Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cinco años por Destroy_Rei

[Reviews - 10]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

ESCRIBAN MÁS MINKEY ! >:(

 

Kibum pensaba que cinco años no eran tanto tiempo, y se lo dijo a Minho esa noche. Antes de todo, por supuesto. El siempre alto y moreno muchacho le dio de esas sonrisas alcoholizadas torpes, una sonrisa que era como intermitente, media desprogramada.

 

-       estabas ebrio – susurra el mayor en la mañana, con el ceño fruncido, y jala las sabanas con fuerza, frustrado, la seda suena mientras se mueve sobre si misma

-       El alcohol no tiene nada que ver – La voz de Choi es grave por la mañana, pero es firme al mismo tiempo, y el corazón del pelinegro se remece al sentirla.

 

No está bien. No.

 

Hace unas siete horas atrás todo estaba oscuro, pero los ojos agudos de Kibum se habían acostumbrado a las sombras, como los de un gato, y navegaban por la figura semidesnuda, firme, suave y caliente, de su ex compañero de la escuela. De esa escuela pequeña donde todos se conocían: los alumnos con las madres, las madres con los maestros, las madres con las madres. No era acogedor, era un infierno, y si Kibum le hubiera contado a un solo amigo que el niño flaco de ojos grandes se le había declarado, todos se habrían enterado. Todos. Hasta los de la escuela que estaba a un par de cuadras. Obviamente no lo hizo, le rechazó con expresión indignada, evitando con risotadas ver la tristeza en esas pupilas castañas eternas. Fue un poco antes de finales de año, y cuando acabó, no se volvieron a ver. Hasta esa noche, claro.

 

Los ojos de Minho seguían siendo una hermosa galaxia que contaba muchas cosas, seguía siendo delgado, pero ahora su espalda estaba más ancha y su piel más bronceada. Era una versión más masculina de si mismo, y los detalles lindos de sus rasgos habían evolucionado, de forma correcta, haciéndolo un hombre guapo, por el que Kibum habría volteado en las calles o en las grandes avenidas de Seúl.

 

-       ¿Kibum? – le había preguntado sorprendido en ese McDonald que nunca cerraba. No había muchas personas, el aroma plástico parecía atraer más viejos solitarios que grupos de jóvenes en las noches de verano.

-       ¿Si? – inquirió confundido, dejando de leer su Tablet, para mirar al guapo moreno, ¿se conocían?

-       Soy Minho, de la escuela – le sonrió, entusiasmado.

 

Dejó la bandeja en su mesa, y se sentó frente a él. Tenía dos Angus, papas grandes y una bebida enorme. No parecía el tipo de cena que comes cuando tienes un cuerpo tan esbelto y cuidado como el del alto, pero a Kibum no le interesó más allá conocer sobre la base de su dieta. Ese hombre no podía ser el mismo chico flacuchento y desabrido que se le había confesado en la escuela. Seguro que en esos años era tierno y amable, eran bonitas cualidades que en ese entonces le habían gustado. Minho empezó a comer, sin dejar de sonreír. El muchacho de cabello oscuro se sintió extraño.

 

-       tus ojos siguen siendo enormes – comentó, sonriendo también un poco - ¿qué haces en un restaurante de comida rápida a esta hora? No hueles a alcohol, no creo que vengas de una fiesta y tampoco vas vestido para trabajar, creo.

-       Te vi sentado aquí y decidí entrar – le explicó con sinceridad, dando un largo trago a su bebida - ¿Y tu qué hacías?

-       Iba a quedar con un amigo, pero me plantó – dio un sorbo a su americano – así que estaba robando un poco de internet para buscar un lugar donde ir a beber algo, la noche esta como tranquila y eterna

-       ¿Puedo acompañarte?

 

Minho no tenía más personalidad de la que alguna vez tuvo de joven. Seguro que ahora lucía mejor, que en el camino al bar las muchachas le miraban, pero no se había transformado en nada diferente por dentro. Seguía teniendo esas sonrisas suaves, seguía siendo amable, un poco efusivo, divertido. A Kibum le gustó, fue imposible que no, de joven ya le gustaba un poco, aunque nunca lo hubiera admitido. Minho tenía esta cosa que estaba perdida no solo en los hombres, si no en la gente en general, una cosa que enamoraba, que era una mezcla demasiado hermosa entre la belleza simple, las actitudes realmente preocupadas de los otros. Era algo que no podía explicar, pero que solo amplificaba los latidos de su corazón. El alto hablaba del gato que recogió en el sótano de su edificio, y el pelinegro se cuestionó por qué lo rechazó años atrás.

