Seúl, Corea del Sur. Año 2004.
Baekhyun se encontraba plácidamente comiendo en la cafetería. Estaba solo, pues no tenía muchos amigos en su nueva escuela. Apenas mantenía una estrecha amistad con un chico que le había ofrecido su amistad de nombre Junmyeon.
Se levantó de la mesa de madera de la institución y dejó la charola sobre el bote de basura donde todas las charolas reposaban sin reproches.
Lentamente y con paso tranquilo, salió de la cafetería y se dirigió hacia el pequeño jardín que la escuela mantenía.
Hacía unos minutos atrás que había estado lloviendo a cántaros, como típico día en Seúl, así que el chico no se sorprendió cuando sus zapatos se vieron invadidos de una leve humedad compactada también con escarcha.
Se quedó detenido sobre el césped, inhalando su suave aroma cuando escuchó el ruido de personas acercándose a él con pasos pesados.
—Mira, Baek —El chico que cada día escolar le hacía la vida imposible a Baekhyun desde que llegó, Minho, habló con una voz llena de autoridad, carente de miedo alguno: — Acaba de llover. ¡Aprovecha!
Baekhyun los miró confundido y al mismo tiempo, aterrado.
Eran los matones del instituto: Minho, Taemin, Key, Onew y Jonghyun estaban presentes.
El menor empujó a Baekhyun, haciéndolo tambalear, pero por suerte él no cayó. Taemin frunció el ceño y Minho, con más fuerza en sus fornidos brazos, empujó a Baekhyun, haciéndole ahora sí, caer al césped mojado con un leve barro.
El uniforme de Baekhyun se mantenía totalmente sucio y los chicos lanzaron una carcajada, burlándose de Baekhyun.
—¿Quién está de acuerdo en que le pongamos lodo a su linda, linda cara? —Minho preguntó, con un aire sarcástico en su tono de voz.
—¡De acuerdo! —Todos los matones dijeron al unísono.
Todos alzaron la mano sonrientes, pero de repente…
—Yo no estoy de acuerdo —Una voz varonil salió de detrás de un gran y frondoso árbol que había encubierto su presencia.
El mismo chico salió de allí, en paso lento y heroico. Era un chico alto, delgado y muy sexy. Vaya que muy sexy. Su cabello caía en una forma graciosa sobre su frente y el contorno de sus grandes orejas, lo hacía verse una agradable persona.
—¿Tú quién mierda eres? —Onew preguntó.
El chico misterioso sonrió, dejando a la vista de todos, su deslumbrante sonrisa blanca.
—Me da curiosidad por qué lo maltratas —El chico dijo y levantó en un solo movimiento al chico esparcido en el césped, de un tirón en su brazo —. ¿Por qué no golpeas a alguien de tan… —Buscó la palabra adecuada, tardándose un par de segundos más — baja educación como tú?
Minho frunció el ceño ante tan exagerado insulto. Levantó su puño y casi lo hunde en la cara de aquél que había ayudado a Baekhyun, pero él actuó de una forma rápida, agarrando el puño del otro y cuando lo tuvo en su poder, torció su brazo, dislocándoselo. Minho gritó de dolor audiblemente, los cinco retrocedieron dos pasos y se largaron olímpicamente de allí.
El chico héroe desconocido, volteó a ver a Baekhyun quien lo miraba con cierta admiración en sus grandes ojos.
—G-Gracias… —Baekhyun tartamudeó —. Ah, ¿tu nombre?
—¿Mi nombre? Tu salvador —Una sonrisa apareció en su angelical rostro, contagiándole la sonrisa a Baekhyun —. Soy Chanyeol, un gusto.
<<¡¿Chanyeol?!>> Baekhyun recordó sus cinco años, cuando conoció a un chico con idéntico nombre, de apellido Park.
Su primer amor.
Su primer beso.
La única persona que nunca había olvidado. Ni su rostro, ni su aterciopelada voz de aquellos años, ni su calidez, ni sus labios…
Pero no. Era imposible. Estaba seguro y cien por ciento convencido de que no lo volvería a ver jamás. Además, había millones de personas seguramente por toda Corea que se llamaban Chanyeol.
El menor se percató del nerviosismo mostrado en el rostro de Baekhyun y su trance al haber dicho su nombre.
—Lo sé, mis padres pensaron mucho tiempo en ponerme un nombre muy lindo y sensual. De allí salió Chanyeol. Como de k-pop idol, ¿cierto? —Sonrió —. ¿Cuál es tu nombre?
