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Un mundo sin mujeres por MidoriShion

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Notas del capitulo:

Holaaa!!! buenas tardes a todoss.. pido mil disculpas a todos los que leyeron el primer capitulo de este fic, la verdad es que no tuve tiempo si no hasta ahora para leer pero de ahora en mas trataré de actualizar mas seuido.. sin mas les dejo el cap.. espero que les guste!! :D

Desde pequeño había vivido sólo junto a su madre, dueña de una generosidad incomparable y al ser él su único hijo siempre se había encargado de mantenerlo a gusto dándole lo que quisiera para hacerlo feliz, ordenándole las cosas, dejándolo hacer su vida como más le gustara. Al contrario de lo que cualquiera pensaría, Azumane no creció como un chico caprichoso ni maleducado a causa de estos tratos, siempre había sido un niño gentil que intentaba ayudar a su madre en lo que pudiera pero esta no lo dejaba ya que simplemente quería hacerse cargo de todo, no quería que por tener que ordenar su cuarto su hijo se perdiera las alegrías del mundo, de salir con amigos y esas cosas. A causa de esto Asahi había crecido como un chico completamente dependiente, incapaz de hacer algo por su propia cuenta (siempre y cuando no se tratara del vóley).
En ese momento Asahi estaba entrando en pánico. No sabía cómo había pasado, pero de un día a otro todas las mujeres del mundo habían desaparecido, entre ellas su madre. Ese día no lo había notado, se levantó y su desayuno no estaba preparado como todas las mañanas, pensó que su madre tal vez seguía durmiendo, pero al entrar a su alcoba tampoco la encontró allí. Eso sí que era extraño aunque pensó que seguramente tendría algo que hacer fuera de su casa y se le olvidó avisarle. Sin pensarlo más, tomó un vaso de leche de la heladera y lo bebió para luego salir de su casa caminando normalmente todo el camino hasta la escuela. Le gustaba llegar temprano por lo cual en el momento en que salía de su casa no había muchos estudiantes en la calle aunque ese día no había notado que había menos personas de lo habitual simplemente siguió su camino hacia la escuela. Entró a su salón y fue cuando supo todo, poco a poco sus compañeros fueron llegando pero ninguna chica entraba al salón, le pareció extraño sin embargo pensó que seguro tendrían alguna actividad de la cual él no estaba enterado, hasta que entró el profesor y lo dijo. Por alguna extraña razón las mujeres del mundo habían desaparecido. Lo más extraño de todo era que eso no había comenzado ese día, en otros lugares del mundo las mujeres comenzaron a desaparecer sin dejar rastros tan sólo un par de días antes. Esta información había sido ocultada, hasta que el fenómeno dio la vuelta al mundo y la Tierra quedó solamente habitada por hombres. Los chicos no sabían que hacer, algunos comenzaron a llorar, otros sin querer creerlo llamaban a sus madres al celular sin obtener alguna respuesta. No había caso, todo era cierto, ellas habían desaparecido.
Ese día a los chicos se les dio el día libre dejándolos marchar a sus hogares pero sin su madre Asahi no tenía a donde ir. Así que se dirigió al gimnasio del club de vóley donde encontró a sus demás compañeros. Cada uno con sus respectivas reacciones, Hinata y Yamaguchi lloraban desconsolados pero en silencio, sufrían la ausencia de sus madres y sus hermanas, Sugawara y Daichi trataban sin resultado de calmarlos, entendían por lo que pasaban pero no podían darse el lujo de ponerse a llorar ellos también. Por su parte Kageyama estaba con una expresión de descontento en su rostro pero no mostraba más que eso, Tsukishima no decía nada, parecía no importarle la situación, a él le daba igual, su vida no se modificaría en nada. Por su parte Tanaka y Nishinoya aún no habían llegado aunque la aparición del más bajito de Karasuno no se hizo esperar. Entró como un remolino al gimnasio y comenzó a dar vueltas por todos lados, buscando a su preciosa Kiyoko-san quien seguro estaba escondida por algún lado, no podía simplemente haber desaparecido, pero no había caso, ella no estaba por ningún lado. Cansado se tiró en medio de todos y comenzó a sollozar exageradamente como acostumbraba a hacer hasta que sintió como la puerta del club se abría y un confundido Tanaka entraba lentamente. Todos lo quedaron mirando, esperaban una reacción similar a la de Nishinoya pero por el contrario el chico calvo al entender la situación simplemente se dio la vuelta y se fue. Todos quedaron atónitos pero ninguno se atrevió a decir nada y es que todos (o casi todos) estaban pensando lo mismo ¿Qué sería de ellos desde ese día?
Por órdenes del gobierno los hombres que aún quedaban en el mundo deberían actuar normalmente, ir a trabajar, hacer los quehaceres, los niños y jóvenes deberían asistir a sus respectivas escuelas cumpliendo con sus horarios de clases y actividades en los clubes.
Habían pasado cuatro días y Asahi estaba entrando en pánico, la última semana había sido un desastre y sin su madre no sabía cómo iba a sobrevivir. Esa mañana fue a la escuela y asistió al club de vóley como todos los días pero el desgaste empezaba a notársele cosa que preocupaba a sus compañeros de equipo. Si bien todos estaban bastante sumidos en sus problemas, intentando salir adelante por su cuenta sabían perfectamente quien sería al que más le costaría hacerlo. Daichi tomó la iniciativa y al terminar el entrenamiento del día sentó a sus compañeros de equipo y se paró frente a ellos con los brazos cruzados, era su deber como capitán levantar la moral y los ánimos de los demás.