 

-       … he pensado mucho en ti – Kibum dejó el vaso de cerveza sobre la mesa, mirando sorprendido al menor cuando habló – es que en todos estos años, no sé… – Choi parecía avergonzando, como el niño que se declaró cinco años atrás – creo que no he podido encontrar a alguien como tú

-       ¿Cómo yo?

-       Pasé muchas etapas donde te olvidaba y luego traía tu recuerdo, ahora estaba en otra de esas etapas donde me decía que te había olvidado, pero te vi y entré. No pensé mucho, hay veces en las que no debemos pensar mucho, como aquella vez en los baños, ¿lo recuerdas?

-       No me siento cómodo recordándolo – admitió riendo, mirando la cerveza negra que burbujeaba entre sus manos frías

-       Estaba muy enamorado en esos años – explicó, luego de terminarse el vaso de un solo trago – estaba empezando a desesperarme porque no entendía nada, pase mucho tiempo encerrado en los videojuegos y el fútbol, cuando me di cuenta, ya estaba loco – se sirvió otro vaso de la segunda botella de esa noche – me escapaba de la practicas para ir a mirarte en la biblioteca, le preguntaba a la gente por ti, compraba cosas que pensaba que te podían gustar… me metí en muchos aprietos por tu culpa – rió divertido, con las mejillas encendidas – eras inteligente, bonito y divertido, eras perfecto, pero lo que más me gustaba, era que eras sincero conmigo, y con todos.

 

Kibum vio cómo el alto se volvió a beber el vaso casi entero. ‘Joder, esta nervioso’ se mordió el labio, porque estaba nervioso también. Minho siempre creyó fue sincero, toda la vida, se enamoró de eso, le gustaba que el moreno estuviera enamorado, pero no fue completamente sincero. Rechazar a Choi fue una cosa que solo recordó un par de veces en los últimos años, como cuando alguien estaba hablando de los chicos que tienen miedo a declararse, o cuando la protagonista del drama terminaba de rodillas llorando porque su amor millonario se había tenido que casar con una chica que sus padres le habían asignado. Le dolió cuando salió del baño, el ultimo año de la escuela, y Minho no olvido a aparecerse frente a él. Si, le dolió mucho. Pero lo había superado, o se suponía, porque ahora miraba el perfil afilado del alto mientras este llamaba a la camarera, y no sabía qué era lo que le gritaba su corazón, no estaba seguro, pero creía que era porque Minho se veía demasiado bien, demasiado.

 

-       Yo no… - empezó, pero no pudo terminar. El móvil del alto, que reposaba sobre la mesa había empezado a vibrar de la nada

-       ¡oh! – el alto contestó torpemente – ¿Amor?

 

El mayor se bebió dos vasos mientras el otro hablaba, amor, qué mierda. Habían pasado cinco años, ¿no? Tiempo suficiente. Pero el amor de Minho no estaba ahí, así que daba igual. El alto sonreía, reía, hablaba como estúpido, era todo un jodido espectáculo. Se veía aún más hermoso así de feliz. Kibum lo pensó, mientras bebía, mientras recordaba al niño destrozado en los baños esa tarde. Había sido su culpa, pero es que no podía aceptarlo, las madres eran amigas de las madres, los del otro colegio también lo habrían sabido. Minho dejó un sonoro beso de despedida en el teléfono. Kibum dio un largo trago, mirándolo fijo, y a la mierda. Le hubiera gustado que todas las putas madres y esa otra mierda de colegio hubieran escuchado cómo el chiquillo flaco de ojos grandes le dedicaba besos sonoros. Solo a él, a nadie más.

 

Cuando estuvieron lo suficientemente ebrios, alojados en las sombras del cuarto de Kibum, le pidió que le diera besos sonoros, Minho los dejó en su estómago suave, en sus hombros desnudos, mientras lo acariciaba lento, cálido, moldeando toda su piel. El mayor se sentó sobre sus piernas, la fría noche de verano se iba empañando, y el más bajo quería que el chiquillo de aquel entonces volviera amarlo así, dejándolo todo, metiéndose en aprietos solo por él. Y Minho dejaba de decirle cuanto lo amaba, cómo jamás iba a olvidarlo, casi llorando contra su espalda, llenándole el rostro de besos, abrazándolo fuerte, como si jamás quisiera dejarlo ir. Kibum también quería llorar, pero era estúpido, no tenía sentido. Las brazos fueron soltando el agarre protector, las manos grandes se deslizaron hacia el sur. Los ojos de gato se cerraron, apoyó la nuca en el hombro ahora fuerte.