Como vio que Baekhyun todavía seguía en un profundo trance, arrugó su cara en una muestra de desesperación y pasó sus largos y refinados dedos por el frente de la vista del mayor, tratando de sacarle una respuesta de sus labios, hasta que éste reaccionó, dando un respingo.
—¡¿Chanyeol?! —Preguntó, exaltado.
—Hmm, sí, es lo que acabo de decir —Rio —. ¿Cuál es tu nombre?
—¡Oh por Dios! ¡Chanyeol!
—Sí, soy Chanyeol —Estiró sus brazos en forma honorífica —. ¿Tu nombre?
—¡Chanyeol! ¡Chanyeol! ¿Chanyeol?
Esa situación comenzaba a desesperar al menor, obligándole a mostrar una mueca de disgusto, pero el otro no se percató.
—Joder, ¿cuál es tu maldito nombre, enano? —Se desesperó, jalando sus infladas mejillas.
—B-Baek… Baekhyun… —Dijo en un ligero susurro, inaudible para el menor.
—¿Qué? ¿Titón? —Preguntó, acercando su oreja izquierda a la boca del mayor.
—Baekhyun. —Volvió a repetir, con el mismo tono.
—¡¿Qué?!
—¡BAEKHYUN, maldito sordo! —Cubrió su boca al maldecir, abriendo sus ojos, enérgicamente.
—Oh… —Rio —, ¡Tocino! ¡Rima con Bacon! —Rio más fuerte, sin acordarse de ningún nombre en especial que haya marcado su vida.
—B A E K H Y U N —El mayor deletreó su nombre, tratando de hacerle recordar algo si es que éste era en realidad el chico con el que dio su primer beso — ¿Qué no me recuerdas?
Chanyeol frunció el ceño, intentando acordarse de algo, pero su mente no le mandó un mensaje positivo.
No recordaba su rostro ni su nombre.
Lo había olvidado.
Pero no había olvidado su promesa, que, aunque sin saber que éste era Baekhyun, lo había protegido como él había dicho.
—Es la primera vez que te veo —Dijo, adormilado.
Sonó la campana del instituto, y Chanyeol le lanzó una mirada furtiva al otro para decirle que se tenían que ir ahora.
Pero en ese entonces, lo único que quería Baekhyun era golpearse.
Ese Chanyeol no era el que había conocido años atrás. Y jamás lo vería nuevamente.
—¿Park Chanyeol? —El profesor pasaba lista, llegando a los apellidos con letra P.
Baekhyun nuevamente abrió sus ojos, tenazmente, sintiendo una oleada verdadera de sentimientos refrescantes al saber que realmente era él.
Pero entristeció cuando recordó que él no lo recordaba a él.
O al menos no todavía.
Durante toda la clase, la mente de Chanyeol vagó por viejos recuerdos, tratando de acordarse del nombre “Baekhyun” que sonaba tan familiar para él que realmente daba miedo. Pero llegaba siempre a respuestas acorraladas y sin salida. No recordaba nada realmente.
Fue tanta su concentración que la clase culminó, los alumnos se fueron al igual que Baekhyun, dejándolo solo, perdido en sus pensamientos.
Baekhyun caminaba por las calles solitarias de Seúl con sus audífonos puestos y la música a un volumen medio, con cara de decepción y desilusión. Él no se acordaba de él, es decir que realmente para Chanyeol él no había sido nadie relevante en su vida.
Llegó a paso lento al parque cerca de su domicilio y fue cuando oyó, detrás de él, a alguien correr, pero no le dio tanta importancia, hasta que sintió dos grandes brazos rodear su cintura por detrás. Dio un respingo y volteó, confundido y vio allí, la cara resplandeciente de Chanyeol.
—¡Baekhyun! ¡Eres Baekhyun! ¡Demonios, yo soy Chanyeol! ¡Tú eres Baekhyun! —Lo abrazó esta vez de frente, besando su frente, su tabique nasal, sus mejillas y así sucesivamente hasta llegar a sus labios.
Baekhyun solo quedó inmóvil, pero dejándose besar por el menor, complaciente.
—¿Qué haces? —Éste rio y dibujó una inocente sonrisa en sus labios.
—Te necesito… Ahora mismo. —Dijo Chanyeol, atrayéndolo más a él.
—¿Qué quieres decir?
—Te diré en camino a mi casa…
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Qingdao, China. Año 2007.
Kris había ido nuevamente a China para el año nuevo Chino y tendría que ir a visitar a toda su familia que vivía en Qingdao.
