–¡Hasta mañana chicos!
Junmyeon y Minseok alzaron las manos en ademán de despedida hacia el chino. Lo vieron subir al ascensor y continuaron bebiendo su taza de café.
–¿Sabes por qué Luhan anda tan animado?
–Me comentó algo sobre ayudar a un muchacho. –respondió Minseok, volviendo a beber un poco del líquido oscuro que llenaba su taza. –Sabes cuan solidario es Luhan…
.-.-
–¡Hola!
Sehun dio un pequeño saltito por la sorpresa de ver tan animado al chino.
–¿Has venido a convencerme de nuevo? –preguntó alzando una ceja.
Luhan lo miró extrañado, haciéndose el desentendido, mientras entraba al pequeño apartamento, volviendo a ver ropa tirada en el suelo.
–Aprende a ser más ordenado.
Sehun ignoró la llamada de atención y cogió la bolsa con comida que traía el mayor, llevándosela a la cocina.
Luhan rodó los ojos a la vez que ladeaba su cabeza, llevando la ropa a la habitación del menor.
¿Cuánto tiempo había pasado que esos dos se llevaban así bien? Dos semanas. Dos semanas en las que Luhan solo había ido a visitar a Sehun cuatro veces.
Pero a Sehun no le importaba que lo hiciera, no porqué limpiase o cocinase bien. Si no porqué dejaba de sentirse solo, dejaba de sentir esas ganas de lastimar a alguien cuando estaba “aburrido”, dejaba de sentir esas ganas de desquitarse con el mundo, o con un hombre.
Además, porqué le tenía ganas a Luhan. Pero no quería asustarlo. Luhan era la primera persona que se quedaba a su lado. Claro que estaba Jongin y Nayu, pero el chino era diferente. Porque a comparación de sus dos amigos, Luhan era completamente ajeno a él.
Y tenía que calmar esas ganas con su mano, después de que Luhan lo volviera a dejar solo.
A veces no era necesario, pues esas ganas se iban cuando Luhan empezaba con el mismo tema. Como ahora:
–Y, ¿no has pensado en ir a ver a tus padres?
Sehun observó a Luhan, dejando la lata de soda al lado de su plato. Un suspiro se escapó de sus labios, dejando ver que estaba cansado de escuchar eso.
Pero Luhan se mantuvo firme en su pregunta, y continuó esperando una respuesta, aun si Sehun lo ignoró y continuó comiendo.
–Sehun, te pegun–
–No, no lo voy a hacer.
Luhan se resignó a seguir comiendo en silencio. No quería aburrir al menor y que este lo terminara echando, no cuando quería ayudarlo a salir de ese sucio lugar.
Pero terminaron de cenar y Luhan volvió a tomar la palabra.
–Sehun, en serio. Al menos piénsalo. ¿Tus padres saben de ti? Quizá estén preocupados, ¿hace cuánto que no los ves? Además, aun no eres mayor de edad, bueno prácticamente sí. Per–
Luhan se detuvo al oír el crujido de la lata de gaseosa. La inofensiva hojalata había sido aplastada entre las manos de Sehun y tirada sobre la mesa.
–Detente, por favor.
–Pero Sehun–
El menor apoyó su codo en la mesa mientras con dos dedos se masajeaba las sienes.
–Por favor.
–Bien.
Luhan se puso de pie y Sehun lo siguió con la mirada, obviamente, recorriendo su delineado cuerpo. El chino se dirigió al refrigerador, haciendo Sehun sabe qué, que se tuvo que agachar un poco, dejándole una vista “increíble” de su trasero.
No era la primera vez que pasaba, pero iba a ser la primera vez que Sehun no aguantaría más.
Se puso de pie y Luhan se incorporó cerrando el refrigerador. Entonces tomó su cintura y lo puso contra la mesa, haciendo temblar platos y cubiertos.
Luhan, sin entender que es lo que pasaba y con algo de miedo pues pensó que Sehun actuaba por enojo, solo sintió los labios del menor sobre los suyos. ¡Así! De golpe.
Con roces suaves, y a la vez profundos, sus labios, algo resecos, se pegoteaban entre ellos y lentamente se iban humedeciendo a medida que beso se volvía más penetrante, más sensual, más lascivo.
Y aunque al principio parecía tonto, porque Luhan buscaba poner posesividad como la mayoría de las veces, termino siendo una jugada constante de sus lenguas, movimientos aún más mojados y frenéticos, que hicieron que sus cuerpos se calentaran cada vez más, hallándose en la necesidad de desaparecer toda esa ropa que los cubría.
En un pequeño intervalo Luhan pudo soltar un suave gemido por el roce de su entrepierna con la de Sehun. Este por el contrario, dejo ver una sonrisa pícara, haciendo que el mayor se sonrojase y quisiera morir de vergüenza, pero estaban calientes, y los dos lo admitían.
Esta vez Sehun se detuvo a atacar el cuello del chino, dejando su rastro húmedo por toda la piel blanca. Luhan dejó caer su cabeza hacía un lado, dándole al menor más accesibilidad. Sus ojos se cerraron, encontrando cuan bien se sentía tener los labios de Sehun besando su piel hasta las clavículas, dejando chupetones de paso.
