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Symptoms por Moonie

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Notas del fanfic:

Bienbien, me decidí a hacer algo de SHINee. Este será como un One-Shot dividido en tres partes. Me encantaría que lo comenten, así puedo estar segura de continuarlo. 

Es el primer fic que hago tan depre, espero que haya podido transmitir bien el sentimiento. n.n

Notas del capitulo:

No tengo mucho más que decir n.n

Enjoy°

¨Lamentamos informar que, debido a problemas climáticos, el viaje con destino a Gyeonggi tendrá una demora de 40 minutos. Rogamos su comprensión¨

 

Apreté con fuerza el cigarrillo que tenía en la mano, logrando que el filtro se deshiciera completamente y cayera al suelo, ensuciándolo. Levanté la cabeza y miré con odio el altavoz de donde había sido comunicada la noticia.  Luego miré hacia afuera y comprendí que no tenía motivos para quejarme: la lluvia caía fuertemente y los relámpagos alertaban sobre una no muy bonita tormenta eléctrica. El cielo estaba tan oscuro que no parecían ser las 8 de la mañana.

 

Tiré el resto del cigarrillo en un tacho que tenía cerca, y comencé a buscar otro en mi bolso. No miraba el interior, solo tanteaba tratando de sentir la textura plástica de la caja.  Reconocí las llaves de mi apartamento, mi billetera de piel, mis documentos y algunos pañuelos ¿Me los había olvidado? Seguramente. El que había tenido hasta hacía unos segundos atrás, lo había encendido en mi casa, luego de entender que no iba a poder viajar en mi auto, ya que el mal tiempo combinado con mis nervios no me lo hubieran permitido. Mejor así, el viaje en tren me ayudaría a pensar y a calmarme, si es que tuviera un cigarrillo. Sin resignarme, rebusqué en los no pocos bolsillos que tenía mi cartera. Nada. Hastiado, moví el cierre del último, encontrándome con mi celular. Lo saqué y lo miré unos segundos.

 

El mensaje que había recibido hacía menos de una hora seguía ahí. Sólo  luego de haberlo leído tres veces y comprendido a la cuarta, mi cerebro se activó, sacándome de la cama a la velocidad de los truenos que se escuchaban afuera. Mientras metía cualquier prenda que encontraba en una pequeña maleta, buscaba una dirección en Internet, y el método más rápido para llegar a ella en auto. Mis piernas temblaban demasiado mientras me calzaba los zapatos, cuando escuché al meteorólogo del noticiero pronosticando las fuertes lluvias que habría en varias zonas del país, incluyendo Seúl y como no, Gyeonggi. Así fue como, encendiendo mi primer y probablemente el único cigarrillo del día, salí a la calle, parando un taxi, y pidiéndole que me lleve hasta la estación de trenes.

 

Suspiré gravemente, recordando la suerte que había creído tener, cuando llegué a la ventanilla para pedir un boleto y me habían dicho que solo en veinte minutos partiría uno. Vaya mentira.

 

Aún así, podría rescatar que en lo que había transcurrido de la mañana, nadie me había reconocido.

 

-¿Key oppa, eres tú?- No debería hablar antes de tiempo. Corrí la vista del celular y miré hacia la mujer que me había hablado. Aparentaba tener unos treinta años, y eso solo me decía una cosa.- ¡No puedo creerlo, de verdad eres tú! Omo, discúlpeme, es que estoy muy emocionada ¡Yo era una Shawol!- Lo que me temía. Nadie que no fuera Shawol (o al menos Locket) se hubiera dado cuenta que este viejo de 38 años, sin nada de maquillaje, había sido parte del grupo idol SHINee. Aún así, sigo siendo hermoso.

                                                                                         

-Mucho gusto-. Le dediqué una pequeña sonrisa y esperé a que ella siguiera la conversación.

 

-No puedo creerlo, la última que tuve tan cerca de un miembro de SHINee fue hace cinco años, en su último concierto. Estaba casi en primera fila, y lloré a mares ese día, luego de su última reverencia juntos-. Se pasó la mano por uno de los ojos, como su fuera a ponerse a llorar en ese momento.- Aún así, nunca dejé de ser fanática de ustedes. Siempre espero un nuevo disco de Taemin oppa, o los doramas de Minho oppa, y claro los desfiles donde apareces tú, oppa-.

