Corazonada.
- o que bien, bueno yo me retiro, Sebastián ya no lo golpees- salió a toda velocidad de ahí corría por los pasillos con enormes ansias de llagar a el carruaje. Cuando se subió le ordeno a su chofer detenerse en lo que antes era la mansión de la familia más prestigiada de todo Londres. La familia Phantomhive.
Al llegar no dudo ni por un segundo abrir la puerta, ya que tras la muerte de la cabeza de familia ella heredo todo eso de parte de su difunta hermana que era esposa del cabeza de familia.
Caminaba por los pasillos hasta llegar al estudio que estaba intacto, retiro un enorme cuadro que había en una pared de la habitación y detrás del él había una caja fuerte, con una combinación que ella únicamente conocía la abrió sacando se su interior unos documentos, en los cuales había un acta de nacimiento con el nombre de ciel phantomhive.
Luego tomo otro documento, era una carta de denuncia ya que el pequeño ciel había desaparecido a los 2 meses de nacido.
La muy afamada familia phantomhive, era una familia de la nobleza, el cabeza de familia Vincent Phantomhive era conocido como ‘el perro guardián de la reina’ se casó con Rachel Durless, ambos tuvieron un hermoso hijo al cual le pusieron ciel Phantomhive, el pequeño era amado por sus padres, pero…
A los dos meses de nacido fue secuestrado, jamás supieron si seguía con vida o había muerto, varios años después la familia phantomhive fue brutalmente asesinada. ¿Quién era la persona detrás de esto? Nada más ni nada menos que Angelina Durless, conocida en la sociedad como madame red, que le tenía un fuerte rencor a su hermana por haberle quitado todo lo que deseaba.
Su plan era sencillo, primero desaparecía al bebe, luego asesinaba a lo que quedaba de familia y ella heredaba todo. Pero su plan fallo ya que no podía, no tenía el corazón para deshacerse tan vilmente del bebe, lo dejo en una calle poco transitada, de seguro alguien lo encontraría y pensaría que esas personas serían sus padres, pero su plan había fallado, ya que el azulino de alguna manera estaba más cerca que nunca
-esta vez no tendré piedad- dijo con sus ojos perdidos en un odio profundo- esta vez desapareceré a el ultimo phantomhive- en ese momento el cielo de un color azul se empezó a teñir con nubes negras…
En la mansión michaelis, Sebastián y ciel estaban ya solos en el estudio del duque, era obvio que Sebastián iba a castigar a ciel por lo ocurrido en la reunión, en dejarlo por vergüenza y dejarlo como un demonio.
Ambos se miraron desafiándose el uno al otro
-un sirviente tiene que estar callado y jamás retar con la mirada a su amo- le dijo tomando un trago de whisky
-ellos me preguntaron yo solo contestaba de la manera más formal posible- decía el azulino cerrando los ojos y esbozando una sonrisa
-¿Qué hare? Podría matarte a golpes… pero sería un desperdicio- miro por la ventana y noto como nevaba, estaban en diciembre y una nevada sería lo más común- quizá si te trato como un perro bajes ese orgullo tan irracional que tienes
-inténtalo, pero debo advertirte que no eres ni el primero ni el ultimo que me trata como un perro- Sebastián se quedó estático ante esas frías palabras
-dormirás a fuera- sentencio mientras se servía whisky
- ¿a fuera?- ciel se quedó pálido por unos segundos- si mi amo-dijo saliendo del estudio.
Paso rápidamente el día hasta que llego la noche, ciel sin medir palabra salió de la mansión, hacia un frio totalmente irracional, sentía que se congelaba con solo sentir el aire frio, llevaba solo una manta para cubrirse, se sentó en un rincón fin enrollado en la manta, su cuerpo tiritaba con demasiada fuerza. Al pasar los segundos dejo de temblar para perder luego la conciencia.
Era media noche, Sebastián se encontraba en su estudio acompañado solamente del sonido del viento golpear la ventana, se escucharon
-adelante- contesto
-amo, no encontramos por ningún lado al joven- Sebastián abrió los ojos sorprendido, ¿sería posible que ciel lo obedeciera?
-¿buscaron en el patio?- se levantó rápidamente
-no…- Sebastián corrió hacia la puerta principal, la abrió recibiendo un viento frio que helaba la sangre, camino un poco y pudo divisar en un rincón un bulto cubierto de nieve se acercó y noto que era el azulino, le toco la frente y ardía en fiebre, lo tomo en brazos notando que no pesaba demasiado, lo llevo al interior de la casa
-maldito mocoso, cuando quiero que me obedezcas no lo haces y cuando no si, pero que impredecible- pensó Sebastián- tanaka por favor calienta agua, lo llevare a mi alcoba
-si amo, de inmediato- el mayordomo se apresuró, Sebastián llevaba al azulino semi congelado con rapidez a su alcoba donde había una cálida chimenea.
Al llegar busco, en su ropero algo cálido para el azulino pero solo encontró una camisa que cubría hasta los muslos del azulino, dándole una apariencia demasiado infantil.
-este mocoso me da demasiados problemas- suspiro pesadamente cubriéndolo con varias mantas para que recuperara el calor, el azulino respiraba con dificultad, su fiebre aumento más.
Tanaka trago agua caliente y un paño, Sebastián metió aquel paño en el agua para luego ponerlo en la frente de ciel para refrescarlo un poco pero ni así le bajaba la temperatura
-tanaka, llama a madame red ella es doctora y al parecer simpatizo con este mocoso- dijo en un suspiro
-si, de inmediato amo- dijo el viejo mayordomo, que conocía demasiado bien a su amo como para saber que se sentía culpable ya que aunque siempre intentara negarlo, Sebastián era una persona amble y de noble corazón.
Sebastián miraba al azulino que realmente parecía un ángel cuando dormía, nada que ver cuando estaba despierto. Lo miro y su mano actuó por si sola acariciando el rostro del azulino, este al sentir el contacto abrió los ojos
-s-señor michaelis- dijo en un hilo de voz, Sebastián lo miro atento- pensé que dormiría afuera- Sebastián ahogo una risilla
-pero que niño más imprudente no lo decía en serio- dijo Sebastián sin dejar de acariciar el rostro del muchacho
-usted es demasiado amble- ciel tocio, Sebastián lo miro enojado
-no soy amable- Sebastián lanzo un bufido
-si lo es- tocio un poco más, cerro lentamente los ojos- gracias…
-¿Por qué me das gracias?- le pregunto confundido, el azulino que ahora veía era demasiado sumiso
-por haberme comprado… por haberme salvado- lentamente el azulino iba cayendo en un profundo sueño.
Sebastián se quedó atónito ante las palabras del azulino, lentamente se acercó a aquel niño para decir
-maldito mocoso- mascullo con una sonrisa…