 

-       Minho… - suspiró a la noche, el alto jadeaba suave, delicioso, ronco. Dios, qué era todo eso.

-       Te amo tanto – lo dijo contra su cuello y el calor de sus palabras quemaba

 

A Kibum no le importaba nada, él pensaba que el alcohol le confundía, pero sus reflexiones se hacían más profundas y sus sentidos absorbían todo. La forma en que la mano desocupada de Minho había cogido la suya y entrelazaba los dedos, como muchos abrazos pequeños, simultáneos, como muchos te amo no verbales, como los cinco malditos años en que había pasado de todo y él seguía intentando pensar que no eran nada. Se le atoraban las ideas con el placer, y le abrumaba sentir al otro excitado a su espalda, sin hacer nada por solo concentrarse en satisfacerle. Era demasiado. Kim se retorció gimiendo un poco más fuerte, porque era mucho sentir esa devoción en su persona.

 

-       ha pasado tanto… – suspiró, empujando sus caderas más fuertes contra la mano cálida del alto

-       va a pasar toda la vida – le respondió jadeante contra su oreja - el tiempo no importa, te voy a amar siempre. Siempre.

 

 

 

 

 

 

 

Cuando Kibum despertó en la mañana, no había alcohol, tampoco habían resacas, pero estaba ese sentimiento jodido, porque tenía al moreno durmiendo junto a él, con los brazos enredados en su cintura en suave y descuidado agarre, completamente rendido al sueño. Minho tenía a alguien más. Ahora con su raciocinio entero podía decir que no se sentía bien de saber que una persona espero por el alto toda la noche. Se aparto sintiéndose una mierda consigo mismo, y se acurrucó lo más lejos posible, intentando volver a dormir.

 

 

 

 

 

 

 

Minho lo despertó con besos en sus mejillas, abrazándolo posesivamente, y se sentía bien, se sentía correcto, pero no lo era.

 

-       No está bien – le dijo somnoliento, molesto, apartándolo.

-       ¿Qué? ¿Por qué? – sus manos se pasearon cuidadosamente por su cintura

-       estabas ebrio.

-       El alcohol no tiene nada que ver .

-       Si que tiene que ver – cierra los ojos, y casi vuelve a caer, cuando Minho empieza a acariciar su estomago con sus pulgares, lentamente, y reposa la barbilla en su hombros, suspirando contento – contentaste el teléfono en frente mío, hoy en el bar…

-       Eres sincero – sonríe, volviendo a besarle la mejilla – Era mi hijo, ¿sabes?

-       Tu hijo – dice con tono ácido, un hijo era peor

-       Bueno, no es mi hijo legitimo – le mueve un poco, incitándole a voltear entre sus brazos – ese último año mi hermano tuvo un accidente con su novia, tuvimos que mudarnos a la capital – hizo una mueca torcida, como si buscara las palabras – ha sido difícil todo este proceso, y aún lo extraño, pero es bueno tener a Seongbin, es como tener a mi hermano, o una parte de él…

-       No soy sincero – soltó, sin poder evitarlo, mirándolo asustado

-       ¿eh? – le contempló confundido, y Minho somnoliento, confundido, con el cabello desordenado, por la mañana, era hermoso

-       No soy sincero Minho – le cogió el rostro, con sus manos temblorosas, la mirada brillante, y estaba a punto de largarse a llorar – a mi me gustabas, ahí en el baño, yo quería decirte que si, pero me daba miedo, ¡Todos lo iban a saber! ¡Todos iban a hablar! ¡Era una porquería!

-       No me importa – Minho besó cada lágrima, abrazándolo más fuerte – si ahora quieres decir que no, tampoco me va a importar – le beso la boca con suavidad, moldeando sus labios, haciéndolo suspirar – te voy a esperar toda la vida Kibum, toda.

-       Oh, maldito cursi – sollozó, queriendo golpearlo y besarlo, o abrazarlo y no soltarlo más.

 

Cinco años eran mucho tiempo, pero a Minho no le importaba el tiempo, solo le importaba Kibum. 

Notas finales:

Ay que es bella la vida en mis vacaciones loco' pura felicidad *- * <3

Siganme en mi twitter u/////u

https://twitter.com/mogwaism


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).