Zero y Kaname l@s visiten en sueños... unos raros... y húmedos sueños...


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