Se sentía tan bien, pero al mismo tiempo muy incómodo para los dos. Parecía que la mesa fuera a caerse, y para Sehun eso sería muy mata pasiones. Así que lentamente atrajo a Luhan consigo, avanzando lenta y cuidadosamente hacia la habitación. Sin dejar de besarlo, claro, porque no quería dejar de hacerlo. Y se aprovechó del sometimiento de Luhan para empezar a desabrocharle la camisa, y, como le era costumbre, dejo la prenda tirada por algún lugar de la habitación.
Luhan se sorprendió por eso. Pero no pudo aguantar más el suspiro a punto de salir cuando Sehun pasó sus manos por toda su espalda, y yendo de regreso hacia su cintura.
Al ingresar al cuarto chocó con el apoya brazos un pequeño sofá. Recostó suavemente a Luhan, dejando sus piernas al aire y su cabeza al otro extremo, descargándola en el otro apoya brazos.
Entonces Sehun empezó a besar el estómago del chino, bajando por el ombligo, dejando cosquilleos por los besitos, y desabrochó el pantalón.
Luhan abrió los ojos de golpe, pero así como los abrió, los cerró. Aun si quería detener esas acciones, no podía. Pero no quería que pasara así. Tan pronto. Ni siquiera lo había pensado, simplemente estaba pasando. Y si seguía así, lo más seguro era que perdería su virginidad con Sehun.
Pero le era difícil concentrarse en algo que no fuera el placer de sentir las manos del menor masajear su miembro. Entonces mando a la mierda todo. Tendría sexo con alguien jodidamente atractivo. ¿Por qué no disfrutarlo?
Sehun, sin dejar de masturbar a Luhan, se acercó lentamente al rostro de este y observo detenidamente la expresión de placer que tenía. Y eso lo excitó aún más que solo escuchar sus gemidos. Se apartó y le quito por completo los pantalones y el bóxer a la vez, alzó un poco sus piernas y, bajo la débil mirada del chino, empezó a lamer su pene.
Como “recompensa” a su trabajo, se empezó a oír la voz orgásmica de Luhan en gemidos, pero aunque el mayor intentaba reprimirlos (por algo de vergüenza), no podía controlarlos y solo salían, deleitando y poniendo más duro a Sehun.
El menor siguió moviendo su lengua, humedeciendo el glande y dio un último lametón antes de separarse y cargar a Luhan, llevándoselo a la cama. Allí continuaron besándose, llenándose de la saliva del otro.
Luhan comenzaba a perder el poco uso de razón que le quedaba después de recibir la mamada de Sehun. Quería más. Mucho más. Empezó a desvestirse, con la ayuda del menor, y tras quedar desnudo, empezó a desvestirlo a él.
Pudo tocar los fuertes brazos de Sehun, su gran espalda, su delineada cintura y sus muy bien formadas caderas. Sintió la mano del coreano posarse a uno de sus lados y los dedos de la otra rozar sus labios. Lamió los tres dedos mientras Sehun hacia lo mismo con sus pezones.
Después de hallar esa erótica acción, Sehun llevó sus manos al trasero de Luhan. Y el chino sintió un intruso ingresar a su culo y soltó un quejido de incomodidad. Sehun sentía lo estrecho que era Luhan, pero no le sorprendía, muy por el contrario, lo provocaba más. Así que introdujo el segundo dedo. Luhan aferró sus puños a las sabanas, parecía que desgarraban su trasero. Cuando Sehun metió el tercer dedo, el mayor soltó un grito de dolor. Eso preocupó un poco a Sehun, así que con la otra mano masajeó el miembro del chino y se aproximó a besarle el cuello.
Luhan empezaba acostumbrarse gracias a las estimulaciones. Sin embargo, vendría algo quizá más placentero que tres dedos.
El menor sacó sus dedos del interior del chino y, tras colocarse el condón, se acomodó para introducir su pene. Luhan abrió los ojos y sus puños se cerraron, apretando fuertemente las sabanas. ¿No era el miembro de Sehun lo que lo estaba penetrando ya?
Sehun empezó a introducirse y Luhan dejaba salir un fuerte gemido, que era más de dolor que de placer. Cerró fuertemente sus ojos, y los fue relajando volviendo a sentir la mano de Sehun sobre su miembro.
Sehun seguía teniendo el ritmo lento, para que Luhan pueda acostumbrarse. Luhan, por su parte, no podía explicarse como el dolor le era tan excitante. Se estaba volviendo loco. La lentitud, el dolor y el placer hacían que perdiera los estribos. Y seguía queriendo más. Quizá más dolor, para que así aumente el placer. Pero quería más.
–Sehun… –dijo a duras penas. –Rápido… Más rápido…
Sehun, obediente a la lasciva voz del mayor, profundizó sus embestidas, haciéndolas más rápidas. Luhan arqueó su espalda, corrompiéndose por la lujuria. Y pudo sentir el cosquilleo de sus lágrimas bajando por su cuello.
Las embestidas continuaron y los gemidos se volvieron más constantes. Se podía percibir el olor a sexo en la habitación. El chasquido de sus pieles empapadas de sudor los calentaba más. Y tanto la estrechez como el dolor los excitaba aún más.
Los dos juntos se acercaban al clímax. Y se corrieron casi al mismo tiempo.
Sehun se dejó caer apoyando su peso en sus manos, ubicadas a los lados de la cabeza de Luhan, para darle un beso. Un beso lento y apasionado. Un beso que, inconscientemente, dejaba al descubierto sus sentimientos.
Solo que ninguno de los dos se dio cuenta.