 

 Así había sido todo, cuándo Taemin volvió del servicio militar (con treinta años), decidimos sacar un disco más.  Al menos el último, todos juntos, ya que desde que Onew había partido primero a la milicia, no habíamos estado activos los cinco al mismo tiempo. El regreso había sido espectacular, pero muchas cosas habían cambiado. En primer lugar, ni Onew, con 35 años, ni JongHyung, con 34, podían seguir el ritmo de concierto tras concierto, presentación tras presentación. Y sinceramente, a Minho y a mí nos comenzaba a costar. Más de quince años trabajando como cantantes había sido duro, más cuando el canon era sobrevivir entre 5 y 10 años. Todos queríamos algo nuevo, SHINee había sido todo para nosotros, pero era momento de dar el siguiente paso. Cuándo Onew nos confirmó la noticia de que iba a casarse y que seguidamente pensaba tener familia, comprendimos que era el fin. Fue duro, sí, pero dimos nuestro último concierto ante miles de fans, y cada uno siguió su camino. Por mi parte me convertí en diseñador de modas, mi otro sueño en el mundo. Al tener un nombre conocido, y que mi ingenio y creatividad siempre hayan sido excelentes, no me costó mucho lograr a ser uno de los mayores diseñadores en Corea, y porque no, en el mundo. Onew decidió volver a su ciudad natal, Gwangmyeong, en Gyeonggi, con su esposa y sus recién nacidas mellizas, dedicándose a dar clases de canto a niños. Minho siguió como actor, y aún con 38 años, sigue siendo la razón de los suspiros de las noonas del país. Taemin fue el único que siguió por el camino de la música, y no era para menos, con el excelente bailarín que siempre fue, y con la gran voz que consiguió lograr con los años, es un solista impecable, a sus 36 años. En cuanto a JongHyun…

 

 

-Oppa, cuéntame algo de Onew oppa y de JongHyun oppa, ya que nunca sabemos nada de ellos-. Lo peor de todo, es que me encuentro en la misma situación que ella.

 

Los primeros tres años, nuestros encuentros fueron recurrentes, en cumpleaños o algún evento importante pero, poco a poco, la comunicación se fue perdiendo. No sé por qué fue exactamente, pero actualmente solo veo (y tampoco muy a menudo)  a Taemin y a Minho, ya que los tres seguimos siendo del mundo de espectáculo, y recibo algún mensaje de Onew por mi cumpleaños. Pero de Jong, así como dejamos de mandarnos mensaje, dejamos de hablarnos en nuestros encuentros y directamente dejamos de vernos. La última vez que lo vi fue hace dos años, en el segundo cumpleaños de las mellizas, y a decir verdad no se veía del todo bien, ya que su madre había fallecido recientemente. Seguidamente se mudó a la misma ciudad de Onew, pero no supe nada más de él. Mi hyung me había dicho que lo visitaba cada tanto, pero hasta eso dejé de preguntar.

 

 

Miré a la chica con algo de indecisión.- Onew, a pesar de su edad, cuida mucho a sus hijas y a su mujer. Da clases de canto a niños y lleve una vida normal y tranquila-. Parezco estar en un programa, pero la costumbre ya me hizo así.- Y Jong…-

 

 

¨El viaje con destino a Busan partirá en cinco minutos por el andén B5. Pedimos a los pasajeros que se acerquen para abordar.¨

 

 

 

-¡Ese es mi tren! Key oppa, un placer poder haberlo visto hoy. Sigue siendo muy guapo, y le deseo mucha suerte en todo lo que haga. Ustedes cinco fueron siempre mi mayor inspiración, estoy orgullosa de haber sido Shawol. No pudo decirme mucho pero ¿JongHyun oppa está bien?-

 

La miré unos segundos, para luego dedicarle una pequeña sonrisa.- Él está bien, le mandaré tus saludos. Y también a los demás. Gracias por recordarnos-. La mujer me miró unos segundos con una gran sonrisa y un brillo especial en los ojos. Me hizo una reverencia y salió hacia los andenes.

 

La miré marcharse con tristeza. Me sentía un bastardo mentiroso. Levanté el celular, que aún tenía en la mano, y lo desbloqueé, tembloroso. El mensaje, como suponía, aún estaba abierto:

 

Número desconocido

Kibum, soy Onew. Necesitaba hablarte. Es por Jong. Está muy mal. Los médicos no saben que es, pero está delicado. Por favor, ven rápido. Estamos todos aquí. La dirección es…

 

Lo apagué de nuevo, no necesitaba leer más. Frustrado, volví a mirar como la lluvia inundaba la ciudad de Seúl…

                                             

 

    Finalmente, pude tomar el tren poco antes de las nueve. Para matar el tiempo, tomé un café y una tarta de crema con frutillas (cortesía del local) en una cafetería de la estación, aunque dejé la mitad en el plato, ya que me costaba digerir normalmente. Esperaba no haber parecido grosero.