Durante todo su trayecto había estado pensando en cómo le diría a su novio que próximamente se iría a Canadá, dejándole solo.
Suspiró, tomando una gran bocanada de aire al pensar en eso. No quería dejar solo a su Jongdae y que éste le odiara.
Por otra parte, en Qingdao estaba la fiesta de fin de año de otra familia: La familia Huang Zi. Todos los preparativos estaban listos, todos ayudaban alegremente a decorar excepto uno: Tao.
Rodaba los ojos cada vez que le pedían algo sin que se diesen cuenta, pues hacía recientemente un año que había conocido a Sehun y le había dado un beso tan lascivo que se arrepentía considerablemente. Pero, en otra parte se alegró, pues ya no lo volvería a ver para pedirle disculpas a alguien que seguramente comenzaba a sentir un acalorado sentimiento y que antes de eso, lo había odiado con su alma.
Suspiró fuertemente y salió a la calle a buscar al perro de su prima, Dong que había corrido fuera de la casa.
Con un trote suave, fue bajando la colina que descendía de la casa de sus parientes y fue allí cuando vio a Yifan, que cargaba a Dong como si fuese normal encontrarse a un perro correr sin ver el mañana.
—¡Hey! Eso es mío —Tao frunció el ceño y volvió a ablandarlo cuando vio los rasgos físicos de Kris —. De-Devuélvelo.
Kris subió la mirada, chocándola con la de Tao.
Tenía que aceptar que, realmente era un chico demasiado lindo, adorable y atractivo para él.
—Yo… Claro, toma —Devolvió el perro a brazos del contrario, rozando deliberadamente —. Soy Yifan.
—Tao.
—Mi familia va a tardar en poner preparativos y esas cosas. ¿Quieres acompañarme a pasear? Hace tiempo que no he venido por aquí.
Tao asintió en seguida, sintiendo un escalofrío en su cuerpo.
Cuando dieron una vuelta por el vecindario, llegaron al parque cuyo cuidado era terriblemente escaso: El césped les llegaba por las rodillas, donde seguramente podría encontrar cualquier bicho por allí, la debilidad de Tao; Los juegos estaban completamente oxidados y se veía que se caían en pedazos; las paredes que en sus tiempos buenos fueron blancas, ahora estaban descoloridas y manchadas de graffitis.
—Yo… No voy a pasar por allí. Le tengo miedo a los bichos —Dijo Tao, mostrándose inocente a lo que Kris rio.
Antes de que se diese cuenta, Kris ya lo tenía en brazos, pasando por el océano de césped verde. Kris llegó a un oxidado asiento y allí tendió a Tao, estirando sus brazos y, por accidente, cuando Kris lo soltó, Tao tocó la entrepierna del contrario por accidente.
—¿Cuántos años tienes? —Preguntó el mayor.
—Catorce. ¿Y tú?
—Diecisiete… No estás tan grande…
Kris lo miró sin decencia alguna, lo tomó por el brazo y lo llevó hacia su casa, donde realmente era casa de sus familiares.
Metió ágilmente a Tao por la puerta de la cocina y lo llevó al baño de allí.
—¡¿Qué caracoles?! ¡No! —Exclamó Tao cuando de repente Yifan comenzó a explorar su cuerpo por debajo de su playera.
Al principio, Tao se resistía, pero después de diez minutos…
—¡Yifaaaaaan! —Veía las estrellas. Literalmente.
Tao se agarraba fuertemente de las cortinas de estrellas de aquel baño mientras tenía a Kris por la espalda, sujetando muy bien su coxis.
No era por perversión, ya estaba grande y lo necesitaba mucho en ese momento. Jamás lo había hecho con Jongdae, y sabía que lo estaría engañando, pero él nunca se daría cuenta… O eso pensaba.
Kris tomó dos de sus dedos y se los metió por la boca, haciéndole gemir.
—Calla. La música está fuerte, pero seguro si alguien pasa por aquí, se percatará.
Al terminar la resumida acción, Tao tomó sus pantalones y agarró fuertemente la muñeca de Kris, sujetándole.
—¿A dónde irás después de aquí? —Preguntó el menor.
—Corea, Corea del Sur —Dijo el otro. ¿Qué más perdía? No lo volvería a ver… Solo era un acto de necesidad y nada más.
—¿En serio? ¡Yo también! —Abrazó al otro sintiendo su fuerte espalda —. Y ahora que somos novios, nos la pasaremos muy bien.
Kris tragó saliva sonoramente.
¿Qué más perdía? Jongdae no se daría cuenta…