-Yo sé que estamos pasando por un momento difícil –dijo parado con los brazos cruzados- pero no por ello debemos dejar que nos afecte de esta manera. Sé que es difícil pero debemos acostumbrarnos que de ahora y, valla a saber hasta cuando, estaremos solos. Si… si alguno necesita ayuda o se siente mal o solo no duden en pedir ayuda a los demás. –El resto asintió cabizbajo, sabían que lo que su capitán decía era verdad pero no todos se acostumbrarían tan rápido. Algo les hacía falta.
Ese día cada cual fue por su lado, aquellos que vivían en direcciones similares fueron juntos pero casi ninguno hablaba. Daichi y Sugawara se mantenían neutrales ante aquella situación, seguramente les pasarían muchas cosas por la cabeza pero en su posición como senpais no podían permitirse mostrarse débiles ante los demás, era los pilares del equipo, si ellos se desmoronaban qué podían esperar de los demás. En ese momento iban solos caminando rumbo a sus respectivos hogares, cada cual pensando en lo suyo pero una voz que se empezó a escuchar a lo lejos los trajo de nuevo a la realidad, ambos miraron para atrás, era Nishinoya quien se les acercaba corriendo.
-¡¡Daichi-san!! –Prácticamente gritó para que este se diera vuelta.-
-Nishinoya… qué... ¿Pasó algo? –Preguntó Daichi un tanto preocupado por la repentina aparición del libero de su equipo.
-Yo… solo… -Dijo un tanto dudoso.- Creo que Asahi-san está actuando raro... digo... todos estamos afectados por eso… pero Asahi-san, creo q es el que peor la está pasando.- continuó hablando mostrándose un tanto preocupado, él quien era el que más había llorado ante esa situación ahora corría preocupado por alguien más, y es que sin duda Asahi era un gran amigo para él, o mas bien era alguien a quien admiraba y no soportaba verlo derrotado. –Creo que debemos hacer algo por él –Continuó sin dejar hablar a los otros dos frente a él.- Tal vez si vamos a su casa… si lo ayudamos… tal vez así vuelva a ser un poco como antes… Si –dijo en una pose como alguien que acepta un reto- eso debo hacer… Gracias Daichi-san, Suga-san –Y dejando a los otros dos atónitos volvió corriendo por el mismo camino por el cual había llegado hasta ahí, Daichi y Sugawara sólo sonrieron y continuaron su camino hablando amenamente, ahora de alguna manera se encontraban tranquilos, sus pequeños cuervos no morirían en la depresión después de todo.
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Los últimos días habían sido difíciles para todos, o para casi todos. A decir verdad al megane de Karasuno la situación no le afectaba en lo más mínimo en realidad jamás le habían interesado las mujeres, jamás se había apegado mucho a ninguna, ni siquiera a su madre por lo cual el hecho de que faltaran o que ya no estuvieran era algo normal para él. Sin embargo para su mejor amigo era algo diferente. Esa tarde salían del entrenamiento normalmente como se lo habían ordenado, caminaban como cualquier día camino a sus casas que se encontraban bastante cerca, normalmente hablaban de cosas triviales, vóley, televisión, estudios, pero en ese momento ninguno de los dos decía nada, caminaban en un tranquilo e incómodo silencio. En un momento el pecoso no pudo soportarlo más y comenzó a sollozar por lo bajo, no quería que su amigo lo notara asi que bajó la mirada intentando esconderse pero fue algo demasiado obvio para el rubio.
-¿De nuevo Yamaguchi? –Preguntó un tanto fastidiado, los últimos días el pecoso no paraba de llorar a pesar de saber que a Tsukishima le molestaba.
-Ahh... Lo siento Tsukki. –Respondió Yamaguchi secándose las lágrimas y sonriéndole al más alto.- es solo que… me siento tan solo últimamente… sin mis hermanas… y no tengo a nadie. –continuó conteniéndose las lágrimas.
-¿Acaso no lo entiendes? –Contestó el megane en su tono habitual.- Me tienes a mí, no necesitas a nadie más.
-S-si… es verdad… los siento Tsukki, no volveré a llorar –Respondió Tadashi dirigiéndole una cálida sonrisa, claramente era mentira, seguramente en la oscuridad de la noche él volvería a llorar. Pero mientras tanto, siempre que esté frente al rubio sonreiría, él no sabía nada, no conocía su situación. Por eso mismo si lo viera llorar entendería lo patético que era ser él y eso era algo que Yamaguchi no quería.
Desde pequeño Yamaguchi Tadashi había vivido junto a sus tres hermanas y su padre. Su padre no era exactamente la mejor persona del mundo, era por demás exigente, quería que sus órdenes y expectativas se cumplieran al pie de la letra llegando a castigar severamente a cualquiera que no lo hiciera. Tadashi por su parte era un chico gentil y amoroso, pero débil a los ojos de su padre. Este vivía decepcionado del pecoso que si bien ponía todo su esfuerzo en lo que sea que hiciera jamás llegaba a ser el mejor en nada. Muchas veces intento golpearlo, castigarlo para que entendiera lo débil que era pero en todas las ocasiones sus hermanas (quienes adoraban a Tadashi) se interponían defendiéndolo. Muchas veces ellas tuvieron que cargar con los castigos y golpes dirigidos a su hermano más pequeño pero era lo mejor, querían mantenerlo a salvo.
Ahora sin ellas no había nadie que detuviera a su padre quien los últimos días había descargado en él todas sus frustraciones. Pero era algo que ninguno de sus amigos debía enterarse, era algo que debería resolver él mismo, de otra forma ya no podría estar con Tsukishima como un igual, se sentiría patético.
Notas finales:

espero que les haya gustado.. cualquier duda o comentaro o crítica sera bienvenido..!! hasta la próxima!! -3-


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