 

   Había pensado seriamente en comprar una bufanda y mantenérmela puesta durante el resto del día; no quería que me reconocieran de nuevo, mucho menos que se supiera la razón de mi viaje. Aún así, era tedioso, el ambiente me recordaba mucho a cuando el grupo aún existía y debíamos tomar un avión. Encima de tener que enfrentar que estaría horas sentado en un viaje demasiado largo y poco entretenido, tenía que taparme para que no me reconocieran. Al diablo, ya no tenía 20 años, no me iba a encontrar con fans locas o sasaengs, sino con mujeres de edad considerable que no pierden su tiempo corriendo para conseguir una mísera foto de su idol. De repente, el altavoz volvía a escena.

 

¨Les comunicamos que el viaje con destino a Gyeonggi partirá dentro de diez minutos por el andén A3. Lamentamos la demora, que tengan buen viaje¨

 

Al subir al tren me di cuenta que este viaje no sería como los que tenía con SHINee, por mucho que todo me pareciera familiar.

 

Esta vez, estaba solo.

 

De las cuatro horas que viaje, una pude dormir; las otras tres las dediqué especialmente a pensar en todo lo que había pasado desde que debutó SHINee, aunque era algo que me mataba por dentro. Simplemente con recordar esa época me inundaba una sensación de nostalgia pura. Nunca nada en mil años se compararía alguna vez con lo que disfruté como Idol. Ahora mi vida también era buena, seguía siendo el centro de atención, cosa que me encantaba pero, aún así, sentía como algo me faltaba. Volví a leer el mensaje otras veinte veces, y esas veinte veces pensé como responderlo, pero no podía. Me dolía, y mucho, no saber que le pasaba al que tantas veces había dicho que era mi mejor amigo, mi alma gemela, mi compañero inseparable. La última vez que miré el mensaje, recordé nuestro último abrazo, el que nos habíamos dado en el último concierto antes de la separación y, antes de caer dormido por el cansancio, varias lágrimas amargas se deslizaron por mi rostro, salpicando en el móvil. Me hubiera gustado que la pantalla se hubiera quebrado en ese momento, como había sucedido con mi corazón.

 

Al llegar a Gyeonggi, lo único que tuve que hacer fue pedir un taxi y pedirle que me llevara a la dirección que ya había memorizado. Aún así, el viaje no fue corto, al igual que la tarifa, ya que estuvimos más de media hora recorriendo la ciudad. Se suponía que JongHyun vivía cerca de Onew, pero estaba seguro que la casa de mi hyung que había visitado la última vez no estaba tan lejos ¿Se habría mudado? Probablemente, lo había escuchado quejarse varías veces porque no quería vivir tan cerca del centro. Y de eso hacía dos años. Lo confirmé al ver que entrábamos al barrio más que residencial que podría encontrarse.

 

De repente una ola de nervios me atacó ¿Qué debería hacer cuando llegara? No había visto a mis dos mayores desde hacía mucho tiempo ya, y a los dos menores en medio año, con suerte. Ni siquiera sabía cómo era el real estado de Jong. No sabía qué hacer, y odiaba estar así.

 

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el chofer, anunciando que habíamos llegado. Miré por el cristal del auto, y ante mi había una casa mediana, de dos pisos con balcón al frente y de color verde. Pagué la cifra con algo de dolor y bajé del auto. Me acerqué rápidamente, ya que la lluvia aún seguía, aunque esto hizo empaparme más. Al llegar a la puerta vi unas flores en la entrada, completamente secas y marchitas; unas telarañas en la puerta y las ventanas sucias ¿Es que nadie se encargaba del aseo allí? Parecía un lugar abandonado. Miré de nuevo la dirección, esperando que el chofer se hubiera equivocado y la casa en realidad sea la amarilla de un piso que estaba al lado, bonita y cuidada. Pero la dirección era correcta, y eso no me alertaba de  nada bueno.

 

Tomé aire y toqué el timbre. No pasaron ni cinco segundos cuando la puerta se abrió, dejándome al frente a una mujer sorprendida. Era Nina, la esposa de Onew. La miré sin saber que expresión hacer, ni que decir, mientras la lluvia seguía cayendo sobre mí. Miré de reojo el interior, era un pasillo que tenía dos puertas en cada costado y al final se encontraba la escalera que llevaba a la planta superior. A la mitad había un sillón, en la que reconocí a Minho abrazando a Taemin, que parecía estar llorando, con el rostro escondido en el pecho del otro. El más alto levantó su cabeza, sin dejar de abrazar al menor y miró hacia donde estábamos, abriendo la boca al verme.

 

-KiBum…-Escuché decirle, como si no lo creyera. De repente Taemin también miró hacia donde estaba y, contrario a cualquier cosa que hubiera esperado de mi maknae, vi en su rostro una gran furia dirigida hacia mí.

 

Antes de que pudiera siquiera preguntar qué sucedía, se levantó de su asiento y se dirigió decidido hacia nosotros. Cuando estuvo solo a un paso de mi levantó su mano con fuerza, para luego dirigirla hacia mi rostro, dándome una sonora cachetada que me dio vuelta la cara.  Abrí los ojos de par en par, y me llevé una mano hacía donde me había golpeado, que comenzaba a doler y arder. Volví mi cabeza para mirarlo. Tenía los ojos llorosos y estaba siendo sujetado del brazo  por Nina, que me miraba con pena.  Mi donsaeng la apartó y me señaló con un dedo.

 

-¡Todo esto es tú culpa!- Me escupió sin ningún tipo de control. Lo miré con algo de pánico ¿De qué estaba hablando? No comprendía nada, y el dolor en mi mejilla no ayudaba. -¡Que JongHyun esté así es tu culpa!- Pude escuchar algo romperse en mi cabeza ¿Qué quería decir todo esto?

 

-Taemin, no digas esas cosas…- Minho se había acercado y lo tomó del hombro, pero el menor ni se inmutó, me seguía mirando como a un monstruo. Parecía dispuesto a seguir diciéndome cosas, cuando Minho lo agarró fuerte del brazo, logrando que se diera vuelta, para tomarle el rostro con las manos y mirarlo directo a los ojos.- Ya basta, cálmate. No ganas nada con esto, y lo sabes-. Taemin temblaba, volviendo a esconderse en el pecho del mayor, llorando desconsoladamente, mientras este le daba varios besos en el pelo.

 

Ya nada tenía sentido, pero esto no me gustaba nada. Aún sin moverme de la entrada, miré a Nina, tratando de que entendiera lo único que quería en ese momento. Ella solo asintió y apuntó con su cabeza la escalera.

 

-Él está arriba-. Sin importarme dejar mi maleta en la entrada y que estaba mojando todos los lugares por los que pasaba, entré evitando a los otros y corrí escaleras arriba. Allí había dos puertas, pero una estaba abierta, y veía una cama ocupada desde afuera.

 

Entré rápidamente y la imagen que vi allí adentro se me clavó como una daga en medio del ojo. La gran ventana al lado de la cama me mostraba  a JongHyun, acostado y tapado hasta el cuello. Se lo veía pálido e inmóvil. A su lado estaba Onew, sosteniendo una de sus manos con fuerza y con lágrimas en los ojos. Casi ni se podía distinguir si su pecho se movía o no. Parecía…

 

No. Me acerqué como una avalancha hacia él y, literalmente empujando a mi hyung, caí de rodillas a un lado de la cama. No tenía la menor idea de que hacer, por lo que tomé la mano que había quedado colgando a un lado. Estaba fría. Demasiado. Sabía donde se encontraban  todas las zonas del cuerpo en las  que se sentían los signos vitales, pero no reaccionaba a palpar alguno. Sólo lo miraba.

 

De repente sentí una mano en mi hombro. Onew me miraba con los ojos rojos y un sentimiento en su rostro que era lo último que hubiera querido ver: desesperanza. Comprendí en ese momento que la mirada que Taemin me había dado hacía minutos atrás, había sido la misma, detrás de todo ese odio.

 

-Lo siento, Kibum…Ya es tarde…-

 

-No… ¡NO!- Miré hacia la cama, donde yacía mi amigo, mi mejor amigo.- ¡JONG! ¡DESPIERTA! ¡NO PUEDES HACER ESTO!-

 

Mis gritos inundaron la habitación por varios minutos, pero nada sucedía. Lo moví violentamente, aún sabiendo que eso no podría ayudar. Escuché más de un llanto a mí alrededor, por lo que supuse que los demás habían subido. Seguí gritando. Mi propio llanto caía con la misma fuerza de mi desesperación, ahogando mi vista. Mi pecho ardía. Mi cabeza explotaba.

 

En cierto momento me dejé caer, aún llorando, sobre el cuerpo de de Jong. Lo sujetaba fuertemente contra mis brazos, como si así pudiera compensar todos los abrazos que no le di. Lo aferraba a mí, tratando de que no se fuera, que no me lo arrebataran. Sentí mi presión subir y bajar, lo más seguro es que acabaría desmayándome. Con la poca fuerza que me quedaba, susurré:

 

-No puedes hacerme esto…-

 

Mis ojos empezaron a cerrarse, pero antes de caer al sueño forzado, sentí mi mano siendo levemente apretada, con firmeza. Una voz acompañó ese pequeño rayo de esperanza…

 

-Key…-


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